Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario

Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario

ceape.edomex.gob.mx
from ceape.edomex.gob.mx More from this publisher
08.05.2013 Views

Sus épocas de cacería preferidas eran los primeros días del año y las vacaciones de agosto. Inmediatamente después de las fiestas navideñas suelen crearse colas espectaculares afuera de las casas de empeños, colas famélicas y hasta andrajosas como las que él había conocido en sus años mozos, ya sea para conseguir dinero a cambio de los horripilantes regalos recibidos, ya para compensar la crisis de liquidez que en la mayoría de los hogares deja el exceso de pavo relleno y ginebra. Pero lo mejor viene un poco más tarde, alrededor del día quince de enero, fecha en que oficialmente comienza la temporada de rebajas, que como todo mundo sabe produce colas feroces, despiadadas, histéricas, que en las inmediaciones de los grandes almacenes llegan a extenderse por varias cuadras. Las colas veraniegas, en cambio, lo atraían por la sudoración y el agobio, por su infaltable acento internacional. ¿Cómo perderse un kilómetro de turistas jadeantes y deshidratados, de niños que espontáneamente dan inicio a un coro satánico entre manchas de helado derretido, de novios que aprovechan la cola para besarse sin recato a las afueras del Museo de cera de Madame Tussauds? ¿Cómo reprimir una sonrisa ante el esfuerzo de una damisela por colarse mediante la consabida estratagema de la belleza, y cómo no gritar de gusto cuando los demás se limitan a externar silenciosamente su rabia al advertir que ¡lo ha conseguido!? Lo que más satisfacción le producía era la cola preparatoria o de antesala (“To dance attendance in an ante-chamber”, como decía Connish con voluptuosidad), es decir, la cola en etapas, en la que uno se ve obligado a formarse en una cola profiláctica y sin embargo terrible, para entonces ser “canalizado” hacia la cola pertinente, la cola cola, no menos terrible y dilatada. ¿Cuánto puede permanecer una cola sin avanzar hasta que se convierta en malestar, deserción y luego en revuelta? ¿Hasta qué 2 2

punto las pantallas de televisión aligeran y no más bien entorpecen el acto de hacer cola? Una cola con sillas, en la que una estructura zigzagueante promete lapsos de espera que nadie toleraría de pie, ¿se trata de una solución a medias o de una estupidez ostentosa? Preguntas de esta naturaleza se había planteado Connish durante sus aventuras en las colas de toda Inglaterra, si bien al final optaba por no reflexionar demasiado sobre el objeto de su deleite, prefiriendo entregarse a pensamientos propios de quien está formado y realiza un trámite engorroso, pensamientos tales como: “¡es una conspiración para que no cobremos el cheque!” o “¡al llegar a la ventanilla yo le escupo!”, que nunca o casi nunca reflejaban las razones auténticas por las que Connish figuraba en la fila, pero que daban realismo y emoción a su experiencia. Sólo en una ocasión abandonó la cola en que se encontraba y lo hizo no tanto por cansancio o hastío —lo cual en su caso hubiera significado una contradicción, una renuncia al placer—, sino por principios. Estaba formado en una cola estática y, cosa ya desconcertante, demasiado risueña y platicadora, decidido a no entrar a una matiné, cuando surgidos de quién sabe donde aparecieron un par de mimos. Ante ese público, en buena medida cautivo, la pareja de artistas callejeros comenzó a improvisar imitaciones de la gente que cruzaba, a remedar los gestos de la espera, a hacer mofa de las posturas del hartazgo. El público reía y hasta se olvidaba de avanzar cuando la cola se movía un poco, festejando el menor movimiento de aquellos payasos, señalándose entre sí como si el acto anodino de hacer cola hubiera sido desde siempre hilarante, y aplaudían y vitoreaban a los actores mudos, y otra vez se olvidaban de avanzar cuando la cola se movía un poco, pues al menos por un momento se habían olvidado de 2 3

Sus épocas de cacería preferidas eran los primeros días <strong>del</strong> año y las<br />

vacaciones de agosto. Inmediatamente después de las fiestas navideñas<br />

suelen crearse colas espectaculares afuera de las casas de<br />

empeños, colas famélicas y hasta andrajosas como las que él había<br />

conocido en sus años mozos, ya sea para conseguir dinero a cambio<br />

de los horripilantes regalos recibidos, ya para compensar la<br />

crisis de liquidez que en la mayoría de los hogares deja el exceso de<br />

pavo relleno y ginebra. Pero lo mejor viene un poco más tarde, alrededor<br />

<strong>del</strong> día quince de enero, fecha en que oficialmente comienza<br />

la temporada de rebajas, que como todo mundo sabe produce colas<br />

feroces, despiadadas, histéricas, que en las inmediaciones de los<br />

grandes almacenes llegan a extenderse por varias cuadras. Las colas<br />

veraniegas, en cambio, lo atraían por la sudoración y el agobio, por<br />

su infaltable acento internacional. ¿Cómo perderse un kilómetro de<br />

turistas jadeantes y deshidratados, de niños que espontáneamente<br />

dan inicio a un coro satánico entre manchas de helado derretido, de<br />

novios que aprovechan la cola para besarse sin recato a las afueras <strong>del</strong><br />

Museo de cera de Madame Tussauds? ¿Cómo reprimir una sonrisa<br />

ante el esfuerzo de una damisela por colarse mediante la consabida<br />

estratagema de la belleza, y cómo no gritar de gusto cuando los<br />

demás se limitan a externar silenciosamente su rabia al advertir que<br />

¡lo ha conseguido!? Lo que más satisfacción le producía era la cola<br />

preparatoria o de antesala (“To dance attendance in an ante-chamber”,<br />

como decía Connish con voluptuosidad), es decir, la cola en etapas,<br />

en la que uno se ve obligado a formarse en una cola profiláctica y sin<br />

embargo terrible, para entonces ser “canalizado” hacia la cola pertinente,<br />

la cola cola, no menos terrible y dilatada.<br />

¿Cuánto puede permanecer una cola sin avanzar hasta que se<br />

convierta en malestar, deserción y luego en revuelta? ¿Hasta qué<br />

2 2

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!