Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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<strong>del</strong> conde de Buffon, quien en el siglo XVIII <strong>del</strong>ineó las formas<br />
básicas que adopta la monstruosidad, García Saldaña elaboró<br />
bestias extrañas y fascinantes que descoyuntaban la mirada<br />
ya fuera por exceso o por defecto, pero sobre todo por alteración,<br />
esto es, “por la equivocada posición de las partes”. En su<br />
catálogo de quimeras se contaba la hidra polar, un animal con<br />
cuerpo de oso coronado por siete cabezas blancas, que por lo que<br />
se sabe correspondían a focas jóvenes a las que el artista había<br />
ensamblado dentaduras de cazón con el objetivo de diluir su ternura;<br />
el ciempiés gigante, una anaconda con incrustaciones de<br />
caparazón de armadillo de modo que semejara un anélido, a la<br />
que cosió tantas garras de halcón como la extensión de su cuerpo<br />
consentía (al parecer la serpiente superaba los nueve metros);<br />
el rumiante-rama o “ramiante”, un buey pardo e imponente al<br />
que le habían crecido cuernos de antílope y de reno no sólo en<br />
la frente, sino a lo largo de todo el lomo, y que visto a la distancia<br />
podía confundirse con un bosque invernal en miniatura; la<br />
oruga perezosa, un ser deshilachado, casi se diría un monstruo<br />
inclasificable de peluche, en el que tres o cuatros cuerpos de osos<br />
perezosos, con sus respectivas extremidades y colas, habían sido<br />
unidos confusamente para magnificar el horror <strong>del</strong> gusano azotador,<br />
también habitante de los árboles.<br />
En todos esos animales imperaba la disonancia o la exageración<br />
—la incongruencia—, como si a través de ellos el orden natural<br />
hubiera de subvertirse a toda costa, como si cada una de sus creaciones<br />
tuviera por cometido lograr que a los ojos <strong>del</strong> espectador se<br />
impusiera la confusión, el vértigo de la anomalía. Según le había<br />
contado su padre al velador, para llegar a esos ejemplares grotescos<br />
García Saldaña había confeccionado y destruido decenas de<br />
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