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Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario

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También en ese mismo año de 1851, que debería recordarse como<br />

el de los movimientos más exasperantes de todos los tiempos,<br />

Elijah Williams, durante el Torneo de Londres, tenía la mala<br />

costumbre de abismarse sobre el tablero sin esforzarse en la<br />

mímica de la concentración, transformando el noble juego <strong>del</strong><br />

ajedrez en una prueba de resistencia, que exigía <strong>del</strong> rival la fortaleza<br />

interior de un monje budista, si no para el dominio de<br />

las descargas de ansiedad y aburrimiento, sí para desarrollar el<br />

temple necesario a fin de permanecer sobre una silla la mayor<br />

parte <strong>del</strong> día. Las partidas de Williams eran tan dilatadas que<br />

algunas veces rebasaban las veinte horas, y aunque ese lapso<br />

le habría bastado a un general de la Armada Británica para la<br />

conquista de una ciudad exótica, según los reportes de aquella<br />

época las escaramuzas que protagonizó fueron más bien lerdas<br />

y esporádicas, y las emociones que regaló al público sólo se comparaban<br />

con las que podía despertar el papel tapiz <strong>del</strong> decorado.<br />

En The Even More Complete Chess Addict se sugiere que más que<br />

una peculiaridad de su carácter flemático la tardanza proverbial<br />

de El perezoso de Bristol comportaba una estratagema para sacar<br />

de balance a sus rivales, una burda maniobra que no tardaría en<br />

ser conocida como Sitzkrieg o “Guerra de la silla”.<br />

Tomarse las cosas con excesiva calma puede ser, en efecto, una<br />

artimaña tan eficaz como una celada, que destroza los nervios<br />

<strong>del</strong> contrincante y lo hace caer en la desesperación o en el error<br />

que, como se sabe, son los verdaderos enemigos contra los que<br />

debe lidiar todo ajedrecista. Howard Staunton, organizador <strong>del</strong><br />

torneo y antiguo profesor de Williams, se sintió con el derecho<br />

a amonestar a su ex pupilo cuando le tocó el turno de medirse<br />

con él, recriminándolo por su estilo tardo a pesar de que él<br />

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