Los disidentes del universo - Biblioteca Mexiquense del Bicentenario
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hipopótamo, un aberrante y sin duda adiposo hipopótamo en<br />
aprietos. “Nunca olvidaré mi encuentro con el maestro Evgeni<br />
Vasiukov durante uno de los campeonatos de la URSS —comenta<br />
Tal—. La posición en el tablero era muy compleja, y yo pensaba<br />
sacrificar un caballo. No era una variante muy clara, puesto<br />
que existían muchas posibilidades. Comencé a calcular y me<br />
horrorizó la idea de que el sacrificio fuera vano. Las ideas se<br />
amontonaban en mi cabeza: a una respuesta correcta <strong>del</strong> enemigo<br />
en determinada situación la traspasaba otra variante, y<br />
allí, naturalmente, ese movimiento era <strong>del</strong> todo inoportuno.<br />
Lo concreto es que en mi cabeza se formó un montón caótico<br />
de movimientos, a veces incluso sin ninguna relación entre<br />
sí, y el “árbol <strong>del</strong> análisis”, tan recomendado por los entrenadores,<br />
comenzó a crecer de manera monstruosa. No sé por<br />
qué, pero en ese momento recordé la célebre poesía infantil de<br />
Chukovski: ‘¡Oh, qué difícil es el trabajo/de sacar a un hipopótamo<br />
<strong>del</strong> pantano!’ No podría explicar a causa de qué asociación<br />
este hipopótamo se metió en el tablero, pero la verdad es que,<br />
mientras los espectadores creían que estaba analizando la<br />
posición, yo pensaba en cómo demonios podría sacarse a un<br />
hipopótamo <strong>del</strong> pantano. Recuerdo que mi cabeza pronto se<br />
llenó de cabrestantes, palancas, helicópteros e incluso de una<br />
escalera de cuerda. Después de numerosos intentos no encontré<br />
ningún método aceptable de sacarlo <strong>del</strong> pantano, y pensé con<br />
amargura: ¡pues que se ahogue!”<br />
Aunque para dar cauce a sus devaneos sin sentido, Tal se valió<br />
en aquella ocasión de la figura nada discreta de un hipopótamo,<br />
es claro que se trataba de un mero pretexto; a quien debía sacar<br />
<strong>del</strong> atolladero era a sí mismo, y ya se sabe que para que la mente<br />
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