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Si se desea ampliar en los criterios/ámbitos y niveles de concreción derivados, indicados en dicho esquema, se puede acudir a la lectura de las páginas 154-165 del libro: J. V. Merino Fernández (2000). 3. EL DESARROLLO OPERATIVO DE LA PLANIFICACIÓN Antes de iniciar en la práctica el diseño de proyectos, es importante clarificar las dos tendencias generales predominantes en el planteamiento general de base desde el que se parte. Si el punto de partida es la tendencia que considera la planificación como el proceso que prevé, proyecta, organiza y programa científica y tecnológicamente la acción, entonces la planificación empieza en el momento de tener la idea de actuar e incluye la fase de análisis de la realidad o análisis de necesidades. Si por el contrario, es la planificación como tecnología de diseño de planes, programas y proyectos, identificada generalmente con la planificación como contenido 1 , nos conduce a pensar que la planificación empieza después del análisis de la realidad. 3.1. El proceso general El proceso general implica tres momentos principales en la toma de decisiones y en el diseño de la acción: • Decisiones y diseño de qué pretendemos, por qué y para qué: objetivos, fundamentación y finalidad. • Decisiones y diseño de la organización y programación de las diferentes fases, factores, contenidos y agentes del proceso planificador: organización, programación y evaluación de la acción. • Decisiones sobre ejecución y el informe final. 3.1.1. Decisiones y diseño de la fundamentación, finalidad y objetivos Es importante decidir la finalidad que pretendemos antes de iniciar la tarea técnica de diseñar el proyecto. Podemos pretender un proyecto de acción sociocultural para cambiar la realidad social, un proyecto de crear una ONG, organizar una institución cívica, recuperar una zona rural en situación de semiabandono, etc. La finalidad y la fundamentación no son dos polos desconexos entre sí. Por el contrario, se influyen mutuamente. La finalidad no debe responder a especulaciones o utopías irrealizables sino que ha de tener una base en la realidad sociocultural concreta y también en otras certidumbres experienciales, científicas o tecnológicas. Esta base, que denominamos «científicosocial», constituye el por qué o fundamentación justificada del plan/programa/proyecto y garantiza la autenticidad y legitimidad del mismo. 1 En la práctica es difícil separar la planificación como proceso de la planificación como resultado. Sin embargo, en la bibliografía al respecto, los autores se dividen entre quienes consideran que la planificación se inicia después del análisis de la realidad frente a los que defienden, por el contrario, que el análisis de la realidad está ya incluido en el proceso planificador, reservando el término de programación para la actividad planificadora que se realiza después de dicho análisis. De ahí, que cuando decimos que se identifica con una u otra tendencia no debe considerarse esta identificación como una exclusión de la otra tendencia, sino como predominio. Personalmente considero que es un problema más terminológico que real. 126

En la práctica del diseño de programas/proyectos, esta tarea se concreta por una parte, en la búsqueda de apoyos teóricos, legales y experienciales como garantía de la viabilidad de los proyectos (fundamentación teóricocientífica), y, por otra, en el análisis de la realidad social (fundamentación social), como garantía de la necesidad social, utilidad, ajuste y realismo del plan, programa o proyecto planificado y programado. Esta última fundamentación es importante para que éste no evolucione hacia situaciones alejadas de la vida social y cultural que ha de dinamizar o a la que ha de dar respuestas concretas. En resumen, la fundamentación teóricocientífica y la fundamentación social constituyen dos actividades importantes y necesarias en todo proceso planificador. Una y otra configuran una parte esencial del proyecto objeto de planificación, denominado en la producción bibliográfica sobre planificación: naturaleza del proyecto. Los objetivos no son otra cosa que la concreción operativa de la finalidad. Por ello, el problema de los objetivos se plantea en el proceso planificador en dos momentos; a) al principio del proceso, tratando de clarificar el tipo de objetivos (políticos, sociales, formativos, asistenciales, culturales, socioculturales, económicos, etc.) y de formular los objetivos generales del proyecto; b) se realiza al formular los objetivos específicos en la fase de programación de cada proyecto. Estos últimos no son otra cosa que la especificación concreta y práctica (objetivos específicos) y operativización (objetivos operativos) de los primeros. La formulación y clasificación de objetivos en el proceso planificador es clave para un eficaz desarrollo del proyecto. No siempre resulta tarea fácil. En primer lugar conviene tener en cuenta que los objetivos no constituyen un fin en si mismos, sino que son un instrumento facilitador de la ejecución eficaz del proyecto. No en vano en todas las definiciones de objetivos se recoge la idea de que éstos son una formulación explícita de manera clara, precisa y medible o evaluable de algo que se quiere conseguir a través de una acción o aprendizaje. Sobre la formulación de objetivos se han escrito muchas páginas, pero casi siempre dirigidos a la acción docente. G. Pérez Serrano (1993) y J. V Merino (2000) dan orientaciones prácticas para aplicarlos a la programación sociocultural. A continuación presento de forma esquemática una serie de orientaciones generales que han de tenerse en cuenta en el proceso técnico de formular los objetivos: a) Referidas a la extensión y ubicación de los objetivos: • Nivel de generalidad, concreción o cobertura. Por ejemplo, hay que clarificar si son generales o específicos; terminales o intermedios; estratégicos o programáticos...) • Nivel del marco o ámbito al que se refieren. Por ejemplo, si hacen referencia a contenidos o a actitudes, a conocimientos o a conductas. • Nivel de obligatoriedad. Por ejemplo, si son obligatorios u optativos. b) Referidas a los aspectos formales. G. Pérez Serrano, (1993, p.63) señala la siguiente serie de normas prácticas con relación a este problema: 1. Proponer objetivos y metas realistas (viables, pertinentes y aceptables). 2. Establecer prioridades para el logro de los objetivos. 3. Hacer elecciones compatibles y complementarias entre los objetivos. 4. Articular coherentemente los diferentes aspectos. 5. Asignar y usar los recursos, en cantidad y tiempo oportunos, para cada fase o actividad del programa o proyecto. 6. Determinar los instrumentos y medios adecuados a los fines. c) Referidas a los aspectos didácticos y psicológicos. 127

En la práctica <strong>de</strong>l diseño <strong>de</strong> <strong>programas</strong>/proyectos, esta tarea se concreta por una parte, en<br />

la búsqueda <strong>de</strong> apoyos teóricos, legales y experienciales como garantía <strong>de</strong> la viabilidad <strong>de</strong> los<br />

proyectos (fundamentación teóricocientífica), y, por otra, en el análisis <strong>de</strong> la realidad social<br />

(fundamentación social), como garantía <strong>de</strong> la necesidad social, utilidad, ajuste y realismo <strong>de</strong>l<br />

plan, programa o proyecto planificado y programado. Esta última fundamentación es importante<br />

para que éste no evolucione hacia situaciones alejadas <strong>de</strong> la vida social y cultural que ha <strong>de</strong><br />

dinamizar o a la que ha <strong>de</strong> dar respuestas concretas. En resumen, la fundamentación teóricocientífica<br />

y la fundamentación social constituyen dos activida<strong>de</strong>s importantes y necesarias en<br />

todo proceso planificador. Una y otra configuran una parte esencial <strong>de</strong>l proyecto objeto <strong>de</strong><br />

planificación, <strong>de</strong>nominado en la producción bibliográfica sobre planificación: naturaleza <strong>de</strong>l<br />

proyecto.<br />

Los objetivos no son otra cosa que la concreción operativa <strong>de</strong> la finalidad. Por ello, el<br />

problema <strong>de</strong> los objetivos se plantea en el proceso planificador en dos momentos; a) al principio<br />

<strong>de</strong>l proceso, tratando <strong>de</strong> clarificar el tipo <strong>de</strong> objetivos (políticos, sociales, formativos,<br />

asistenciales, culturales, <strong>sociocultural</strong>es, económicos, etc.) y <strong>de</strong> formular los objetivos generales<br />

<strong>de</strong>l proyecto; b) se realiza al formular los objetivos específicos en la fase <strong>de</strong> programación <strong>de</strong><br />

cada proyecto. Estos últimos no son otra cosa que la especificación concreta y práctica<br />

(objetivos específicos) y operativización (objetivos operativos) <strong>de</strong> los primeros.<br />

La formulación y clasificación <strong>de</strong> objetivos en el proceso planificador es clave para un<br />

eficaz <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong>l proyecto. No siempre resulta tarea fácil. En primer lugar conviene tener en<br />

cuenta que los objetivos no constituyen un fin en si mismos, sino que son un instrumento<br />

facilitador <strong>de</strong> la ejecución eficaz <strong>de</strong>l proyecto. No en vano en todas las <strong>de</strong>finiciones <strong>de</strong> objetivos<br />

se recoge la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que éstos son una formulación explícita <strong>de</strong> manera clara, precisa y medible<br />

o evaluable <strong>de</strong> algo que se quiere conseguir a través <strong>de</strong> una acción o aprendizaje.<br />

Sobre la formulación <strong>de</strong> objetivos se han escrito muchas páginas, pero casi siempre<br />

dirigidos a la acción docente. G. Pérez Serrano (1993) y J. V Merino (2000) dan orientaciones<br />

prácticas para aplicarlos a la programación <strong>sociocultural</strong>. A continuación presento <strong>de</strong> forma<br />

esquemática una serie <strong>de</strong> orientaciones generales que han <strong>de</strong> tenerse en cuenta en el proceso<br />

técnico <strong>de</strong> formular los objetivos:<br />

a) Referidas a la extensión y ubicación <strong>de</strong> los objetivos:<br />

• Nivel <strong>de</strong> generalidad, concreción o cobertura. Por ejemplo, hay que clarificar si son<br />

generales o específicos; terminales o intermedios; estratégicos o programáticos...)<br />

• Nivel <strong>de</strong>l marco o ámbito al que se refieren. Por ejemplo, si hacen referencia a<br />

contenidos o a actitu<strong>de</strong>s, a conocimientos o a conductas.<br />

• Nivel <strong>de</strong> obligatoriedad. Por ejemplo, si son obligatorios u optativos.<br />

b) Referidas a los aspectos formales. G. Pérez Serrano, (1993, p.63) señala la siguiente<br />

serie <strong>de</strong> normas prácticas con relación a este problema:<br />

1. Proponer objetivos y metas realistas (viables, pertinentes y aceptables).<br />

2. Establecer priorida<strong>de</strong>s para el logro <strong>de</strong> los objetivos.<br />

3. Hacer elecciones compatibles y complementarias entre los objetivos.<br />

4. Articular coherentemente los diferentes aspectos.<br />

5. Asignar y usar los recursos, en cantidad y tiempo oportunos, para cada fase o<br />

actividad <strong>de</strong>l programa o proyecto.<br />

6. Determinar los instrumentos y medios a<strong>de</strong>cuados a los fines.<br />

c) Referidas a los aspectos didácticos y psicológicos.<br />

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