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“Mujeres” en “el pozo” y en “la obra”. Reflexividad y aprendizaje ...

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<strong>“Mujeres”</strong> <strong>en</strong> <strong>“el</strong> <strong>pozo”</strong> y <strong>en</strong> <strong>“la</strong> <strong>obra”</strong>. <strong>Reflexividad</strong> y apr<strong>en</strong>dizaje<br />

Introducción<br />

significativo <strong>en</strong> dos etnografías sobre el mundo del trabajo 1<br />

Patricia Vargas (Investigadora PAS-IDES)<br />

Cristina Villata (Profesora Investigadora UNP)<br />

Este capítulo pret<strong>en</strong>de analizar cuestiones que preocupan de manera<br />

persist<strong>en</strong>te a los investigadores sociales, preocupación que se profundiza <strong>en</strong>tre<br />

qui<strong>en</strong>es prov<strong>en</strong>imos de disciplinas difer<strong>en</strong>tes a la antropología y producimos<br />

conocimi<strong>en</strong>to desde el <strong>en</strong>foque etnográfico. El papel del investigador; la<br />

relación <strong>en</strong>tre el investigador y los nativos <strong>en</strong> el proceso de construcción y<br />

objetivación de la reflexividad; la articulación <strong>en</strong>tre teoría y empiria; los<br />

difer<strong>en</strong>tes niveles de g<strong>en</strong>eralización del conocimi<strong>en</strong>to producido; las<br />

características y el alcance del trabajo de campo; el análisis de los datos y su<br />

inscripción <strong>en</strong> las discusiones de las ci<strong>en</strong>cias sociales <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y la tradición<br />

antropológica <strong>en</strong> particular, suel<strong>en</strong> ocupar un lugar c<strong>en</strong>tral durante el proceso<br />

de investigación.<br />

De todos estos tópicos seleccionamos <strong>“la</strong> reflexividad” para proponer<br />

una inédita articulación con <strong>“el</strong> apr<strong>en</strong>dizaje significativo”, a partir de las<br />

analogías propiciadas por nuestra experi<strong>en</strong>cia formativa. Ambas apr<strong>en</strong>dimos el<br />

oficio de etnógrafas <strong>en</strong> nuestros posgrados de maestría no antropológicos y<br />

comparti<strong>en</strong>do una base común: haber estudiado la lic<strong>en</strong>ciatura y profesorado<br />

1<br />

Agradecemos los com<strong>en</strong>tarios de todas las colegas y de la coordinadora del colectivo de<br />

escritura que conformamos el pres<strong>en</strong>te libro, y muy especialm<strong>en</strong>te a Laura Colabella y Alicia<br />

Méndez, por sus minuciosas lecturas de las sucesivas versiones del pres<strong>en</strong>te texto.<br />

1


<strong>en</strong> Ci<strong>en</strong>cias de la Educación <strong>en</strong> la Universidad Nacional de la Patagonia. Este<br />

recorrido singular nos ofrece la posibilidad de recuperar la reflexividad,<br />

categoría recurr<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te constituida <strong>en</strong> objeto de análisis antropológico, y<br />

<strong>en</strong>riquecerla con base <strong>en</strong> los aportes de las teorías constructivistas derivadas<br />

del campo pedagógico.<br />

Con el propósito de desandar los mecanismos de producción de<br />

interpretaciones teóricas que comportan síntesis <strong>en</strong>tre reflexividad y<br />

apr<strong>en</strong>dizaje significativo, expondremos situaciones vividas durante el trabajo de<br />

campo de nuestras s<strong>en</strong>das tesis de maestría. Ambas abordamos mundos<br />

laborales que emplean mayoritariam<strong>en</strong>te hombres como mano de obra y<br />

experim<strong>en</strong>tamos formas de ingreso al campo, sust<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> la<br />

discrecionalidad, la informalidad y el sistema de recom<strong>en</strong>dación personal.<br />

Nuestro trabajo de campo <strong>en</strong> el pozo petrolero patagónico y <strong>en</strong> las obras<br />

de la industria de la construcción bonaer<strong>en</strong>se nos involucraron <strong>en</strong> situaciones<br />

que, a la luz de un análisis reflexivo, habilitan una compr<strong>en</strong>sión significativa de<br />

categorías c<strong>en</strong>trales del mundo nativo y clásicas <strong>en</strong> la teoría social:<br />

“masculinidad”, “recom<strong>en</strong>dación” y “trabajo”. A partir de una selección ad hoc<br />

de situaciones de campo, mostraremos de qué modo la etnografía hace posible<br />

la producción de conocimi<strong>en</strong>to, a partir de la t<strong>en</strong>sión instalada <strong>en</strong>tre el campo,<br />

la teoría social y la reflexividad (Guber, 2001). La contracara de este proceso,<br />

lo constituye el modo <strong>en</strong> que nos fuimos apropiando y pudimos resignificar el<br />

s<strong>en</strong>tido de la reflexividad y el apr<strong>en</strong>dizaje significativo del mundo nativo, <strong>en</strong> el<br />

marco del <strong>en</strong>foque etnográfico.<br />

2


1. Cristina <strong>en</strong> un pozo petrolero de la Patagonia. Expresiones de la<br />

recom<strong>en</strong>dación, el poder y la masculinidad 2<br />

En mi trabajo de investigación de maestría pret<strong>en</strong>dí compr<strong>en</strong>der el<br />

impacto que provocó la reforma educativa de los años 1990s, <strong>en</strong> lo que atañe a<br />

la relación <strong>en</strong>tre educación técnica y trabajo petrolero, <strong>en</strong> una ciudad de la<br />

Patagonia Arg<strong>en</strong>tina. Hice trabajo de campo <strong>en</strong> distintos ámbitos: una<br />

institución educativa de nivel medio, un pozo <strong>en</strong> el que trabajan obreros de una<br />

empresa de servicios (contratista), el sindicato y una operadora petrolera. En<br />

particular, a través del trabajo de campo <strong>en</strong> el pozo, quería conocer los modos<br />

de ingreso y asc<strong>en</strong>so <strong>en</strong> el trabajo petrolero y el tipo de actividades que se<br />

desarrollan <strong>en</strong> ese ev<strong>en</strong>tual ámbito laboral de los egresados de la escuela<br />

técnica.<br />

Si<strong>en</strong>do las 9 y 40 de un día de semana, me acerco a la esquina que me<br />

había indicado Andrés, <strong>en</strong>cargado de turno del “pozo 25” y amigo de Jorge, el<br />

preceptor de la escuela técnica donde también hacía trabajo de campo y que,<br />

dadas mis inquietudes de “ir al <strong>pozo”</strong>, me recom<strong>en</strong>dó con él. Jorge me facilitó el<br />

teléfono celular de su amigo Andrés, además de asegurarme que le avisaría de<br />

mi llamado. La primera conversación telefónica, no alcanzó para lograr su<br />

aquiesc<strong>en</strong>cia, fue necesaria una conversación personal. En el transcurso de la<br />

misma Andrés me inquiere y repregunta sobre las actividades que haría <strong>en</strong> el<br />

pozo, si lo <strong>en</strong>trevistaría a él, al resto de los trabajadores, qué cuestiones t<strong>en</strong>ía<br />

2<br />

Parte de lo expuesto <strong>en</strong> este apartado se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> el Capítulo III de la tesis de Maestría<br />

<strong>en</strong> Metodología de la Investigación Ci<strong>en</strong>tífica de Cristina Villata, def<strong>en</strong>dida <strong>en</strong> la Universidad<br />

Nacional de Entre Ríos el 23 de febrero de 2011. La etnografía: “La educación técnica y el<br />

mundo de trabajo petrolero. Una etnografía sobre el impacto de la reforma educativa y la<br />

reorganización productiva de los años ¨90 <strong>en</strong> Comodoro Rivadavia, Chubut, Arg<strong>en</strong>tina”,<br />

dirigida por la Dra. Rosana Guber, muestra el impacto que provocó la Reforma Educativa de<br />

los años 1990s, respecto de la relación <strong>en</strong>tre educación técnica y trabajo petrolero <strong>en</strong><br />

Comodoro Rivadavia, Chubut.<br />

3


p<strong>en</strong>sado observar. También se mostró interesado <strong>en</strong> saber si las mismas<br />

observaciones y <strong>en</strong>trevistas las realizaría <strong>en</strong> alguna otra empresa. Luego, ya<br />

anticipando el acuerdo, me puntualiza una serie de recom<strong>en</strong>daciones y<br />

cuidados a t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta: que estuviese <strong>en</strong> una determinada esquina <strong>en</strong> un<br />

horario <strong>en</strong> particular, que siguiera a la combi <strong>en</strong> mi automóvil, que no se me<br />

ocurriera com<strong>en</strong>tar, nunca, <strong>en</strong> otras empresas, que había estado <strong>en</strong> el pozo, y<br />

si me veía obligada a hacerlo no dijera ni la empresa ni el pozo y mucho m<strong>en</strong>os<br />

que había sido él qui<strong>en</strong> me había posibilitado la <strong>en</strong>trada. Se esforzó <strong>en</strong> que<br />

compr<strong>en</strong>diera que para él era una situación comprometedora, aunque no fue<br />

claro <strong>en</strong> especificar cuáles eran los ev<strong>en</strong>tuales peligros que corría.<br />

Me llamó la at<strong>en</strong>ción que no me preguntara cuáles eran los temas que<br />

me interesaba investigar. Yo le había com<strong>en</strong>tado que necesitaba conocer qué<br />

tipo de trabajo se desarrollaba <strong>en</strong> el pozo y cuáles eran los criterios para<br />

contratar trabajadores y los procedimi<strong>en</strong>tos de acceso a las empresas<br />

petroleras. No obstante, ni <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to ni durante las conversaciones que<br />

mantuvimos durante mi observación, me preguntó nada sobre el para qué<br />

necesitaba esa información.<br />

Hasta ese mom<strong>en</strong>to, por mi propio desconocimi<strong>en</strong>to y por los<br />

com<strong>en</strong>tarios acerca de las reglas de juego <strong>en</strong> los pozos petroleros, t<strong>en</strong>ía la idea<br />

que los mismos eran espacios altam<strong>en</strong>te estructurados. El mecanismo por el<br />

cual yo misma accedí al pozo fue el inicio de un proceso de compr<strong>en</strong>sión <strong>en</strong><br />

varios s<strong>en</strong>tidos: el nivel de estructuración era mucho más débil de lo que<br />

decían y yo imaginaba, existía espacio para la informalidad y, evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te,<br />

para el despliegue discrecional de poder que t<strong>en</strong>ía, <strong>en</strong> este caso, Andrés. Un<br />

aspecto que ori<strong>en</strong>tó mi reflexión <strong>en</strong> ese s<strong>en</strong>tido fue, por ejemplo, las<br />

4


ecom<strong>en</strong>daciones que me hizo respecto a la necesidad de mant<strong>en</strong>er <strong>en</strong> secreto<br />

mi ingreso ante personas de otras empresas, pero no se mostró preocupado<br />

por los trabajadores de su turno. Una vez lograda su aceptación, seguí sus<br />

suger<strong>en</strong>cias y me dispuse a com<strong>en</strong>zar mi trabajo de campo <strong>en</strong> la esquina y el<br />

horario que me indicó.<br />

Esa esquina es el punto de <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de un grupo de trabajadores<br />

petroleros esperando el pequeño colectivo - tipo combi grande - que los llevaría<br />

al pozo. Hay solam<strong>en</strong>te dos <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to, y me miran con algo de sorpresa<br />

y desconfianza. Me pres<strong>en</strong>to, com<strong>en</strong>tándoles que estoy indagando las<br />

características del trabajo petrolero, que me sería de gran ayuda observar el<br />

trabajo directam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el pozo y que Andrés me había invitado a hacerlo. Sus<br />

gestos me hac<strong>en</strong> p<strong>en</strong>sar que las visitas de extraños y más aún, fem<strong>en</strong>inas, no<br />

parec<strong>en</strong> ser algo que se haga habitualm<strong>en</strong>te. Ya han llegado dos trabajadores<br />

más. No sé con quién arregló Andrés la posibilidad de esta visita, pero tampoco<br />

me lo preguntan.<br />

Mi<strong>en</strong>tras esperan la combi, conversamos animadam<strong>en</strong>te sobre la<br />

empresa contratista para la cual trabajan y que es la mayor prestadora de<br />

servicios de la operadora petrolera. Les pregunto cómo se ingresa a la<br />

empresa y cómo es el trabajo. Uno de ellos, José, me com<strong>en</strong>ta: "Yo soy<br />

segundo peón de boca de pozo. Entré a la empresa hace un año. Me va muy<br />

bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> el trabajo. Antes trabajaba <strong>en</strong> un supermercado como repositor de<br />

mercaderías, ni comparación el trabajo, y m<strong>en</strong>os el sueldo. A mí me hizo <strong>en</strong>trar<br />

mi cuñado, que hace como cuatro años que trabaja <strong>en</strong> esta contratista y<br />

actualm<strong>en</strong>te es <strong>en</strong>cargado de turno". En tanto otro trabajador, Álvaro, replica:<br />

"El trabajo es bastante jodido, hay que t<strong>en</strong>er siempre mucho cuidado y peor <strong>en</strong><br />

5


el invierno, te cagás de frío. Te dan ropa térmica de trabajo, pero igual. La cosa<br />

se pone un poco mejor a partir de septiembre. Yo <strong>en</strong>tré hace como dos años,<br />

por un conocido que es amigo del Pepe, delegado del sindicato. Soy primer<br />

boca de pozo". A su turno, Amancio agrega: "Yo <strong>en</strong>tré por mi vecino, Donato, él<br />

trabaja <strong>en</strong> esta contratista hace como 6 años, ahora es jerárquico. Nos hicimos<br />

muy amigos ap<strong>en</strong>as se mudó. Yo <strong>en</strong> esa época trabajaba <strong>en</strong> la pesca, y la<br />

verdad, se estaban haci<strong>en</strong>do cada vez m<strong>en</strong>os embarques, había meses que<br />

cobraba sólo el básico. Él me propuso <strong>en</strong>trar al petróleo. Le estuvo hinchando<br />

las bolas al delegado como 8 meses, pero al fin lo logró. Hace casi un año que<br />

estoy acá. Soy segundo boca de pozo, pero estoy haci<strong>en</strong>do mayor función para<br />

primer boca de pozo".<br />

Finalm<strong>en</strong>te llega la combi, donde vi<strong>en</strong><strong>en</strong> Andrés y dos trabajadores más<br />

que completan el turno del pozo 25. La idea es que los siga <strong>en</strong> mi automóvil<br />

hasta el pozo. No sería conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te que viajara con ellos <strong>en</strong> la combi. Le<br />

acarrearía problemas a Andrés y al chofer ante cualquier ev<strong>en</strong>tualidad. Si los<br />

parase algún supervisor de la empresa o de la operadora, no habría manera de<br />

explicar mi pres<strong>en</strong>cia allí, o, peor aún, que ante un pot<strong>en</strong>cial accid<strong>en</strong>te la<br />

aseguradora se niegue a pagar. Pero además, de ir con ellos hasta el pozo,<br />

t<strong>en</strong>dría que esperarlos 12 horas para volver y <strong>en</strong> el regreso, por lo que me<br />

com<strong>en</strong>tan, tardaríamos casi 2 horas más -por exig<strong>en</strong>cias de la empresa y la<br />

aseguradora - para hacer un trayecto que <strong>en</strong> un automóvil particular se puede<br />

realizar <strong>en</strong> poco m<strong>en</strong>os de una hora.<br />

En el pozo, el trabajo es <strong>en</strong>sordecedor. Hay máquinas que acercan los<br />

caños, que hac<strong>en</strong> un ruido fuerte y sost<strong>en</strong>ido, pero hay acciones, como las de<br />

los que <strong>en</strong>ganchan los caños y los introduc<strong>en</strong> <strong>en</strong> la boca del pozo, que g<strong>en</strong>eran<br />

6


un gran estrépito. A esto se suman los gritos de todos, pidi<strong>en</strong>do materiales,<br />

herrami<strong>en</strong>tas, solicitando cuidado, que aceler<strong>en</strong> o l<strong>en</strong>tifiqu<strong>en</strong> alguna maniobra.<br />

Todo a los gritos, y muy fuertes porque a veces están muy alejados <strong>en</strong>tre sí,<br />

pero, además, hay que superar el ruido de las maquinarias. Los trabajadores<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> puestos guantes y cascos de difer<strong>en</strong>tes colores que dan cu<strong>en</strong>ta de las<br />

categorías.<br />

Es <strong>en</strong> este esc<strong>en</strong>ario que “los viejos” me cu<strong>en</strong>tan acerca de las<br />

categorías y el tipo de trabajo que implican: principiante, segundo boca de<br />

pozo, primer boca de pozo, <strong>en</strong>ganchador, maquinista, <strong>en</strong>cargado de turno y<br />

jefe de pozo. De todos ellos, qui<strong>en</strong>es det<strong>en</strong>tan los cargos de mayor poder son<br />

el “<strong>en</strong>cargado de turno”, que es qui<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e a su cargo la marcha de todas las<br />

actividades que se llevan a cabo <strong>en</strong> su turno de trabajo. El “jefe de <strong>pozo”</strong> <strong>en</strong><br />

cambio, es el responsable de todos los trabajos que se realizan <strong>en</strong> todos los<br />

turnos, <strong>en</strong> un pozo determinado.<br />

Cuando me relatan esta estructura jerárquica, varias veces los<br />

trabajadores m<strong>en</strong>cionan la situación de “hacer mayor función” y me explican<br />

que se trata de hacer actividades que correspond<strong>en</strong> a una categoría superior.<br />

Los trabajadores la desempeñan ya sea por una necesidad inmin<strong>en</strong>te del<br />

trabajo; para apr<strong>en</strong>der y promover de categoría; para cubrir lic<strong>en</strong>cias y<br />

vacaciones. En cuanto a los mecanismos de asc<strong>en</strong>so, algunos <strong>en</strong>fatizan las<br />

características personales y de formación, pero otros me com<strong>en</strong>tan que no<br />

quier<strong>en</strong> asc<strong>en</strong>der muy rápido, ya que implica más responsabilidades y poca<br />

difer<strong>en</strong>cia de sueldo. Sin embargo, cuando Andrés regresa a la oficina,<br />

Amancio se apresura se apresura a com<strong>en</strong>tarme: "acá lo que no te dijeron es<br />

que muchos vi<strong>en</strong><strong>en</strong> directam<strong>en</strong>te con la idea de escalar lo más rápido posible.<br />

7


Sí, puede ser importante t<strong>en</strong>er algo más de estudio, un secundario…no sé.<br />

Pero acá muchos asci<strong>en</strong>d<strong>en</strong> porque son buchones. Le pasan un parte al<br />

<strong>en</strong>cargado o al jefe de equipo sobre lo que se hizo o se dejó de hacer, 2 x 3<br />

mandan al fr<strong>en</strong>te a sus compañeros y <strong>en</strong>tonces los recomi<strong>en</strong>dan ¡Ojo! no<br />

todos, acá hemos escuchado a veces a algún <strong>en</strong>cargado cagando a pedos a<br />

algui<strong>en</strong> por chupa foco. Pero es así, y como te decía el viejo antes, tampoco es<br />

una cuestión de guita, es porque les gusta mandar y rebajar a los demás".<br />

Luego se hac<strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to para comer. Por lo g<strong>en</strong>eral llevan víveres<br />

que cocinan ellos mismos <strong>en</strong> una construcción que ti<strong>en</strong>e, además de la cocina,<br />

espacios para cambiarse, baño y otro que sirve de comedor. Por lo que<br />

observo, todos llegan al campo con bolsos grandes, <strong>en</strong> ellos colocan<br />

vestim<strong>en</strong>ta, calzado y difer<strong>en</strong>tes elem<strong>en</strong>tos que servirán para cocinar. No<br />

hac<strong>en</strong> una sola comida g<strong>en</strong>eral, pero compart<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre todos lo que llevaron.<br />

Vi<strong>en</strong><strong>en</strong> otros muchachos y con unos y otros converso respecto de que yo,<br />

hasta este mom<strong>en</strong>to, no sabía prácticam<strong>en</strong>te nada del trabajo petrolero, pero lo<br />

que sí sé es que circulan con mucha fuerza una serie de ideas sobre este<br />

trabajo: que <strong>en</strong> el petróleo “te hacés hombre a los golpes”, que “t<strong>en</strong>és que<br />

curtirte”, que “te hac<strong>en</strong> bromas pesadas para que apr<strong>en</strong>das a hacer las cosas<br />

bi<strong>en</strong>”, “que los mal<strong>en</strong>t<strong>en</strong>didos pued<strong>en</strong> resolverse a las trompadas”, que “t<strong>en</strong>és<br />

que pagar derecho de piso”, que a los nuevos los mandan a trabajar <strong>en</strong><br />

condiciones climáticas que al resto no, que les <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>dan tareas inútiles o<br />

que nadie quiere hacer. Se rí<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre ellos, algunos se pegan golpes de puño<br />

<strong>en</strong> los brazos, intercambian códigos que no compr<strong>en</strong>do, se hac<strong>en</strong> bromas que<br />

rehúsan compartir. Imagino que todos están recordando sus períodos de<br />

8


principiantes o de segundo boca de pozo. No me respond<strong>en</strong> con<br />

especificaciones puntuales, pero me aseguran que mucho de eso es cierto.<br />

Más tarde, le pregunto a Andrés si los muchachos se habrán s<strong>en</strong>tido<br />

incómodos y me dice: “lo que pasa es que no están acostumbrados a ver minas<br />

acá, no sab<strong>en</strong> cómo manejarse, y m<strong>en</strong>os si la mina vi<strong>en</strong>e a mirar lo que<br />

hac<strong>en</strong>”. Unos días después, conversando con Federico, un empleado de la<br />

ger<strong>en</strong>cia de recursos humanos de la operadora petrolera, compr<strong>en</strong>dí el alcance<br />

concreto que puede adquirir el “pago de derecho de piso” de los reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />

incorporados a la boca de pozo. En el contexto de una <strong>en</strong>trevista y<br />

fundam<strong>en</strong>tando la necesidad de mayor perman<strong>en</strong>cia de los supervisores <strong>en</strong> el<br />

campo de extracción, Federico me asegura que <strong>en</strong> los equipos de torre se<br />

consum<strong>en</strong> alcohol y drogas y que <strong>en</strong> el año 2008 un principiante incorporado a<br />

una empresa proveedora de servicios efectuó una d<strong>en</strong>uncia judicial por<br />

violación. En el marco de la investigación policial - judicial se constató que <strong>en</strong> el<br />

pozo se consumía alcohol, marihuana y cocaína. En ese mom<strong>en</strong>to se<br />

<strong>en</strong>contraba procesado el <strong>en</strong>cargado de turno, acusado por el acto de violación.<br />

Muchos de los testigos interrogados <strong>en</strong> la causa aseguraron que este<br />

<strong>en</strong>cargado era el que g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te suministraba el alcohol y las drogas y que<br />

la práctica de violación de los ingresantes era “bastante regular”.<br />

Meses después, mi<strong>en</strong>tras escribía la tesis, se hizo pública <strong>en</strong> los medios<br />

de comunicación de la región, la noticia del suicidio del principiante que había<br />

efectuado la d<strong>en</strong>uncia. Decido <strong>en</strong>trevistar a Andrés y preguntarle respecto de<br />

estos sucesos. Andrés me confirma que el mom<strong>en</strong>to del trabajo de campo <strong>en</strong> el<br />

pozo coincide con el proceso de la investigación judicial, las declaraciones de<br />

los involucrados y el impacto que las mismas fueron g<strong>en</strong>erando <strong>en</strong> los<br />

9


trabajadores petroleros de todas las compañías de servicios. Esta información<br />

me dejó perpleja ¿cómo nadie me dijo nada acerca de las prácticas habituales<br />

<strong>en</strong> el pozo petrolero, por las cuales los principiantes pasan con mayor o m<strong>en</strong>or<br />

éxito ciertas pruebas?; ¿cómo, habi<strong>en</strong>do sido no sólo una cuestión interpelada<br />

por mí de manera explícita sino (dada la gravedad del hecho que estaba<br />

ocurri<strong>en</strong>do simultáneam<strong>en</strong>te) que constituía seguram<strong>en</strong>te un tema de<br />

conversación cotidiano <strong>en</strong>tre los trabajadores del pozo, no me habían contado<br />

al respecto?<br />

Se me ocurr<strong>en</strong> dos interpretaciones para explicar esta elocu<strong>en</strong>te<br />

aus<strong>en</strong>cia de palabras, pero preñada de gestos y que, a la distancia, toman un<br />

nuevo s<strong>en</strong>tido. Los trabajadores me adjudicaron <strong>en</strong> aquel mom<strong>en</strong>to los roles<br />

tradicionales naturalizados <strong>en</strong> nuestra cultura, mismos que yo asigné a ellos sin<br />

demasiado cuestionami<strong>en</strong>to, respecto de las compet<strong>en</strong>cias que los hombres (y<br />

mujeres) expresan <strong>en</strong> este ámbito laboral. Cuando yo caractericé al trabajo<br />

petrolero vinculado a la demostración de fuerza física, resist<strong>en</strong>cia a las<br />

inclem<strong>en</strong>cias del tiempo, modos viol<strong>en</strong>tos de tramitar los ev<strong>en</strong>tuales conflictos,<br />

ellos consintieron con esta descripción.<br />

Es posible que el hecho de ser una mujer constituya una de las causas<br />

del sil<strong>en</strong>cio acerca de las prácticas sexuales <strong>en</strong>tre hombres que ocurrían<br />

“regularm<strong>en</strong>te” <strong>en</strong> los pozos petroleros. Los golpes de puño <strong>en</strong> los brazos, los<br />

chistes <strong>en</strong> códigos incompr<strong>en</strong>sibles para mí y las risas tomaron un nuevo<br />

significado a la luz de los acontecimi<strong>en</strong>tos conocidos posteriorm<strong>en</strong>te a través<br />

de la opinión pública. Así como no p<strong>en</strong>sé <strong>en</strong> temas ligados al ejercicio de la<br />

sexualidad <strong>en</strong> el pozo petrolero, porque g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te no asociamos los<br />

espacios de trabajo a prácticas no vinculadas a las actividades productivas<br />

10


específicas, tampoco problematicé el modo naturalizado de la masculinidad<br />

asociado de modo dominante a cierta expresión de la rudeza y la fuerza física<br />

con un correlato <strong>en</strong> el ejercicio de la sexualidad que no fuera <strong>en</strong>tre hombres y<br />

mujeres, fuera del espacio del mundo petrolero.<br />

Que la violación a los principiantes sea asumida como una práctica<br />

“bastante regular” pone <strong>en</strong> tela de juicio esta forma naturalizada de<br />

construcción social de la masculinidad y expresa una dim<strong>en</strong>sión ambigua,<br />

ligada a cuestiones de ejercicio del poder <strong>en</strong>tre hombres (<strong>en</strong> tanto iguales) y<br />

<strong>en</strong>tre jefes y trabajadores principiantes (dominantes y subalternos). Mi modo de<br />

ingreso al campo ofrece pistas para p<strong>en</strong>sar precisam<strong>en</strong>te esta relación <strong>en</strong>tre<br />

masculinidad y jerarquía. Al pozo petrolero tanto los trabajadores como yo<br />

ingresamos por contactos con personas que ocupan cargos de poder (jefes,<br />

<strong>en</strong>cargados, delegados sindicales). Mi pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el pozo, de manera<br />

clandestina, es una objetivación de la discrecionalidad del poder del <strong>en</strong>cargado<br />

de turno sobre su espacio de influ<strong>en</strong>cia: <strong>en</strong> este caso, el pozo 25. Lo que no<br />

imaginé es cómo, además de etnógrafas, pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te ingresan drogas y<br />

alcohol, los conflictos se dirim<strong>en</strong> a las piñas y los principiantes pued<strong>en</strong> ser<br />

abusados sexualm<strong>en</strong>te, como parte del pago de derecho de piso para su<br />

ingreso. En este s<strong>en</strong>tido es que pude rep<strong>en</strong>sar las categorías clásicas de<br />

“recom<strong>en</strong>dación”, “masculinidad” y “trabajo”, <strong>en</strong> los términos significativos para<br />

el mundo social específico del petróleo.<br />

11


2. Patricia, la esposa protegida. Jerarquía, sexualidad y honor <strong>en</strong> la obra 3<br />

En mi investigación de maestría pret<strong>en</strong>dí compr<strong>en</strong>der el papel que juega<br />

la adscripción nacional <strong>en</strong>tre los trabajadores de la industria de la construcción<br />

<strong>en</strong> Bu<strong>en</strong>os Aires, si<strong>en</strong>do que <strong>en</strong> otros contextos sociales esta id<strong>en</strong>tificación<br />

producía un estigma que derivaba <strong>en</strong> diversos modos de discriminación. En <strong>“la</strong><br />

<strong>obra”</strong>, ser “boliviano”, “paraguayo” o “arg<strong>en</strong>tino” resulta <strong>en</strong> una id<strong>en</strong>tidad móvil y<br />

contextual que oficia como recurso para conseguir empleo y formar parte de<br />

una red prestigiosa de especialistas <strong>en</strong> un oficio determinado.<br />

Hice mi trabajo de campo <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes obras de construcción de la<br />

Ciudad de Bu<strong>en</strong>os Aires <strong>en</strong>tre los años 2000-2003, con la anu<strong>en</strong>cia de Felipe,<br />

qui<strong>en</strong> <strong>en</strong> aquel mom<strong>en</strong>to era mi pareja y a la vez el jefe de varias de las obras<br />

a las cuales tuve acceso. Si además pude ingresar <strong>en</strong> otras obras, fue a través<br />

de su red de contactos que depositaron confianza <strong>en</strong> él y me recibieron, sin<br />

solicitarme más seguros que la relación de amistad que ellos mant<strong>en</strong>ían, desde<br />

hacía años con mi esposo. Casi una década después de haber publicado tanto<br />

la tesis como el libro, expreso públicam<strong>en</strong>te la relación que me unía a Felipe ya<br />

que forma parte del objeto de reflexión que aquí me ocupa. Asimismo, destaco<br />

el hecho que Felipe no le com<strong>en</strong>tara al dueño de las obras sobre mi pres<strong>en</strong>cia<br />

casi diaria, y prolongada durante dos años de trabajo de campo, asumi<strong>en</strong>do el<br />

riesgo de mi estancia no declarada <strong>en</strong> las obras bajo su supervisión.<br />

3<br />

Reflexiones preliminares fueron pres<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> las III Jornadas de Etnografía y Métodos<br />

Cualitativos, <strong>en</strong> el año 2001 <strong>en</strong> el C<strong>en</strong>tro de Antropología Social del Instituto de Desarrollo<br />

Económico y Social (CAS-IDES). El material de campo conformó parte de la tesis de maestría<br />

<strong>en</strong> Sociología y Ci<strong>en</strong>cias Políticas, def<strong>en</strong>dida <strong>en</strong> el año 2004 por Patricia Vargas, <strong>en</strong> la Facultad<br />

Latinoamericana de Ci<strong>en</strong>cias Sociales (FLACSO) y publicada como: “Bolivianos, paraguayos y<br />

arg<strong>en</strong>tinos <strong>en</strong> la obra. Id<strong>en</strong>tidades étnico-nacionales <strong>en</strong> la industria de la construcción”, CAS-<br />

IDES y Editorial Antropofagia, Bu<strong>en</strong>os Aires, 2005.<br />

12


El primer día que paso <strong>en</strong> la obra, me <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro con Mamani, que es un<br />

contratista de nacionalidad boliviana, de unos 43 años, y a qui<strong>en</strong> había<br />

<strong>en</strong>trevistado <strong>en</strong> varias oportunidades durante los años 1999 y 2000. Mamani<br />

me pres<strong>en</strong>ta a sus muchachos, con qui<strong>en</strong>es hac<strong>en</strong> la colocación de la<br />

cerámica: un sobrino, un paisano boliviano y su hijo adolesc<strong>en</strong>te. Mamani dice<br />

que soy la señora de Felipe "que escribe sobre los bolivianos, cómo vinimos,<br />

cómo nos s<strong>en</strong>timos acá, todo eso". Durante varios días mant<strong>en</strong>go diálogos<br />

informales con todos y observo alternadam<strong>en</strong>te las tareas que desarrollan. Los<br />

hombres adultos realizan la colocación de las cerámicas <strong>en</strong> pisos y paredes,<br />

mi<strong>en</strong>tras que los jóv<strong>en</strong>es pastinan las junturas. Es decir que le pasan con una<br />

espátula una especie de mezcla de color blanco <strong>en</strong>tre las aberturas que<br />

quedan <strong>en</strong>tre cerámica y cerámica, y luego con una esponja húmeda quitan el<br />

exced<strong>en</strong>te. Esta tarea la desarrollan durante la mayoría de los días que realicé<br />

mis observaciones, con esa distribución de roles.<br />

A media tarde de mi primer día, Mamani termina con la colocación de<br />

cerámicas <strong>en</strong> uno de los balcones del dúplex <strong>en</strong> el que están trabajando y se<br />

toma un descanso mi<strong>en</strong>tras conversamos animadam<strong>en</strong>te. En ese mom<strong>en</strong>to<br />

llega Felipe. Yo estaba de espalda pero cuando veo que Mamani desvía la<br />

mirada, me doy vuelta y alcanzo a ver el gesto mudo de advert<strong>en</strong>cia que pesa<br />

directam<strong>en</strong>te sobre mi persona: Felipe coloca su mano sobre el párpado<br />

inferior del ojo derecho, mi<strong>en</strong>tras insinúa algo que todos compr<strong>en</strong>dimos como<br />

“¡Ojito!” ó “¡Cuidado con mi mujer!". Se acerca y se une a la conversación. Un<br />

poco azorada le pregunto si había vuelto de la oficina y <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to me<br />

doy cu<strong>en</strong>ta de que nunca se había ido de la obra.<br />

13


Esta primera demarcación de pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia como esposa atraviesa mi<br />

estancia <strong>en</strong> el campo, señalando determinados límites del trato y configurando<br />

ciertos alcances de la relación. Al mes de aquel primer <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro, compartimos<br />

un almuerzo con Mamani y sus muchachos. El adolesc<strong>en</strong>te junta parte de la<br />

vajilla sucia y la lleva al lugar que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> habilitado para esas tareas porque hay<br />

agua. Es la bañera al interior de un baño a medio edificar. Yo llevo el resto de<br />

la vajilla y Mamani le grita al muchachito: “cuidado, no te pasés vos que le digo<br />

a Felipe”. Llevar sola los platos sucios al baño fue interpretada por Mamani, mi<br />

guardián <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to de aus<strong>en</strong>cia de Felipe, como una situación<br />

peligrosa.<br />

Ya durante el proceso de escritura, reflexioné de manera diferida <strong>en</strong><br />

posibles interpretaciones para con este ev<strong>en</strong>to. Cuando soy tratada como la<br />

mujer de Felipe, esta pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia territorial es sucesivam<strong>en</strong>te resguardada por<br />

otros hombres - los contratistas - que proteg<strong>en</strong> el honor y la reputación<br />

masculinos de Felipe <strong>en</strong> tanto jefe de obra y mi esposo (Abu-Lughod, 1988). A<br />

raíz de mi vulnerabilidad como mujer, quedaba librada al posible acoso sexual<br />

por parte de otro hombre, <strong>en</strong> caso de no ser debidam<strong>en</strong>te vigilada por mi<br />

protector. Esto significa simultáneam<strong>en</strong>te que los hombres <strong>en</strong> la obra no<br />

confiaban <strong>en</strong> mi capacidad para def<strong>en</strong>derme <strong>en</strong> una situación de este tipo, a la<br />

vez que resultaba sexualm<strong>en</strong>te apetecible y sospechada de seducir a los<br />

muchachos. Cualquiera de estas circunstancias mancillaría el honor de Felipe,<br />

haría fracasar el mandato implícito que asumió Mamani, y por lo tanto pondría<br />

<strong>en</strong> peligro la relación de subordinación y dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia que Mamani mant<strong>en</strong>ía<br />

respecto de Felipe, y que indirectam<strong>en</strong>te involucraba su fu<strong>en</strong>te de trabajo.<br />

14


En este s<strong>en</strong>tido se torna inteligible la necesidad que Mamani asume de<br />

advertir acerca de <strong>“la</strong> propiedad” <strong>en</strong> cuestión, y de su papel protector,<br />

<strong>en</strong>carnada transitiva y provisoriam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su persona. Si bi<strong>en</strong> me resultó<br />

exagerado e improbable que algui<strong>en</strong> int<strong>en</strong>tara seducirme o abusarme, el hecho<br />

de que Mamani me señalara como una mujer sola <strong>en</strong>tre varios hombres a su<br />

merced, explicitaba la relación jerárquica y de género que nos vinculaba.<br />

Sin embargo, la sexualidad <strong>en</strong> contrapunto con mi persona no es el<br />

único modo <strong>en</strong> que pude ver los modos de expresión de la masculinidad <strong>en</strong><br />

articulación con la jerarquía, <strong>en</strong> la industria de la construcción. El modo de<br />

asumir el riesgo <strong>en</strong> el trabajo cotidiano es otra de las formas <strong>en</strong> las cuales los<br />

trabajadores prueban su hombría <strong>en</strong>tre ellos. Hasta el día de hoy, 10 años<br />

después, todavía puedo s<strong>en</strong>tir el temblor <strong>en</strong> mis piernas cuando subí sin arnés<br />

ni protección de ninguna índole, por una escalera resbalosa a causa de la<br />

llovizna. La escalera, emplazada <strong>en</strong> el hueco donde luego iría el asc<strong>en</strong>sor,<br />

daba treinta metros al vacío. Las veces que conversé con los obreros respecto<br />

del trabajo <strong>en</strong> la obra, lo caracterizaron por un lado, como “pesado”, es decir,<br />

agotador por el compromiso corporal que implica esfuerzo físico (trasladar<br />

bolsas de cem<strong>en</strong>to de un lugar a otro, llevar ladrillos o cerámicas, estar de pie<br />

muchas horas). Por otro lado, como “un poco peligroso”, <strong>en</strong> los términos de los<br />

trabajadores, como <strong>en</strong> este caso: riesgoso cuando las inclem<strong>en</strong>cias del tiempo<br />

de lluvias y vi<strong>en</strong>tos pued<strong>en</strong> complicar la falta de uso de elem<strong>en</strong>tos de seguridad<br />

<strong>en</strong> la altura.<br />

Precisam<strong>en</strong>te, el uso de los elem<strong>en</strong>tos de seguridad es un terr<strong>en</strong>o de<br />

disputa <strong>en</strong>tre los contratistas y el jefe de obra respecto de sus trabajadores,<br />

donde se dirime lo masculino <strong>en</strong> términos de pericia, audacia y val<strong>en</strong>tía para<br />

15


ealizar las tareas sin el uso de sogas o arneses. De hecho, pres<strong>en</strong>cié varias<br />

discusiones al respecto y fuertes resist<strong>en</strong>cias por parte de los trabajadores a<br />

reconocer la exist<strong>en</strong>cia de una situación de riesgo <strong>en</strong> el incumplimi<strong>en</strong>to de las<br />

medidas de seguridad. Felipe me com<strong>en</strong>tó que sólo un grupo de trabajadores<br />

usaba los implem<strong>en</strong>tos de seguridad sin que sus superiores tuvieran que<br />

insistir <strong>en</strong> ello, luego que el sobrino del contratista falleciera <strong>en</strong> un accid<strong>en</strong>te<br />

por no utilizarlos.<br />

Otro rasgo de la expresión de la omnipot<strong>en</strong>cia ligada al modo <strong>en</strong> que es<br />

experim<strong>en</strong>tada la masculinidad por los muchachos de la obra, lo constituye el<br />

consumo de alcohol. Los trabajadores lo pued<strong>en</strong> ingresar <strong>en</strong> sus bolsos o <strong>en</strong><br />

las compras comunitarias que los grupos de trabajo hac<strong>en</strong> para el almuerzo.<br />

Una vez pres<strong>en</strong>cié una pelea <strong>en</strong>carnizada <strong>en</strong>tre Felipe y el Viejo, un albañil que<br />

a la vez vivía <strong>en</strong> la obra y oficiaba de ser<strong>en</strong>o, y solía trabajar <strong>en</strong> estado de<br />

ebriedad, dejando las botellas de vino y los cartones de tetrabrik diseminados<br />

<strong>en</strong>tre los escombros, a la vista de todos. El Viejo cuando se “mamaba”<br />

protagonizaba esc<strong>en</strong>as viol<strong>en</strong>tas con otros trabajadores, sobre todo limítrofes,<br />

acusándolos de “sacarles el trabajo a los arg<strong>en</strong>tinos” y mandándolos de<br />

regreso a su país. El viejo desafiaba de este modo a sus iguales y a sus<br />

superiores.<br />

El miedo a los accid<strong>en</strong>tes mortales es un telón de fondo que atraviesa de<br />

pl<strong>en</strong>o la informalidad y pone a prueba la confianza, fundam<strong>en</strong>to moral del<br />

trabajo <strong>en</strong> la industria de la construcción. La d<strong>en</strong>uncia y la investigación judicial<br />

conforman un campo de posibilidades que pued<strong>en</strong> ser ejercidas por los<br />

trabajadores, respecto de los contratistas, y por los contratistas y empleados de<br />

la constructora, respecto de la empresa. Sin embargo una serie de recaudos y<br />

16


mecanismos personalizados son puestos <strong>en</strong> juego para controlar y poner<br />

límites a los reclamos y d<strong>en</strong>uncias, lo que <strong>en</strong> términos nativos es <strong>en</strong>unciado<br />

como “evitar quilombos” 4 .<br />

Es notable cómo los contratistas evitan tomar g<strong>en</strong>te que no conoc<strong>en</strong>,<br />

reclutando a sus trabajadores <strong>en</strong>tre su red de connacionales, empar<strong>en</strong>tados y<br />

<strong>en</strong> lo posible, unidos territorialm<strong>en</strong>te como vecinos. Todos estos dispositivos de<br />

relaciones sociales operan como garantía de “aguante” por parte de los<br />

muchachos, es decir, un tipo de respuesta que incluye implícitam<strong>en</strong>te que los<br />

trabajadores no van a realizar d<strong>en</strong>uncias legales <strong>en</strong> caso de incumplimi<strong>en</strong>to por<br />

parte de los contratistas o de accid<strong>en</strong>tes. Asimismo, cuando un trabajador<br />

“hace juicios” se arriesga a ser expulsado de esta “cad<strong>en</strong>a”, construirse una<br />

mala reputación y al quedar suelto (fuera de una red), no ser re-contratado <strong>en</strong><br />

la industria de la construcción.<br />

A la obra, tanto los trabajadores como yo ingresamos por contactos y se<br />

espera que respondamos apropiadam<strong>en</strong>te ante qui<strong>en</strong> nos recom<strong>en</strong>dó. Tanto<br />

para los muchachos como para mí, esto significa “no hacer quilombo”.<br />

Ajustándose a un amplio abanico que va desde no d<strong>en</strong>unciar prácticas ilegales<br />

(como la pres<strong>en</strong>cia de apr<strong>en</strong>dices adolesc<strong>en</strong>tes o de la etnógrafa) hasta evitar<br />

prácticas de riesgo ligadas a la expresión de la masculinidad, la recom<strong>en</strong>dación<br />

funge como garantía de la confianza. Sin embargo, las jerarquías y su<br />

expresión <strong>en</strong>tre superiores y subordinados involucran de manera perman<strong>en</strong>te<br />

la ambigüedad de las prácticas cotidianas: siempre es posible que alguno de<br />

4<br />

Quilombo, prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de la palabra africana kimbunda, que significa aldea. Según Andrews<br />

(1991), <strong>en</strong> Brasil la palabra se utilizaba para designar los lugares <strong>en</strong> los cuales se ocultaban los<br />

esclavos al escaparse de sus amos. En Arg<strong>en</strong>tina, el término es muy utilizado <strong>en</strong> el l<strong>en</strong>guaje<br />

coloquial y si bi<strong>en</strong>, <strong>en</strong> su acepción original alude a un prostíbulo, <strong>en</strong> lo cotidiano se utiliza para<br />

referirse a situaciones de líos, gresca, <strong>en</strong>redo, algarabía y bochinche (Vargas, 2005).<br />

17


los muchachos haga un juicio, aun a riesgo de quedarse solo y también es<br />

posible, cuando los superiores no los v<strong>en</strong>, que los muchachos diriman su<br />

hombría jugándose la vida.<br />

3. <strong>Reflexividad</strong> <strong>en</strong> la producción de conocimi<strong>en</strong>to social: masculinidades,<br />

recom<strong>en</strong>dación y trabajo<br />

La reflexividad como herrami<strong>en</strong>ta c<strong>en</strong>tral <strong>en</strong> la investigación etnográfica<br />

ha sido ponderada y criticada desde los años ses<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> adelante. De la mano<br />

del reconocimi<strong>en</strong>to de la subjetividad del investigador, habilitó la ruptura con<br />

gran parte de la tradición positivista sust<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> una particular idea de<br />

objetividad, la búsqueda de la verdad y la cre<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la neutralidad ci<strong>en</strong>tífica.<br />

Las críticas se c<strong>en</strong>traron <strong>en</strong> el extremo de su ejercicio, <strong>en</strong> un int<strong>en</strong>to de<br />

obliterar la reflexividad del investigador, sin compr<strong>en</strong>der la importancia de<br />

poder realizar un salto cualitativo desde la experi<strong>en</strong>cia personal hacia una<br />

contribución <strong>en</strong> las ci<strong>en</strong>cias sociales, respecto del objeto de conocimi<strong>en</strong>to<br />

(Salzman, 2002). La t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre estos extremos es lo que int<strong>en</strong>tamos<br />

resolver cuando buscamos dar cu<strong>en</strong>ta del mundo nativo <strong>en</strong> sus propios<br />

términos, con toda la complejidad de posiciones que esto implica a la vez que<br />

traducirlo para nuestros interlocutores, fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te aquellos del mundo<br />

académico y posibilitando el <strong>en</strong>riquecimi<strong>en</strong>to de la teoría social (Geertz, 1995;<br />

Peirano, 1995).<br />

Proponer que nuestros trabajos arraigan <strong>en</strong> una praxis de ingreso<br />

informal al campo es también fruto de nuestra reflexividad, y susceptible de ser<br />

analizada desde una doble vía. Desde una dim<strong>en</strong>sión subjetiva, la conci<strong>en</strong>cia<br />

de que nuestra pres<strong>en</strong>cia podía complicar a qui<strong>en</strong> nos permitió el ingreso, nos<br />

18


acompañó durante toda la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el campo. El temor a que llegara<br />

alguna persona que no debería vernos allí (inspectores, jefes, miembros del<br />

sindicato) g<strong>en</strong>eró una especie de incomodidad constante por una parte, y por<br />

otra, la autoexig<strong>en</strong>cia de trabajar con premura. Desde una dim<strong>en</strong>sión más<br />

objetiva ligada al proceso de escritura y posterior publicación, esta situación<br />

nuevam<strong>en</strong>te puso <strong>en</strong> jaque nuestras decisiones. La necesidad de escribir con<br />

claridad lo observado y escuchado, elegir la mejor manera de describir esc<strong>en</strong>as<br />

que d<strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta de lo interpretado y, simultáneam<strong>en</strong>te, int<strong>en</strong>tar resguardar la<br />

confianza que depositaron <strong>en</strong> nosotras las personas con las que interactuamos,<br />

<strong>en</strong>tre otras cosas porque podía peligrar la continuidad de su trabajo ante el<br />

logro de objetivar el nuestro, son aspectos ineludibles a la hora de caracterizar<br />

el trabajo que hemos desarrollado.<br />

Nuestro acceso al terr<strong>en</strong>o mediado por la “recom<strong>en</strong>dación” nos permite<br />

establecer analogías <strong>en</strong>tre nuestro ingreso y otros “ingresos” a esos mundos<br />

nativos. Los jefes que hicieron posible nuestra pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> estos espacios<br />

laborales, a la vez que nos ocultaron de la mirada de los niveles ger<strong>en</strong>ciales de<br />

las empresas petroleras y de los dueños de las empresas constructoras, nos<br />

legitimaron como personas de confianza <strong>en</strong> las redes de relaciones<br />

dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de su dominio. Esto significó varias cuestiones que afectan lo<br />

ético y lo metodológico <strong>en</strong> el ejercicio de la profesión 5 . Por un lado, dada la<br />

5<br />

Difer<strong>en</strong>ciamos nuestro ingreso al campo y nuestro <strong>en</strong>foque, de aquel al que Guber <strong>en</strong> El<br />

Salvaje Metropolitano (1994) d<strong>en</strong>omina “naturalismo”, y que se caracteriza por acceder a una<br />

comunidad sin dar a conocer la id<strong>en</strong>tidad como académico, buscando mimetizarse con los<br />

nativos. Ejemplos de ello podrían ser los trabajos de investigación De cad<strong>en</strong>as y de hombres<br />

(1979) de Robert Linhart o Cabeza de Turco (1985) de Gunter Wallraff, (aunque <strong>en</strong>cuadrado<br />

d<strong>en</strong>tro del periodismo de d<strong>en</strong>uncia a través de la investigación <strong>en</strong>cubierta). Este no es el caso<br />

de nuestros trabajos, ya que qui<strong>en</strong>es habilitan nuestro ingreso conoc<strong>en</strong> los propósitos de<br />

nuestra pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el campo, ocultándola de sus superiores pero haci<strong>en</strong>do partícipes a pares<br />

y subordinados. Compartimos con Guber su principal objeción al naturalismo <strong>en</strong> tanto la<br />

infiltración o el camuflaje desconoce la perspectiva constructivista de la etnografía, por lo<br />

19


jerarquía de nuestro contacto, todos los trabajadores bajo su supervisión se<br />

vieron de algún modo compelidos a interactuar con nosotras. Por otro lado,<br />

nosotras nos s<strong>en</strong>timos obligadas a decidir respecto de la secrecía de este<br />

carácter informal y mediado del ingreso tanto como respecto de la publicidad<br />

de las ilegalidades practicadas <strong>en</strong> estos mundos laborales.<br />

En las dos situaciones <strong>en</strong>contramos que, a pesar de tratarse de<br />

actividades altam<strong>en</strong>te reguladas por el Estado y controladas por organismos<br />

gubernam<strong>en</strong>tales, repres<strong>en</strong>tantes sindicales, y ger<strong>en</strong>tes o dueños, los jefes (de<br />

turno o de obra respectivam<strong>en</strong>te) conservan un dominio autónomo de poder<br />

respecto de los espacios que les fueron <strong>en</strong>com<strong>en</strong>dados bajo su supervisión. La<br />

cotidianeidad de estos mundos laborales involucra prácticas informales, no<br />

registradas e incluso ilegales, que descansan <strong>en</strong> las relaciones de confianza<br />

que vinculan al jefe con su grupo de subalternos.<br />

“Masculinidad” es la segunda categoría que concitó nuestra “perplejidad”<br />

(Guber, 2001) por la viv<strong>en</strong>cia de un “choque cultural” (Wagner, 1981) resuelto a<br />

través de la puesta <strong>en</strong> susp<strong>en</strong>so de las categorías teóricas y personales - es<br />

decir, nuestra reflexividad como investigadoras - que nos posibilitó ampliar<br />

nuestra interpretación y avanzar hacia una compr<strong>en</strong>sión significativa <strong>en</strong> los<br />

términos de la reflexividad nativa. La hombría es el ideal moral de masculinidad<br />

(Archetti, 2003: 162) <strong>en</strong> los dos mundos laborales analizados. En este s<strong>en</strong>tido,<br />

tanto <strong>en</strong> el pozo como <strong>en</strong> la obra, un hombre es más hombre cuanta más<br />

m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> dos s<strong>en</strong>tidos. Primero porque parte de la idea de que es posible fundirse al punto de<br />

nativizarse, simulando la inexist<strong>en</strong>cia de la posición de investigador. Segundo, porque impone<br />

arbitrariam<strong>en</strong>te una relación con las personas, mediada por un rol donde no deja la posibilidad<br />

a los interlocutores de elegir si quier<strong>en</strong> participar de la investigación y donde además, de<br />

antemano, el investigador ha decidido revelar cuestiones de las cuales es participado como<br />

“uno más”, violando los cánones de confianza y secrecía implicados <strong>en</strong> cualquier relación<br />

social.<br />

20


destreza física manifiesta <strong>en</strong> comparación con otros hombres: fuerza,<br />

resist<strong>en</strong>cia ante las inclem<strong>en</strong>cias del tiempo, dureza, poder lidiar con el riesgo<br />

sin s<strong>en</strong>tir temor, o, más aún, habi<strong>en</strong>do consumido alcohol y drogas, dirimir<br />

conflictos a través de la viol<strong>en</strong>cia física.<br />

Sin embargo, el abuso sexual como posibilidad <strong>en</strong> el ámbito laboral nos<br />

provocó la perplejidad de lo inesperado. En las dos situaciones de campo, los<br />

trabajadores nos mostraron que la sexualidad puede ser ejercida <strong>en</strong> la clave de<br />

la dominación que implica la hombría <strong>en</strong> el ámbito laboral. La sexualidad como<br />

dim<strong>en</strong>sión de la masculinidad puede expresarse a través de la dominación de<br />

un hombre para con otro hombre (como es el caso de la violación del jov<strong>en</strong><br />

petrolero) o la dominación de un hombre para con una mujer (como es el caso<br />

de la advert<strong>en</strong>cia transitiva <strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes hombres respecto de la etnógrafa,<br />

<strong>en</strong> la industria de la construcción). Esto es posible porque hay un juego de<br />

ocultami<strong>en</strong>to, permiso y <strong>en</strong>cubrimi<strong>en</strong>to que descansa <strong>en</strong> la confianza<br />

sust<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> la recom<strong>en</strong>dación personal y <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra sus límites <strong>en</strong> la<br />

d<strong>en</strong>uncia pública, como fue el caso del jov<strong>en</strong> que se suicidó.<br />

El alto compromiso corporal tanto <strong>en</strong> el pozo como <strong>en</strong> la obra dejan<br />

expuesto el modo <strong>en</strong> que los hombres se muestran <strong>en</strong>tre sí como tales y se<br />

dominan simbólica (y a veces, físicam<strong>en</strong>te), estableci<strong>en</strong>do jerarquías que<br />

obedec<strong>en</strong> a un ord<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>te – el de la dominación masculina (Bourdieu,<br />

2005) – y que t<strong>en</strong>sionan, afirman y/o pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> discusión las jerarquías<br />

formales, supuestam<strong>en</strong>te basadas <strong>en</strong> el dominio de los saberes específicos y<br />

las actitudes apropiadas para el trabajo. Mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong> el pozo, es un jefe de<br />

turno qui<strong>en</strong> habilita una expresión de dominio y sometimi<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> la obra, es<br />

otro jefe qui<strong>en</strong> resulta desafiado por las muestras públicas de masculinidad de<br />

21


los muchachos <strong>en</strong> la altura o la ebriedad. En todos los casos el ocultami<strong>en</strong>to<br />

del miedo y su etiquetami<strong>en</strong>to como cobardía y la exhibición de proezas y su<br />

ponderación como val<strong>en</strong>tía, compromet<strong>en</strong> al cuerpo de un modo <strong>en</strong> el cual el<br />

límite <strong>en</strong> última instancia, lo constituye la muerte.<br />

La t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre jerarquía y masculinidad, expresada a través de los<br />

modos de ingreso y formas de ejercicio del trabajo, dejan al descubierto la<br />

ambigüedad que adquier<strong>en</strong> estas categorías <strong>en</strong> los mundos laborales<br />

analizados. En este s<strong>en</strong>tido la literatura clásica suele p<strong>en</strong>sar como separados<br />

el mundo del trabajo respecto de la vida cotidiana de las personas, sus modos<br />

de adscripción y las formas <strong>en</strong> que puede ser concebida la ayuda, mayorm<strong>en</strong>te<br />

conceptualizada como “cli<strong>en</strong>telismo” o “patronazgo” 6 . Sin embargo, estas<br />

categorías por sí solas no alcanzan para explicar lo que pasa <strong>en</strong> el pozo y la<br />

obra, y cómo se articulan las prácticas de producción de hombría <strong>en</strong>tre<br />

trabajadores y jefes, comprometidos por lazos de recom<strong>en</strong>dación personal. En<br />

ambos casos se trata de relaciones que exced<strong>en</strong> el mundo laboral y permit<strong>en</strong><br />

p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> la necesidad de una re-conceptualización donde los bordes <strong>en</strong>tre el<br />

trabajo y la vida resultan borrosos y t<strong>en</strong>ues (Weber, 2009).<br />

6 Las teorías sociales sobre los intercambios de favores <strong>en</strong>tre pari<strong>en</strong>tes y amigos cu<strong>en</strong>tan con<br />

una larga tradición <strong>en</strong> la antropología. Desde los estudios clásicos <strong>en</strong>contramos un énfasis <strong>en</strong><br />

los intercambios, modos de la reciprocidad y relación con el status del patrón y su trabajador o<br />

seguidor (Wolf, 1980; Gellner, 1985). Por último cabe m<strong>en</strong>cionar los estudios sobre el papel de<br />

las relaciones sociales a la hora de conseguir recursos, a partir de las ideas promovidas por<br />

Pierre Bourdieu (2000), qui<strong>en</strong> consideró a las relaciones y su posibilidad de hacerlas jugar <strong>en</strong> el<br />

campo económico, como una forma más de capital (el capital social). Asimismo, una lectura <strong>en</strong><br />

términos de redes ha sido crucial <strong>en</strong> nuestras propias investigaciones a la hora de compr<strong>en</strong>der<br />

los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os migratorios, <strong>en</strong> particular at<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do a los procesos de “dar y conseguir trabajo”<br />

a la vez que garantizar un determinado tipo de conducta por parte de los trabajadores (Vargas,<br />

2005) o <strong>en</strong> su papel a la hora de propiciar el ingreso a un rubro laboral o facilitar el asc<strong>en</strong>so y el<br />

progreso (Villata, 2011).<br />

22


4. Desde las ci<strong>en</strong>cias de la educación a la etnografía: la epistemología<br />

común de la reflexividad y el apr<strong>en</strong>dizaje significativo<br />

Com<strong>en</strong>zamos este capítulo com<strong>en</strong>tando la similitud de las temáticas de<br />

nuestros trabajos de investigación y nos pres<strong>en</strong>tamos como etnógrafas. No<br />

obstante, nos resulta imprescindible com<strong>en</strong>tar también otra condición que<br />

compartimos: somos profesoras y lic<strong>en</strong>ciadas <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias de la educación que<br />

además no hicimos nuestras maestrías <strong>en</strong> antropología. Por esta razón, lo que<br />

más nos costó fue cambiar el <strong>en</strong>foque respecto del tratami<strong>en</strong>to de las<br />

<strong>en</strong>trevistas, tan influ<strong>en</strong>ciadas como v<strong>en</strong>íamos por el análisis del discurso de<br />

Eliseo Verón, el tratami<strong>en</strong>to de fu<strong>en</strong>tes escritas y casi sin prácticas de<br />

investigación de campo desde una perspectiva etnográfica. Además del trabajo<br />

de campo, la reflexividad como modo de objetivación y la escritura etnográfica,<br />

también pose<strong>en</strong> una especificidad que implica un largo proceso no ex<strong>en</strong>to de<br />

angustia, temor e inseguridades. Durante mucho tiempo supusimos que estos<br />

s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos arraigaban <strong>en</strong> el hecho de no ser antropólogas: lo que no<br />

sabíamos era que se trataba de una viv<strong>en</strong>cia que acompaña al etnógrafo cada<br />

vez que ingresa a un mundo nuevo y desconocido.<br />

Las debilidades y fortalezas de nuestra formación como pedagogas han<br />

sido objeto de reflexión desde el mom<strong>en</strong>to mismo <strong>en</strong> que decidimos<br />

ad<strong>en</strong>trarnos <strong>en</strong> el campo de la etnografía. La profundización <strong>en</strong> las teorías del<br />

apr<strong>en</strong>dizaje y nuestra opción por el “constructivismo” han sido nodales para<br />

poder llevar a cabo dos premisas básicas de la investigación etnográfica:<br />

recuperar de manera sistemática la “perspectiva del actor” y, de este modo<br />

"transitar de la reflexividad propia a la de los nativos (…) para instalar la<br />

comunicación <strong>en</strong>tre distintas reflexividades" (Guber, 2001:54).<br />

23


Nuestra primera ruptura provino de nuestra experi<strong>en</strong>cia pedagógica.<br />

Para propiciar procesos de <strong>en</strong>señanza fundados <strong>en</strong> la posición epistemológica<br />

que asume que el conocimi<strong>en</strong>to es producto de un proceso de construcción,<br />

debimos <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar la concepción epistemológica positivista, - fundam<strong>en</strong>to de<br />

las teorías conductistas – que asume al conocimi<strong>en</strong>to como algo acabado y<br />

que se trasmite. 7 Partir <strong>en</strong>tonces, <strong>en</strong> una situación de <strong>en</strong>señanza, desde la<br />

lógica de la construcción, nos obliga a indagar primero <strong>en</strong> los “saberes previos”<br />

de los apr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, recuperar las características de sus hipotetizaciones, es<br />

decir, su perspectiva. Promover un tipo de apr<strong>en</strong>dizaje “significativo” sólo es<br />

posible si recuperamos la reflexividad del otro - el alumno <strong>en</strong> este caso – y<br />

para trabajar desde esta posición epistemológica es imprescindible recuperar<br />

sistemáticam<strong>en</strong>te la “perspectiva del actor”.<br />

El segundo aspecto que nos ocupa se vincula con la reflexividad nativa y<br />

la reflexividad del investigador, al ponerse <strong>en</strong> relación <strong>en</strong> el campo. Todas las<br />

teorías constructivistas (Piaget, Vigotsky, Ausubel) 8 que explican las<br />

posibilidades, condiciones, modos, límites y alcance del apr<strong>en</strong>dizaje de los<br />

7<br />

Este “<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tami<strong>en</strong>to” no fue un proceso lineal ni gratificante. Tuvimos que romper primero<br />

con concepciones fuertem<strong>en</strong>te arraigadas que derivaban de los modelos doc<strong>en</strong>tes<br />

internalizados durante nuestras biografías escolares. Nos exigió iniciarnos <strong>en</strong> prácticas de<br />

ruptura y preliminares ejercicios de reflexividad. Uno de ellos, referidos a la c<strong>en</strong>tralidad de la<br />

acción reflexiva del sujeto que apr<strong>en</strong>de, nos remite a la importancia que la perspectiva<br />

etnográfica le confiere al sujeto investigador (como apr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te).<br />

8<br />

En muy apretada síntesis proponemos las ideas principales de esta corri<strong>en</strong>te. Piaget se basa<br />

<strong>en</strong> el desarrollo desde una perspectiva biológica a partir de dos categorías c<strong>en</strong>trales <strong>en</strong> su<br />

teoría: la asimilación y la acomodación. La asimilación se refiere al modo <strong>en</strong> que un organismo<br />

se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta a un estímulo del <strong>en</strong>torno <strong>en</strong> términos de organización actual, mi<strong>en</strong>tras que la<br />

acomodación implica una modificación de la organización actual <strong>en</strong> respuesta a las demandas<br />

del medio, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> términos físicos. Para este autor el apr<strong>en</strong>dizaje dep<strong>en</strong>de del estadio de<br />

desarrollo que esté atravesando el sujeto. Para Vigotsky, <strong>en</strong> cambio, el apr<strong>en</strong>dizaje es uno de<br />

los mecanismos fundam<strong>en</strong>tales del desarrollo y, por su perspectiva socio – cultural, la<br />

interacción social es el motor fundam<strong>en</strong>tal del desarrollo. Desde su línea de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />

marxista, concibe al sujeto como un ser emin<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te social y al conocimi<strong>en</strong>to mismo como<br />

un producto social. Su concepto c<strong>en</strong>tral es la zona de desarrollo próximo – distancia <strong>en</strong>tre el<br />

nivel real de desarrollo y el nivel de desarrollo pot<strong>en</strong>cial –, que exige el concurso de un/os<br />

otro/s que posibilit<strong>en</strong> este desarrollo, operando a modo de andamiaje. Las consideraciones<br />

teóricas c<strong>en</strong>trales <strong>en</strong> relación al apr<strong>en</strong>dizaje significativo propuesto por Ausubel se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

<strong>en</strong> el cuerpo del texto.<br />

24


sujetos, más allá de las ciertas y ev<strong>en</strong>tuales difer<strong>en</strong>cias, acuerdan <strong>en</strong> dos<br />

aspectos sustantivos. Por un lado, que el sujeto construye, a partir de saltos<br />

cualitativos, sus esquemas cognitivos; por otro lado, que el conocimi<strong>en</strong>to se<br />

construye <strong>en</strong> un proceso que involucra avances y retrocesos. Este proceso<br />

integra la g<strong>en</strong>eración, verificación y refutación de hipótesis anticipatorias, <strong>en</strong><br />

forma constante. Es posible explicar la emerg<strong>en</strong>cia de las mismas a partir de<br />

un interjuego <strong>en</strong>tre los conocimi<strong>en</strong>tos que el sujeto posee y los nuevos objetos<br />

con los que se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta. La t<strong>en</strong>sión dialéctica <strong>en</strong>tre ambos polos, y más<br />

concretam<strong>en</strong>te, las difer<strong>en</strong>tes instancias de superación de la misma, van<br />

posibilitando simultáneam<strong>en</strong>te la g<strong>en</strong>eración de conocimi<strong>en</strong>to y la modificación<br />

de las estructuras cognitivas del sujeto inmerso <strong>en</strong> la situación de apr<strong>en</strong>dizaje.<br />

Que los “nuevos” objetos puedan hacer “anclaje” <strong>en</strong> los saberes previos del<br />

sujeto y que el mismo perciba la posibilidad de transferir los mismos a<br />

situaciones futuras, constituye lo que los teóricos constructivistas del campo<br />

pedagógico han d<strong>en</strong>ominado “apr<strong>en</strong>dizaje significativo” (Ausubel, 1976).<br />

Analizar el trabajo de campo etnográfico desde una perspectiva<br />

constructivista - específicam<strong>en</strong>te desde el <strong>en</strong>foque del apr<strong>en</strong>dizaje significativo<br />

- implica formular algunas consideraciones <strong>en</strong> relación a la reflexividad de<br />

manera análoga. En primer lugar, la situación de campo es una situación de<br />

apr<strong>en</strong>dizaje <strong>en</strong> relación a la compr<strong>en</strong>sión del mundo social de los nativos. En<br />

segundo lugar, ese espacio de alteridad, repres<strong>en</strong>ta lo “nuevo” que se impone<br />

a los saberes y la estructura cognitiva del investigador. Por último, las<br />

interpretaciones que el investigador produce resultan de la amalgama de<br />

hipótesis anticipatorias que se g<strong>en</strong>eran a partir de la relación <strong>en</strong>tre su propia<br />

reflexividad y aquella que portan los sujetos investigados. La “perplejidad”<br />

25


(Guber, 2001) o el “choque cultural” (Wagner, 1981) devi<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> lo que las<br />

teorías constructivistas d<strong>en</strong>ominan “disonantes cognitivos” (Ausubel, 1976). Su<br />

resolución propicia la g<strong>en</strong>eración de conocimi<strong>en</strong>to desc<strong>en</strong>trado y creativo <strong>en</strong> el<br />

que se articulan la nueva reflexividad del investigador y la reflexividad nativa<br />

para la construcción de teoría social (significativa).<br />

Conclusiones<br />

En síntesis, a través de nuestro análisis pret<strong>en</strong>dimos recuperar el<br />

contraste de las reflexividades que se pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> contacto <strong>en</strong> nuestro trabajo de<br />

campo etnográfico y vincularlo con el apr<strong>en</strong>dizaje significativo de las<br />

reflexividades de los nativos y de los investigadores. Al compartir la perspectiva<br />

de que la etnografía es “un método, un <strong>en</strong>foque y un texto” (Guber, 2001) la<br />

reflexividad opera <strong>en</strong> dos instancias: actuada como s<strong>en</strong>tido práctico de “choque<br />

cultural” <strong>en</strong> el campo (Roy Wagner, 1981), al desnaturalizar los supuestos con<br />

los que nos manejamos de manera confortable, “meti<strong>en</strong>do la pata” (Guber,<br />

2001) o experim<strong>en</strong>tando alguna situación de extrañeza, incomodidad o<br />

equívoco; y <strong>en</strong> la instancia de la escritura (formalización) como reflexividad<br />

diferida.<br />

La perplejidad <strong>en</strong> el campo así como durante el proceso interpretativo,<br />

suele ser el intersticio desde el cual nos cuestionamos nuestros supuestos. En<br />

tanto experi<strong>en</strong>cia intersubjetiva, el trabajo de campo implica para nosotras,<br />

como sujetos que vamos a investigar, el involucrarnos <strong>en</strong> una experi<strong>en</strong>cia de<br />

“extrañami<strong>en</strong>to” y “familiarización” d<strong>en</strong>tro de una dinámica de mutuas<br />

tipificaciones, de acercami<strong>en</strong>to y distancia, de intercambios de conocimi<strong>en</strong>tos<br />

que nos va modificando como sujetos. Es decir, el participar de un proceso de<br />

26


interacción social que provoca tipificaciones, id<strong>en</strong>tificaciones, rechazos, resulta,<br />

desde el punto de vista metodológico, crucial <strong>en</strong> el análisis interpretativo y <strong>en</strong> la<br />

contextualización del proceso de investigación.<br />

Estas premisas han sido trabajadas y advertidas durante años como<br />

parte del oficio del etnógrafo respecto de la característica priorizadas <strong>en</strong> el<br />

campo por los nativos <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes instancias (Guber, 2001). Nuestro aporte<br />

específico a esta discusión lo constituye la recuperación de nuestro recorrido<br />

personal de formación desde el campo pedagógico hacia el <strong>en</strong>foque<br />

etnográfico, con base <strong>en</strong> el sustrato constructivista para la compr<strong>en</strong>sión de la<br />

alteridad (pedagógica y antropológica). En este proceso utilizamos a modo de<br />

ejemplificación algunas categorías c<strong>en</strong>trales del mundo nativo y de la teoría<br />

social: “recom<strong>en</strong>dación”, “masculinidad” y “trabajo”. Nuestras pres<strong>en</strong>taciones<br />

del trabajo de campo <strong>en</strong> el pozo y la obra, pret<strong>en</strong>dieron dar cu<strong>en</strong>ta de la<br />

t<strong>en</strong>sión perman<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre jerarquías, posiciones y masculinidad, tanto <strong>en</strong>tre<br />

“jefes” y “viejos”, “capataces” y “muchachos”, como <strong>en</strong>tre todos ellos y las<br />

investigadoras.<br />

Cristina Villata analizó cómo su ingreso al “<strong>pozo”</strong>, lugar privilegiado para<br />

la compr<strong>en</strong>sión de las relaciones socio-laborales <strong>en</strong> la industria del petróleo,<br />

fue posible gracias a Andrés, el <strong>en</strong>cargado de turno del pozo de extracción.<br />

Villata pudo compr<strong>en</strong>der cómo las redes personales hac<strong>en</strong> posible el ingreso y<br />

la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el rubro, tal y como ella pudo ingresar con la anu<strong>en</strong>cia de un<br />

conocido, a través de la recom<strong>en</strong>dación. También <strong>en</strong> las charlas mant<strong>en</strong>idas<br />

con los trabajadores pudo darse cu<strong>en</strong>ta de la ambival<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los<br />

mecanismos formales que supon<strong>en</strong> el asc<strong>en</strong>so por la vía meritocrática,<br />

vinculado con requisitos educacionales y el apr<strong>en</strong>dizaje del trabajo específico<br />

27


de cada puesto y los mecanismos informales que posibilitan la movilidad como<br />

premio a la lealtad para con los superiores. En este s<strong>en</strong>tido, según los propios<br />

trabajadores, son los “chupafocos” qui<strong>en</strong>es, delatando a sus compañeros,<br />

logran asc<strong>en</strong>der más rápidam<strong>en</strong>te.<br />

Por último, la etnógrafa pudo reconstruir los modos de expresión de la<br />

masculinidad <strong>en</strong> su articulación con el poder formalizado. A través de su propio<br />

proceso de reflexividad diferida, se vio compelida de manera sorpresiva a<br />

profundizar <strong>en</strong> el análisis de un r<strong>en</strong>ombrado caso de violación y suicidio<br />

publicitado <strong>en</strong> los periódicos Crónica y El Patagónico de Comodoro Rivadavia,<br />

donde se pusieron de manifiesto los alcances del poder informal, <strong>en</strong>carnado <strong>en</strong><br />

las prácticas cotidianas y cómplices <strong>en</strong>tre trabajadores y jefes de turno.<br />

Patricia Vargas por su parte, analizó cómo su ingreso a la “<strong>obra”</strong>,<br />

espacio privilegiado para el estudio de las relaciones <strong>en</strong>tre los trabajadores de<br />

la industria de la construcción, fue posibilitado por su esposo Felipe, el jefe de<br />

las obras a las que accedió también por recom<strong>en</strong>dación personal. Gracias a su<br />

mediación, Vargas pudo integrarse a las redes de contratistas de cada una de<br />

las actividades que se realizan sucesiva o simultáneam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> este rubro<br />

(hormigón, pintura, electricidad, colocación de cerámica, etc.), conversar con<br />

ellos y acompañarlos durante sus jornadas laborales.<br />

La etnógrafa apr<strong>en</strong>dió con ellos acerca del papel que cumpl<strong>en</strong> las<br />

id<strong>en</strong>tidades étnico-nacionales como organizadoras del trabajo <strong>en</strong> la<br />

construcción, <strong>en</strong>tre los trabajadores que se adscrib<strong>en</strong> <strong>en</strong> términos de<br />

“paraguayos”, “bolivianos” y “arg<strong>en</strong>tinos” <strong>en</strong> la Ciudad de Bu<strong>en</strong>os Aires. En <strong>“la</strong><br />

<strong>obra”</strong> las redes de recom<strong>en</strong>dación pot<strong>en</strong>cian estas adscripciones y garantizan<br />

28


que los trabajadores portarán las conductas consideradas apropiadas y<br />

deseables por contratistas y jefes.<br />

Por último Vargas pudo dar cu<strong>en</strong>ta de los modos de expresión de la<br />

masculinidad con relación a la jerarquía, al quedar atrapada como “esposa” y<br />

ser cuidada, transitivam<strong>en</strong>te, por jefes y contratistas <strong>en</strong> aus<strong>en</strong>cia de Felipe.<br />

Respecto de ambas situaciones, quedó de manifiesto la alta discrecionalidad<br />

que el jefe de obra puede ejercer <strong>en</strong> el ámbito de su compet<strong>en</strong>cia - la obra a su<br />

cargo – así como de una de las características más persist<strong>en</strong>tes del rubro – la<br />

informalidad -.<br />

Esther Hermitte planteaba que: “Si es el único investigador <strong>en</strong> el terr<strong>en</strong>o,<br />

su sexo puede ser un factor limitante, cuando m<strong>en</strong>os problemático, para el<br />

éxito de la empresa si es que necesita, por el tema de estudio, interactuar con<br />

miembros del sexo opuesto y las pautas culturales locales sancionan<br />

negativam<strong>en</strong>te ese comportami<strong>en</strong>to. En ocasiones las dificultades pued<strong>en</strong><br />

sortearse pero cuando los roles fem<strong>en</strong>inos y masculinos están delimitados con<br />

rigidez lo más probable es que el antropólogo t<strong>en</strong>ga que ceñirse a lo que<br />

prescribe el código local” (Hermitte, 2002: 274). A Cristina los muchachos no le<br />

contaron de bu<strong>en</strong>as a primeras los aspectos informales que forman parte de la<br />

vida cotidiana <strong>en</strong> el pozo; a Patricia los muchachos la cuidaron como esposa<br />

del jefe de obra de lo que consideran el mayor riesgo para una mujer. Ambas<br />

apr<strong>en</strong>dieron de manera significativa no sólo aspectos relacionados con el<br />

mundo nativo sino también aspectos “naturalizados” de su propia subjetividad.<br />

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