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Texto en pdf - Derecho y Academia

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Sobre la necesidad de los jueces y de las leyes 121<br />

M. Headley, Yale University Press, New Hav<strong>en</strong> y London, 1969, cap. 18, pp.<br />

275-279 149 :<br />

“… Pero él [Lutero] p<strong>en</strong>só que había brillantem<strong>en</strong>te sost<strong>en</strong>ido esta bastante<br />

estúpida opinión cuando replicó <strong>en</strong> Worms que la sola ley del Evangelio<br />

sería <strong>en</strong> última instancia sufici<strong>en</strong>te y las leyes humanas serían superfluas si los<br />

magistrados fueran bu<strong>en</strong>os y la fe fuese predicada verdaderam<strong>en</strong>te. Como si incluso<br />

los mejores magistrados pudieran lograr que todo el pueblo cristiano quisiera<br />

vivir <strong>en</strong> común o bi<strong>en</strong> que los malvados no quisieran robar o bi<strong>en</strong> que<br />

cierta forma de predicar la fe pudiera conseguir que nadie fuera malvado. Aunque<br />

la ley del Evangelio no permite robar, de todos modos la ley humana que<br />

castiga el robo no es superflua; la ley humana, única que determina la propiedad<br />

de los bi<strong>en</strong>es, obliga a los cristianos; y si se elimina no puede existir el robo.<br />

Pero si él quiere decir que de esta premisa se deriva el argum<strong>en</strong>to de que<br />

nosotros estaríamos mejor sin la ley que hace surgir la propiedad de los bi<strong>en</strong>es y<br />

haríamos mejor vivi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> una cierta comunidad natural <strong>en</strong> que la posibilidad<br />

de robar hubiera sido eliminada, esto no ayuda a su posición incluso si algui<strong>en</strong><br />

le concede este argum<strong>en</strong>to. Ya que incluso si nosotros pudiéramos vivir <strong>en</strong> común<br />

con mucho m<strong>en</strong>os leyes, de todos modos no podríamos convivir totalm<strong>en</strong>te<br />

sin leyes. Pues la obligación de trabajar t<strong>en</strong>dría que ser prescrita a ciertas clases,<br />

y las leyes serían necesarias para reprimir los crím<strong>en</strong>es que podrían surgir<br />

hasta <strong>en</strong> este tipo de vida. Pero como, si con la fe predicada más verdaderam<strong>en</strong>te<br />

como lo hicieron los apóstoles y, además, con los mejores magistrados <strong>en</strong><br />

todas partes <strong>en</strong>cargados del pueblo cristiano, la propiedad de los bi<strong>en</strong>es podría<br />

permanecer, y seguiría habi<strong>en</strong>do muchos hombres malvados, él no puede negar<br />

que la ley humana obliga a los cristianos de manera que nadie podría robar lo<br />

que la ley ha atribuido a otro, ni sería inútil la ley que castiga a todo el que cometiera<br />

robo.<br />

“En cuanto a su afirmación <strong>en</strong> Babilonia de que magistrados bu<strong>en</strong>os y prud<strong>en</strong>tes<br />

cumplirán su cargo si se guían más por la naturaleza que por las leyes,<br />

¿quién no ve lo absurdo que es esto? ¿Será el bu<strong>en</strong> magistrado m<strong>en</strong>os justo al<br />

establecer la ley que al dirigir un tribunal de justicia, <strong>en</strong> el cual muchas cosas<br />

pued<strong>en</strong> ocurrir que pued<strong>en</strong> destruir al inoc<strong>en</strong>te? Por no decir nada mi<strong>en</strong>tras<br />

tanto del hecho de que difícilm<strong>en</strong>te alguna s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia es dictada con justicia si no<br />

es dictada conforme a alguna ley establecida. Dado que la ley del Evangelio no<br />

atribuye posesiones ni la sola razón prescribe las formas de determinar la propiedad,<br />

a m<strong>en</strong>os que la razón sea apoyada por un conv<strong>en</strong>io y éste sea un acuerdo<br />

público <strong>en</strong> la forma común del comercio mutuo; el conv<strong>en</strong>io, fundándose <strong>en</strong><br />

el uso o expresado por escrito, es una ley pública. Por tanto, si se borran las leyes<br />

y se da libertad a los magistrados para disponer cualquier cosa; o bi<strong>en</strong> no<br />

149 La traducción al castellano se ha hecho tomando <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta el texto latino y la traducción<br />

inglesa de la edición de Yale. Agradecemos la ayuda del profesor Cristóbal Orrego Sánchez <strong>en</strong><br />

esta labor.

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