Texto en pdf - Derecho y Academia
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Sobre la necesidad de los jueces y de las leyes 119<br />
m<strong>en</strong>to fundam<strong>en</strong>tal de lo jurídico, propio del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to jurídico moderno,<br />
ti<strong>en</strong>e también sus raíces <strong>en</strong> la doctrina luterana 145 . Asimismo la id<strong>en</strong>tificación<br />
del concepto de “derecho natural” con el derecho divino promulgado <strong>en</strong> la Sagrada<br />
Escritura (el decálogo), t<strong>en</strong>derá a que se imponga la idea de que la tarea<br />
del jurista ya no es crear o descubrir el derecho, sino explicar y hacer respetar<br />
las leyes positivas, sea que hayan sido ord<strong>en</strong>adas por Dios o por la autoridad del<br />
mundo; el derecho queda reducido a un conjunto de leyes preceptivas, cuya<br />
transgresión lleva aparejada una sanción del poder público 146 . La absolutización<br />
luterana de la obedi<strong>en</strong>cia debida a las autoridades del mundo, incluso aunque<br />
sean tiránicas y arbitrarias, contribuirá tanto al p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to político absolutista<br />
como a la idea de que las leyes son obligatorias con prescind<strong>en</strong>cia de su cont<strong>en</strong>ido<br />
y de su finalidad 147 . El concepto de “equidad cristiana” que invoca el reformador<br />
no parece at<strong>en</strong>uar esta afirmación del poder civil, sino incluso robustecerlo<br />
aún más, ya que la equidad no es <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida como una justicia ligada a<br />
criterios objetivos de distribución igualitaria de cargas y bi<strong>en</strong>es, sino como la<br />
imposición de la “conci<strong>en</strong>cia” o bu<strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido del gobernante que bi<strong>en</strong> puede<br />
pósito de impartir un ev<strong>en</strong>tual bi<strong>en</strong>, lo que da a la expresión de un deseo el nombre de un mandato”<br />
(p. 17). La coerción servirá también a Kels<strong>en</strong> para <strong>en</strong>contrar el elem<strong>en</strong>to específico que<br />
difer<strong>en</strong>cia al derecho de otros órd<strong>en</strong>es normativos: “En una regla de derecho la consecu<strong>en</strong>cia imputada<br />
a la condición es un acto coactivo que consiste <strong>en</strong> la privación, forzada si es necesario, de<br />
bi<strong>en</strong>es tales como la vida, la libertad o cualquier otro valor, t<strong>en</strong>ga o no cont<strong>en</strong>ido económico. Este<br />
acto coactivo se llama sanción” (H. KELSEN, Teoría pura del <strong>Derecho</strong>, trad. M. NILVE, Eudeba,<br />
14ª edic., Bu<strong>en</strong>os Aires, 1976, p. 70). Sólo <strong>en</strong> el siglo XX de la mano de Hart el positivismo jurídico<br />
podrá remover la coacción como elem<strong>en</strong>to es<strong>en</strong>cial del ord<strong>en</strong> jurídico. Cfr. H.L.A. HART,<br />
The Concept of Law, Clar<strong>en</strong>don Press, 2ª edic., Oxford, 1994, qui<strong>en</strong> dedicará los primeros tres<br />
capítulos a demostrar que el modelo de derecho como órd<strong>en</strong>es del soberano dotadas de coacción<br />
falla <strong>en</strong> repres<strong>en</strong>tar algunas de las más notorias características de un sistema legal (p. 79).<br />
145 Como advierte Villey, hasta hoy <strong>en</strong> las escuelas de derecho se <strong>en</strong>seña a los alumnos de<br />
primer año que el derecho se distingue de otros órd<strong>en</strong>es normativos por su carácter coactivo: la<br />
posibilidad de imponer la norma por la fuerza. Apunta que a difer<strong>en</strong>cia de la concepción iusnaturalista<br />
clásica, <strong>en</strong> la que la tarea del jurista es sobre todo descubrir la justa parte que corresponde a<br />
los litigantes, mi<strong>en</strong>tras que la labor de hacer ejecutar la s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia pert<strong>en</strong>ece más a los funcionarios<br />
auxiliares de la justicia, y no al jurista mismo; <strong>en</strong> la visión de Lutero “la actividad del jurista no<br />
puede situarse más que <strong>en</strong> el ejercicio efectivo de la fuerza y de la coacción del modo que lo exige<br />
un mundo corrompido” (M. VILLEY, op. cit., p. 290).<br />
146 M. VILLEY, op. cit., p. 290, apunta que “la id<strong>en</strong>tificación moderna del derecho con el conjunto<br />
de las leyes ya hechas, impuestas desde el exterior, está ya toda <strong>en</strong> la doctrina de Lutero”.<br />
147 Para Lutero las leyes del Papa no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> fundam<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la Sagrada Escritura, mi<strong>en</strong>tras que<br />
ésta sí manda obedecer la autoridad temporal. De aquí se seguirá que “toda ley debe ser obedecida<br />
porque es el mandami<strong>en</strong>to del príncipe y la autoridad del príncipe es de derecho divino. La injusticia<br />
de las leyes de los señores contra los campesinos no las hace m<strong>en</strong>os válidas. Incluso ‘el Turco’<br />
debe ser obedecido, como a m<strong>en</strong>udo repite Lutero […]. La ley vale por su fu<strong>en</strong>te, cualquiera<br />
sea su cont<strong>en</strong>ido” (M. VILLEY, op. cit., pp. 298-299).