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Texto en pdf - Derecho y Academia

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110 HERNÁN CORRAL TALCIANI<br />

por la palabra del Rey de que, conoci<strong>en</strong>do su opinión contraria, no lo vinculará<br />

al problema de la nulidad matrimonial 122 . Como hemos visto, la labor jurídica<br />

de Moro <strong>en</strong> los tribunales que dep<strong>en</strong>dían del Canciller: la Star Chambre y la<br />

Court of Chancery, refleja su concepción jurídica; confía <strong>en</strong> el derecho positivo<br />

y aboga por su perfeccionami<strong>en</strong>to y flexibilización a través de la equity, pero <strong>en</strong><br />

su s<strong>en</strong>tido jurídico y no meram<strong>en</strong>te emocional, espiritual o intuitivo, como parece<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>derla Lutero 123 .<br />

122 En carta a Thomas Cromwell, de 5 de marzo de 1534, Moro relata que poco después de su<br />

nombrami<strong>en</strong>to el Rey invitó a Moro a volver a considerar el problema de su matrimonio con Catalina<br />

de Aragón, y que si descubría argum<strong>en</strong>tos a favor de la nulidad le agradecería mucho t<strong>en</strong>erle<br />

<strong>en</strong>tre sus consejeros <strong>en</strong> este asunto, pero que deseaba que obrara según su conci<strong>en</strong>cia: “Me<br />

dijo que mi deber era <strong>en</strong> primer lugar mirar a Dios, y sólo después de Dios a sus intereses”. Moro<br />

declara que estudió nuevam<strong>en</strong>te el asunto junto a los arzobispos de Canterbury (Thomas Cranmer)<br />

y de York (Edward Lee) y otros canonistas. Al no compartir la opinión de la invalidez, declara<br />

Moro que “Su Alteza, aceptando <strong>en</strong> parte con simpatía mi bu<strong>en</strong>a int<strong>en</strong>ción, dispuso <strong>en</strong> su<br />

bondad que sólo aquellos (y no eran pocos) cuyas conci<strong>en</strong>cias estuvieran bi<strong>en</strong> y del todo de su<br />

parte participarían <strong>en</strong> la gestión de este asunto. Y que yo, con otros que su Alteza ya sabía p<strong>en</strong>saban<br />

de distinta manera, seríamos empleados <strong>en</strong> otras gestiones” (<strong>en</strong> T. MORO, cartas reunidas <strong>en</strong><br />

Un hombre para todas las horas… cit., pp. 280-282).<br />

123 Según J.M. HEADLEY, Introduction… cit., p. 755, Moro <strong>en</strong> la Responsio utiliza un concepto<br />

de equidad que se aleja de la noción aristotélica de epieikeia, que se ponía como una justicia<br />

superior y rectificadora de las leyes escritas, y se acerca más a la aequitas del derecho romano,<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida como una justicia vinculada siempre al derecho y como un principio más integrador<br />

que superior a las reglas jurídicas. De esta manera, señala que Moro se aparta no sólo de la compr<strong>en</strong>sión<br />

luterana de equidad, sino también de los humanistas que estaban por una revitalización<br />

del concepto aristotélico.<br />

Pero debe t<strong>en</strong>erse <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que es usual considerar que Aristóteles opone los conceptos de<br />

dikaion (lo justo, el derecho) y epieikés (lo ecuo o equitativo), y bi<strong>en</strong> puede <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse que, <strong>en</strong><br />

verdad, ese último no es más que una especie del primero. Es lo que sosti<strong>en</strong>e A. GUZMÁN BRITO,<br />

La noción de Epieikes <strong>en</strong> Aristóteles y su coincid<strong>en</strong>cia con el método interpretativo de los juristas<br />

clásicos, <strong>en</strong> Historia de la interpretación de las normas <strong>en</strong> el <strong>Derecho</strong> Romano, Ediciones del<br />

Instituto de Historia del <strong>Derecho</strong> Juan de Solórzano y Pereyra, Santiago, 2000, pp. 295-303; <strong>en</strong><br />

opinión de Guzmán lo epieikés no es lo justo legal (nómimon dikaion), sino una rectificación de<br />

éste <strong>en</strong> cuanto por su universalidad necesariam<strong>en</strong>te deja casos que no son compr<strong>en</strong>didos <strong>en</strong> la<br />

previsión normativa, y que consiste <strong>en</strong> colmar esa insufici<strong>en</strong>cia recurri<strong>en</strong>do, no al criterio subjetivo<br />

del juez, sino a la reconstrucción del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to del legislador (criterio objetivo). Esta operación,<br />

llamada lo epieikés, “consiste <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> la rectificación de la universal formulación de lo<br />

justo legal, de suerte de constituir, <strong>en</strong> ese s<strong>en</strong>tido rectificador, una especie de lo justo” (p. 299). Si<br />

se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de de esta manera la doctrina de Aristóteles, no hay una separación <strong>en</strong>tre epieikeia y los<br />

métodos interpretativos de los juristas romanos.<br />

Para un estudio del concepto aequitas <strong>en</strong> el derecho romano clásico y justinianeo puede verse<br />

a A. GUZMÁN BRITO, Historia de la interpretación… cit., pp. 231-253; 423-429; así como <strong>en</strong> el<br />

período medieval y <strong>en</strong> la recepción del concepto <strong>en</strong> el art. 24 de nuestro Código Civil, y la distinción<br />

<strong>en</strong>tre equidad constituida, equidad ruda y equidad cerebrina, A. GUZMÁN BRITO, Las reglas<br />

del “Código Civil” de Chile sobre interpretación de las leyes, LexisNexis, Santiago, 2007, pp.<br />

191-208.

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