Texto en pdf - Derecho y Academia
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104 HERNÁN CORRAL TALCIANI<br />
rará contra ellos como del todo sospechosos de no gobernar de acuerdo a lo que<br />
es ecuo y bu<strong>en</strong>o (“ex aequo bonoque”), sino conforme a su capricho” 105 .<br />
Moro destaca también la variabilidad del carácter humano para refutar la<br />
idea luterana de que hay que prescindir de las leyes positivas para confiar <strong>en</strong> la<br />
rectitud de los magistrados: “Pero ahora, puesto que el mismo Lutero admite<br />
que no se pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>contrar magistrados que no sean hombres, es decir, de qui<strong>en</strong>es<br />
no es muy seguro, ya para los ciudadanos ya para ellos mismos, qué tipo de<br />
hombres serán d<strong>en</strong>tro de tres días, ¡con cuánta sagacidad este sabio hombre recomi<strong>en</strong>da<br />
que se omitan las leyes y que todas las cosas qued<strong>en</strong> permitidas a los<br />
magistrados, como si así el pueblo viviría <strong>en</strong> libertad!” 106 .<br />
6. El derecho positivo <strong>en</strong> la Iglesia<br />
La excursión que hace Moro respecto del derecho positivo y su necesidad <strong>en</strong><br />
la comunidad secular es funcional a la cuestión de fondo, y que era la apuntada<br />
por Lutero, a saber si la autoridad de la Iglesia de Cristo t<strong>en</strong>ía derecho a dictar<br />
leyes e imponerlas a los fieles. Como com<strong>en</strong>ta el historiador alemán Peter Berglar,<br />
Moro se da cu<strong>en</strong>ta que Lutero no está dirigi<strong>en</strong>do su crítica al legalismo <strong>en</strong><br />
sí, ya que muy pronto t<strong>en</strong>drá que cons<strong>en</strong>tir <strong>en</strong> que las mismas comunidades reformadas<br />
t<strong>en</strong>gan que ser reguladas por estatutos y normas. Lo que Lutero cuestiona<br />
es la “auctoritas” de la Iglesia para imponer leyes: “Tomás Moro apoyaba<br />
la convicción de que los sucesores de Pedro y los de los apóstoles pose<strong>en</strong> esta<br />
compet<strong>en</strong>cia legislativa: la poseyeron <strong>en</strong> tiempos y la seguían posey<strong>en</strong>do, <strong>en</strong> la<br />
actualidad y <strong>en</strong> el futuro, y que el Espíritu Santo, el verdadero Legislador, se<br />
sirve de ellos. Y esto, <strong>en</strong> su opinión, es así para las leyes doctrinales per<strong>en</strong>nes,<br />
los dogmas, y para las leyes formales, que cambian <strong>en</strong> el curso de la Historia.<br />
Lutero, por el contrario, ponía <strong>en</strong> duda no sólo esta fu<strong>en</strong>te de la legislación, sino<br />
también las leyes que hasta <strong>en</strong>tonces habían sido válidas, las ‘leges cred<strong>en</strong>di’ y<br />
las ‘leges orandi’. Al impugnar la fiabilidad del Papa y de los Concilios <strong>en</strong><br />
cuestiones de fe, no sólo asestó – si se ve con perspectiva histórica – un inm<strong>en</strong>so<br />
golpe contra el edificio de la Iglesia <strong>en</strong> todo occid<strong>en</strong>te – con sus más de dos<br />
mil años de antigüedad –, sino que también planteó implícitam<strong>en</strong>te la pregunta<br />
de si podía existir una fe sin yerro y – caso de que el Espíritu Santo pudiese darse<br />
a conocer – cómo lo hacía de manera verificable” 107 .<br />
105 T. MORO, Responsio… cit., pp. 277-278.<br />
106 T. MORO, Responsio… cit., p. 279.<br />
107 P. BERGLAR, op. cit., pp. 113-114.