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Texto en pdf - Derecho y Academia

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100 HERNÁN CORRAL TALCIANI<br />

3. La función punitiva de las leyes<br />

Con mayor razón, si la ord<strong>en</strong>ación de la propiedad se manti<strong>en</strong>e y, por más<br />

que la fe sea predicada tan fielm<strong>en</strong>te como la predicaron los mismos apóstoles,<br />

permanecería una bu<strong>en</strong>a cantidad de hombres malvados, Lutero “no puede negar<br />

que la ley humana obliga a los cristianos de manera que nadie podría robar<br />

lo que la ley ha atribuido a otro, ni sería inútil la ley que castiga a todo el que<br />

cometiera robo” 96 .<br />

Moro interpreta <strong>en</strong> una manera restrictiva la idea luterana de la sola fide, y<br />

observa que tal planteami<strong>en</strong>to no puede sino llevar a la anarquía y al caos social<br />

97 . Según Moro, Lutero pi<strong>en</strong>sa que la sola fe basta no sólo sin que haya bue-<br />

el hombre participa de él según lo que le es específico: su razón” (H. RIESLE CONTRERAS, La inviolabilidad<br />

del <strong>Derecho</strong> de Propiedad Privada ante la Doctrina Pontificia. Algunos aspectos<br />

controvertidos, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1965, p. 28).<br />

96 T. MORO, Responsio… cit., p. 277.<br />

97 Martín Lutero explica <strong>en</strong> otros escritos que su doctrina de la salvación por la fe no ignora<br />

completam<strong>en</strong>te las bu<strong>en</strong>as obras, sino que las concibe como frutos naturales de la fe (M. LUTERO,<br />

La libertad del cristiano, <strong>en</strong> M. LUTERO, Obras, edición preparada por T. EGIDO, Sígueme, Salamanca,<br />

2006, pp. 155-170, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> pp. 164-170; M. LUTERO, A treatise on good works,<br />

Ser<strong>en</strong>ity Publishers, Rockville, 2009, passim). Moro parece no haber conocido estos escritos al<br />

mom<strong>en</strong>to de escribir la Responsio, o si tuvo conocimi<strong>en</strong>to de ellos (se publicaron <strong>en</strong> la misma<br />

época), no consideró la aclaración un argum<strong>en</strong>to sufici<strong>en</strong>te para revisar su posición: cfr. J.M.<br />

HEADLEY, Introduction… cit., p. 754. Pero <strong>en</strong> una de sus obras postreras, escrita <strong>en</strong> la Torre de<br />

Londres, el Diálogo de la fortaleza contra la tribulación, da cu<strong>en</strong>ta de que conoce la explicación<br />

luterana, y aunque la critica, parece mostrar un ánimo conciliatorio y estar dispuesto a superar la<br />

polémica: “La mayor parte está por ahora de acuerdo con nosotros <strong>en</strong> que ninguna obra bu<strong>en</strong>a<br />

vale algo para el cielo sin fe, y que ninguna obra bu<strong>en</strong>a del hombre merece de por sí, sino por la<br />

bondad de Dios, que desea poner un premio tan alto a cosa tan pobre. Y están de acuerdo <strong>en</strong> que<br />

este premio lo dispuso por la Pasión de Cristo, y <strong>en</strong> que Él está pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> nuestras obras bu<strong>en</strong>as,<br />

pues nadie puede hacer obras divinas si Dios no obra con él. También les concedemos que nadie<br />

puede estar orgulloso de sus obras, por su imperfecto obrar y porque <strong>en</strong> todo lo que uno puede<br />

hacer no puede añadir nada bu<strong>en</strong>o a Dios: es un siervo inútil y no hace más que su mero deber.<br />

Así como nosotros les concedemos estas cosas, también ellos nos conced<strong>en</strong> una o dos, por ejemplo,<br />

que los hombres están obligados a hacer obras bu<strong>en</strong>as si dispon<strong>en</strong> de tiempo y poder, y el que<br />

más trabaje <strong>en</strong> la fe tanto más será recomp<strong>en</strong>sado. Aunque luego dic<strong>en</strong> que la recomp<strong>en</strong>sa les será<br />

otorgada sólo por su fe y no por sus obras, porque su fe, insist<strong>en</strong>, es lo que les movió a obrar bi<strong>en</strong>.<br />

No voy a pelearme con ellos ahora por esta cuestión, pero confío <strong>en</strong> la inm<strong>en</strong>sa bondad de Dios<br />

<strong>en</strong> que si todo el asunto p<strong>en</strong>de de punto tan meticuloso (mi<strong>en</strong>tras Cristo dice <strong>en</strong> muchos lugares<br />

de la Escritura que los hombres serán premiados <strong>en</strong> el cielo por sus obras), Él no permitirá nunca<br />

que – creaturas de corto ing<strong>en</strong>io como somos y que pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der sus palabras sólo como Él<br />

nos las ha propuesto y como muy v<strong>en</strong>erables santos las han interpretado y todo el pueblo cristiano<br />

ha creído <strong>en</strong> estos mil años – seamos cond<strong>en</strong>ados por no percibir distinción tan sutil…”. Esta<br />

reflexión de Moro es un asombroso anticipo de lo que hoy son los esfuerzos ecuménicos para<br />

acercar las posiciones luterana y católica, como lo pone de manifiesto la “Declaración conjunta<br />

sobre la doctrina de la justificación <strong>en</strong>tre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica”,

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