Texto en pdf - Derecho y Academia
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Sobre la necesidad de los jueces y de las leyes 95<br />
veces int<strong>en</strong>ta algunas de estas imposiciones” 79 . Más adelante señala que los<br />
eclesiásticos con estas ficciones (lo que ellos llaman “libertades eclesiásticas”)<br />
no sólo reduc<strong>en</strong> a cautiverio sino que destruy<strong>en</strong> la verdadera libertad de la Iglesia,<br />
“incluso peor de cuanto pudiera hacer el Turco, <strong>en</strong> oposición a aquello que<br />
dice el apóstol: ‘No sean esclavos de los hombres’ 80 . Esto es <strong>en</strong> efecto verdaderam<strong>en</strong>te<br />
dev<strong>en</strong>ir <strong>en</strong> esclavos de los hombres: someterse a los estatutos y a las<br />
leyes tiránicas de aquellos” 81 .<br />
Párrafos más abajo vuelve a insistir: “Sólo por esta libertad de conci<strong>en</strong>cia yo<br />
grito y gritando proclamo con confianza. – A los cristianos ni de parte de los<br />
hombres ni de los ángeles pued<strong>en</strong> ser legítimam<strong>en</strong>te impuestas leyes, salvo<br />
aquellas que ellos mismos quieran: nosotros somos <strong>en</strong> efecto libres de todos” 82 .<br />
Al tratar del matrimonio, Lutero se queja de las leyes que regulan el matrimonio<br />
y las que establec<strong>en</strong> impedim<strong>en</strong>tos y disp<strong>en</strong>sas que puede dar el Papa o<br />
la autoridad eclesiástica. Nuevam<strong>en</strong>te, se opone a toda norma que no esté cont<strong>en</strong>ida<br />
<strong>en</strong> la Sagrada Escritura, pero aquí realiza además una reflexión sobre el<br />
sistema jurídico <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral: “Esto sé: ningún estado puede ser gobernado con<br />
éxito por medio de leyes 83 . Si el magistrado es sabio, él administrará todo mejor<br />
con el s<strong>en</strong>tido natural que con las leyes; si no lo es, no provocará otra cosa que<br />
infortunios, no sabi<strong>en</strong>do servirse de ellas ni regularlas según las exig<strong>en</strong>cias del<br />
mom<strong>en</strong>to. Por esto, <strong>en</strong> la vida de los Estados, más que de promulgar leyes nos<br />
debemos preocupar de que asuman el poder hombres bu<strong>en</strong>os y sabios: ellos serán<br />
las mejores leyes y sabrán juzgar con el s<strong>en</strong>tido vivo de la equidad toda la variedad<br />
de los casos. Y si con la natural sabiduría está pres<strong>en</strong>te el conocimi<strong>en</strong>to de la<br />
ley divina, será del todo superfluo y hasta perjudicial contar con leyes escritas.<br />
Por <strong>en</strong>cima de todo, pues, la caridad no ti<strong>en</strong>e necesidad de las leyes” 84 .<br />
79 M. LUTERO, La cattività… cit., p. 209.<br />
80 Se cita a I Cor. 7, 23.<br />
81 M. LUTERO, La cattività… cit., p. 209.<br />
82 M. LUTERO, La cattività… cit., p. 213. Sin embargo, según Lutero el cristiano salvaguardando<br />
esta libertad de conci<strong>en</strong>cia debe soportar la tiranía como motivo de gloria cuidándose tanto<br />
de justificar las acciones del tirano como de no murmurar contra la tiranía.<br />
83 La traducción italiana que seguimos matiza la afirmación colocando el adverbio “sólo”. Lo<br />
hemos suprimido pues no aparece <strong>en</strong> el texto latino. En la edición española de Egido la frase es<br />
recogida como “las repúblicas no pued<strong>en</strong> gobernarse idealm<strong>en</strong>te a golpe de leyes” (M. LUTERO,<br />
La cautividad babilónica de la iglesia, <strong>en</strong> M. LUTERO, Obras, edición preparada por T. EGIDO,<br />
Sígueme, Salamanca, 2006, p. 137), lo que también constituye una relativización de la contund<strong>en</strong>cia<br />
de la frase original, que es la que com<strong>en</strong>ta críticam<strong>en</strong>te Moro.<br />
84 M. LUTERO, La cattività… cit., p. 277. En latín la última frase reza: “Super omnia autem,<br />
Charitas nullis prorsus legibus indiget”. La versión castellana de Egido la traduce como “La caridad,<br />
que está por <strong>en</strong>cima de cualquier otra cosa, no precisa de leyes” (M. LUTERO, La cautividad<br />
babilónica de la iglesia, <strong>en</strong> M. LUTERO, Obras, edición preparada por T. EGIDO, Sígueme, Salamanca,<br />
2006, p. 137).