Junio de 2012 - El Pitic
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Hermosillo, Son., junio <strong>de</strong> <strong>2012</strong><br />
LA FIESTA<br />
Fernando Andra<strong>de</strong> Domínguez<br />
Des<strong>de</strong> muchos días antes <strong>de</strong>l cumpleaños <strong>de</strong>l chamaco, en la familia se comentaba casi a<br />
diario la fiesta que le estaban preparando y a la que se esperaba que asistiera toda la familia.<br />
La tía “Chabela” le había prometido a la mamá <strong>de</strong>l “buqui” que ella le iba regalar<br />
el “keki” (pastel), con todo y sus velitas <strong>de</strong> aniversario. Doña “Mariquita” la vecina <strong>de</strong><br />
enseguida le estaba fabricando una “piñata”, con una olla <strong>de</strong> barro y adornada formando<br />
un caballito. <strong>El</strong> tío Pedro ya le tenía un par <strong>de</strong> pistolas <strong>de</strong> “triquis” (petardos), con<br />
todo y su funda; en fin ya todo estaba listo.<br />
<strong>El</strong> día <strong>de</strong> la fiesta, toda la “bucada” <strong>de</strong> la familia y la <strong>de</strong>l barrio, pasó lista <strong>de</strong> presente y<br />
todos y cada uno <strong>de</strong> ellos le dieron <strong>de</strong> palos a la piñata que terminó hecha trizas y jaloneada,<br />
en la pelea franca por los muchos dulces que contenía; a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> juguetitos <strong>de</strong><br />
“sololoy” (celuloi<strong>de</strong>); serpentinas, confeti, chiflos, espantasuegras y algunas pelotitas<br />
<strong>de</strong> goma.<br />
Aquellas “piñatas” <strong>de</strong> los cuarentas, en que nos atiborrábamos <strong>de</strong> keki y refrescos <strong>de</strong><br />
“chía”, “pamita”, “cebada”, “horchata” o “Jamaica”, y a veces una sodita <strong>de</strong> crema<br />
<strong>de</strong> las <strong>de</strong> Carreón, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la consabida bolsa <strong>de</strong> dulces <strong>de</strong> papelito o corrientes,<br />
mazapanes, cacahuates, naranjas, y a veces hasta cañutos <strong>de</strong> caña y tejocotes; en mis recuerdos<br />
“las piñatas” ocupan un lugar muy especial, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que fueron las mejores<br />
<strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> afecto que recibimos <strong>de</strong> nuestros mayores , (cuando menos yo); y<br />
hoy a la distancia que nos marca el tiempo son parte primordial <strong>de</strong> la cauda <strong>de</strong> buenos<br />
momentos que me tocaron vivir y disfrutar, ignorando los sinsabores que afortunadamente<br />
no marcaban huella.<br />
Todos esperábamos las piñatas <strong>de</strong> los Rendón, una familia que nos llegó <strong>de</strong> Nogales y<br />
que vino a cambiar las celebraciones <strong>de</strong> mi barrio, los cumpleaños <strong>de</strong> la “chavalada”<br />
antes <strong>de</strong> los Rendón, pasaban <strong>de</strong>sapercibidos y únicamente recibíamos agasajos cuando<br />
hacíamos la Primera Comunión, que el Padre <strong>de</strong> la Iglesia se encargaba <strong>de</strong> festejarnos<br />
con una rebanada <strong>de</strong> keki y chocolate calientito. Con el paso <strong>de</strong>l tiempo el ejemplo cundió<br />
y las mamás <strong>de</strong>l rumbo iniciaron una franca competencia para hacerle su fiesta al<br />
chamaco y a cual más, se lucián y nosotros fuimos los gananciosos.<br />
Nuestra niñez, fue <strong>de</strong>masiado tranquila en festivida<strong>de</strong>s y salvo la llegada <strong>de</strong> Santaclós,<br />
no había más fiestas para los niños, no se celebraba el Día <strong>de</strong>l Niño, mucho menos “Los<br />
Santos Reyes”, costumbre <strong>de</strong>l Sur que todavía no nos alcanzaba. En Navidad las niñas<br />
recibían sus juegos <strong>de</strong> trastecitos, su monito <strong>de</strong> “sololoy”, sus juegos <strong>de</strong> “pin-yecs” y su<br />
cuerda para saltar y párale <strong>de</strong> contar. Nosotros cuando bien nos iba: un carrito <strong>de</strong> lámina<br />
pintado con colores brillantes, una pelota <strong>de</strong> esponja, un trompo pico <strong>de</strong> garza, muy<br />
“carrascaloso” y por supuesto una corneta <strong>de</strong> lámina.<br />
Que sencillos nuestros satisfactores para divertirnos, simples y económicos, la época<br />
<strong>de</strong> la guerra y la postguerra nos trajo una escasez galopante y nosotros los niños “sufrimos”<br />
por tan magros recursos <strong>de</strong> nuestros padres. Crecimos en una barriada muy<br />
pobre, pero eso nos valía lo que se le “unta al queso”, vista a la distancia esta situa-<br />
ción nos hacía lo que el “viento a Juárez”, simple y<br />
sencillamente ignorábamos que éramos pobres; no<br />
conocíamos <strong>de</strong> beneficios favorables, placenteros o<br />
comodida<strong>de</strong>s mo<strong>de</strong>rnas.<br />
Seguido mis hijos curiosos me preguntan cómo<br />
fue posible que sobreviviéramos a esas épocas tan<br />
difíciles, fácil y sencillo, ignorábamos que existieran<br />
comodida<strong>de</strong>s como las que en la actualidad<br />
gozan, y no nomás en estos tiempos, a partir <strong>de</strong><br />
los años cincuentas se inició el cambio radical que<br />
significan: la estufa <strong>de</strong> gas, el refrigerador, el aire<br />
acondicionado, el teléfono, la televisión y la cauda<br />
<strong>de</strong> inventos que han traído a la juventud, a<strong>de</strong>más<br />
<strong>de</strong> la agradable estancia, muchas cosas negativas:<br />
gordura y sus <strong>de</strong>rivados, mala alimentación, falta <strong>de</strong> sociabilidad (los vecinos no se conocen,<br />
se encierran), poco a poco la niñez <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> correr, jugar al aire libre y andar <strong>de</strong>scalzos<br />
en comunión directa con la naturaleza, subiendo a los árboles y mojándonos con la lluvia,<br />
comiendo frutas naturales (péchitas, guamúchiles, naranjas agrias, limones, verdolagas,<br />
quelites, berros, etc. etc.), creando anticuerpos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que comíamos poca carne, muy<br />
“<strong>de</strong> vez en cuando”, menos productos enlatados y mucho menos refrescos embotellados<br />
que son el flagelo <strong>de</strong> la niñez, sobre todo las “colas”.<br />
Se asombran al saber que nos tocó ir a la escuela con la “pata a raiz”, <strong>de</strong>scalzos, en tiempo<br />
<strong>de</strong> frío y <strong>de</strong> calor, sobre todo en tiempo <strong>de</strong> calor en que no era muy usual cubrirse la cabeza<br />
con una gorra, ahora hay para golf, beis, futbol <strong>de</strong> los dos soccer y americano, pocos tenían<br />
bicicleta, no nos llevaban a la escuela en carro, hacíamos el recorrido a pata y no nos sucedía<br />
nada, nos juntábamos en bola los que vivíamos para el mismo rumbo y entre juego y juego,<br />
broma y broma, felices retornábamos a la casa, listos para volver por la tar<strong>de</strong> y también los<br />
sábados.<br />
Los fines <strong>de</strong> semana se <strong>de</strong>slizaban con una calma y tranquilidad sin mucha variantes, excepto<br />
que el sábado teníamos que asistir a la doctrina, el domingo a misa y ya más gran<strong>de</strong>citos<br />
al esperado Matineé, al Noriega o <strong>de</strong>spués al Sonora. Ya empezaba la edad <strong>de</strong> la<br />
“punzada” y las niñas superaban la etapa <strong>de</strong> “feas y repugnantes” por la <strong>de</strong> “angelicales y<br />
hermosas”, se transformaban y pasaban a ser la inspiración <strong>de</strong> cartitas llenas <strong>de</strong> caramelo<br />
<strong>de</strong> bolita y melosas frases <strong>de</strong> amor, llenando páginas y páginas <strong>de</strong> los cua<strong>de</strong>rnos con sus<br />
iniciales y pensamientos <strong>de</strong>dicados a la chica <strong>de</strong> los sueños que invariablemente a cada<br />
semana se cambiaba, ya que cambiar <strong>de</strong> novia era como cambiar <strong>de</strong> camisa, aun cuando<br />
cambiar <strong>de</strong> camisa no fuera tan frecuente.<br />
“Sin zafo ni zarafo, ni pa´rriba ni´pá´bajo”, créanme que jamás cambiaría mi niñez por la <strong>de</strong><br />
un niño <strong>de</strong> estos tiempos, fui dolorosamente feliz y agradablemente niño, puedo <strong>de</strong>cir con<br />
satisfacción que pertenezco a la clase privilegiada <strong>de</strong> los nacidos en los treintas y que afortunadamente<br />
todavía sobrevive y que doblemente gozo, ya que viví una hermosa época y<br />
digo doblemente, porque al recordarla, <strong>de</strong> alguna manera vuelvo a vivirla. ¡¡Salud!! sesentones<br />
y setentones, son uste<strong>de</strong>s una especie en vías <strong>de</strong> <strong>de</strong>saparición que necesitamos seguir<br />
recordando, porque es el alimento que nos mantiene activos y productivos, aun cuando<br />
nuestras fuerzas mermen y seamos eternos clientes <strong>de</strong> las farmacias y mantengamos la<br />
economía <strong>de</strong> los médicos y hospitales. G r a c i a s…<br />
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