Junio de 2012 - El Pitic
Junio de 2012 - El Pitic
Junio de 2012 - El Pitic
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Hermosillo, Son., junio <strong>de</strong> <strong>2012</strong><br />
EXPERIENCIAS IMBORRABLES DE LA NIÑEZ<br />
Faltaban más <strong>de</strong> 10 días para dar inicio a nuestras vacaciones gran<strong>de</strong>s en la escuela y ya<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces nos reuníamos a planear lo que íbamos a hacer durante los días que <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
hacía rato esperábamos. En la tapiecita chapita <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong>l Cabezón Martínez haciendo un<br />
semicírculo, encaramados en un montón <strong>de</strong> arena, nos encontrábamos una chamuchina <strong>de</strong><br />
plebes <strong>de</strong>l barrio: <strong>El</strong> Gortárez, <strong>El</strong> “Lichón” Duarte, Pepe el “Sahuarón” López, Roberto “<strong>El</strong><br />
Negro” Félix, Manuel “Colorado” Ruiz, Astolfo “Mocho” Morales, Luis “Rábano” Pérez,<br />
“<strong>El</strong> Pelucas” Moreno, Alberto “Rabietas” Palacios, Luis “Pecoso” Vega, Gustavo “Tobozo”<br />
Ruelas, Roberto “Tatete” Villa, Marco Antonio Alvarado, Pedro “Bizarro” López, Luis<br />
“Huilochi” Rodríguez, y un montón más <strong>de</strong> los que casi ya no me acuerdo y que como no<br />
eran muy, muy <strong>de</strong> la plebe, se me olvidaron.<br />
Para empezar, lo primero que haríamos sería ir <strong>de</strong> cacería con hules hacia los cerritos atrás<br />
<strong>de</strong> la Colonia <strong>Pitic</strong>, y el que matara más cachoras, huicos, porogüis, chananitas, cachorones,<br />
perritas, salamanquesas, se ganaba el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> dirigir la próxima cacería hacia el arroyo<br />
pegado al cerco <strong>de</strong> la Aviación, allá rumbo al norte, don<strong>de</strong> había conejos y liebres. Para<br />
tumbar liebres y conejos teníamos que habilitarnos <strong>de</strong> plomitos que únicamente allá por<br />
los terrenos <strong>de</strong> la cementera conseguíamos <strong>de</strong> a montón. Lo anterior implicaba que primero<br />
iríamos para el rumbo <strong>de</strong> la Sauceda don<strong>de</strong> se localizaba la Cementera; así que a<strong>de</strong>lantamos<br />
los planes y así lo hicimos, el segundo día <strong>de</strong> las vacaciones sería para allegarnos “parque”,<br />
la piedra común no les hacia nada a los conejos, salvo que le diéramos en la frente (nunca<br />
cazamos algún ejemplar). Lo más gran<strong>de</strong> y peligroso que capturamos fue una víbora <strong>de</strong><br />
cascabel que cayó víctima <strong>de</strong> más <strong>de</strong> 40 “piedrazos” que le atinamos a la cabeza.<br />
Total, empezaron las vacaciones y por “angas o mangas” algunos <strong>de</strong> nosotros no logramos<br />
escapar a la vigilancia materna y el primer día nos lo pasamos comiendo naranjas agrias<br />
cortadas en la Colonia <strong>Pitic</strong>, en don<strong>de</strong> abundaban. Nos sentábamos al pie <strong>de</strong> una barda <strong>de</strong><br />
adobe muy gruesa y le seguíamos la rotación al sol, moviéndonos poco a poco, siguiendo<br />
Fernando Andra<strong>de</strong> Domínguez<br />
la sombrita.<br />
Por fin se hizo la excursión, (vagancia neta) hacia los confines <strong>de</strong> la Presa Abelardo L. Rodríguez,<br />
por lo que nos surtimos <strong>de</strong> cuerdas y anzuelitos, y algunos muy optimistas opinaron<br />
que no <strong>de</strong>beríamos llevar “lonchi” ya que los pescados que sacáramos los asaríamos a la<br />
orilla <strong>de</strong> las aguas (que entonces sí había) <strong>de</strong> la Presa. Pero se impuso el pesimismo <strong>de</strong> los<br />
que opinaron que teníamos que llevar algo para comer, porque si nos fallaba la pesca ¿qué<br />
íbamos a comer? Total que nos compramos tres sardinas ovaladas, un poco <strong>de</strong> queso, cebolla<br />
y unos chilitos jalapeños, dos paquetes <strong>de</strong> galletas saladas y ahí te vamos, atravesando los<br />
cerros <strong>de</strong>l “Cerotal” al final <strong>de</strong> la calle Nuevo León, atrás <strong>de</strong> la 5 <strong>de</strong> Mayo y cayendo al<br />
Ranchito para enseguida subir el bordo <strong>de</strong> la Presa y <strong>de</strong>sesperados por ser los primeros que<br />
pescáramos algo, lanzamos la cuerda y los anzuelos al agua; las inclemencias <strong>de</strong>l sol canicular<br />
nos hacía lo que el viento a Juárez, renegridos y sudorosos sin cachuchas ni sombreros<br />
que nos protegieran un poco, pero eso nos valía gorro, felices vivíamos la gran aventura <strong>de</strong><br />
pescar.<br />
Allá por las tres o cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> el hambre nos hizo voltear insistentemente hacia la<br />
provisión que llevábamos y nomás alguien dijo que tenía hambre, y en friega a “preparar”las<br />
sardinas que acompañadas <strong>de</strong> las escasas galletas, nos sabían a gloria y con gran satisfacción<br />
engullíamos <strong>de</strong> prisa antes que nos ganaran los <strong>de</strong>más.<br />
No faltó el grito <strong>de</strong> “al agua patos” <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los chavalos, que <strong>de</strong>spojándose <strong>de</strong> la ropa, se<br />
lanzó a las turbias aguas <strong>de</strong> la Presa y frenéticamente empezó a nadar (dar <strong>de</strong> manotazos)<br />
a diestra y siniestra. Pocos sabían nadar salvo los que tenían orígenes allá <strong>de</strong> por rumbos<br />
<strong>de</strong> la sierra y que forzosamente aprendieron a nadar en las aguas <strong>de</strong> los ríos y arroyos que<br />
abundaban.<br />
Al poco rato <strong>de</strong> estar chapoteando en el agua, nos dimos cuenta que el “Nolo” se hundió y<br />
no había salido, por lo que la alarma rápidamente cundió y en friega nos pusimos a rastrearlo<br />
sin éxito; habían transcurrido sólo 2 ó 3 minutos cuando alguien lo pepenó <strong>de</strong> los cabellos<br />
y con la ayuda <strong>de</strong> otros dos más lo sacaron a la orilla. <strong>El</strong> “Nolo” no daba trazas <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />
respirar y faltos <strong>de</strong>l aprendizaje en proporcionar respiración artificial, le aplastábamos el<br />
estómago, con lo que logramos que expulsara un poco <strong>de</strong>l agua que se había tragado y así<br />
que casi a rastras lo subimos al bordo <strong>de</strong> la presa, pidiendo auxilio, un auxilio que tardó<br />
mucho en llegar en la presencia <strong>de</strong> una “charanguita” <strong>de</strong> un señor carpintero <strong>de</strong>l barrio <strong>de</strong>l<br />
Ranchito, el Sr, Cuevas, que nos pidió que lo subiéramos a su “automóvil” y rápidamente<br />
a la vertiginosa velocidad <strong>de</strong> 30 Km. por hora, atravesamos la ciudad, pero no llegamos al<br />
Hospital con nuestro amigo vivo, por los trabajos <strong>de</strong>l Blvd. Rodríguez, en ésa época en construcción,<br />
tuvimos una <strong>de</strong>tención <strong>de</strong> más <strong>de</strong> 20 minutos, fatales quizá, porque fue allí cuando<br />
nos dimos cuenta que “<strong>El</strong> Nolo” ya no vivía.<br />
También en nuestra niñez vivimos experiencias que nos marcaron para siempre, la muerte<br />
<strong>de</strong>l “Nolo” jamás será borrada <strong>de</strong> nuestras memorias y fue una <strong>de</strong> las primeras vivencias que<br />
forjaron poco a poco la madurez necesaria para pasar <strong>de</strong> la irresponsable niñez a la gama <strong>de</strong><br />
sucesos que nos cincelan el carácter y nos preparan para la lucha diaria en el futuro.<br />
Aquella noche <strong>de</strong>l día que el “Nolo” falleció, víctima, según los médicos que dieron fe <strong>de</strong><br />
su muerte, <strong>de</strong> una congestión alimenticia por el hecho <strong>de</strong> lanzarse al agua recién comido,<br />
pero yo creo más que se enredó en algún matorral <strong>de</strong>l fondo <strong>de</strong> la presa, o quién sabe, pero<br />
lo real es que un amigo se nos fue producto <strong>de</strong> la vagancia y sed <strong>de</strong> aventura <strong>de</strong> unos niños,<br />
que necesitábamos vivir una experiencia para normar nuestro <strong>de</strong>ambular por esta vida. No<br />
digo con esto que ya no volvimos a “vagar”, pero siempre nos acompañaba el fatal suceso<br />
<strong>de</strong>l “Nolo”.<br />
En casa <strong>de</strong>l “Nolo”, su familia no alcanzaba consuelo, su madre se aferraba al cajón que<br />
contenía los restos <strong>de</strong> su hijo, maldiciendo en todas direcciones y principalmente a la bola<br />
<strong>de</strong> “vagos” que lo habían sacado <strong>de</strong>l trabajo para llevarlo a la vagancia y a su muerte; sus<br />
palabras nos caían como hierro fundido y nos hacían sentirnos culpables <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l<br />
compañero, que efectivamente a su escasa edad, como había aprendido inglés haciendo<br />
labores <strong>de</strong> “caddy” en el campo <strong>de</strong> golf, trabajaba en el motel que estaba a la orilla <strong>de</strong> la<br />
carretera Internacional y hasta allí fuimos a sonsacarlo, por lo que nosotros en cierta forma<br />
nos sentíamos culpables <strong>de</strong> que el “Nolo“, ese día aciago, nos acompañara en nuestra loca<br />
aventura.<br />
Por lo general los recuerdos siempre son dulces, sobre todo los que correspon<strong>de</strong>n a nuestra<br />
niñez, pero en el caso <strong>de</strong> la plebe <strong>de</strong>l barrio, hasta la fecha y transcurridos más <strong>de</strong> 50 años,<br />
aún retumban en los oídos <strong>de</strong> los que aún vivimos los gritos acusatorios <strong>de</strong> Doña María,<br />
que con su índice nos señalaba, culpándonos <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> su hijo.<br />
<strong>Junio</strong> <strong>de</strong> 1993…<br />
VISITE NUESTRA PAGINA WEB: Fotos y artículos varios www.elpitic.com<br />
5