Junio de 2012 - El Pitic
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4 Hermosillo, Son., junio <strong>de</strong> <strong>2012</strong><br />
a ojos <strong>de</strong> teCoLote...<br />
cuando los salineros, que así se llamaban a los Seris <strong>de</strong> la costa cercana,<br />
invadían la al<strong>de</strong>a para llevar a cabo sus matanzas y pillerías.<br />
Pasada la embestida regresaban, y curiosamente aliados poco a poco con<br />
miembros <strong>de</strong> otras tribus pacificadas que llegaban a guarecerse; unidos<br />
por su pacifismo y por el evangelio que les habían traído los padrecitos,<br />
crecía un núcleo abigarrado, que buscaba la manera <strong>de</strong> prepararse para<br />
repeler una nueva intrusión y no verse obligados a alejarse <strong>de</strong> un lugar <strong>de</strong><br />
promisión don<strong>de</strong> practicaban la agricultura y la cría <strong>de</strong> algunos animales.<br />
Una <strong>de</strong> esas veces, como en las fábulas humanas, acertó a pasar por el<br />
lugar un séquito en estos tiempos incomprensible, una veintena <strong>de</strong><br />
hombres: soldados y misioneros.<br />
Avistados al norte, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy lejos, por los correos que dieron noticia a los<br />
caciques <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a, tuvieron un singular y afectuoso recibimiento, buen<br />
refrigerio y la comodidad <strong>de</strong> un alojamiento hasta don<strong>de</strong> las condiciones<br />
lo permitían, en chozas <strong>de</strong> carrizo y lodo, ambos <strong>de</strong> la Ciénega cercana.<br />
Despunta el alba al día siguiente. La gente se ha levantado muy temprano.<br />
Crece la columnilla <strong>de</strong> humo que anuncia el perol <strong>de</strong>l rico <strong>de</strong>sayuno que<br />
han <strong>de</strong> servir las mujeres mayores.<br />
A media mañana, ya lavados en el lago, se ofreció una misa en el lugar.<br />
A falta <strong>de</strong> capilla, se aprovechó una choza amplia que se <strong>de</strong>stinaba a las<br />
reuniones <strong>de</strong> los indios, preparada para el efecto, completándose el techo<br />
y adornada con algunas flores que crecían en los márgenes <strong>de</strong> la laguna<br />
y en la pra<strong>de</strong>ra cercana.<br />
<strong>El</strong> oficio que resultó solemne por la entregada participación <strong>de</strong> todos<br />
los misioneros, por la reverencia y el respeto <strong>de</strong> los oyentes y por lo<br />
extraordinario <strong>de</strong> la ocasión, lo encabezó el misionero Jesuita itinerante <strong>de</strong><br />
la Or<strong>de</strong>n, que iba al mando <strong>de</strong>l grupo y evangelizaba el territorio y quien<br />
inspirado por las condiciones en que se encontraban, pronunció un cálido<br />
sermón, agra<strong>de</strong>ciendo a Dios la pródiga naturaleza <strong>de</strong>l lugar, invitando a<br />
la paz, la unidad y al trabajo, para el crecimiento en el evangelio <strong>de</strong> Cristo.<br />
De tal manera ardiente fue la homilía, que hasta los que no le entendieron<br />
se sintieron conmovidos y creyentes.<br />
Resultaba curioso ver aquel grupo, disímbolo y extraño; indios y<br />
peninsulares; el clérigos y soldados; conquistadores y conquistados,<br />
unidos por su visible fe.<br />
Terminado el ritual, el militar en jefe, que en aquel entonces recorría las<br />
llanuras en avanzadas punitivas contra los indios rebel<strong>de</strong>s y hoy protegía<br />
el peregrinaje <strong>de</strong> la misión religiosa; auxiliado en la propia autoridad <strong>de</strong>l<br />
misionero, cautivado por el promisorio y bello entorno <strong>de</strong>l paisaje, que<br />
era a<strong>de</strong>más a sus ojos <strong>de</strong> militar un sitio estratégico, y entusiasmado<br />
por la aparente reciedumbre <strong>de</strong> sus habitantes dirigió a los nativos un<br />
alentador mensaje, ofreciéndoles cuidados y respaldos.<br />
Les or<strong>de</strong>nó que nunca más <strong>de</strong>jaran <strong>de</strong> habitar ese lugar, y obteniendo<br />
juramento <strong>de</strong> ellos, les hizo solemne promesa <strong>de</strong> que en a<strong>de</strong>lante sería<br />
reconocido y protegido por el Rey <strong>de</strong> España, procediendo enseguida a<br />
darle nombre cristiano al poblado, fundando así, lo que acordó junto con<br />
los misioneros en llamar La Santísima Trinidad <strong>de</strong>l Pitiquín.<br />
Así <strong>de</strong> sencillo nació el <strong>Pitic</strong>, justo al lado <strong>de</strong>l río que le dio la vida así<br />
como su nombre. <strong>El</strong> recuerdo <strong>de</strong> estos ojos y el reporte escrito que hizo<br />
el militar <strong>de</strong>l hecho, y que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> siglos rescató hace poco para estas<br />
tierras Don Juan Antonio Ruibal Corella, ilustre varón, gran historiador y<br />
perdido enamorado <strong>de</strong> Sonora, son lo único que existe; lo <strong>de</strong>más es sólo<br />
ilusión.<br />
La mañana <strong>de</strong>l suceso era tranquila. <strong>El</strong> sol brillante irradiaba un calor<br />
que anunciaba con claridad la inclemencia <strong>de</strong>l verano que se avecinaba.<br />
Yo en aquel entonces empezaba a adquirir la costumbre <strong>de</strong> observar a<br />
los hombres y pu<strong>de</strong> advertir el temple estoico <strong>de</strong>l barbado militar, que<br />
proyectaba en sus ojos claros, ventanas <strong>de</strong> un rostro curtido y la certeza<br />
<strong>de</strong> estar cumpliendo con una misión para la que había sido elegido por<br />
el cielo.<br />
(Continuará en el próximo número)<br />
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