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J E S U S , MARIA, Y JOSEPH. D. C A R L O S I V .

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mas en h cárcel ele. su cama, y redimamos de la vejación que ra-decen<br />

con su indigencia y enfermedades. Creíble es , que para<br />

convencernos de esto nos propusiese nuestro amabilísimo Salvador;<br />

toda la idea de la verdadera caridad, y Christiana misericordia con<br />

el próximo en la asistencia y consuelo de un pobre enfermo , quai<br />

lo era el casi agonizante Samaritano; loque no admite duda es,<br />

decía el P. S. Gregorio Nazianzeho , (i) que si hemos de acreditar<br />

la excelencia y santidad del nombre de Christianos, por el<br />

qual somos denominados gente santa , real Sacerdocio , pueblo esco<br />

o-ido, singular, y de adquisición, observador de quantas obras,<br />

y prácticos anunciadores de las virtudes de aquel que de las tinieblas<br />

déla ignorancia se dignó: traernos à la.luz admirable de su noticia<br />

y conocimiento, no solo para que admiremos su humillación*,<br />

y su pobreza, mas también, para que imitemos su caritativa .ex ampiar<br />

misericordia , es necesario que nos compadezcamos del pobre<br />

enfermo, y tratemos de subvenir á su indigencia, conformándonos<br />

con lo que él mismo sobre esto con sus obras nos enseña. Porque<br />

si él ya como Padre amoroso , ya como Medico Sapientísimo,<br />

y ya como buen Pastor buscala ovejuela perdida , reduce á la errante<br />

y cura á la que halla enferma , ¿ qué impropio no sería , que<br />

n o s o t r o s sus siervos y discípulos practicásemos con nuestros consiervos<br />

, y hermanos lo contrario, solo porque ios vemos enfermos?<br />

j Y quanta no sería esta disonancia, y la inhumanidad de nuestro<br />

coraíon , si abundando en bienes de fortuna , sobrándonos no<br />

poco para el juego , para la vanidad , y aun para el fomento de<br />

nuestras pasiones, fuésemos escasos , y detenidos en gastar lo que<br />

verdaderamente es suyo con esos miserables? ¿Que os parece de<br />

esto, Hermanos mios ? ¿Será bien que mientras el pobre enfermo<br />

experimenta las grandes angustias de su penosa enfermedad , y la<br />

continua oenuria de su moietta escasez, haya entre nosotros quien<br />

atesore crecidas cantidades, y sumas considerables, no para sus<br />

hijos, hermanos , Ò amigos , porque no los tiene, si para que los<br />

herede un estraño , Ò los disfrute el mayor de sus enemigos ?<br />

en la ocasiou misma en que aquel infeliz g.me postrado en una<br />

cama, ó tal vez tirado por el suelo , molestado de un agudo dolor<br />

que le atormenta , fatigado con el calor de una ardiente fiebre<br />

(i) S. Gregor. Nadan, ub. sup.

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