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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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concretos, asentarse en cierto modo sobre ellos, tomarlos en posesión. Por otra parte, ningún<br />

orden de la propiedad privada puede "ser desvinculado de aquel original derecho al uso por<br />

parte de todos", ya que el derecho de la persona a los bienes necesarios para su propio<br />

desarrollo y conservación es un derecho natural inalienable que está "en la más íntima<br />

relación con la dignidad personal y con los derechos personales del ser humano" (Pío XII), y<br />

al que están subordinados "todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos los de<br />

propiedad y comercio libre" (PP 22). Cuando una persona se halla en extrema necesidad, se<br />

impone aquel superior derecho natural frente a cualquier orden positivo de la propiedad: "en<br />

extrema necesidad todas las cosas son comunes"186; arriesgado principio que plantea altas<br />

exigencias a la rectitud de intención, pero que en épocas de catástrofe puede actuar como<br />

liberación. Pío XII aplicó también estas reflexiones a la comunidad internacional, al declarar<br />

que es una injusticia el hecho de que los países ricos "tiendan a apropiarse las materias primas<br />

y fuentes de energía de utilidad común, hasta el punto de que queden excluidas de ellas otras<br />

naciones menos favorecidas" (cfr. también GS 69). Cuando el Papa Pablo VI recordó en la<br />

“Populorum progressio” (22-23) esta <strong>doctrina</strong> tradicional de la propiedad y la ratificó, causó<br />

sensación en el mundo, lo cual muestra hasta qué punto es desconocida la Doctrina Social<br />

Cristiana.<br />

2. La necesidad humana de los bienes materiales. Para poder vivir tenemos que desarrollar en<br />

cierto modo nuestro yo en el mundo material. En cuanto seres corporales, necesitamos de los<br />

bienes y servicios materiales, y no sólo para la elemental conservación de nuestra existencia o<br />

de nuestra especie (alimentación, vestido, vivienda), sino también para el desarrollo de una<br />

vida cultural noble. Toda cultura presupone en gran medida la provisión de bienes materiales:<br />

en el terreno de la higiene, de la educación, de la investigación y de la ciencia, del arte y del<br />

culto religioso. Por eso es demasiado pobre la definición de la economía como “función<br />

cultural de la previsión para el sustento corporal” (Werner Sombart), pues no sirve<br />

únicamente al consumo, sino también a todos los valores de la vida humana, y no debe ser<br />

despreciada como esencialmente "materialista". Su fin es el desarrollo de un "humanismo en<br />

el sentido total del término", que no cierra "los ojos a los valores del espíritu y a Dios que es<br />

la fuente de ellos", sino "que se abre al Absoluto" y tiende al "desarrollo integral de todo ser<br />

humano y de toda la humanidad" (PP 42).<br />

Cuanto más se desarrolla la civilización y la cultura tanto más aumentan las expectativas<br />

humanas y <strong>social</strong>es de bienes. La persona de la prehistoria tenía mucha más dificultad para<br />

satisfacer sus primitivísimas y elementales necesidades y se exponía al peligro mucho más<br />

que la actual, que es poderosa frente a la Naturaleza por obra de las ciencias naturales y de la<br />

técnica. "El ser humano primitivo tuvo que pasar terribles privaciones y trabajos. Y también<br />

angustias inimaginables ante los poderes de la Naturaleza, que él no comprendía y, a<br />

consecuencia de su gran capacidad de experiencia religiosa todavía no desarrollada, sentía el<br />

terrible temor de lo demoníaco. Algunas cosas de las que nos amenazan en la profundidad de<br />

nuestro inconsciente proceden de aquellos oscuros tiempos"187.<br />

En la provisión de medios materiales tienen actualmente una posición privilegiada los países<br />

industriales desarrollados. Un tercio de la población de la tierra dispone de más del ochenta<br />

por ciento de los bienes producidos en el mundo, mientras que los otros dos tercios de la<br />

humanidad tienen que contentarse con el veinte por ciento restante.<br />

186Tomás de Aquino, STh II-II, 66, 7.<br />

187R. Guardini, Der unvollständige Mensch, Düsseldorf, 1955, 1.<br />

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