doctrina social cristiana - Ordo Socialis
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1. La posición dominante del ser humano respecto al mundo de los bienes materiales. Como<br />
"horizonte y límite entre el mundo espiritual y corporal", el ser humano está en el centro de la<br />
Creación184. Dios le ha dado "la existencia en común con las piedras, la vida vegetativa en<br />
común con los árboles, la vida sensitiva en común con los animales y la vida intelectiva en<br />
común con los ángeles"185. Como la persona, por ser espiritual, está metafísicamente en un<br />
nivel superior al de las cosas, animales y plantas, tiene dominium naturale sobre toda la<br />
creación material, derecho dominativo que Dios le ha confirmado expresamente: "Henchid la<br />
tierra y dominadla" (Gen I, 28). En cuanto imagen de Dios, el ser humano está autorizado<br />
para mandar sobre la Creación y para convertir la tierra en un espacio vital digno de él y de<br />
las demás criaturas humanas. Cierto que en esta tarea no debe caer en la triple tentación del<br />
deseo de placer, del deseo de tener y del deseo de poder, de las que advierte la Escritura:<br />
"Todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y<br />
orgullo de la vida, no viene del Padre" (I Io 2, 16). Actualmente, la persona se ve amenazada<br />
no sólo por el materialismo práctico, sino por el peligro de abusar orgullosamente del poder<br />
sobre las fuerzas del cosmos –y, por tanto, también sobre las personas–, que la perfeccionada<br />
técnica ha puesto en sus manos. Sobre todo, el terrible abismo que existe (por ejemplo, en el<br />
caso de las bombas atómicas y de los misiles intercontinentales) entre la puesta en marcha<br />
aparentemente inofensiva del ingenio y las terribles consecuencias que de él se siguen, tal vez,<br />
en otra parte de la tierra. Ese abismo, que oculta la inmediatez de la responsabilidad humana,<br />
podría aumentar la tentación de un obrar irresponsable. Es necesario que el ser humano que<br />
ejerce poder sobre la Naturaleza, adquiera también dominio sobre sí mismo, para que las<br />
peligrosas fuerzas despertadas desde los oscuros abismos de la Naturaleza sean usadas en el<br />
temor de Dios y con conciencia moral. El cristiano ve en las cosas terrenas un regalo de Dios<br />
–aunque comparado con la redención y la gracia es sólo una pequeña "añadidura" (Mt 6, 33)–<br />
y opondrá a las tres tentaciones que amenazan en este punto la triple defensa recomendada en<br />
el Libro de Tobías: "Oración con ayuno y limosnas" (Tob 12, 8): la oración contra el “deseo<br />
de dominio y prestigio”, el ayuno contra el “deseo de placeres” y la limosna contra el “deseo<br />
de poseer” (cfr. GS 37).<br />
[En este contexto se ha incluir el "fenómeno del consumismo" incisivamente descrito por Juan<br />
Pablo II. Para evitarlo "es necesario dejarse guiar por una imagen integral de la persona, que<br />
respete todas las dimensiones de su ser y que subordine las materiales e instintivas a las<br />
interiores y espirituales" (CA 36). Por eso, la crítica se dirige "no tanto a un sistema<br />
económico como a un sistema ético-cultural". Si el fin de la economía se absolutiza de manera<br />
consumista con la consecuencia de que "la producción y el consumo de las mercancías ocupen<br />
el centro de la vida <strong>social</strong>", entonces "la causa hay que buscarla no sólo y no tanto en el<br />
sistema económico mismo, cuanto en el hecho de que todo el sistema sociocultural, al ignorar<br />
la dimensión ética y religiosa, se ha debilitado" (CA 39). "Es pues necesaria y urgente una<br />
gran obra educativa y cultural, que comprenda la educación de los consumidores para un uso<br />
responsable de su capacidad de elección, la formación de un profundo sentido de<br />
responsabilidad en los productores y sobre todo en los profesionales de los medios de<br />
comunicación <strong>social</strong>, además de la necesaria intervención de las autoridades públicas" (CA<br />
36).]<br />
Dios destinó originariamente los bienes de la tierra "a toda la familia humana" (QA 45), es<br />
decir, no a determinadas personas, como dio a cada uno su cuerpo. Por eso la persona, al<br />
querer poner por obra su dominio sobre el mundo material, tiene que apropiarse de bienes<br />
184Tomás de Aquino, In 3. Sent., Prol.<br />
185San Agustín, Civ. Dei, V, 11.<br />
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