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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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Desde comienzos del siglo XX, la fisiología y psicología laborales y la psicología empresarial<br />

han demostrado científicamente que vale la pena preocuparse de la dirección de personal y<br />

tener en cuenta dentro de las empresas y de las oficinas las características físicas y psíquicas<br />

del trabajador o empleado. Actualmente parece iniciarse, sin embargo, un cambio que se ha<br />

llamado "verdaderamente copernicano" (O. von Nell Breuning). Del mismo modo que en los<br />

laboratorios de las grandes empresas de química se ha pasado de la limitada investigación con<br />

fines bien determinados, a la investigación de los fundamentos sin finalidad definida, los<br />

directores de empresas y administraciones empiezan también a ser partidarios de la dirección<br />

de personal sin otra finalidad, es decir, de ver a priori en todo colaborador a la persona, al<br />

prójimo, y de tomar todas las medidas desde este punto de vista. La idea directriz que<br />

determina la dirección de personal no es, por tanto, la rentabilidad -en el sentido de un<br />

inteligente egoísmo-, sino la dignidad humana. De lo que resultará por lo demás que, a la<br />

larga, sólo con esta actitud podrá asegurarse el próspero desarrollo de las empresas.<br />

[En la "Centesimus annus" postula Juan Pablo II la idea rectora de "un orden <strong>social</strong> basado en<br />

el trabajo libre, en la empresa y en la participación" (CA 35). y en ese contexto afirma: "La<br />

Iglesia reconoce la justa función de los beneficios, como índice de la buena marcha de la<br />

empresa... Sin embargo, los beneficios no son el único indicador de la situación de la<br />

empresa. Es posible que los balances económicos sean correctos y que al mismo tiempo las<br />

personas, que constituyen el patrimonio más valioso de la empresa, sean humilladas y<br />

ofendidas en su dignidad. Además de ser moralmente inadmisible, esto no puede menos de<br />

tener reflejos negativos para el futuro, hasta para la eficiencia económica de la empresa. En<br />

efecto, finalidad de la empresa, no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien<br />

la existencia misma de la empresa como comunidad de seres humanos" (CA 35).]<br />

El reconocimiento de la dignidad humana no significa simple igualitarismo, sino igualdad de<br />

valores. El director no tratará, por tanto, a su colaborador con una superioridad patriarcal, sino<br />

que será noble y justo con todos. En esto tienen un fino olfato obreros y obreras. Un ejemplo:<br />

una obrera solicita una entrevista con el director. Durante la conversación, éste último hace<br />

girar una plaquita de metal en el campo visual de la visitante: "¡Sea breve!". La obrera<br />

comentó después: "Comprendo que el director tenga poco tiempo, pero debería decirlo él<br />

mismo, porque hay una persona delante de él. No debería usar para ello una plaquita de<br />

metal".<br />

b) La dirección de personal no es posible con debilidad y sentimentalismo; supone más bien el<br />

ejercicio de la autoridad. Esto no significa que el obrero tenga que ser considerado como<br />

"mero súbdito", "destinado a ser un mudo receptor de órdenes sin derecho a exponer sus<br />

propios deseos y experiencias" (MM 92). Un reglamento empresarial que "atrofiara el sentido<br />

de responsabilidad del obrero o paralizara sus fuerzas creadoras" estaría en contradicción con<br />

la justicia "incluso en el caso de que la producción de bienes fuera muy alta y la distribución<br />

se hiciera conforme a derecho y justicia" (MM 83). El obrero no debe estar presente en la<br />

empresa sólo físicamente, como fuerza laboral orientada al sueldo de su rendimiento; más<br />

bien es decisiva su presencia personal. Por tanto, "hay que convertir a la empresa en una<br />

auténtica comunidad humana" (MM 91), lo que supone "colaboración, respeto mutuo y buena<br />

voluntad" (MM 92).<br />

A la autoridad del superior corresponde, por otra parte, la obediencia del subordinado.<br />

Subordinarse por libre decisión no está en contradicción con la imagen <strong>cristiana</strong> de la persona,<br />

ni afecta a la posición subjetiva de ésta en la empresa. En una empresa cuyo clima moral y<br />

humano sea sano, obreros y obreras que tal vez vivan personalmente en el caos, pueden<br />

experimentar la necesidad y el sostén de un orden justo y duradero. De hecho se puede<br />

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