doctrina social cristiana - Ordo Socialis
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eferido a la libertad. En el ocio hay en efecto dos libertades: primero, la liberación del trabajo<br />
en sentido estricto. La persona necesita el descanso, el sábado, el domingo, las vacaciones, el<br />
permiso. A ello se añade que el descanso debe dar a la persona fuerzas para usar del resto de<br />
tiempo libre, convirtiéndolo en ocio perfeccionador de la vida, es decir, en verdadero ocio.<br />
Para la mayoría de la gente el trabajo profesional no es acción creativa ni verdadera alegría,<br />
sino fastidio y molestia. Precisamente a estas personas debe el ocio conceder la libertad de<br />
desarrollar todos sus valores personales, incluso los que en la vida profesional quedan más o<br />
menos baldíos. Tiempo libre es más que disponer libremente; es ser libre. En qué medida<br />
puede el ocio enriquecer a la persona, se manifiesta al situarla en sus cuatro sectores<br />
relacionales: en su mundo interior, en su ambiente, en sus relaciones <strong>social</strong>es y en su mundo<br />
sobrenatural.<br />
a) El ocio debe conceder a la persona tiempo para enriquecerse interiormente. Para ello la<br />
persona necesita sin duda recogimiento, silencio. Por desgracia, muchas personas no soportan<br />
ya estar consigo mismas; huyen al aturdimiento, al ruido, al placer. En este sentido el<br />
verdadero ocio puede influir saludablemente, ayudando a la persona a volver a encontrarse en<br />
sí misma, ocupándose, por ejemplo, de cuestiones sobre la concepción del mundo, la poesía,<br />
el arte o la música. La actividad intelectual no conoce el descanso.<br />
b) La persona debe emplear su tiempo libre para la vivencia del mundo que le rodea. La<br />
relación de mucha gente con la naturaleza es vacía y superficial A pesar de los progresos de<br />
las ciencias naturales, los misterios de la naturaleza permanecen cerrados para muchos. Las<br />
horas de ocio dan al ser humano la posibilidad de entrar en contacto con la naturaleza,<br />
creadora y contemplativamente. Contemplativamente: pasear y viajar pueden proporcionar a<br />
los días libres un fecundo quehacer, siempre que no sean un correr de aquí para allá, como<br />
ocurre en ciertas excursiones, que no son más que la continuación en el tiempo libre del estilo<br />
mecánico de la fábrica. Hay que abrir más bien los ojos y el corazón a la belleza de la<br />
naturaleza y descubrir la riqueza histórica del paisaje. En las horas de ocio, la persona puede<br />
intentar también conformar el entorno creativamente (trabajos manuales, jardinería,<br />
carpintería, etc.). Importa poco que ella se quede en diletante, pues diletante viene del italiano<br />
dilettare (amar), y tales aficiones dan alegría y elevan el sentimiento de la propia dignidad.<br />
c) En el tiempo de ocio la persona debe entregarse a quienes le rodean y especialmente a su<br />
familia. La vivencia del ocio ha de estar incorporada en la medida de lo posible a la familia,<br />
sobre todo ahora que el lugar de trabajo y el hogar están, la mayoría de las veces, separados.<br />
El padre no sólo tiene que cumplir su profesión laboral, sino su profesión paternal dentro de la<br />
familia. Aunque sólo fuera por esta razón, la persona de nuestros días necesita más tiempo<br />
libre que, por ejemplo, un campesino del siglo XVIII para quien todavía existía identidad de<br />
hogar y trabajo y podía educar a sus hijos en el trabajo común. Desde la familia la persona<br />
podrá vivir con sentido su ocio en otros círculos de sus relaciones <strong>social</strong>es, sobre todo en la<br />
parentela, en la vecindad y en el círculo de amigos con idénticas ideas y convicciones.<br />
Un papel importante en este punto lo juega el deporte. En esta actividad muchos viven la<br />
amistad y la comunidad. Aprenden a ordenarse y a jugar juntos, a ser humildes en la victoria y<br />
a resignarse en la derrota. En el deporte no se distingue entre ricos y pobres, clase alta y baja.<br />
Supera las luchas entre clases y Estados nacionales. Por eso no debe quedar atrapado entre los<br />
bloques políticos.<br />
d) Sería sin duda una vana empresa pretender dar contenido al ocio desde la mera idea de<br />
humanismo. Sin anclar en lo religioso no es posible el auténtico desarrollo de la personalidad<br />
ni la verdadera cultura del espíritu. Así, el ocio encuentra su más bello cumplimiento en la<br />
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