doctrina social cristiana - Ordo Socialis
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§ 3 Trabajo y ocio<br />
1. La problemática del tiempo libre. El desarrollo industrial, además de procurar al hombre<br />
bienes y servicios cada vez más abundantes, ha acortado simultáneamente el tiempo de<br />
trabajo, de forma que se suele hablar de la "futura era del tiempo libre". Tanto la jornada de<br />
trabajo como la duración total del trabajo se han abreviado. El tiempo libre no carece, sin<br />
embargo, de problemas.<br />
a) Ante el dilema: ¿más tiempo o más consumo?, muchos desearían ambas cosas a la vez. El<br />
aumento de la productividad de la economía moderna hace de hecho posible que ambas cosas<br />
puedan, en cierta medida, ser conseguidas simultáneamente. Otros se decidirían a renunciar al<br />
aumento de tiempo libre, para de ese modo poder elevar el nivel de vida<br />
desproporcionadamente, postura sospechosa que nace de una supravaloración de lo material.<br />
Raras veces en la historia se ha trabajado tanto y tan obstinadamente como en la era industrial,<br />
actitud que en otras épocas habría parecido una locura. En el Occidente preindustrial hubo<br />
durante siglos cincuenta días de fiesta aparte de los domingos, con lo que estaba lograda la<br />
"semana de cinco días"; como es sabido, tal hecho es uno de los más graves reproches que se<br />
hicieron contra la Iglesia en el siglo XIX, verdaderamente poseído por el trabajo; sin<br />
embargo, hay que añadir que el carácter religioso de los días de fiesta preparaba a los hombres<br />
a usar de su ocio con sentido. Actualmente, la excesiva valoración que se concede al alto nivel<br />
de vida cierra a muchas personas el acceso al tiempo libre disfrutado con sentido. El tan<br />
practicado estar dispuesto siempre a trabajar más, y a trabajar los domingos, apunta en la<br />
misma dirección. Otros tratan de desplazar el centro de gravedad de su vida a un tiempo libre<br />
siempre creciente y reducido al pasatiempo. Sin embargo, se lamentan a la vez de que la<br />
cantidad de placeres se convierte a la larga en tedio más que en alegría, conforme al cínico y<br />
conmovedor dicho de Charles Baudelaire: "Hay que trabajar, si no por gusto a ello, por<br />
desesperación. Pues, en último término, el trabajo es menos aburrido que el placer"160 El<br />
ethos del trabajo y el ethos del tiempo libre se condicionan mutuamente.<br />
b) También es problemática la creciente influencia de los llamados poderes del tiempo libre,<br />
entre los cuales se cuentan sobre todo la industria de espectáculos públicos, a la que<br />
podríamos denominar "industria de consumo de cultura". Sus representantes siempre<br />
manifiestan que dependen del gusto y voluntad del nuevo mecenas "masa" y que -incluso por<br />
razones de rentabilidad- tienen que "adaptarse" al gusto de ese mecenazgo. El que va al cine,<br />
por ejemplo, no pretende ver una buena obra de arte, sino huir de la vida diaria refugiándose<br />
en el ensueño, la magia de la pantalla, donde puede reír y llorar, amar y odiar y, a la vez,<br />
satisfacer su afición a los espectáculos. El medio del tiempo libre se ha convertido en un<br />
nuevo e importante mercado de consumo. No pocos se dejan fascinar por los métodos de<br />
sugestión de los modernos poderes del tiempo libre, hasta el punto de que la libertad interior<br />
del tiempo libre está amenazada. Aunque es falso generalizar lo que la mayoría de las veces<br />
llama la atención en la calle y presentarlo como la forma de vida de la totalidad, el tiempo<br />
libre se ha convertido sin duda en un importante problema <strong>social</strong> de la sociedad industrial<br />
desarrollada.<br />
2. El tiempo libre como tarea. Aunque cualquier tiempo de la persona, tanto el trabajo como el<br />
tiempo libre, tiene que estar bajo el signo de la libertad, el ocio está sin duda especialmente<br />
160 Baudelaires intime Tagebücher, Bildnisse und Zeichnungen, Múnich, 1920, 42.<br />
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