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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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modo indeclinable tenga que decidir definitivamente con la vista puesta en Cristo entre el<br />

matrimonio y la soltería.<br />

Por lo demás, no todos los que permanecen solteros son llamados a la virginidad por amor a<br />

Cristo, pues "de aquella renuncia voluntaria por amor al reino de Dios el mismo Señor dijo:<br />

No todos entienden estas palabras, sino sólo aquellos a quienes ha sido dado entenderlas"147.<br />

Muchas mujeres viven durante años esperando el matrimonio hasta que caen en la cuenta de<br />

que les ha sido negado el amor de un varón y la dicha de una familia propia. A menudo<br />

comienza entonces un "cruel y angustioso indagar para descubrir en el propio rostro el rasgo<br />

que aleja a los hombres de ellas o tal vez, desilusionados, les aparta"148. En su difícil lucha,<br />

estas mujeres tendrían que abrirse a la confianza de que también detrás de su rostro están la<br />

bondad y el amor de Dios.<br />

"La joven <strong>cristiana</strong>, dijo Pío XII el 21 de octubre de 1945, que contra su intención se queda<br />

soltera, pero que cree sólidamente en la Providencia del Padre celestial, reconoce en medio de<br />

los ajetreos de la vida la voz de su Maestro: el Maestro esta ahí y te llama". En lugar de<br />

convencerse de que está condenada a una vida inútil y sin sentido, aparece valientemente en la<br />

vida pública y toma sobre sí "múltiples y combativas tareas" que "son incapaces de cumplir<br />

las mujeres ocupadas por los asuntos de su familia y la educación de sus hijos o por las<br />

sometidas al santo yugo de la regla religiosa"149.<br />

En siglos anteriores se creía que la mujer necesitaba de la protección de un "hombre o de un<br />

muro" (aut maritus, aut murus), de manera que tenía que elegir entre dos formas de vida: la de<br />

la familia, dirigida por el marido, o la del convento rodeado de un muro. Hoy se ha impuesto<br />

en el mundo cada vez más la despierta independencia de la mujer. No se deja ya encerrar en la<br />

cocina, la casa o el convento (las tres "c"). La época del industrialismo necesita de la mujer no<br />

sólo en la casa o en el claustro, sino también en su actuación pública. En una población de<br />

4336 millones de personas en el año 1980 se encontraban en edad de trabajar entre los 15 y 65<br />

años, 2515 millones de personas. Según el informe de la FAO en Roma, había 1815 millones<br />

de empleados. De estas cifras se deduce que la cuota de empleabilidad es del 72%, lo cual nos<br />

da una idea de cual era la participación en el mundo laboral, a pesar de que estas cifras<br />

representen una valoración no del todo exacta.<br />

147 Pío XII, 29. 10. 1951 (UG 1089)<br />

148 I. Görres, Von Ehe und Eisamkeit. Donauwörth, 1949, 41.<br />

149 Pío XII, 21. 10. 1945 (UG 1351, 1368)<br />

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