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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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torno al fuego del hogar. En los hogares modernos, la mesa familiar ha sustituido al fuego de<br />

las chimeneas que, "racionalizadas" en estufas de gas o eléctricas, están arrinconadas en la<br />

cocina y no pueden ser ya lugares de diálogo. Por desgracia, sobre muchas familias ha caído<br />

sin embargo un problemático silencio que no permite ya la conversación cordial y personal de<br />

los tiempos del noviazgo y de los primeros años del matrimonio. Durante semanas no se habla<br />

más que de negocios, del coste del mantenimiento de la casa. Es un mutismo cargado de<br />

tensiones, y no el silencio al que hace referencia Romano Guardini cuando dice: "Nada une<br />

tanto como estar juntos en silencio". Hay un mutismo de unos con otros y unos contra otros,<br />

aunque la tensión exista sólo entre padre y madre o entre los padres e hijos mayores o entre<br />

los propios hijos.<br />

c) El hogar común y la mesa común condicionan la economía doméstica común, con lo que se<br />

toma conciencia de una tercera e importante función de la familia en su cuidado del sustento<br />

material. En la familia moderna la comunidad de economía se limita en general a los cuidados<br />

de la casa y vestido y a la preparación de las comidas. El hogar familiar no es ya lugar de<br />

producción, dado que la vida económica, con su alta industrialización y división del trabajo,<br />

ha llevado a que la mayoría de las familias compren casi todo lo que necesitan y a que el<br />

padre y, a menudo, incluso la madre y los hijos mayores, ganen unos ingresos para mantener<br />

la familia trabajando fuera de casa. El hogar y el lugar de trabajo están separados la mayoría<br />

de las veces incluso por muchos kilómetros, de modo que la madre y los hijos no conocen el<br />

lugar de trabajo del padre. Lo que antiguamente significaba el patrimonio para asegurar la<br />

existencia de la familia, lo es hoy el puesto de trabajo profesional dentro de la vida <strong>social</strong> y<br />

económica y el salario o ingresos regularmente asegurados para trabajadores, empleados y<br />

funcionarios. La buena formación profesional sustituye en cierto modo al patrimonio<br />

necesario en la época preindustrial para la existencia de la familia. Esta evolución no es de<br />

suyo contradictoria con la esencia de la familia, ya que ésta no tiene por qué ser una unidad<br />

autárquica de producción en el terreno económico.<br />

Como el hombre trabaja la mayoría de las veces fuera de casa, la economía familiar, aunque<br />

cada vez más los maridos están dispuestos a la colaboración, está bajo el gobierno de la<br />

mujer, hasta el punto de que se suele hablar de un nuevo "matriarcado de las grandes<br />

ciudades", de un "gobierno de las mujeres" como parte constitutiva de la "forma de vida de las<br />

grandes ciudades modernas"129. El gobierno de la economía familiar plantea grandes<br />

exigencias a la mujer, hasta tal punto que se ha dicho en broma que un hombre cuya mujer se<br />

perdiera de repente tendría que poner el siguiente anuncio: "Busco mujer para las labores de<br />

casa. Tiempo de trabajo: de quince a diecisiete horas diarias, incluidos domingos y días<br />

festivos. No se garantiza el descanso nocturno. Formación o buenos conocimientos en cocina,<br />

costura y todos los trabajos domésticos y también en contabilidad, higiene, puericultura y<br />

jardinería. Sana, alegre, independiente, condescendiente y laboriosa. Sin pretensiones de<br />

sueldo o de vacaciones" (Ruth Dirx)130. La Audiencia Territorial de Oldenburgo ha<br />

calculado que el trabajo sin salario de un ama de casa (con una jornada laboral semanal de 46<br />

horas) asciende mensualmente a 1425 DM131. El Tribunal Supremo determinó en 1982 que<br />

la media de la jornada laboral de un ama de casa es de 60 horas semanales132.<br />

129 W. Brepohl, Der Aufbau des Ruhrvolkes im Zuge der Ost-West-Wanderung. Recklinghausen 1948, 220.<br />

130 Welt der Arbeit, 15. 11. 1957..<br />

131 KNA 15. 2. 1977, Nr. 7-8.<br />

132 BGH v. 8. 6. 1982, VI ZR 314/80.<br />

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