doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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08.05.2013 Views

ejemplo en la encíclica "Quadragesimo anno", que la justicia social tiene que regir "las instituciones políticas y sociales" y que el amor social tiene que actuar como "alma de ese orden". Los grupos sociales han de concienciarse "de su solidaridad como miembros de una gran familia, como hijos de uno y el mismo Padre celestial" y sentirse "como un cuerpo en Cristo" (QA 137). Se supone aquí que el hombre puede cumplir los deberes del amor social en virtud del amor a Dios y al prójimo que los abarca. A diferencia del amor matrimonial, filial, fraterno o amical, el amor social, entendido en sentido estricto, es la afirmación y reconocimiento comunitario, benevolente y sacrificado, tanto de los valores existentes en los vínculos y formaciones sociales como de la participación en el bien común correspondiente a los individuos y a los grupos. El amor social está dispuesto a servir desinteresadamente al bien común y no envidia a nadie por su posición social. Al amor social le están impuestas importantes tareas, especialmente en las relaciones de clases, profesiones, grupos y estamentos entre sí. El amor social se esfuerza por superar conflictos a base de compromisos. El amor social ve y busca lo unificador y lo común. Quita la frialdad y el rigor a las exigencias de la justicia. Nada le contradice más que el odio entre clases. Aunque la lucha de clases, dentro de ciertos límites, no lesiona sin más al amor social, la justicia y el amor social exigen en esta situación, sin embargo, hacer lo posible para suprimir la división de clases mediante una nueva ordenación de la situación social (ver QA 114). Por lo demás, el amor social preparará frecuentemente el camino a la justicia y al derecho social. "La justicia de hoy es el amor de ayer; el amor de hoy es la justicia de mañana"88 El fin que mueve a la doctrina social cristiana es un orden social "fundamentado en la verdad, edificado conforme a los principios rectores de la justicia, lleno de un amor vivo y, por último, realizado en libertad". "Las relaciones individuales e internacionales han de obedecer al amor y no al temor, porque ante todo es propio del amor llevar a los hombres a una sincera y múltiple colaboración de la que tantos bienes, materiales y espirituales, se derivan"89 Esta doctrina distingue "entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el que yerra, el cual conserva siempre la dignidad de la persona incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa" (GS 28). 88 Martin Gillet, "Justice et Charité", en: Semaine Sociale de France, 1928, 132. 89 Juan XXIII, Pacem in Terris, Partes III y V. 44

SEGUNDA PARTE: CONTEXTURA DEL ORDENAMIENTO DE LA SOCIEDAD La Doctrina Social Cristiana no se contenta con elaborar principios de la filosofía y la teología sociales. Investiga también sobre la contextura múltiple del ordenamiento de la sociedad humana, tal como ella se nos manifiesta en las familias, profesiones, municipios, sindicatos, asociaciones, Estados, etc. En la caleidoscópica multiplicidad de relaciones y formaciones sociales pueden reconocerse estructuras esenciales supratemporalmente válidas que, sin embargo, sólo se realizan en las situaciones respectivas sometidas a cambios continuos. Este hecho pone de manifiesto de un modo patente la tensión que existe siempre entre forma esencial e historicidad. Los órdenes sociales como, por ejemplo, el económico o estatal, tienen sus propias leyes; "funcionan" de alguna manera incluso donde es negada la existencia del legislador divino, como pudo ser el caso en los antiguos Estados bolcheviques. Sin embargo, en esos casos la persona está expuesta al peligro de ser degradada a simple objeto de los procesos económicos y sociales. SECCIÓN PRIMERA: MATRIMONIO Y FAMILIA CAPÍTULO PRIMERO: EL MATRIMONIO El matrimonio puede ser interpretado desde la filosofía, la sociología, la psicología, la medicina, el derecho y la teología, de forma que su estudio puede correr el riesgo de quedarse en un variopinto inventario de información procedente de las diferentes áreas de estudio. Como toda forma esencial, también el matrimonio es una totalidad pese a reflejarse en ella los más diversos estratos de la persona como ser compuesto de cuerpo y alma. Sin embargo, como no podemos contemplar las esencias intuitivamente en un solo golpe de vista, sino que tenemos que descubrir con esfuerzo y explicar sus estructuras, vamos a distinguir diez áreas relevantes para una correcta interpretación del matrimonio, sin olvidar que, en el fondo, se trata de diversos puntos de vista sobre una totalidad que llamamos matrimonio. §1 La sexualidad 1. La sexualidad, que no ha de ser equiparada a la pulsión sexual, se presenta en el ser humano como la polaridad de lo masculino y lo femenino, y es un supuesto fundamental del matrimonio. Es algo más amplio que la pulsión sexual, determina la dinámica biológica de ambos sexos y penetra todo el comportamiento físico-espiritual del varón y de la mujer, lo cual se manifiesta en el pensar y en el obrar, en el sentimiento, en el ánimo e, incluso, en la relación con Dios. Mientras que la idiosincracia de la persona está más orientada a la actividad, el ser de la mujer, condicionado por la maternidad, tiende a la entrega y a la constante referencia a un tú. El varón no es, por tanto, norma para la mujer, aunque algunas mujeres adultas y jóvenes, debido a su gran capacidad de adaptación, toman al varón como norma, consciente o inconscientemente -especialmente en el trabajo profesional fuera de casa. Por lo demás, no se debe exagerar la diversidad anímica entre ambos sexos. El fundamento esencial humano es el mismo en el hombre y en la mujer. En su masculinidad o femineidad, ambos sexos son "imagen de Dios". A los dos les ha dado Dios la misma dignidad y los mismos derechos inalienables. Dios es del mismo modo para el varón y para la mujer, "el Creador que les llama y les ama". Ambos deben escucharle, responderle y servirle. Ambos 45

ejemplo en la encíclica "Quadragesimo anno", que la justicia <strong>social</strong> tiene que regir "las<br />

instituciones políticas y <strong>social</strong>es" y que el amor <strong>social</strong> tiene que actuar como "alma de ese<br />

orden". Los grupos <strong>social</strong>es han de concienciarse "de su solidaridad como miembros de una<br />

gran familia, como hijos de uno y el mismo Padre celestial" y sentirse "como un cuerpo en<br />

Cristo" (QA 137). Se supone aquí que el hombre puede cumplir los deberes del amor <strong>social</strong> en<br />

virtud del amor a Dios y al prójimo que los abarca. A diferencia del amor matrimonial, filial,<br />

fraterno o amical, el amor <strong>social</strong>, entendido en sentido estricto, es la afirmación y<br />

reconocimiento comunitario, benevolente y sacrificado, tanto de los valores existentes en los<br />

vínculos y formaciones <strong>social</strong>es como de la participación en el bien común correspondiente a<br />

los individuos y a los grupos. El amor <strong>social</strong> está dispuesto a servir desinteresadamente al<br />

bien común y no envidia a nadie por su posición <strong>social</strong>. Al amor <strong>social</strong> le están impuestas<br />

importantes tareas, especialmente en las relaciones de clases, profesiones, grupos y<br />

estamentos entre sí. El amor <strong>social</strong> se esfuerza por superar conflictos a base de compromisos.<br />

El amor <strong>social</strong> ve y busca lo unificador y lo común. Quita la frialdad y el rigor a las<br />

exigencias de la justicia. Nada le contradice más que el odio entre clases. Aunque la lucha de<br />

clases, dentro de ciertos límites, no lesiona sin más al amor <strong>social</strong>, la justicia y el amor <strong>social</strong><br />

exigen en esta situación, sin embargo, hacer lo posible para suprimir la división de clases<br />

mediante una nueva ordenación de la situación <strong>social</strong> (ver QA 114). Por lo demás, el amor<br />

<strong>social</strong> preparará frecuentemente el camino a la justicia y al derecho <strong>social</strong>. "La justicia de hoy<br />

es el amor de ayer; el amor de hoy es la justicia de mañana"88 El fin que mueve a la <strong>doctrina</strong><br />

<strong>social</strong> <strong>cristiana</strong> es un orden <strong>social</strong> "fundamentado en la verdad, edificado conforme a los<br />

principios rectores de la justicia, lleno de un amor vivo y, por último, realizado en libertad".<br />

"Las relaciones individuales e internacionales han de obedecer al amor y no al temor, porque<br />

ante todo es propio del amor llevar a los hombres a una sincera y múltiple colaboración de la<br />

que tantos bienes, materiales y espirituales, se derivan"89 Esta <strong>doctrina</strong> distingue "entre el<br />

error, que siempre debe ser rechazado, y el que yerra, el cual conserva siempre la dignidad de<br />

la persona incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa"<br />

(GS 28).<br />

88 Martin Gillet, "Justice et Charité", en: Semaine Sociale de France, 1928, 132.<br />

89 Juan XXIII, Pacem in Terris, Partes III y V.<br />

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