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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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Cada formación <strong>social</strong>, por ejemplo una ciudad o una universidad, tiene su especial bien<br />

común. Pero cuando se habla del bien común sin más, se alude al bien común de la "sociedad<br />

perfecta" del Estado; es el conjunto de las instituciones y situaciones que posibilitan al<br />

individuo y a las pequeñas comunidades perseguir en ordenada cooperación el cumplimiento<br />

de los fines queridos por Dios (el desarrollo de la personalidad y la construcción de los<br />

ámbitos culturales). Aquí hay que tener naturalmente en cuenta que en esta época de<br />

relaciones mundiales, el bonum commune, que hasta ahora solía limitarse al Estado, "se<br />

universaliza cada vez más e implica por ello derechos y obligaciones que afectan a todo el<br />

género humano" (GS 26; ver también 74).<br />

§ 2. El respeto a la dignidad personal<br />

1. Sería un funesto error exagerar la analogía del organismo hasta abusar del principio del<br />

bien común, aniquilando la libertad y dignidad de la persona. Un organismo viviente y la<br />

sociedad pertenecen a dos ámbitos del ser específicamente diversos. La célula se realiza<br />

plenamente en el servicio al organismo. El hombre, sin embargo, ha de permanecer siempre<br />

como sujeto de los procesos <strong>social</strong>es.<br />

Sin embargo, desde el siglo XIX muchos sociólogos se han inclinado a interpretar<br />

biológicamente la analogía del organismo. Augusto Comte llamó a la sociología, "física<br />

<strong>social</strong>" e incluso habló de una "anatomía <strong>social</strong>". Paul Lilienfeld vio en la sociedad un<br />

organismo real con sistema nervioso <strong>social</strong>, sustancia intercelular <strong>social</strong>, dificultades de<br />

crecimiento y fenómenos de atrofia. También algunos científicos cristianos se dejaron llevar,<br />

en la lucha contra la concepción individualista de la sociedad, a formulaciones que son<br />

equívocas y sospechosas. Aún se puede entender que Mathias Scheeben hable de la unidad<br />

"cuasi substancial" del género humano30, o que Dietrich von Hildebrand niegue a la<br />

comunidad el carácter substancial, pero le reconozca un "ser de índole substancial"31, aunque<br />

tales expresiones sean arriesgadas. Es, sin embargo, insostenible que Rudolf Kaibach llame a<br />

lo <strong>social</strong> "ser sustantivo", "substancia completa"32.<br />

2. Frente a estas equívocas formulaciones hay que proponer, para salvaguardar la dignidad<br />

personal, tres principios:<br />

a) Sólo la persona individual es substancia, mientras que la sociedad es una unidad real,<br />

relacional y de orden (relatio realis). Fuera de los individuos, e independientemente de ellos,<br />

no existe la sociedad. En la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, la unidad es de índole especial<br />

y no comparable. Pues Cristo hace "participar a la Iglesia en su vida sobrenatural, penetra<br />

todo su cuerpo con su virtud divina y alimenta y mantiene a cada miembro", de forma que la<br />

denominación "cuerpo místico" excluye todo cuerpo natural, "sea uno físico, sea uno llamado<br />

moral"33 Es, por tanto, inadmisible sacar conclusiones de la estructura del Cuerpo Místico de<br />

Cristo para interpretar las estructuras <strong>social</strong>es naturales.<br />

b) La primacía del bien común sobre el bien particular vale sólo en la medida en que la<br />

persona está obligada como miembro de una determinada formación <strong>social</strong>. El ser humano es<br />

30 M. Scheeben, Handbuch der katholischen Dogmatik, II. 1980, 626.<br />

31 D. von Hildebrand, Metaphysik der Gemeinschaft, 2ª ed., Ratisbona, 1955, 179.<br />

32 R. Kaibach, Das Gemeinwohl und seine ethische Bedeutung, Düsseldorf, 1928, 44.<br />

33 Pío XII, Encíclica Mystici Corporis [AAS, 53 (1943), 218, 221].<br />

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