doctrina social cristiana - Ordo Socialis
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trate de la familia (societas domestica), del Estado (societas civilis) o del ámbito social existente entre los individuos y el Estado (quae in eius velut sinu iunguntur societates, RN 37). 2. Por otra parte, la sensibilidad lingüística alemana distingue en numerosas formaciones de palabras la Gemeinschaft (comunidad) -unión personal y sentimental- de la Gesellschaft (sociedad) -organización finalista. Llamamos al matrimonio comunidad de vida, y no sociedad de vida. Hablamos de la comunidad doméstica, de la comunidad educadora, de la comunidad de la gracia, de la comunidad o comunión de los santos, y hablamos sin embargo, de sociedad anónima, de sociedad industrial, etc. Por lo demás, el lenguaje al uso no es unívoco. Aunque hablamos, por ejemplo, de comunidades religiosas, a los jesuitas se les llama "Sociedad de Jesús", y a los misioneros de Steyl los denominamos "Sociedad del Verbo Divino". En el derecho alemán de sociedades, al consorcio de varias empresas se le llama Gewinngemeinschaft o Interessengemeinschaft (comunidad de ganancias o de intereses, respectivamente). 3. El contraste "comunidad — sociedad", que aparece ya en Schleiermacher y en el romanticismo (Adam Müller), entra en la ciencia sobre todo por obra de Ferdinand Tönnies (†1936). Su libro Comunidad y Sociedad (1887) pasó al principio casi inadvertido, hasta que, antes de la Primera Guerra Mundial, los movimientos juveniles volvieron a encontrar su propio lema en la oposición "comunidad-sociedad". En 1912 apareció el libro en segunda edición, y en 1935, en la octava. Numerosos sociólogos de la cultura -sobre todo en los tres primeros decenios del siglo XX- recogieron el pensamiento de Tönnies. Max Weber habló de "mancomunación" y "socialización"; Herman Kantorowicz, de "relaciones vitales irracionales"; Wilhelm Hellpach, de “estructuras generativas" y "estructuras constitutivas". Por obra de August Pieper y Anton Heinen, la especial acentuación de la vinculación comunitaria emocional y viva ganó influencia decisiva frente al finalismo artificial de la organización, incluso en la tarea de formación desarrollada por la “Asociación Popular para la Alemania Católica”. Después de la Segunda Guerra Mundial, Tönnies volvió a pasar a segundo plano, ya que la sociología alemana se apartó de la especulativa sociología cultural y puso en primer plano - influida por los métodos estadounidenses- la investigación empírica de la sociedad. René König sentenciaba en 1955 que de la antinomia "comunidad-sociedad" no quedaba siquiera un "montón de ruinas, sino sólo una gran confusión", que no tenía nada que ver con "la historia ni con la realidad"14. Llama la atención, sin embargo, que la antinomia de Tönnies siga influyendo todavía bajo nombres nuevos: numerosos sociólogos suelen contraponer los "órdenes primarios" de la familia, la vecindad, el gremio, la aldea, a los anónimos "sistemas secundarios", que no se dirigen a toda la persona, sino a un aspecto de su existencia, por ejemplo, el de miembro de un turno de trabajo, el de beneficiaria de seguros sociales, etc. 4. El punto de partida de Tönnies es que, de la "voluntad natural" que comprende la disposición de ánimo, los sentimientos y la conciencia moral de la persona, nacían formas de vinculación esencial y ontológica -las comunidades de sangre (familia, parentela, estirpe y linaje), de espacio (vecindad, aldea) y de espíritu (amistad)-, mientras que la "libre voluntad", orientada a la relación fin-medios, ha generado formas fruto de la arbitrariedad (sociedades): "La comunidad es entendida como basada en la común voluntad natural, y la sociedad como 14 Kölner Zeitschrift für Soziologie, 7 (1955), 375 ss. 20
producida por la común voluntad libre"15. La voluntad natural repercute en las comunidades como costumbre, fe, armonía, uso y religión; mientras que la voluntad libre produce en las sociedades el contrato, el estatuto y la convención. 5. Desde el punto de vista crítico, hay que oponer a la antinomia de Tönnies, que es insostenible la idea implícita, en él fundamental, de que las fuerzas emocionales e inconscientes de la persona son buenas, y el espíritu razonable y ordenador es sospechoso. Tönnies interpreta la constitución de la comunidad desde la exclusiva vivencia subjetiva, y no contempla la estructura óntica (la substancialidad y personalidad) de la persona en cuanto requisito y meta de toda comunidad. Para él, voluntad natural y voluntad libre son simplemente principios biológico-psicológicos, es decir, físicos, no metafísicos. A ello se añade que la clasificación de las formaciones sociales que se persigue con la antinomia no responde a la realidad, ya que todas ellas -incluso aquéllas basadas en la vinculación personal- manifiestan elementos conscientemente configurados. A los caracteres esenciales de la comunidad pertenecen no sólo la vinculación y común realización de un valor, sino el orden y el gobierno (autoridad). Con ello no se pretende negar que -supuesta la fundamentación filosófica de la comunidad- la distinción entre comunidad acuñada personalmente, por un lado, y sociedad organizada preferentemente para conseguir ciertos fines, por otro, tiene cierto valor cognoscitivo universal. § 2. Carácter masivo y masificación 1. No pocos declaran actualmente que el crecimiento de la población, el aumento de habitantes en las ciudades, la industrialización, la mecanización de la vida laboral, la tecnificación de los viajes, transportes e información, la estandarización y uniformación de la producción de bienes; en una palabra, el carácter masivo de las formas de vida modernas, ha despersonalizado y masificado a la persona. El hombre masa nacería "tecnológicamente de la mecanización; económicamente, de la standarización; sociológicamente, del amontonamiento y, políticamente, de la democracia". No se puede saber adónde conducirá en definitiva "el giro cada vez más rápido de la espiral", pero apenas cabe duda "de que nos aproximamos a su fin, sea el que sea"16. El progreso técnico, “especialmente en el terreno de la producción de bienes de consumo" hace tiempo que ha llevado en muchos lugares a una "superpoblación sociológica" y "con la transformación del mundo en conejera ha echado a perder y quitado el gusto a la vida en esta tierra, aunque, por ahora, todavía haya suficiente pasto"17. 2. El cristiano tendrá que sospechar de estas tesis, como ya hizo Romano Guardini con las siguientes preguntas: "¿Tenemos derecho, en último término, a convertir el argumento de la limitación que el crecimiento de la población acarreará para todos los valores personales y culturales, en un argumento contra la población misma? ¿tenemos derecho a decir que no deberían haber nacido mil seres humanos, sino sólo diez, simplemente porque el nivel cultural de mil personas sea supuestamente menor al de diez?"18. Según el pensamiento cristiano, el carácter masivo de las condiciones de vida no tiene por que ser equiparado a la despersonalización del ser humano. Cierto es que las condiciones ambientales en los 15 F. Tönnies, Gemeinschaft und Gesellschaft, Leipzig, 1935, 86 y ss. 16 H. de Man, Vermassung und Kulturverfall, Múnich, 1952, 2ª ed., 48 y 195. 17 A. Rüstow, en: Ordo, 4 (1951). 389. 18 R. Guardini, Das Ende der Neuzeit, Basilea, 1950, 73. 21
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producida por la común voluntad libre"15. La voluntad natural repercute en las comunidades<br />
como costumbre, fe, armonía, uso y religión; mientras que la voluntad libre produce en las<br />
sociedades el contrato, el estatuto y la convención.<br />
5. Desde el punto de vista crítico, hay que oponer a la antinomia de Tönnies, que es<br />
insostenible la idea implícita, en él fundamental, de que las fuerzas emocionales e<br />
inconscientes de la persona son buenas, y el espíritu razonable y ordenador es sospechoso.<br />
Tönnies interpreta la constitución de la comunidad desde la exclusiva vivencia subjetiva, y no<br />
contempla la estructura óntica (la substancialidad y personalidad) de la persona en cuanto<br />
requisito y meta de toda comunidad. Para él, voluntad natural y voluntad libre son<br />
simplemente principios biológico-psicológicos, es decir, físicos, no metafísicos. A ello se<br />
añade que la clasificación de las formaciones <strong>social</strong>es que se persigue con la antinomia no<br />
responde a la realidad, ya que todas ellas -incluso aquéllas basadas en la vinculación personal-<br />
manifiestan elementos conscientemente configurados. A los caracteres esenciales de la<br />
comunidad pertenecen no sólo la vinculación y común realización de un valor, sino el orden y<br />
el gobierno (autoridad). Con ello no se pretende negar que -supuesta la fundamentación<br />
filosófica de la comunidad- la distinción entre comunidad acuñada personalmente, por un<br />
lado, y sociedad organizada preferentemente para conseguir ciertos fines, por otro, tiene cierto<br />
valor cognoscitivo universal.<br />
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1. No pocos declaran actualmente que el crecimiento de la población, el aumento de<br />
habitantes en las ciudades, la industrialización, la mecanización de la vida laboral, la<br />
tecnificación de los viajes, transportes e información, la estandarización y uniformación de la<br />
producción de bienes; en una palabra, el carácter masivo de las formas de vida modernas, ha<br />
despersonalizado y masificado a la persona. El hombre masa nacería "tecnológicamente de la<br />
mecanización; económicamente, de la standarización; sociológicamente, del amontonamiento<br />
y, políticamente, de la democracia". No se puede saber adónde conducirá en definitiva "el giro<br />
cada vez más rápido de la espiral", pero apenas cabe duda "de que nos aproximamos a su fin,<br />
sea el que sea"16. El progreso técnico, “especialmente en el terreno de la producción de<br />
bienes de consumo" hace tiempo que ha llevado en muchos lugares a una "superpoblación<br />
sociológica" y "con la transformación del mundo en conejera ha echado a perder y quitado el<br />
gusto a la vida en esta tierra, aunque, por ahora, todavía haya suficiente pasto"17.<br />
2. El cristiano tendrá que sospechar de estas tesis, como ya hizo Romano Guardini con las<br />
siguientes preguntas: "¿Tenemos derecho, en último término, a convertir el argumento de la<br />
limitación que el crecimiento de la población acarreará para todos los valores personales y<br />
culturales, en un argumento contra la población misma? ¿tenemos derecho a decir que no<br />
deberían haber nacido mil seres humanos, sino sólo diez, simplemente porque el nivel cultural<br />
de mil personas sea supuestamente menor al de diez?"18. Según el pensamiento cristiano, el<br />
carácter masivo de las condiciones de vida no tiene por que ser equiparado a la<br />
despersonalización del ser humano. Cierto es que las condiciones ambientales en los<br />
15 F. Tönnies, Gemeinschaft und Gesellschaft, Leipzig, 1935, 86 y ss.<br />
16 H. de Man, Vermassung und Kulturverfall, Múnich, 1952, 2ª ed., 48 y 195.<br />
17 A. Rüstow, en: <strong>Ordo</strong>, 4 (1951). 389.<br />
18 R. Guardini, Das Ende der Neuzeit, Basilea, 1950, 73.<br />
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