doctrina social cristiana - Ordo Socialis
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- Consecución de ayuda al desarrollo desde los ricos países productores de petróleo, que con<br />
la venta de los crudos han acumulado miles y miles de millones de dólares.<br />
Las dificultades que se oponen al desarrollo de un programa de estas características, son<br />
grandes: altos precios de mercado para la maquinaria agrícola y de abono; escasez de capital;<br />
carestía del petróleo; una ayuda al desarrollo demasiado pequeña, que ni siquiera alcanza el<br />
1% del producto <strong>social</strong> bruto de los países ricos.<br />
b) La encíclica "Mater et Magistra" previene frente a todo tipo de neocolonialismo que abuse<br />
de la ayuda al desarrollo y se entrometa en la situación política de los países subdesarrollados<br />
para "imponer sus pretensiones imperialistas". Tal proceder termina "evidentemente<br />
imponiendo una nueva forma de imperialismo colonial que, bajo una hipócrita cobertura,<br />
reproduce la anterior servidumbre, ya superada, de la que muchos países acaban de liberarse<br />
hace poco". La "ayuda técnica y financiera" tiene que ser desinteresada, de forma que los<br />
países subdesarrollados "sean puestos en situación de progresar por sí mismos económica y<br />
<strong>social</strong>mente". Sólo de este modo se puede lograr "unir a todos los Estados en una comunidad<br />
cuyos miembros, de acuerdo en la conciencia de sus derechos y deberes, contribuyan al<br />
bienestar de todos" (MM 172-174).<br />
La ayuda económica al desarrollo no debe comenzar construyendo grandes fábricas de valor<br />
propagandístico, sino fomentando medidas en el sector de las infraestructuras: construcción<br />
de carreteras, puentes, ferrocarriles, canalización, etc. A la vez deben construirse muchas<br />
fábricas pequeñas y medianas para producir bienes de consumo (fábricas textiles, talleres de<br />
muebles, empresas para la producción de útiles domésticos y similares), para que al salario<br />
ganado en la construcción de las infraestructuras se pueda oponer la correspondiente oferta de<br />
bienes de consumo; de lo contrario, aumentarán los precios y la miseria seguirá siendo la<br />
misma.<br />
c) En muchos países en desarrollo, por ejemplo en América Latina, es urgentemente necesaria<br />
una reforma agraria (superación de la estructura latifundista y minifundista). Para llevar a<br />
cabo todo esto, ni es posible un resarcimiento en términos de mercado, ni tampoco lo exige la<br />
Doctrina Social Cristiana. Si el soldado ha de estar dispuesto a dar su vida, sin contrapartida,<br />
por el bien común, tanto más habrá que esperar de la persona que renuncie a compensaciones<br />
cuando se trata de superar situaciones más anómalas, que amenazan la existencia de un país<br />
(GS 71). Los empresarios y latifundistas en los países en desarrollo atentan en grado sumo<br />
contra el bien común de su país cuando reservan sus medios para "inversiones productivas" -<br />
por ejemplo, a través de la evasión de capitales- y "privan a su comunidad de medios<br />
materiales y espirituales que ésta necesita" (GS 65).<br />
[En su encíclica "Sollicitudo rei <strong>social</strong>is" se ocupa el Papa Juan Pablo II de las dimensiones<br />
particulares de la ayuda al desarrollo en el contexto actual. Desde el punto de vista de la ética<br />
<strong>social</strong> hay que subrayar fundamentalmente tres afirmaciones: (1) Crítica a la insuficiente<br />
ayuda al desarrollo por parte de los países ricos, así como a determinadas estructuras injustas<br />
en las relaciones económicas entre países ricos y pobres. Dejando esto de lado, el Papa<br />
considera que la clave para un verdadero y exitoso desarrollo radica en las estructuras<br />
jurídicas, políticas y económicas de los mismos países en vías de desarrollo (SRS 44). - (2)<br />
Importante es además la afirmación según la cual "es menester indicar que en el mundo<br />
actual, entre otros derechos, es reprimido a menudo el derecho de iniciativa económica. No<br />
obstante se trata de un derecho importante no sólo para el individuo en particular, sino<br />
también para el bien común. La experiencia nos demuestra que la negación de tal derecho o su<br />
limitación en nombre de una pretendida ‘igualdad’ de todos en la sociedad, reduce o incluso<br />
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