doctrina social cristiana - Ordo Socialis
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que ama. El gran amador es Dios mismo, quien no nos ha creado para la deseperación, sino<br />
para la salvación.<br />
2. El niño es ya persona y, si está bautizado, hijo de Dios y miembro del cuerpo de Cristo,<br />
aunque no tenga todavía personalidad. El cristiano madura en personalidad cuando en<br />
seguimiento de Cristo persigue la plenitud con amor y fidelidad. Cuanto más fuerte<br />
personalidad se forja, tanto más original, pletórica y marcadamente está ante nosotros en su<br />
irrepetible unicidad y peculiaridad. Sin embargo -y esto es lo asombroso-, la persona sólo<br />
encuentra su plenitud en el contacto con los otros. No se encierra en sí misma, sino que es<br />
abierta, dialógica, capaz de hablar y de oír. La personalidad y sociabilidad están entre sí en<br />
una originaria y peculiar relación de tensión. Cuanto más enérgica se ha hecho la personalidad<br />
de un ser humano, tanto más profundo e íntimo será el encuentro con los demás, bien se trate<br />
de relación yo-tú, de la pareja o de la tensa relación de la persona con las grandes y más<br />
amplias formaciones <strong>social</strong>es.<br />
§ 2. Demostración de la Sociabilidad Natural del ser Humano<br />
1. En la fundamentación de la sociabilidad natural del ser humano, es obvio destacar, en<br />
primer lugar, su necesidad del otro y de sociedad -en el ámbito físico-material, espiritual,<br />
cultural y moral. Ningún ser vivo necesita de los demás en los primeros meses y años de la<br />
infancia tanto como la criatura humana, a quien -a diferencia del animal- falta la seguridad de<br />
los instintos innatos. El animal está configurado por sus disposiciones naturales y por su<br />
entorno, en el que está encapsulado instintivamente. Y para cada generación animal se repite<br />
la misma situación. La persona, sin embargo, transmite por tradición, educación y enseñanza<br />
sus experiencias y conocimientos de generación en generación. Somos "herederos de<br />
generaciones pasadas y nos beneficiamos del trabajo de nuestros contemporáneos" (PP 17).<br />
Toda cultura se basa en la posesión común de los bienes espirituales de las generaciones<br />
pasadas y presentes: “¡Qué poco tenemos y somos nosotros de lo que en el sentido más puro<br />
llamamos propiedad nuestra! Todos nosotros tenemos que recibir y aprender, tanto de los que<br />
existieron antes que nosotros como de los que viven con nosotros. Ni el mayor genio llegaría<br />
muy lejos si quisiera deberlo todo a su propio interior. Pero eso no lo entiende mucha gente y<br />
tantea en las tinieblas de una semi-vida con sus sueños de originalidad” (Goethe a<br />
Eckermann). Sobre todo las normas del orden moral precisan de la conservación y protección<br />
por parte de la sociedad. En este sentido tiene especial importancia la Iglesia en su condición<br />
de predicadora de la revelación divina.<br />
2. En el fondo, la sociabilidad natural de la persona no radica utilitariamente en la exterior<br />
necesidad de los demás, sino que se funda metafísicamente en el ser humano, cosa que<br />
significa riqueza y no pobreza. El ser creado que procede de la liberal bondad de Dios trata en<br />
múltiples modos de representar la bondad y la grandeza del creador. Todo ser, incluso el no<br />
dotado de espíritu, es por tanto "comunicativo' en el sentido metafísico (bonum est diffusivum<br />
sui). El ser humano, imagen de Dios, es decir, substancia espiritual, personal y creada es, por<br />
una parte, especialmente comunicativo por su esencia, es decir, está dispuesto a donar sus<br />
propios valores espirituales y, por otra, tiende a participar de los valores espirituales de otras<br />
personas. Todo ser personal tiende pues, esencialmente, a la entrega y a la participación, de<br />
forma que el ser personal está ordenado por naturaleza al tú y a la sociedad. La meta es el<br />
recíproco dar y participar en los valores personales y, por ello, se determina el sentido de las<br />
diversas formaciones <strong>social</strong>es según la especie de los valores personales que en ellas<br />
intervienen; por ejemplo, como matrimonio, como amistad, etc.<br />
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