doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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08.05.2013 Views

era de los mass media- a la manipulación. Hoy está cada vez más extendido el miedo a tomar decisiones y la inseguridad. A pesar de que -o quizás precisamente por ello- la sociedad moderna considera que todo es factible, y cada vez se siente más desconcertada de manera que, proporcionalmente a ese desconcierto, precisa cada vez más centros de asesoramiento. f) Personalidad significa responsabilidad. Al ser humano le está vedado refugiarse en la responsabilidad ajena. A la decisión responsable va íntimamente vinculado el tener que atenerse a las consecuencias, lo cual significa un compromiso a veces tremendo. Se da, por tanto, una correlación entre libertad, responsabilidad y compromiso. La persona tiene además la responsabilidad de trascenderse a sí misma, ya que puede percibir la llamada personal de Dios y entrar en diálogo con El. Desde este punto de vista, el don de la decisión responsable es señal de la dignidad deiforme del ser humano y, a la vez, susceptible de un desarrollo personal formativo. La afirmación "estar condenado a la libertad" es propia del pesimismo y del orgullo desmesurado. El reconocimiento del orden ético de los valores encuentra su expresión en la aceptación de la responsabilidad. g) Personalidad significa conciencia moral. Es cierto que la persona es el origen de sus decisiones libres, pero en ella mora también la norma que le ha sido previamente dada, gracias a la cual puede enfrentarse personalmente, sobre todo en caso de conflicto, al obligatorio "debes" o "no debes". Precisamente a través de la apelación de la conciencia moral, que en último término procede de Dios, se hace el ser humano consciente de su personalidad, si bien la conciencia puede irse "casi cegando progresivamente por el hábito del pecado" (GS 16). h) Personalidad significa soledad. Libertad, responsabilidad y conciencia moral dejan al ser humano solo consigo mismo en el fondo de su persona. La soledad así entendida es una vivencia fundamental de la persona, mientras que su desfiguración, el aislamiento, la impulsa, en la huida de sí misma, hacia el ruido y el tumulto de los placeres. i) Personalidad del ser humano significa conciencia de su origen, ajeno a él mismo, y de la certeza de su muerte. El mortal sabe sin duda que tiene que responder de sus decisiones; pero no es responsable de su existir. Él mismo es un "regalo". Su existencia, su futuro, su salvación: todo se lo debe al amor generoso de Dios. Al tiempo sabe de la transitoriedad de su vida terrena. Se podría definir acertadamente al ser humano como ser consciente de que ha de morir. Todo el progreso de la ciencia y de la técnica, aun siendo tan grande y útil, resulta como una ironía frente a la realidad de la muerte. El ser humano es una criatura formada, llamada y amada por Dios. j) Personalidad significa vocación del ser humano a la "comunión con Dios". Ha sido llamado "desde su origen" al "diálogo con Dios" (GS 19). Ha sido redimido por Cristo, convertido por el bautismo en parte de la "nueva creación" (Gal 6, 15) y "hecho partícipe de la naturaleza divina" (2 Pet 1, 4). El conservar y desarrollar esta filiación divina es una tarea personal que se impone todo cristiano. La interpretación cristiana de la personalidad es la respuesta a la cuestión actual, que se plantea apasionadamente sobre todo para los jóvenes, acerca del sentido último de la vida. No pocos están atemorizados por un sentimiento abismal del sinsentido de su vida. Han encallado, están "presos en la red" (Is 24, 18) y ante indicadores destrozados. El miedo no está lejos de los hombres, tampoco en la sociedad del bienestar. Se despierta y se acuesta con ellos. Podemos distinguir ocho tipos de miedos que acechan hoy a la persona: el miedo a la crisis económica, al paro, a la guerra, a la enfermedad, a la vejez, al aislamiento, a la muerte, y a lo que viene tras la muerte. El miedo sólo puede ser superado con la cercanía de alguien 16

que ama. El gran amador es Dios mismo, quien no nos ha creado para la deseperación, sino para la salvación. 2. El niño es ya persona y, si está bautizado, hijo de Dios y miembro del cuerpo de Cristo, aunque no tenga todavía personalidad. El cristiano madura en personalidad cuando en seguimiento de Cristo persigue la plenitud con amor y fidelidad. Cuanto más fuerte personalidad se forja, tanto más original, pletórica y marcadamente está ante nosotros en su irrepetible unicidad y peculiaridad. Sin embargo -y esto es lo asombroso-, la persona sólo encuentra su plenitud en el contacto con los otros. No se encierra en sí misma, sino que es abierta, dialógica, capaz de hablar y de oír. La personalidad y sociabilidad están entre sí en una originaria y peculiar relación de tensión. Cuanto más enérgica se ha hecho la personalidad de un ser humano, tanto más profundo e íntimo será el encuentro con los demás, bien se trate de relación yo-tú, de la pareja o de la tensa relación de la persona con las grandes y más amplias formaciones sociales. § 2. Demostración de la Sociabilidad Natural del ser Humano 1. En la fundamentación de la sociabilidad natural del ser humano, es obvio destacar, en primer lugar, su necesidad del otro y de sociedad -en el ámbito físico-material, espiritual, cultural y moral. Ningún ser vivo necesita de los demás en los primeros meses y años de la infancia tanto como la criatura humana, a quien -a diferencia del animal- falta la seguridad de los instintos innatos. El animal está configurado por sus disposiciones naturales y por su entorno, en el que está encapsulado instintivamente. Y para cada generación animal se repite la misma situación. La persona, sin embargo, transmite por tradición, educación y enseñanza sus experiencias y conocimientos de generación en generación. Somos "herederos de generaciones pasadas y nos beneficiamos del trabajo de nuestros contemporáneos" (PP 17). Toda cultura se basa en la posesión común de los bienes espirituales de las generaciones pasadas y presentes: “¡Qué poco tenemos y somos nosotros de lo que en el sentido más puro llamamos propiedad nuestra! Todos nosotros tenemos que recibir y aprender, tanto de los que existieron antes que nosotros como de los que viven con nosotros. Ni el mayor genio llegaría muy lejos si quisiera deberlo todo a su propio interior. Pero eso no lo entiende mucha gente y tantea en las tinieblas de una semi-vida con sus sueños de originalidad” (Goethe a Eckermann). Sobre todo las normas del orden moral precisan de la conservación y protección por parte de la sociedad. En este sentido tiene especial importancia la Iglesia en su condición de predicadora de la revelación divina. 2. En el fondo, la sociabilidad natural de la persona no radica utilitariamente en la exterior necesidad de los demás, sino que se funda metafísicamente en el ser humano, cosa que significa riqueza y no pobreza. El ser creado que procede de la liberal bondad de Dios trata en múltiples modos de representar la bondad y la grandeza del creador. Todo ser, incluso el no dotado de espíritu, es por tanto "comunicativo' en el sentido metafísico (bonum est diffusivum sui). El ser humano, imagen de Dios, es decir, substancia espiritual, personal y creada es, por una parte, especialmente comunicativo por su esencia, es decir, está dispuesto a donar sus propios valores espirituales y, por otra, tiende a participar de los valores espirituales de otras personas. Todo ser personal tiende pues, esencialmente, a la entrega y a la participación, de forma que el ser personal está ordenado por naturaleza al tú y a la sociedad. La meta es el recíproco dar y participar en los valores personales y, por ello, se determina el sentido de las diversas formaciones sociales según la especie de los valores personales que en ellas intervienen; por ejemplo, como matrimonio, como amistad, etc. 17

era de los mass media- a la manipulación. Hoy está cada vez más extendido el miedo a tomar<br />

decisiones y la inseguridad. A pesar de que -o quizás precisamente por ello- la sociedad<br />

moderna considera que todo es factible, y cada vez se siente más desconcertada de manera<br />

que, proporcionalmente a ese desconcierto, precisa cada vez más centros de asesoramiento.<br />

f) Personalidad significa responsabilidad. Al ser humano le está vedado refugiarse en la<br />

responsabilidad ajena. A la decisión responsable va íntimamente vinculado el tener que<br />

atenerse a las consecuencias, lo cual significa un compromiso a veces tremendo. Se da, por<br />

tanto, una correlación entre libertad, responsabilidad y compromiso. La persona tiene además<br />

la responsabilidad de trascenderse a sí misma, ya que puede percibir la llamada personal de<br />

Dios y entrar en diálogo con El. Desde este punto de vista, el don de la decisión responsable<br />

es señal de la dignidad deiforme del ser humano y, a la vez, susceptible de un desarrollo<br />

personal formativo. La afirmación "estar condenado a la libertad" es propia del pesimismo y<br />

del orgullo desmesurado. El reconocimiento del orden ético de los valores encuentra su<br />

expresión en la aceptación de la responsabilidad.<br />

g) Personalidad significa conciencia moral. Es cierto que la persona es el origen de sus<br />

decisiones libres, pero en ella mora también la norma que le ha sido previamente dada, gracias<br />

a la cual puede enfrentarse personalmente, sobre todo en caso de conflicto, al obligatorio<br />

"debes" o "no debes". Precisamente a través de la apelación de la conciencia moral, que en<br />

último término procede de Dios, se hace el ser humano consciente de su personalidad, si bien<br />

la conciencia puede irse "casi cegando progresivamente por el hábito del pecado" (GS 16).<br />

h) Personalidad significa soledad. Libertad, responsabilidad y conciencia moral dejan al ser<br />

humano solo consigo mismo en el fondo de su persona. La soledad así entendida es una<br />

vivencia fundamental de la persona, mientras que su desfiguración, el aislamiento, la impulsa,<br />

en la huida de sí misma, hacia el ruido y el tumulto de los placeres.<br />

i) Personalidad del ser humano significa conciencia de su origen, ajeno a él mismo, y de la<br />

certeza de su muerte. El mortal sabe sin duda que tiene que responder de sus decisiones; pero<br />

no es responsable de su existir. Él mismo es un "regalo". Su existencia, su futuro, su<br />

salvación: todo se lo debe al amor generoso de Dios. Al tiempo sabe de la transitoriedad de su<br />

vida terrena. Se podría definir acertadamente al ser humano como ser consciente de que ha de<br />

morir. Todo el progreso de la ciencia y de la técnica, aun siendo tan grande y útil, resulta<br />

como una ironía frente a la realidad de la muerte. El ser humano es una criatura formada,<br />

llamada y amada por Dios.<br />

j) Personalidad significa vocación del ser humano a la "comunión con Dios". Ha sido llamado<br />

"desde su origen" al "diálogo con Dios" (GS 19). Ha sido redimido por Cristo, convertido por<br />

el bautismo en parte de la "nueva creación" (Gal 6, 15) y "hecho partícipe de la naturaleza<br />

divina" (2 Pet 1, 4). El conservar y desarrollar esta filiación divina es una tarea personal que<br />

se impone todo cristiano.<br />

La interpretación <strong>cristiana</strong> de la personalidad es la respuesta a la cuestión actual, que se<br />

plantea apasionadamente sobre todo para los jóvenes, acerca del sentido último de la vida. No<br />

pocos están atemorizados por un sentimiento abismal del sinsentido de su vida. Han<br />

encallado, están "presos en la red" (Is 24, 18) y ante indicadores destrozados. El miedo no está<br />

lejos de los hombres, tampoco en la sociedad del bienestar. Se despierta y se acuesta con<br />

ellos. Podemos distinguir ocho tipos de miedos que acechan hoy a la persona: el miedo a la<br />

crisis económica, al paro, a la guerra, a la enfermedad, a la vejez, al aislamiento, a la muerte,<br />

y a lo que viene tras la muerte. El miedo sólo puede ser superado con la cercanía de alguien<br />

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