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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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donde la autoridad pública oprime a los ciudadanos, "éstos no deben rehuir las exigencias<br />

objetivas del bien común; les es lícito, sin embargo, defender sus derechos y los de sus<br />

conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites que señala la ley natural<br />

y evangélica" (GS 74). Como se ve, no es nada nuevo el propósito que se oculta tras la divisa<br />

de moda de la "teología de la revolución". Solamente es lamentable el que algunos<br />

representantes de la "teología de la revolución" y de la "liberación" equiparan el cambio de las<br />

relaciones <strong>social</strong>es a la evangelización, limitando la salvación que Cristo nos ha deparado a<br />

una dimensión meramente terrena.<br />

Un fuerte dique contra el abuso del poder estatal es la clara distinción entre Estado y sociedad.<br />

Cuando los límites se confunden y se identifica a los grupos de intereses políticos o<br />

económicos con el bien común estatal, el Estado resulta destronado como supremo<br />

responsable del bien común y grupos determinados abusan tiránicamente de él.<br />

Mucho más desastrosas -particularmente para la paz mundial- son las consecuencias de<br />

promesas de salvación terrenal que se transforman en poder político y atizan por doquier la<br />

lucha de clases y la revolución. El sí a la violencia es un legado de Lenin. Él explicaba: "quien<br />

reconoce la lucha de clases no puede menos de reconocer también las guerras civiles", las<br />

cuales son un natural "desarrollo y agudización de la lucha de clases". "Negar u olvidar las<br />

guerras civiles, significaría caer en el más extremo oportunismo"346.<br />

Hoy algunos autores cristianos parecen pasar por alto que los actos de violencia<br />

revolucionarios participan del espíritu de la guerra y amenazan la paz. Ciertamente que es<br />

"horrible", opinaba el entonces profesor de la universidad salesiana de Roma, Giulio Giardi,<br />

que a veces sea inevitable "tener que matar por amor"; pero el "recurso a la violencia" puede<br />

estar permitido cuando "ningún otro camino" esté abierto347.<br />

También Johann Baptist Metz defendió con motivo de la entrega del Premio de la Paz que le<br />

otorgó la asociación de libreros alemanes a Ernesto Cardenal, que este sacerdote se había<br />

situado "al lado de la oposición violenta"; la unidad del amor Dios y el amor al prójimo son<br />

ciertamente "inseparables"; pero la "no violencia" podría ser también "cobardía camuflada",<br />

porque puede comportar "los rasgos del oportunismo"; en este sentido "el rostro del amor" no<br />

está impregnado de modo unívoco de mansedumbre, sino que el amor puede "jamás buscado<br />

y siempre instado, adoptar el tenebroso rostro de la violencia como expresión de su<br />

deseperación"348.<br />

Los Obispos de El Salvador se pronunciaron en 198, en una conmovedora carta pastoral, por<br />

un Sí a la paz y un No a la violencia. Se muestran contrarios tanto a un "ateísmo de derechas"<br />

que explota a las personas, como a una falsificación del Evangelio por parte de los<br />

revolucionarios de izquierdas. La violencia es "el fruto podrido de los intereses bastardos del<br />

dominio y el poder". Su semilla es "la destrucción y el hambre"349. Es anticristiano afirmar<br />

que tirotear a personas desde la izquierda política es bueno, y malo, si es desde la derecha, o<br />

viceversa.<br />

346W. I. Lenin, Ausgewählte Werke, op. cit. 877.<br />

347G. Girardi, Revolutionäre Gewalt aus christliche Verantwortung. Magunciai, 1971, 66-67.<br />

348J. B. Metz, Laudatio auf Ernesto Cardenal, loc. cit. , 12.<br />

349Texto español en: Docla, nº 56, Enero/Febrero 1981. Texto francés en: La Documentation Catholique, 5. Juli<br />

1981, 656-663.<br />

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