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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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las armas nucleares eran un medio de intimidación, que impide el estallido de una guerra<br />

mayor, y eso, probablemente es cierto". Pero entonces el Papa continuó: "Es posible, sin<br />

embargo, preguntarse si esto va a continuar siempre así. Las armas nucleares, sean del estilo y<br />

tamaño que sean son cada vez más perfectas; son también en cada vez más países un<br />

componente del armamento. ¿Cómo podemos estar seguros de que el uso de las armas<br />

nucleares, también como medio de defensa nacional o en conflictos limitados, no conduce a<br />

una escalada inevitable y con ello a un grado de destrucción que la humanidad no puede<br />

imaginarse, pero que tampoco puede aceptar?"335. El balance intimidatorio es peligroso de<br />

hecho, y la así llamada "estabilidad de las crisis", frágil.<br />

Séptima tesis: aunque en este momento no parece alcanzable un desarme completo, se ha de<br />

intentar todo para -por medio de acuerdos de derecho internacional- limitar gradualmente por<br />

todas partes, y al mismo tiempo el armamento, y para destruir las reservas armamentísticas.<br />

Herwig Büchele considera imposible el "desarme de igual importancia y en el mismo tiempo"<br />

y propone en su lugar "actuaciones previas unilaterales", con lo que un Estado atacante ha de<br />

contar con "que a su primer impacto seguirá también el del contrario". Con ello, la actuación<br />

previa unilateral no excluye tampoco el "caso más grave" de la guerra atómica. El dilema<br />

permanece336. El objetivo ha de ser excluir el primer golpe, que aniquilaría millones de vidas<br />

humanas. La exigencia de desarme general se encuentra en tensión elemental con la necesidad<br />

de autodefensa. Es preciso reconocer esta tensión y resistirla. La experiencia enseña que los<br />

agresores suelen atacar cuando consideran pequeño el peligro. Lo cual es cierto tanto para el<br />

comienzo de la Segunda Guerra Mundial como para la invasión soviética en Afganistán. Se<br />

puede plantear la cuestión hipotética de si hace cuarenta años la simultánea retirada de<br />

armamentos no hubiera podido evitar la Segunda Guerra Mundial y, con ello, la muerte de<br />

millones de personas. La Iglesia no se cansa de utilizar en la esfera pública su autoridad moral<br />

en favor de una seguridad general de la paz en el mundo. Conmina a los gobiernos a testificar<br />

su voluntad de paz a través de un desarme general y sincronizado. De todos modos, no puede<br />

forzar a los gobiernos.<br />

Octava tesis: en el ámbito del aseguramiento de la paz hay cuestiones con respecto a las<br />

cuales los cristianos pueden llegar "siempre de manera responsable ante su conciencia" a<br />

juicios diferentes (GS 43).<br />

Entre estas cuestiones se cuentan el rearme y la exportación de armas. El Concilio Vaticano II<br />

advierte "que en estos casos nadie tiene derecho a reclamar exclusivamente para sí y su propia<br />

opinión la autoridad de la Iglesia. Pero siempre deben intentar ayudarse mutuamente en un<br />

diálogo abierto para aclarar cada cuestión; junto con ello deben guardar el amor mutuo y,<br />

sobre todo, atender al bien común" (GS 43). No es justo difamar a aquéllos que rechazan el<br />

desarme unilateral. También el reproche de que los soldados actúan de acuerdo a principios<br />

que no tienen fundamento ético, lo contradice el Concilio Vaticano II que ha declarado que:<br />

"Quien como soldado está al servicio de la patria, ha de ser considerado como servidor de la<br />

seguridad y libertad de los pueblos. En la medida en que cumple correctamente esta tarea,<br />

realiza una verdadera aportación a la estabilidad de la paz" (GS 79). Dada la complicación del<br />

problema moderno de la paz esposible, pese a todo, que algunos cristianos lleguen al<br />

convencimiento de tener que rehusar "por motivos de conciencia el servicio militar". El<br />

335Juan Pablo II, Discurso ante el Comité Ejecutivo de la UNESCO en París el 2 de Junio de 1980, en: Dienst<br />

am Frieden, loc. cit. , 240-243, aquí 241-242.<br />

336H. Büchele, Bergpredigt und Gewaltenfreiheit, en: StZ 199, (1981) 638 y ss.<br />

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