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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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(Act 1, 6), pregunta que atraviesa los siglos cristianos como un escándalo. Continuamente se<br />

han levantado sectarios y han prometido un paraíso terrenal. La Doctrina Social Cristiana sabe<br />

que no habrá ningún paraíso antes del último día, a pesar de los falsos profetas de Oriente y<br />

Occidente. Incluso los más celosos apóstoles laicos son incapaces de crear un orden <strong>social</strong><br />

cristiano ideal, ya que "el mundo todo está bajo el maligno" (I Io 5, 19). Al final de los<br />

tiempos, no habrán alcanzado los órdenes e instituciones terrenales la plenitud <strong>cristiana</strong>, sino<br />

que están subyugados y juzgados a la venida de Cristo (cfr. Rom 3, 6).<br />

Desde el siglo XVIII la utopía de salvación inmanente al mundo busca enmascararse bajo la<br />

oscura y equívoca ideología del “progreso”. La expresión "progreso" fue introducida en la<br />

lengua alemana por Christlob Mylius (1722-1754), el editor del periódico "Der Freygeist",<br />

alrededor del año 1750, es decir, en plena Ilustración. El Nuevo Testamento utiliza la palabra<br />

"prokope", la cual no significa exactamente "progreso", sino algo más trabajoso, el llevar<br />

adelante un barco a golpe de remo, en un doble sentido. "Prokope" indica por un lado, el<br />

avance en la fe y en el seguimiento de Cristo que la misericordia de Dios nos ha regalado (1<br />

Tim 4, 15; Phil 1, 25), o sea, el "avance del Evangelio" (Phil 1, 12); por otro lado, el avance<br />

de la herejía, la cual "como una úlcera cancerosa" progresará y devorará todo en torno suyo (2<br />

Tim 2, 16 -17; 3, 13). Depende entonces de lo que en aras del progreso se abandone y de<br />

hacia lo que uno se dirija. Los Apóstoles "dejaron atrás sus redes" y se dirigieron a Jesús (Mt<br />

4, 20; 19, 27). La persona puede, sin embargo, también, por el progreso dejar a Dios e ir en<br />

busca de dioses extranjeros (Dt 11, 16; Jos 22, 16; Jue 2, 12; Is 1, 4). Puede perder "el camino<br />

recto" (2 Petr 2, 15), abandonar "la primera caridad" (Apc 2, 4) y "avanzar cada vez más en la<br />

lejanía de Dios" (2 Tim 2, 16).<br />

El progreso técnico y económico no depara directa e inmediatamente "el nuevo cielo y la<br />

nueva tierra" (Apc 21, 1). El verdadero progreso santificado por el misterio de la Cruz y de la<br />

Resurrección, se produce más bien mediante el aumento de la fe, de la esperanza y de la<br />

caridad. Entendidos adecuadamente, el avanzar y el conservar (la tradición), no son<br />

contrapuestos, sino dos actitudes vitales necesarias. Mas no todo lo del pasado es digno de ser<br />

conservado. En algunos ámbitos se justifica ciertamente dar un adiós a lo precedente. Es<br />

digno de ser conservado lo que es válido de modo atemporal. En este caso se hace necesaria<br />

una continua "vuelta a los orígenes". "Cuando bebas, acuérdate del manantial", dice el refrán.<br />

"Quien busca la fuente, debe nadar contra corriente", escribe el poeta polaco Jercy Lec. El<br />

cristiano no debe nadar con los demás de modo conformista, sino ser un rompedor de olas.<br />

Entretanto, las dos ideologías del progreso que han seducido a un gran número de personas y<br />

pueblos en los siglos XIX y XX, han recibido fuertes sacudidas: ni el tan impulsado progreso<br />

tecnocrático de la economía y del bienestar material, ni la construcción revolucionaria de un<br />

orden <strong>social</strong>ista han logrado llevar a la persona a la felicidad y a la libertad.<br />

[Juan Pablo II ve como "la verdadera causa" de la "caída del marxismo", dejando a un lado "la<br />

ineficacia del sistema económico", "el vacío espiritual provocado por el ateísmo". El cual "ha<br />

dejado sin orientación a las jóvenes generaciones" (CA 24). También la "alienación" de las<br />

"sociedades occidentales" tiene en última instancia causas teológicas. En cuanto "la esencial<br />

capacidad de trascendencia de la persona humana" se ciega, amenaza una "inversión de<br />

medios y fines". Las personas se "instrumentalizan mutuamente" para "satisfacer sus<br />

necesidades particulares y secundarias" y así se incapacitan para "la propia donación libre"<br />

(CA 41). Esto conduce a la destrucción de la familia, pero también al deterioro del "ideal<br />

democrático". Sin una fundamentación última de la dignidad de la persona humana, los<br />

sistemas democráticos corren el peligro de agotarse en un antagonismo de "intereses" y perder<br />

así la fuerza para el consenso sobre el bien común (cfr. CA 46/47).]<br />

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