doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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08.05.2013 Views

Verdad, que es Cristo, y al mismo tiempo declarar y confirmar con su autoridad los principios del orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana" (DH 14). Por otra parte, muchas verdades "naturales" de la metafísica social y de la ética social han sido ratificadas expresamente por la revelación divina y con ello han alcanzado una certeza que no puede lograr el pensamiento filosófico. Por lo demás, la Doctrina Social Cristiana parte de que "los principios del derecho natural y las verdades de la revelación tienen su común fuente en Dios como corrientes en modo alguno opuestas, sino orientadas en la misma dirección"5, y de que ambas, sin duda distintas y de diverso rango, se encuentran en la persona humana, una, redimida por Cristo. La naturaleza humana, creada realmente por Dios, está esencialmente referida a Cristo e incluida en el orden de la salvación, que abarca tanto lo natural como lo sobrenatural. Según la concepción cristiana, el pecado original "hirió y debilitó" la naturaleza humana; no afectó, sin embargo, esencialmente las disposiciones y potencialidades de la persona, aunque ésta sólo "con ayuda de la gracia omnipotente de Cristo" puede vivir "como exigen el honor de Dios y la propia dignidad humana6. Es esencial que la Doctrina Social Cristiana estudie los órdenes sociales naturales fijándose en último término en el orden cristiano de la salvación. Debido a esta orientación recibe la Doctrina Social Cristiana su carácter teológico, y es de observar que, a consecuencia del carácter cristocéntrico de toda la Creación, todo comportamiento conforme a la rectitud natural ha sido también redimido, en sentido verdadero y fundamental, por Cristo, es decir, es cristiano y pertenece a una economía de la salvación (cfr. Col 1, 16; 2, 10; Eph 1, 22). Con ello no quiere expresarse en modo alguno una intrusión sacra en las realidades terrenas. La Doctrina Social Cristiana reconoce por el contrario, la relativa autonomía de los ámbitos culturales (Estado, economía, ciencia, arte, etc. ). No sólo en la política debemos "dar al César lo que es del César" (Mt. 22, 21). La confusión medieval entre los ámbitos religioso y profano no era ni mucho menos un ideal cristiano. El Concilio Vaticano II ha lamentado expresamente "ciertas actitudes que se han dado algunas veces entre los propios cristianos, por no comprender bien el sentido de la legítima autonomía de la ciencia" (GS 36). 2. Partiendo de la creación y redención, la doctrina cristiana ve enen el ser humano naturalmente sociable, no sólo la imagen de Dios, sino al redimido "por la sangre de Cristo y la gracia divina", elevado "a un orden superior" y llamado a la filiación divina7. Es válido, por tanto, explicar la Doctrina Social Cristiana hasta más allá del derecho natural desarrollando categorías específicamente teológicas. La importancia social de la radical unión y solidaridad de todos los hombres debe ser investigada, por ejemplo, más concretamente, tal como resulta de la doctrina de la creación, de la creación del hombre y de la mujer, de la redención por Jesucristo, de la filiación divina y del cuerpo místico de Cristo. También hay que incluir en su estudio los efectos sociales del pecado y sus consecuencias, así como el significado históricoteológico de la doctrina del Anticristo y los efectos que en la historia universal surte la esperanza de la segunda venida de Cristo. Lo mismo que todo lo creado, también lo social precisa de redención y está referido a Cristo. 3. Finalmente, compete a la Doctrina Social Cristiana -desde el punto de vista socialteológico- la importante tarea de prevenir de todo utopismo social. Antes de la Ascensión preguntaron los discípulos: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?" 5 Pío XII, 1. 6. 1941 (UG 498). 6 Pío XII, 25. 9. 1949 (UG 358). 7 Pío XII, 23. 2. 1944 (UG 94). 12

(Act 1, 6), pregunta que atraviesa los siglos cristianos como un escándalo. Continuamente se han levantado sectarios y han prometido un paraíso terrenal. La Doctrina Social Cristiana sabe que no habrá ningún paraíso antes del último día, a pesar de los falsos profetas de Oriente y Occidente. Incluso los más celosos apóstoles laicos son incapaces de crear un orden social cristiano ideal, ya que "el mundo todo está bajo el maligno" (I Io 5, 19). Al final de los tiempos, no habrán alcanzado los órdenes e instituciones terrenales la plenitud cristiana, sino que están subyugados y juzgados a la venida de Cristo (cfr. Rom 3, 6). Desde el siglo XVIII la utopía de salvación inmanente al mundo busca enmascararse bajo la oscura y equívoca ideología del “progreso”. La expresión "progreso" fue introducida en la lengua alemana por Christlob Mylius (1722-1754), el editor del periódico "Der Freygeist", alrededor del año 1750, es decir, en plena Ilustración. El Nuevo Testamento utiliza la palabra "prokope", la cual no significa exactamente "progreso", sino algo más trabajoso, el llevar adelante un barco a golpe de remo, en un doble sentido. "Prokope" indica por un lado, el avance en la fe y en el seguimiento de Cristo que la misericordia de Dios nos ha regalado (1 Tim 4, 15; Phil 1, 25), o sea, el "avance del Evangelio" (Phil 1, 12); por otro lado, el avance de la herejía, la cual "como una úlcera cancerosa" progresará y devorará todo en torno suyo (2 Tim 2, 16 -17; 3, 13). Depende entonces de lo que en aras del progreso se abandone y de hacia lo que uno se dirija. Los Apóstoles "dejaron atrás sus redes" y se dirigieron a Jesús (Mt 4, 20; 19, 27). La persona puede, sin embargo, también, por el progreso dejar a Dios e ir en busca de dioses extranjeros (Dt 11, 16; Jos 22, 16; Jue 2, 12; Is 1, 4). Puede perder "el camino recto" (2 Petr 2, 15), abandonar "la primera caridad" (Apc 2, 4) y "avanzar cada vez más en la lejanía de Dios" (2 Tim 2, 16). El progreso técnico y económico no depara directa e inmediatamente "el nuevo cielo y la nueva tierra" (Apc 21, 1). El verdadero progreso santificado por el misterio de la Cruz y de la Resurrección, se produce más bien mediante el aumento de la fe, de la esperanza y de la caridad. Entendidos adecuadamente, el avanzar y el conservar (la tradición), no son contrapuestos, sino dos actitudes vitales necesarias. Mas no todo lo del pasado es digno de ser conservado. En algunos ámbitos se justifica ciertamente dar un adiós a lo precedente. Es digno de ser conservado lo que es válido de modo atemporal. En este caso se hace necesaria una continua "vuelta a los orígenes". "Cuando bebas, acuérdate del manantial", dice el refrán. "Quien busca la fuente, debe nadar contra corriente", escribe el poeta polaco Jercy Lec. El cristiano no debe nadar con los demás de modo conformista, sino ser un rompedor de olas. Entretanto, las dos ideologías del progreso que han seducido a un gran número de personas y pueblos en los siglos XIX y XX, han recibido fuertes sacudidas: ni el tan impulsado progreso tecnocrático de la economía y del bienestar material, ni la construcción revolucionaria de un orden socialista han logrado llevar a la persona a la felicidad y a la libertad. [Juan Pablo II ve como "la verdadera causa" de la "caída del marxismo", dejando a un lado "la ineficacia del sistema económico", "el vacío espiritual provocado por el ateísmo". El cual "ha dejado sin orientación a las jóvenes generaciones" (CA 24). También la "alienación" de las "sociedades occidentales" tiene en última instancia causas teológicas. En cuanto "la esencial capacidad de trascendencia de la persona humana" se ciega, amenaza una "inversión de medios y fines". Las personas se "instrumentalizan mutuamente" para "satisfacer sus necesidades particulares y secundarias" y así se incapacitan para "la propia donación libre" (CA 41). Esto conduce a la destrucción de la familia, pero también al deterioro del "ideal democrático". Sin una fundamentación última de la dignidad de la persona humana, los sistemas democráticos corren el peligro de agotarse en un antagonismo de "intereses" y perder así la fuerza para el consenso sobre el bien común (cfr. CA 46/47).] 13

Verdad, que es Cristo, y al mismo tiempo declarar y confirmar con su autoridad los principios<br />

del orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana" (DH 14). Por otra parte, muchas<br />

verdades "naturales" de la metafísica <strong>social</strong> y de la ética <strong>social</strong> han sido ratificadas<br />

expresamente por la revelación divina y con ello han alcanzado una certeza que no puede<br />

lograr el pensamiento filosófico. Por lo demás, la Doctrina Social Cristiana parte de que "los<br />

principios del derecho natural y las verdades de la revelación tienen su común fuente en Dios<br />

como corrientes en modo alguno opuestas, sino orientadas en la misma dirección"5, y de que<br />

ambas, sin duda distintas y de diverso rango, se encuentran en la persona humana, una,<br />

redimida por Cristo. La naturaleza humana, creada realmente por Dios, está esencialmente<br />

referida a Cristo e incluida en el orden de la salvación, que abarca tanto lo natural como lo<br />

sobrenatural. Según la concepción <strong>cristiana</strong>, el pecado original "hirió y debilitó" la naturaleza<br />

humana; no afectó, sin embargo, esencialmente las disposiciones y potencialidades de la<br />

persona, aunque ésta sólo "con ayuda de la gracia omnipotente de Cristo" puede vivir "como<br />

exigen el honor de Dios y la propia dignidad humana6. Es esencial que la Doctrina Social<br />

Cristiana estudie los órdenes <strong>social</strong>es naturales fijándose en último término en el orden<br />

cristiano de la salvación. Debido a esta orientación recibe la Doctrina Social Cristiana su<br />

carácter teológico, y es de observar que, a consecuencia del carácter cristocéntrico de toda la<br />

Creación, todo comportamiento conforme a la rectitud natural ha sido también redimido, en<br />

sentido verdadero y fundamental, por Cristo, es decir, es cristiano y pertenece a una economía<br />

de la salvación (cfr. Col 1, 16; 2, 10; Eph 1, 22). Con ello no quiere expresarse en modo<br />

alguno una intrusión sacra en las realidades terrenas. La Doctrina Social Cristiana reconoce<br />

por el contrario, la relativa autonomía de los ámbitos culturales (Estado, economía, ciencia,<br />

arte, etc. ). No sólo en la política debemos "dar al César lo que es del César" (Mt. 22, 21). La<br />

confusión medieval entre los ámbitos religioso y profano no era ni mucho menos un ideal<br />

cristiano. El Concilio Vaticano II ha lamentado expresamente "ciertas actitudes que se han<br />

dado algunas veces entre los propios cristianos, por no comprender bien el sentido de la<br />

legítima autonomía de la ciencia" (GS 36).<br />

2. Partiendo de la creación y redención, la <strong>doctrina</strong> <strong>cristiana</strong> ve enen el ser humano<br />

naturalmente sociable, no sólo la imagen de Dios, sino al redimido "por la sangre de Cristo y<br />

la gracia divina", elevado "a un orden superior" y llamado a la filiación divina7. Es válido, por<br />

tanto, explicar la Doctrina Social Cristiana hasta más allá del derecho natural desarrollando<br />

categorías específicamente teológicas. La importancia <strong>social</strong> de la radical unión y solidaridad<br />

de todos los hombres debe ser investigada, por ejemplo, más concretamente, tal como resulta<br />

de la <strong>doctrina</strong> de la creación, de la creación del hombre y de la mujer, de la redención por<br />

Jesucristo, de la filiación divina y del cuerpo místico de Cristo. También hay que incluir en su<br />

estudio los efectos <strong>social</strong>es del pecado y sus consecuencias, así como el significado históricoteológico<br />

de la <strong>doctrina</strong> del Anticristo y los efectos que en la historia universal surte la<br />

esperanza de la segunda venida de Cristo. Lo mismo que todo lo creado, también lo <strong>social</strong><br />

precisa de redención y está referido a Cristo.<br />

3. Finalmente, compete a la Doctrina Social Cristiana -desde el punto de vista <strong>social</strong>teológico-<br />

la importante tarea de prevenir de todo utopismo <strong>social</strong>. Antes de la Ascensión<br />

preguntaron los discípulos: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino de Israel?"<br />

5 Pío XII, 1. 6. 1941 (UG 498).<br />

6 Pío XII, 25. 9. 1949 (UG 358).<br />

7 Pío XII, 23. 2. 1944 (UG 94).<br />

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