doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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08.05.2013 Views

intermedio: "En un lugar (...) se meterá en la cárcel a media docena de trabajadores que rehuyan el trabajo (...); en otro, se les hará limpiar los retretes; en otro, después de cumplida su pena de prisión, se les dará pasaportes amarillos para que todo el pueblo les vigile como elementos perjudiciales hasta que mejoren; en otro, se fusilará a uno de cada diez que sean culpables de pereza; y, finalmente, en otro se inventará una combinación de diversos medios"220. Figura típica del claroscuro "estadio socialista intermedio", enemigo de sus mismos partidarios, fue Stalin, del que se dice en la biografía oficial editada por el Instituto Marx-Engels-Lenin: "Con mano de hierro persiguió Stalin a las irresponsables criaturas de Trotsky". "Desenmascaró sin dejar uno, a los enemigos del leninismo" y "liquidó" a estos "espantapájaros", a esta "escoria de la humanidad". "La justicia soviética descubrió sus crímenes y condenó a fusilamiento a los espantapájaros trotskystas". Pero todo el pueblo "escuchó los discursos de su sabio y genial caudillo(...), asintió a la aniquilación de la banda trotskysta y pasó a la orden del día"221. Cuando Chruschtschow en la XX asamblea del partido de la URSS, en febrero de 1956, sacó a la luz los crímenes de Stalin y señaló que "éste hizo asesinar a 98 de los 139 miembros de Comité Central elegidos durante la XVII asamblea del partido en 1934", se originó entre los delegados un cierto "movimiento", "intranquilidad", y "consternación"222. La protesta de numerosos científicos y poetas de la Unión Soviética es un grito de horror de la conciencia frente al "dominio del poder", el cual -como escribe Alexander Solschenizyn- "utiliza a la masa como estiércol para el bienestar de pequeñas minorías, e incluso de la última escoria"223 y que ha conducido a pueblos enteros a una nueva esclavitud. Bajo la impresión de las declaraciones de Solschenizyn y de otros testimonios, numerosos jóvenes intelectuales en Francia, provenientes de la izquierda atacan apasionadamente la ideología marxista; sobre todo André Glucksmann, Bernard-Henri Levy, Jean Marie Benoist, Philippe Nemo, Christian Jambet, Guy Landreau, Michel Guérin, Edgar Morin (los "nuevos filósofos"). André Glucksmann tacha a la Unión Soviética de "capitalista y fascista"; según él, Lenin ha creado "la increíble apología de un partido provisto de una doctrina infalible"224. Karl Marx, escribe Bernard-Henri Levy, es "el Maquiavelo de este siglo" y su sistema es "un opio del pueblo"225. Del "estadio socialista intermedio" es característico, en segundo lugar, que la dictadura del proletariado se arme para la guerra contra los países no bolcheviques. En la segunda conferencia de paz de Moscú se declaró: "No podemos cansarnos de desenmascarar a estos incitadores a la guerra, a estos predicadores de la muerte, a estos ogros (...) ¡Maldición a los caníbales atómicos americanos! ¡maldición a estos monstruos!". Pero Lenin había dejado al imperialismo soviético el siguiente legado: "El socialismo victorioso en un país no excluye en modo alguno de una vez todas las guerras. Al contrario, las supone". "Sólo cuando hayamos sometido, vencido totalmente y expropiado a la burguesía de todo el mundo, y no sólo a la de un país, serán imposibles las guerras"226. Ni a Marx ni a Lenin se les pasó por la imaginación el que los estados socialistas pudieran amenazarse recíprocamente con la guerra. La República Popular de China atribuye a la Unión Soviética un "diabólico socialimperialismo", y 220 Ibidem, 297. 221 J. Stalin, Berlín, 1945, passim. 222 M. Spieker, Neomarxismus und Christentum. Múnich/Paderborn/Viena, 1974, 48. 223 NZZ 4. 6. 1974. 224 Köchin und Menschenfresser. Über die Beziehung zwischen Staat, Marxismus und Konzentrationslager. Ed. Grasset, París, 1975 225 B. -H. Levy, La barbarie à visage humain. París 1977. 226 W. I. Lenin, Ausgewählte Werke. I. Moscú 1946, 878. 108

considera la ocupación de Checoslovaquia (20 al 21 de Agosto de 1968) como el "más osado desenmascaramiento" de la política de fuerza de los "revisionistas socialimperialistas soviéticos"227. "El poder político viene de los cañones del fusil", decía Mao. Entretanto se forma dentro del espacio comunista una nueva división: el eurocomunismo declara su tendencia al poder no por el sometimiento de la mayoría, sino por "convencimiento de la mayoría"228. Sólo después de la victoria total sobre los estados capitalistas comienza en la doctrina marxista la última fase, el comunismo paradisíaco. Marx, por su parte, fue comedido al pintar al detalle el estadio final. Lo llama "el verdadero reino de la libertad". La "cooperación" y la "posesión común de la tierra" convertirán a la humanidad en una "asociación de personas libres". La sociedad podrá entonces "escribir en sus banderas: a cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades"229. El Estado morirá o –como Engels decía– "pasará al museo de antigüedades junto con la rueca y el hacha de la edad de bronce". Comenzará una nueva era. A todo ser humano le será entonces posible, profetizaba Marx, "hacer hoy esto y mañana aquello, cazar por la mañana, pescar por la tarde, cuidar rebaños por la noche y también criticar la comida (...), exactamente como a mí me gustaría"230. También Lenin profesó este mesianismo secularizado: "Entonces se abrirá de par en par la puerta (...) para pasar de la primera fase a la fase superior"; los eruditos burgueses no tienen para esta doctrina más que "una sonrisa irónica" y presentan como "mera utopía" que cada ciudadano "reciba sin ningún control de su trabajo (...) la cantidad que quiera de trufas, automóviles, pianos y demás"231. De hecho, este mesianismo utópico es, cada vez más, un peligroso lastre del marxismo, como muestra la viva discusión existente actualmente en la Unión Soviética. Chruschtschow osó hacer el 18 de Octubre de 1961 la profecía según la cual la sociedad comunista con "la siempre repleta cornucopia de la abundancia" iba a construirse en sus rasgos esenciales en los próximos veinte años. El escritor esloveno Zarko Petan escribe: "Todos los cuentos socialistas comienzan así: érase una vez (...)". Pero los hombres no se dejan engañar indefinidamente y tampoco se ofrecen al Moloch de un paraíso en la tierra, que nunca llegará, prescindiendo de que resulta altamente ingenuo considerar que la felicidad del hombre está en trufas, automóviles, pianos y otras envolturas de superabundancia. El paraíso comunista es como el horizonte: se aleja en la medida en que nos acercamos. La escatología marxista es una promesa de salvación intramundana. Karl Marx secularizó el destino del pueblo judío -la esclavitud en Egipto y la entrada en la Tierra Prometida- así como la espera veterotestamentaria de la salvación mesiánica, y la trasladó a nuestro tiempo, al tiempo posterior a Jesucristo, lo cual es un empequeñecimiento y burla sorprendentes de la Salvación otorgada para toda la Humanidad en Jesucristo. El marxismo es un antievangelio. "El hombre occidental se ríe sarcásticamente desde la otra cara del telón de acero frente a su propia malvada sombra" escribe C. G. Jung. Las promesas del marxismo allí donde consigue el poder no se llegan a realizar, sino que son siempre postpuestas. Agudamente enjuicia Juan Pablo II el colectivismo marxista, que anima a la lucha de clases, que institucionaliza la "dictadura del proletariado" y que quiere imponer el sistema comunista 227 NZZ 22. 8. 1973 228 Ver S. Carrillo, Eurocomunismo y Estado, Crítica, Barcelona, 1977; A. Kriegel, Un autre Communisme? París, 1977. 229 K. Marx, Kritik der Gothaer Programms, 19 y ss. 230 K. Marx, Frühschriften, 361. 231 W. I. Lenin, Ausgewählte Werke. II. Moscú 1946, 232. 109

considera la ocupación de Checoslovaquia (20 al 21 de Agosto de 1968) como el "más osado<br />

desenmascaramiento" de la política de fuerza de los "revisionistas <strong>social</strong>imperialistas<br />

soviéticos"227. "El poder político viene de los cañones del fusil", decía Mao. Entretanto se<br />

forma dentro del espacio comunista una nueva división: el eurocomunismo declara su<br />

tendencia al poder no por el sometimiento de la mayoría, sino por "convencimiento de la<br />

mayoría"228.<br />

Sólo después de la victoria total sobre los estados capitalistas comienza en la <strong>doctrina</strong><br />

marxista la última fase, el comunismo paradisíaco. Marx, por su parte, fue comedido al pintar<br />

al detalle el estadio final. Lo llama "el verdadero reino de la libertad". La "cooperación" y la<br />

"posesión común de la tierra" convertirán a la humanidad en una "asociación de personas<br />

libres". La sociedad podrá entonces "escribir en sus banderas: a cada uno según sus<br />

capacidades, a cada uno según sus necesidades"229. El Estado morirá o –como Engels decía–<br />

"pasará al museo de antigüedades junto con la rueca y el hacha de la edad de bronce".<br />

Comenzará una nueva era. A todo ser humano le será entonces posible, profetizaba Marx,<br />

"hacer hoy esto y mañana aquello, cazar por la mañana, pescar por la tarde, cuidar rebaños<br />

por la noche y también criticar la comida (...), exactamente como a mí me gustaría"230.<br />

También Lenin profesó este mesianismo secularizado: "Entonces se abrirá de par en par la<br />

puerta (...) para pasar de la primera fase a la fase superior"; los eruditos burgueses no tienen<br />

para esta <strong>doctrina</strong> más que "una sonrisa irónica" y presentan como "mera utopía" que cada<br />

ciudadano "reciba sin ningún control de su trabajo (...) la cantidad que quiera de trufas,<br />

automóviles, pianos y demás"231. De hecho, este mesianismo utópico es, cada vez más, un<br />

peligroso lastre del marxismo, como muestra la viva discusión existente actualmente en la<br />

Unión Soviética. Chruschtschow osó hacer el 18 de Octubre de 1961 la profecía según la cual<br />

la sociedad comunista con "la siempre repleta cornucopia de la abundancia" iba a construirse<br />

en sus rasgos esenciales en los próximos veinte años. El escritor esloveno Zarko Petan<br />

escribe: "Todos los cuentos <strong>social</strong>istas comienzan así: érase una vez (...)". Pero los hombres<br />

no se dejan engañar indefinidamente y tampoco se ofrecen al Moloch de un paraíso en la<br />

tierra, que nunca llegará, prescindiendo de que resulta altamente ingenuo considerar que la<br />

felicidad del hombre está en trufas, automóviles, pianos y otras envolturas de<br />

superabundancia. El paraíso comunista es como el horizonte: se aleja en la medida en que nos<br />

acercamos.<br />

La escatología marxista es una promesa de salvación intramundana. Karl Marx secularizó el<br />

destino del pueblo judío -la esclavitud en Egipto y la entrada en la Tierra Prometida- así como<br />

la espera veterotestamentaria de la salvación mesiánica, y la trasladó a nuestro tiempo, al<br />

tiempo posterior a Jesucristo, lo cual es un empequeñecimiento y burla sorprendentes de la<br />

Salvación otorgada para toda la Humanidad en Jesucristo. El marxismo es un antievangelio.<br />

"El hombre occidental se ríe sarcásticamente desde la otra cara del telón de acero frente a su<br />

propia malvada sombra" escribe C. G. Jung. Las promesas del marxismo allí donde consigue<br />

el poder no se llegan a realizar, sino que son siempre postpuestas.<br />

Agudamente enjuicia Juan Pablo II el colectivismo marxista, que anima a la lucha de clases,<br />

que institucionaliza la "dictadura del proletariado" y que quiere imponer el sistema comunista<br />

227 NZZ 22. 8. 1973<br />

228 Ver S. Carrillo, Eurocomunismo y Estado, Crítica, Barcelona, 1977; A. Kriegel, Un autre Communisme?<br />

París, 1977.<br />

229 K. Marx, Kritik der Gothaer Programms, 19 y ss.<br />

230 K. Marx, Frühschriften, 361.<br />

231 W. I. Lenin, Ausgewählte Werke. II. Moscú 1946, 232.<br />

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