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doctrina social cristiana - Ordo Socialis

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que el carácter de un comerciante y el de un príncipe; los gobiernos son "siempre y sin<br />

excepción los mayores dilapidadores", porque gastan el dinero de los demás. Expresión de la<br />

exigencia de plena libertad económica fue el lema: laissez faire, laissez passer195.<br />

d) El motor natural de la economía es el egoísmo. Jamás se ha visto, opinaba Adam Smith,<br />

"que hayan hecho mucho bien aquéllos que adoptaron el gesto de fomentar el bien general".<br />

Sin embargo, cuando cada uno persigue "su propio interés" fomenta "el de la nación mucho<br />

más eficazmente que si hubiera tenido intención de fomentarlo realmente". Sólo el trabajo de<br />

personas libres e interesadas acarrea bienestar. La "experiencia de todos los tiempos y<br />

pueblos" está, en efecto, de acuerdo en que el trabajo hecho por esclavos "es, en último<br />

término, el más caro de todos, aunque sólo requiera los gastos del sustento", pues "aquel a<br />

quien no le es permitido ganar para sí mismo no puede tener otro interés que comer lo<br />

máximo y trabajar lo mínimo posible"196.<br />

La <strong>doctrina</strong> de Adam Smith sobre el "altruismo del egoísmo" influyó en muchos<br />

contemporáneos como una revelación. Frédéric Bastiat ensalzó esta ley como la "más sublime<br />

revelación de la imparcial providencia de Dios frente a todas las criaturas"197. El original<br />

Hermann Heinrich Gossen (1810-1858) opinó que, lo mismo que Dios "había puesto orden en<br />

sus mundos" mediante la fuerza de la gravedad, imponía "orden entre sus criaturas humanas"<br />

mediante el egoísmo. El egoísmo mantiene unida a la sociedad humana. Es "el vínculo que ata<br />

a todas las personas y las obliga a fomentar, en recíproco intercambio, el bien del prójimo<br />

junto con el propio". Por desgracia, el egoísmo había sido tan malentendido que se le había<br />

tachado de "hedonismo": "tanto puede equivocarse el ser humano cuando no advierte las<br />

revelaciones que el Creador anuncia eterna, invariable e ininterrumpidamente en su Creación,<br />

y en su lugar toma como directrices las convenciones humanas"198.<br />

La idea de que "los intereses e inclinaciones naturales de la persona individual coinciden<br />

exactamente con los intereses de la generalidad" (Adam Smith) nació de la teología ilustrada<br />

del deísmo. El individuo, escribió Adam Smith, "persigue siempre y únicamente su propia<br />

ganancia"; pero en ello "es conducido por una mano invisible (he is led by an invisible hand),<br />

de forma que fomenta un fin que en modo alguno se había propuesto"; se puede decir por<br />

tanto de nosotros "que somos colaboradores de la divinidad y que, en la medida en que está en<br />

nuestra mano, aceleramos la realización de los planes de la Providencia"199. En el mismo<br />

sentido opinaba Johann Heinrich von Thünen (1783-1850) en el siglo XIX, que el ser humano<br />

mientras se imagina "que persigue únicamente su propia ventaja", "es instrumento en las<br />

manos de un poder superior" y trabaja "muchas veces inconscientemente en la gran y artificial<br />

construcción "200.<br />

e) El timón de la economía es la competencia. Para transformar el egoísmo en altruismo, la<br />

luminosa e "invisible" mano de Dios se sirve de un sencillo medio: de la competencia. Del<br />

mismo modo que el interés propio es el motor de la economía, la competencia es el timón<br />

ordenador que conduce los múltiples intereses particulares a la armonía y al bien común.<br />

Todos tienen plena libertad, leemos en Adam Smith, mientras no lesionen la justicia, "para<br />

perseguir sus propios intereses a su modo" y para "llevar a la competencia" con otros su<br />

195 A. Smith, III, 2.<br />

196 A. Smith, III, 2.<br />

197 Fr. Bastiat, op. cit, 327.<br />

198 Entwicklung der Gesetze des menschlichen Verkehrs, Berlín, 1889, 3 y ss., 277.<br />

199 A. Smith, IV, 2.<br />

200 J. H. v. Thünen, Der isolierte Staat, I, 327.<br />

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