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Los Jodi version 01-2004 (yazmi - Fundación La Salle

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ANTROPOLOGICA<br />

97-98, 2002: 29-70<br />

Introducción<br />

<strong>Los</strong> Jodï: sabios botánicos del<br />

Amazonas venezolano 1<br />

Egleé L. Zent y Stanford Zent<br />

Diversos trabajos empíricos de clasificación etnobotánica, realizados en<br />

diferentes contextos etnográficos, han documentado extensamente que los<br />

sistemas de clasificación etnobiológicos son complejos y comprehensivos<br />

(Atran 1985; Brown 1985; Berlin 1992). También se ha señalado que los<br />

grupos humanos predominantemente agrícolas poseen sistemas de nomenclatura<br />

y clasificación más elaborados que los de aquellos con tendencias<br />

menos agrícolas y con orientaciones mayormente forrajeras 2 . Según esto los<br />

grupos más forrajeros poseerán un conocimiento botánico menos elaborado<br />

en el ámbito de las categorías genérico y específico expresado en caracteres<br />

como una politipia muy baja o ausente y en pocas plantas medicinales (Balée<br />

1994: 114; Berlin 1992: 131, 274; Brown 1985: 45) si se lo compara con el de<br />

grupos horticultores (cf. Hunn y French 1984; Brown 1985).<br />

Se han propuesto varias hipótesis para explicar esta diferencia, tales<br />

como: (1) baja densidad de población y alta movilidad de los grupos forrajeros<br />

(Hunn y French 1984); (2) contar con una fuente de alimento alterna o con<br />

una suerte de garantía en contra de los riesgos agrícolas, en caso de que los<br />

cultivos fallen (Brown 1985); (3) una mayor familiaridad con la flora local en<br />

virtud de patrones de asentamiento más sedentarios (Balée 1994) y (4)<br />

1 Estaremos siempre agradecidos a los Jodï por su cooperación, su asistencia y la amistad<br />

que nos brindaron durante el desarrollo de esta investigación. <strong>La</strong>s determinaciones botánicas<br />

han sido llevadas a cabo en VEN, MYF, MO, PORT, especialmente por A. Fernández, con la ayuda<br />

de G. Aymard, W. Carmona, E. Cotton, L. Dorr, R. Duno, R. Gonto, O. Huber, J. Kuitt, R. Liesner,<br />

S. Llamozas, E. Melgueiro, B. Milano, J. Ramia, C. Reyes, L. Rodríguez, F. Stauffer, H. van der<br />

Werff. Estamos muy agradecidos a todos ellos y a los herbarios respectivos. El financiamiento<br />

y apoyo logístico provinieron del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, U.S.<br />

National Science Foundation, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas<br />

(Venezuela), la Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research, y el Ministerio del<br />

Ambiente y de los Recursos Naturales. Agradecemos la ayuda editorial de los Drs. Walter<br />

Coppens y Bernarda Escalante.<br />

2 El término forrajero se aplica aquí como concepto que implica la conducta ecológica social<br />

transhumante asociada a la cacería, recolección y pesca de recursos silvestres. Se contrapone,<br />

en general, a conductas ecológicas más sedentarias y centradas en actividades agrícolas.<br />

29


aumento de la biodiversidad local mediante la actividad humana (Logan y<br />

Dixon 1994). Pese a citarlas con frecuencia, ninguna de estas hipótesis se han<br />

explorado adecuadamente.<br />

<strong>La</strong> relación entre patrón de movilidad, interacción ecológica y conocimiento<br />

botánico de grupos trekkers 3 vs. los agricultores, es explícita en la<br />

literatura: los primeros poseerían un conocimiento relativamente pobre con<br />

respecto a los últimos, reflejado en la pobreza/riqueza del vocabulario para<br />

designar a las plantas lo que a su vez se considera directamente relacionado<br />

con un menor/mayor ámbito de usos (Balée 1994: 206). Datos de trekkers en<br />

las tierras bajas del Brasil reflejan un inventario mucho menor de plantas<br />

conocidas y una mínima subdiferenciación de genéricos con respecto a los<br />

grupos agrícolas que ocupan áreas ecológicas similares (Balée 1994: 210-<br />

215). <strong>La</strong> substancial carencia de politípicos a nivel genérico se explica como<br />

resultado de procesos asociados directamente a los patrones de movilidad y<br />

subsistencia de los grupos humanos en cuestión. Se proyecta una relación<br />

directa y proporcional entre la aprehensión y conocimiento de la flora local<br />

(especialmente a nivel subgenérico), el sedentarismo y la vocación agrícola de<br />

los grupos observados.<br />

<strong>Los</strong> Jodï 4 , un grupo indígena del bosque tropical de la Guayana<br />

venezolana, constituyen un grupo atractivo para verificar esta hipótesis, ya<br />

que los datos etnográficos sugieren que, a lo largo del continuo de estrategias<br />

de subsistencia característicos de grupos de tierras bajas neo-tropicales,<br />

exhiben un estilo de vida más cercano a los grupos descritos como trekkers o<br />

cazadores-recolectores estacionalmente nómadas (Balée 1994: 210). En<br />

efecto, los Jodï aparecen listados junto con otros grupos de tierras bajas<br />

suramericanas como característicos de “maize dependence combined with<br />

trekking” (Balée 1994: 211), quienes tradicionalmente podrían cultivar<br />

además cultivos calóricamente más significativos como el complejo plátanocambur<br />

o batata, pero no yuca amarga (en este contexto Balée 1994: 211 cita<br />

a Coppens y Mitrani 1974: 136, siendo Coppens el etnógrafo por excelencia de<br />

los Jodï del período de contacto). En ese sentido los Jodï serían representativos<br />

de grupos trekkers, cuyo conocimiento botánico sería comparativamente<br />

menor al de los grupos agrícolas. En términos tanto clasificatorios<br />

como utilitarios, la teoría etnobiológica predice que grupos como los Jodï<br />

poseerán un menor conocimiento de plantas locales, expresado en un menor<br />

número de plantas reconocidas. <strong>Los</strong> trekkers, además, serían grupos<br />

tendentes al nomadismo, cuyo patrón de movilidad se caracterizaría por<br />

3 Este término proviene de la lengua afrikaans, dialecto holandés originalmente hablado<br />

por los boers, descendientes de colonos holandeses del Africa del Sur. Trekker significa viajero,<br />

nómada o seminómada (Walter Coppens com. pers.).<br />

4 <strong>La</strong> ortografía utilizada en este trabajo ha sido la adoptada por los Jodï de San José de<br />

Kayamá luego de un análisis y consulta con los autores. En ese sentido representa un alfabeto<br />

autogestionado en lugar de un sistema de representación fonética regido por criterios estrictamente<br />

académicos.<br />

30


dedicar, al menos, seis meses al año a actividades de forrajeo (caza y recolección)<br />

lejos de un asentamiento base primordial, relativamente permanente.<br />

<strong>La</strong> resolución de esta hipótesis requiere profundizar en, al menos, tres<br />

aspectos:<br />

1. Definir a los Jodï en términos de su ecología de asentamiento y subsistencia:<br />

¿Describen tendencias sedentarias, agrícolas, nómadas? ¿Pueden o<br />

no definirse como cazadores-recolectores?<br />

2. Cuantificar las plantas y cualificar el conocimiento que de las mismas<br />

poseen los Jodï: ¿cuántos etnotaxa botánicos reconocen y usan? ¿el mundo<br />

vegetal Jodï juega algún rol ideológico?<br />

3. Comparar los resultados y condiciones (datos) etnobotánicos Jodï con<br />

los colectados entre otros grupos de tierras bajas suramericanas utilizando<br />

metodologías similares ponderables, tales como los descritos en algunos<br />

trabajos publicados (W. Balée entre los Ka’apor (1994) y Tembe; Prance et al.<br />

1987; B. Boom entre los E’ñepa 1990 y Chácobo 1987,1989).<br />

<strong>La</strong> estrategia metodológica para estudiar estos frentes requiere ser<br />

múltiple y replicable. Es decir, integrando datos de diferente naturaleza<br />

(botánicos, etnobotánicos, socio-demográficos, ideológicos, tecno-económicos,<br />

etc.) colectados con métodos transparentes y comparables donde las variables<br />

son explícitamente verificadas cuantitativa y/o cualitativamente.<br />

Metodología<br />

<strong>Los</strong> datos sobre el conocimiento botánico Jodï se colectaron mediante<br />

métodos cualitativos y cuantitativos, haciendo énfasis tanto en los registros<br />

verbales como en los conductuales.<br />

<strong>La</strong>s técnicas cualitativas usadas abarcan básicamente entrevistas<br />

sistemáticas contextualizadas y nocontextualizadas, interacción social,<br />

colecta de un cuerpo de formas lingüísticas y análisis fonémico del idioma<br />

Jodï (dado que este grupo es en su gran mayoría monolingüe); observación<br />

participante diaria, así como el registro de la elaboración de artefactos a partir<br />

de plantas locales; además, se realizaron colecciones (etno)botánicas<br />

generales. Algunas entrevistas consistieron en registrar todas las plantas<br />

recordadas por 15 informantes (de ambos sexos y entre 9-55 años) en eventos<br />

individualizados y únicos. Por último, se mantuvieron conversaciones con<br />

intención de profundizar los criterios con los que los Jodï construyen sus<br />

categorías de clasificación, haciendo énfasis en la especificación de atributos<br />

preceptuales, utilitarios o contextuales al segregar el dominio vegetal a través<br />

del continuum de agrupamientos codificados en lengua Jodï. <strong>La</strong>s entrevistas<br />

contextualizadas se realizaron junto con las colecciones botánicas y las<br />

observaciones de actividades asociadas a las plantas. En general, se llevaron<br />

a cabo dos tipos de entrevistas: (a) entrevista centrada en artefactos, que<br />

consiste en indagar qué planta(s) se usa(n) para fabricar determinado<br />

artefacto cultural, seguido de la colección de la(s) planta(s); y (b) entrevista de<br />

31


inventario, que implica la colección activa de especímenes botánicos y la<br />

subsecuente entrevista para indagar nombres, nociones ideológicas asociadas<br />

a la planta, usos, etc. (Boom 1989: 81). Se usaron procedimientos botánicos<br />

estandard de manipulación y colecta de campo (Tillett 1995).<br />

<strong>La</strong>s técnicas cuantitativas se centraron en los siguientes aspectos:<br />

1. Censo y mapeo de las comunidades Jodï, incluyendo los sitios de<br />

asentamientos base y temporales, conucos (nuevos, maduros, viejos, etc.).<br />

2. Colecta de muestras botánicas (2.360) en series de cinco, las cuales se<br />

hallan depositadas en MYF (Herbario Ovalles de la UCV) y VEN (Herbario<br />

Nacional de Venezuela).<br />

3. Estudios florísticos y fitosocioecológicos de 4 parcelas botánicas de<br />

1 ha (20 m x 500 m) cada una en las cuatro localidades de estudio intensivo a<br />

mencionar. Se midieron todos los individuos mayores de 10 cm DAP, se<br />

calculó su altura y se los marcó con rótulos permanentes numerados<br />

consecutivamente. Además se tomaron muestras botánicas, preferiblemente<br />

fértiles (incluye árboles, lianas y palmas).<br />

4. 170 entrevistas sistemáticas estructuradas en las parcelas botánicas<br />

acerca de las 2.<strong>01</strong>2 plantas marcadas. Jodï de ambos sexos (53.8% o 91<br />

hombres, 46.1% o 78 mujeres) que cubrían un amplio espectro de la población<br />

(desde 6 a 60 años aproximadamente) respondieron acerca de todos los<br />

individuos marcados en la respectiva parcela de la localidad donde se llevó a<br />

cabo la entrevista. Estas se condujeron en lengua Jodï y la duración de cada<br />

una varía entre 5 y 15 horas. <strong>La</strong>s entrevistas consistían en formular 13<br />

preguntas sistemáticas en las que se solicitaba, para cada individuo botánico,<br />

su nombre genérico y específico, forma de vida, usos, además de otra<br />

información cultural (ideológica por ejemplo) o ecológica. Estos datos fueron<br />

sometidos a tratamiento estadístico (análisis de consenso del informante y<br />

técnicas de estadística descriptiva).<br />

5. Inventarios generales y censos de individuos de plantas cultivadas en<br />

parcelas de muestreo de 100 m2 en 125 lotes agrícolas o conucos de<br />

diferentes edades; se trazaron mapas de las áreas superficiales de 30 de ellos.<br />

6. Estudios de distribución de tiempo (según Johnson 1975), es decir,<br />

registros instantáneos de actividades (se seleccionan al azar horas, días y<br />

unidades domésticas) realizadas por los Jodï en el momento de la observación<br />

durante 700 días (20.687 días/personas). Debido a las variables de tamaño y<br />

composiciones de las cuatro comunidades estudiadas se adecuó el método<br />

según la localidad y el período. En las dos localidades de menor población se<br />

registraron las actividades de todos los individuos ≥5 años, seleccionando<br />

cada noche, al azar, la hora de observación, en tanto que en las dos localidades<br />

de mayor densidad poblacional se seleccionaban al azar no sólo las<br />

horas sino los individuos a observar inicialmente, codificados por sectores o<br />

unidades domésticas. Con el fin de cubrir un ciclo anual se entrenó a indígenas<br />

(Piaroa y Jodï) para que colectaran datos durante los períodos en que<br />

los autores de este texto estaban ausentes de la localidad específica.<br />

32


7. Observaciones sistemáticas (90) a diferentes Jodï mientras realizaban<br />

diversas actividades de subsistencia en las que las plantas eran centrales,<br />

tales como: recolección de frutos silvestres, insectos o larvas, pesca (donde la<br />

carnada la constituye frutos silvestres), así como jornadas de cacería (donde<br />

las plantas cumplen un papel mágico medicinal o son precisamente los frutos<br />

de determinados árboles los que atraen a los animales de presa y también a<br />

los Jodï que se acercan a tales plantas para cazar), tareas agrícolas (siembra,<br />

alporque, cosecha) en las diferentes estaciones anuales y regiones. Esta<br />

metodología implica permanecer con los Jodï durante todo el día o mientras<br />

dura la actividad observada, y registrar lo que se realiza cada cinco minutos.<br />

Como resultado se obtiene un detallado perfil del tiempo de todas las subactividades<br />

involucradas.<br />

8. Registros de los recursos alimenticios cosechados (1.074) y peso de los<br />

mismos para estimar las cantidades consumidas/extraídas; determinación<br />

geográfica con la ayuda de GPS (coordenadas) de los sitios y áreas de colecta<br />

de recursos cultivados y silvestres (589), para establecer las distancias desde<br />

los asentamientos hasta el lugar donde se extraen los mismos.<br />

9. Registros climatológicos (temperatura, humedad, precipitación)<br />

durante 429 días en las áreas frecuentadas durante el trabajo de campo. Para<br />

ello se contó con termómetros de mínimas/máximas, que además estimaban<br />

la humedad relativa. Para la colecta de lluvia se instaló un pluviómetro<br />

portátil (Tru Check Rain Gauge).<br />

Tanto el enfoque cualitativo como el cuantitativo beneficiaron la exploración<br />

en torno a la manera en que los Jodï se interrelacionan con las plantas<br />

tanto ideológicamente así como las maneras en que las organizan y utilizan.<br />

Contexto de estudio<br />

Contexto cultural<br />

El vocablo Jodï [ jo ‘persona’ + -dï ‘el sufijo plural para ser animado’] se<br />

traduce ‘seres humanos’, pero se utiliza para nominar a un pequeño grupo de<br />

indígenas que ocupa los valles intermontanos, estribaciones y flancos de la<br />

Sierra Maigualida, en los Estados Amazonas y Bolívar, al sur de Venezuela.<br />

<strong>Los</strong> Jodï son el grupo etnolingüístico menos conocido y contactado de Venezuela<br />

y, para algunos, incluso de las tierras bajas suramericanas (Henley<br />

1982: 23). <strong>La</strong> historia oral reporta que en 1942 los Jodï fueron contactados<br />

por primera vez por lugareños mestizos criollos. Aunque la observación fue<br />

breve y somera, se reportó que aún utilizaban instrumentos cortantes de<br />

piedra (Coppens 1983: 254). <strong>Los</strong> contactos posteriores a esta fecha datan de<br />

finales de la década de los sesenta.<br />

33


<strong>Los</strong> asentamientos Jodï se extienden en un rango altitudinal de 120 a<br />

1.000 m snm dispuestos de manera aislada unos de otros, variando el<br />

número de miembros que ocupan el mismo asentamiento en un rango que va<br />

desde 4 personas hasta 350 como ocurre en la misión de Kayamá en algunas<br />

épocas del año. El Censo Indígena de 1992 (OCEI 1993), reporta 643 Jodï<br />

distribuidos entre aproximadamente 25 comunidades. Nuestro registro censal<br />

de 1999 es de 850 Jodï, y estimamos que para el 2003 la población total Jodï<br />

es de alrededor de 1.000 personas.<br />

Luego de una exploración preliminar por el área Jodï, se seleccionaron<br />

cuatro comunidades para el estudio intensivo: Caño Iguana (IG), Caño<br />

Majagua (MA) y Caño Mosquito (MO) en el Estado Amazonas, y San José de<br />

Kayamá (KA) en el Estado Bolívar. <strong>La</strong> selección pretende abarcar el rango de<br />

diversidad ecológica y social que se observó: tanto de diversificación de<br />

recursos naturales, como de formaciones de bosques, concentración de<br />

población, niveles y tipos de contactos interétnicos, etc. Tabla Nº 1.<br />

No se han establecido definitivamente las afiliaciones culturales, lingüísticas<br />

y genéticas de los Jodï (cf. Guarisma y Coppens 1978; Coppens 1983;<br />

Mattéi-Müller et al. 1997). En su gran mayoría, los Jodï son hablantes<br />

monolingües, aunque algunos conocen la lengua caribe del grupo étnico<br />

aledaño, E’ñepa (Panare), y otros pocos manejan un español básico. Salvo los<br />

trabajos de W. Coppens, las pocas referencias literarias acerca de los Jodï son<br />

mayormente aseveraciones basadas en observaciones donde se los caracteriza<br />

como nómadas y cazadores-recolectores. En general, los Jodï presentan una<br />

orientación adaptativa interfluvial. Aunque actualmente es incipiente el uso<br />

de curiaras (Cederla odorata L.), poseen una tecnología nativa poco elaborada<br />

(cerbatanas: Arthrostylidium spp.; esteras y cestas: Attalea maripa, Mart.<br />

Ischnosiphon spp.; puentes: Cecropia spp., Amphirrhox spp.; casas: A. maripa,<br />

Phenakospermum guyannense (L. C. Rich.) Endl. & Miq., Geonoma deversa<br />

(Pait.) Kunth, Ceiba spp., Heliconia spp., Euterpe spp.). Poseen además pocos<br />

bienes occidentales, y destaca su fuerte inclinación musical, en especial<br />

muchos Jodï portan siempre flautas (Olyra micrantha HBK) que tocan con<br />

frecuencia, incluso al caminar por los bosques. Hombres, mujeres y niños,<br />

además, cantan extensamente muchas veces durante la noche en las comunidades<br />

más aisladas y pequeñas.<br />

Contexto natural<br />

<strong>La</strong> Sierra Maigualida es una formación montañosa de unos 7.000 km2<br />

que alcanza su mayor altitud en el Cerro Yudi (sobre 2.400 m snm). Tiene<br />

unos 300 km de longitud y una anchura promedio de 30 a 40 km (Huber<br />

1995: 42). Prácticamente toda la extensión montañosa está cubierta por<br />

bosques densos y altos (mayormente bosques pluviales, ribereños, premontanos,<br />

montanos, y de galería), excepto en las elevaciones superiores a los<br />

34


Tabla Nº 1<br />

Características contrastantes en las comunidades de estudio<br />

Caño Mosquito Caño Majagua Caño Iguana S J Kayamá<br />

Asentamiento seminómada semipermanente sedentario con sedentario con<br />

salidas de cam- salidas de campamento<br />

pamento<br />

Población dispersa, aislada dispersa, semi- grande y nucleada muy grande,<br />

y muy pequeña aislada y pequeña (165-200 personas) nucleada y bi-<br />

(6-11 personas) (20-32 personas) étnica (500-600<br />

personas)<br />

Contactos infrecuente con intermitentes con constantes y constantes y<br />

etnias indígenas etnias indígenas directos con directos<br />

locales locales misioneros con misioneros<br />

estadounidenses católicos<br />

Nuevas Tribus; y con E’ñepa<br />

virtualmente sin<br />

contacto con<br />

miembros de etnias<br />

locales<br />

Bosque húmedos pre- húmedos bajos, húmedos pre- semidecíduos,<br />

montanos y estacionalmente montanos, semi- y siempre<br />

montanos, semi- inundables, semi- decíduos, y verdes, ecotono<br />

decíduos, y decíduos, y siempre verdes sabana-bosque<br />

siempre verdes siempre verdes<br />

Recursos dispersos ribereños, muy ribereños, disper- ribereños,<br />

terrestres abundantes sos y escasos, dispersos y<br />

interfluviales animales de caza, pocos animales escasos, baja<br />

caza de mamífe- palmas de caza densidad de<br />

ros, avifauna animales de<br />

abundante caza<br />

Prioridad de 1. caza 1. caza y pesca 1. agricultura 1. agricultura<br />

actividades 2. colección 2. colección 2. colección 2. colección<br />

económicas 3. agricultura 3. agricultura 3. caza 3. caza y pesca<br />

4. pesca<br />

2000 m snm donde domina la flora tepuyana. En las zonas de menor altitud<br />

se observan mosaicos de pequeñas formaciones transicionales de matorrales,<br />

de sabanas graminosas inundables y no inundables.<br />

El macroclima regional se define bajo el sistema de Köppen como húmedo<br />

tropical con una estación seca de dos meses (Am). El microclima se caracteriza<br />

por dos estaciones marcadas por la ausencia relativa de lluvias. Según<br />

nuestros datos, los rangos de pluviosidad están entre 2.400 a 2.700 mm/año,<br />

con una distribución tropical esperada (promedios desde 36 en febrero y 525<br />

35


mm durante junio-julio). Un modelo de isotermia anual tropical típico<br />

describe el régimen de temperatura. <strong>La</strong> oscilación anual de temperatura es<br />

mínima (0,14° a 5,1°C desviación standard), con un promedio máximo diario<br />

de 30,8°C (± 2,4°C) y un promedio mínimo diario de 21,7°C (±,05°C). <strong>La</strong><br />

humedad relativa osciló en un rango de 21% a 99% según las estaciones<br />

(desviación estandard 1,5 a 23%), con un valor promedio máximo de 92,6%<br />

(±1%) hasta un valor promedio mínimo de 63,7% (±11,9%). <strong>La</strong> composición<br />

florística a nivel de especies de las cuatro hectáreas de bosques estudiadas es<br />

diferente entre ellas, siendo alta la diversidad vegetal (Zent y Zent <strong>2004</strong>). <strong>Los</strong><br />

bosques locales son basi y sub montanos, ombrófilos siempreverdes y de semi<br />

a deciduos, incluyendo ecotonos bosques-sabanas. <strong>La</strong> Sierra Maigualida<br />

registra la fitodiversidad más alta reportada hasta ahora en la Guayana<br />

venezolana. En las 4 parcelas se registraron 65 familias (siendo las más<br />

importantes Burseraceae, Moraceae y Sapotaceae), 232 géneros y 533<br />

especies. <strong>Los</strong> tallos iguales o mayores a 10 cm de DAP variaron de 355 a 563,<br />

las especies se cuantificaron de 133 a 191, los géneros de 76 a 120, las<br />

familias de 38 a 51, y el área basal de 20.56 m2 a 40.83 m2 por hectárea. <strong>La</strong><br />

familia más rica en especies fue Fabaceae (38 spp.) en tanto que Moraceae<br />

contó con el mayor número de tallos (207 individuos), siendo Sapotaceae la<br />

más dominante (1.542,19 cm2). Brosimum alicastrum Sw. subsp. bolivarense<br />

(Pittier) C.C. Berg, Caraipa densifolia Mart., Oenocarpus bacaba Mart., y<br />

Bathysa bathysoides (Steyerm.) Delpetre, presentan los más altos índices de<br />

importancia.<br />

Resultados<br />

Ecología de subsistencia Jodï<br />

<strong>La</strong>s definiciones contemporáneas de cazadores-recolectores consideran<br />

que subsistencia es un concepto multifacético que incluye al menos tres<br />

niveles analíticos: (A) formas de organización social, (B) ecología de subsistencia<br />

y (C) un ethos o visión del cosmos particular. Según esto, los criterios<br />

característicos de los cazadores-recolectores serían, en términos generales,<br />

los siguientes: bandas igualitarias, alta movilidad y propiedad común; subsistirían<br />

fundamentalmente de la caza, pesca y recolección y ostentarían una<br />

cosmovisión basada en la noción de compartir, entendido el ambiente como<br />

proveedor y dotado de fuerzas místicas y morales (Lee & Daly 1999: 3-5). Todo<br />

ello coincide con los caracteres representativos de los Jodï, aunque se añade<br />

aquí una perspectiva diacrónica inserta en un sistema abierto, potencialmente<br />

cambiante.<br />

(A) Salvo su tradición oral, la historia de los Jodï es prácticamente<br />

desconocida y data de su reciente contacto con la cultura occidental durante<br />

los últimos 35 años y en especial con cuatro agentes de contacto: científicos,<br />

36


misioneros, indígenas amazónicos y criollos, especialmente mineros. Tal<br />

gama de contactos, aunque reciente, ha generado una suerte de gradiente de<br />

acercamientos que se extiende desde jóvenes Jodï trasladados a ciudades<br />

venezolanas para emprender estudios básicos, hasta algunos Jodï no contactados.<br />

Pese a la complejidad de este rango, es posible destacar elementos<br />

culturales Jodï que definen su especificidad y permanencia, tales como sus<br />

formas de organización social, su idioma, su arquitectura y disposición de los<br />

asentamientos. Algunos de estos elementos fueron destacados desde los<br />

primeros contactos en las pocas referencias literarias que los mencionan y<br />

son aún mencionados en la tradición oral del norte del Amazonas. <strong>La</strong> de T.<br />

Koch-Grünberg (1913), parece ser la primera referencia a los Jodï. Este autor<br />

los denominó Waruwadu, y los tildó como grupos salvajes y hostiles que<br />

vivían dispersos en las cuencas del Caura, el Erebato y el Ventuari. Tales<br />

nociones prevalecen en la imaginería popular indígena Piaroa o Yek’wana<br />

acompañadas de descripciones alusivas al carácter nómada y desconocedor<br />

de la agricultura de los Jodï, amén de ser afamados brujos con fuertes<br />

poderes curativos y destructivos dada su condición incivilizada, de donde<br />

probablemente provino la información de Koch-Grünberg quien jamás vio o<br />

contactó a un solo Jodï. <strong>La</strong>s impresiones contemporáneas de otros indígenas<br />

amazónicos (Piaroa, Yabarana, Yek’wana, E’ñepa, Mapoyo, etc.) acerca de los<br />

Jodï aparecen insertas en una suerte de ideología roussoniana que describe al<br />

Jodï ideal como una mezcla del buen salvaje contemporáneo alejado del mal<br />

civilizador. El Jodï ideal, además, estaría impregnado de poderes selváticos,<br />

en cierto modo relictuales, lo cual sería parte de una memoria colectiva del<br />

período de contacto difusa en memorias y cantos de cambio y resistencia. El<br />

argumento del rostro de un indígena no cambiado, lejano al indígena contemporáneo<br />

cobra valor aquí. El indígena conocido y conocedor hoy día se<br />

considera más incorporado a la sociedad de consumo global y en apariencia<br />

cercano en definiciones (hablante del español, conocedor de las leyes y<br />

políticas, etc.) no verbales que ese otro no indígena, pero criollo rural,<br />

heredero de la cultura y definición indígena aunque no lo reconozca como<br />

parte de su identidad. Vale destacar que hasta muy recientemente la mayoría<br />

de los Jodï afirmaban no haber visto indígenas de otros grupos étnicos, con la<br />

posible excepción de los E’ñepa con quienes algunos subgrupos Jodï han<br />

mantenido contactos desde hace muchos años, según la tradición oral. Sin<br />

embargo, es muy extendida la noción de que los Jodï de otros subgrupos<br />

residenciales (es decir, aquellos con los que no vivo ni practico actividades<br />

rituales o de subsistencia, independientemente de los lazos de parentesco<br />

consanguíneos o afines) son considerados otros. Esta noción, extendida por la<br />

Guayana, es particularmente acentuada entre los Jodï para quienes la<br />

autodefición étnica parece más bien jocosa en nuestros términos.<br />

El primer científico occidental en contactar a los Jodï, del que se tenga<br />

noticia, fue el arqueólogo J. M. Cruxent en 1961 guiado por E’ñepa y<br />

Yek’wana, en el área del Alto Cuchivero, Estado Bolívar, quien escribió sus<br />

37


impresiones inéditas señalando el carácter no permanente de los asentamientos<br />

Jodï. El siguiente contacto occidental registrado se dio a finales de<br />

1969 cuando dos misioneros protestantes de las Nuevas Tribus se acercaron<br />

a asentamientos Jodï del Caño Iguana guiados por Piaroa (Bodin 1969; Dye<br />

1970). Con diversos grados de precisión y agudeza, todos los (escasos)<br />

trabajos conocidos acerca de los Jodï destacan que sus formas de organización<br />

consistían de pequeños asentamientos dispersos poco duraderos y<br />

altamente móviles, cuyo modo de subsistencia estaba basado, en gran<br />

medida, en recursos silvestres y algunos pocos productos domesticados como<br />

el maíz y el complejo plátano-banana (cf. Jangoux 1971; Corradini 1973;<br />

Eibl-Eibesfeldt 1973; Coppens y Mitrani 1974; Guarisma 1974; Coppens<br />

1975, 1983; Vilera 1985). Se afirmó además que los Jodï usaban cuchillos de<br />

bambú, incluso en la década de los setenta (Eibl-Eibesfeldt 1973).<br />

Actualmente algunos Jodï reconocen la especie usada en el pasado como<br />

cuchillo y afirman que grupos no contactados los utilizan aún.<br />

Contactos entre los Jodï y los criollos se reportan hacia la década del<br />

cuarenta. Cruxent (citado en Coppens 1983: 254) refiere que dos lugareños<br />

criollos colectores de sarrapia [Dipteryx punctata (Blake) Amshoff], Enrique y<br />

Alejandro Núñez, reportaron que en la región circum-Maigualida había un<br />

grupo humano desconocido, los Jodï, viviendo en estado primitivo. Prueba de<br />

ello era el uso que hacían de instrumentos cortantes de piedra. Otro breve<br />

encuentro tuvo lugar en 1942, cuando, en las márgenes del Caño Majagua,<br />

Tertuliano Bettancourt se encontró con un grupo desconocido de indígenas<br />

que usaban hachas de piedra y que sus guías Yabarana denominaron<br />

Waruwaru (Coppens y Mitrani 1974: 134). Denominación que aún hoy, Piaroa<br />

y Yabarana usan al referirse a los Jodï. Aunque no se reportaron, es de<br />

asumir que los contactos entre criollos y Jodï debieron tener lugar con cierta<br />

frecuencia. Lo que resulta innegable es la imagen colorida y compleja acerca<br />

de los Jodï en la memoria colectiva criolla local. Desde las fechas de contacto<br />

inicial la imagen de los Jodï como bastante diferentes se formó en la<br />

imaginería popular amazónica. <strong>La</strong> idea de un grupo aislado que vivía en zonas<br />

de difícil acceso, primitivos, nómadas, cazadores y recolectores, violentos (que<br />

sólo portaban palos redondos y largos como armas) o temerosos, según el<br />

vocero, que desconocían lenguas y ropajes ha permanecido en la historia<br />

local. Tal idea es encarnada por los Jodï en una suerte de espectro que se<br />

extiende desde nobles salvajes a violentos primitivos en una gama de historias<br />

de encuentros y desencuentros con caminantes de la Sierra Maigualida. Sin<br />

embargo, la realidad Jodï resultaba desconocida para los criollos locales<br />

hasta muy recientemente, no más de un lustro, cuando pocos osados Jodï<br />

exploraron e iniciaron una serie de contactos más permanentes con<br />

individuos de pueblos criollos de frontera, después que éstos hubieran incursionado<br />

en sus territorios, usualmente en busca de minas o en salidas de<br />

cacería.<br />

38


Nuestras observaciones permiten afirmar que la organización social Jodï<br />

tradicional es muy flexible, basada en bandas pequeñas compuestas por una<br />

o varias familias nucleares o extendidas, relativamente igualitarias, atomizadas<br />

y fluidas, encabezadas generalmente por uno o dos hombres mayores,<br />

pero sin el reconocimiento como ‘capitán(es) o jefe(s)’. <strong>Los</strong> asentamientos o el<br />

espacio que los Jodï usan cultural y ambientalmente son temporales (campamentos,<br />

caza, colección, etc.) o semipermanentes (una suerte de base<br />

comunitaria a donde regresa el grupo varias veces en un año). El patrón es<br />

disperso y nómada, de frecuente movimiento entre diferentes campamentos y<br />

casas, siendo muy común la presencia de casas construídas con materiales<br />

locales seleccionadas sin criterios rigurosos o hechas para durar poco tiempo.<br />

<strong>Los</strong> Jodï exhiben una dinámica signada por una suerte de tendencias<br />

sedentarias-nómadas determinadas por la disponibilidad dispersa y variable<br />

de recursos silvestres y/o de conucos, aunque éstos suelen ser poco<br />

atendidos y trabajados. También se observó que, cuando se requería mano de<br />

obra para garantizar la cosecha, los Jodï preferían emprender recorridos de<br />

forrajeo sustentando con ello la percepción de los Jodï como un grupo con<br />

tendencia mayormente hacia la caza y/o recolección. Entre los Jodï,<br />

propiedad es una noción flexible, se poseen individual y colectivamente pocos<br />

utensilios (cuchillos, hachas, ollas, machetes, cerbatanas, curare, chinchorros,<br />

guayucos, etc.) y, al parecer, algunas plantas sembradas o manipuladas<br />

por individuos particulares.<br />

(B) <strong>Los</strong> parámetros básicos de la conducta ecológica Jodï observados en<br />

sus estilos de vida incluyen recolección, caza, pesca y agricultura. <strong>La</strong> percepción<br />

cualitativa, destacada en la literatura y en la tradición oral acerca de la<br />

tendencia hacia la caza y recolección entre los Jodï se ve sustentada por el<br />

tratamiento estadístico de los datos sobre distribución del tiempo en las<br />

cuatro comunidades estudiadas.<br />

<strong>La</strong> Tabla Nº 2 presenta la distribución porcentual de las cinco actividades<br />

diarias que representan la mayor inversión de tiempo en las cuatro comunidades.<br />

<strong>La</strong>s diversas salidas de forrajeo por los bosques que implican estadías<br />

Tabla Nº 2<br />

Distribución porcentual minutos/día de actividades de subsistencia entre los Jodï<br />

(1996-1999)<br />

% Caza Pesca Colección Acampar Agricultura Total<br />

MO 21.88 .36 11.82 12.09 2.60 48.75<br />

MA 10.10 4.50 4.06 9.09 8.41 36.15<br />

CI 6.76 4.69 5.51 9.73 8.16 34.85<br />

KA 4.49 2.18 3.03 9.61 8.20 27.51<br />

39


nocturnas se ha designado como acampar, aunque el concepto es mucho más<br />

complejo. Cuanto más tradicional es la comunidad, más tiempo dedicará<br />

diariamente a actividades de subsistencia (49% a 28%) y más a tareas de caza<br />

(22% a 5%) o recolección (12% a 3%). Observando sólo las actividades de<br />

subsistencia (Tabla Nº 3), los Jodï dedican el grueso de su tiempo a<br />

actividades de cacería o colección en un gradiente de más (MO) a menos (KA)<br />

tradicional. <strong>La</strong> agricultura presenta el panorama inverso, según el grado de<br />

aculturación, pero ni aun en KA supera el porcentaje de caza y colección<br />

juntos. En MO la proporción caza-colección (92%) con respecto a agricultura<br />

(7%) contrasta agudamente para, sin duda, calificar a los Jodï como<br />

tradicionalmente trekkers, cazadores-recolectores.<br />

Prefiere enfatizarse aquí, sin embargo, el carácter esencialmente mixto de<br />

los sistemas de subsistencia neotropicales, resultado de una mezcla de<br />

componentes silvestres y domesticados que tienen prioridad según el período<br />

del año. Resulta más preciso hablar de un continuum de estrategias de<br />

subsistencia que van desde las basadas más en el forrajeo hasta las que<br />

dependen más de la agricultura (Posey 1992; Sponsel 1989, 1996).<br />

Subgrupos de Jodï contemporáneos ilustran la variable gama de tendencias<br />

que coexisten tempo-espacialmente en la ecología de subsistencia Jodï.<br />

Grupos de asentamientos más independientes, como los abiye juluwëkadï<br />

(unos 25 miembros) del Alto Cuchivero y Alto Mosquito, no poseen parcelas<br />

40<br />

Tabla Nº 3<br />

Síntesis porcentual de la distribucción del tiempo entre los Jodï, 1996-1999<br />

% Caza Pesca Colección Agricultura Forrajeo total<br />

MO 60 1 32 7 92<br />

MA 37 17 15 31 52<br />

KA 27 19 22 32 49<br />

CI 27 12 17 44 44


agrícolas activas y practican el trueque de productos silvestres para acceder a<br />

carbohidratos cultivados por otros subgrupos Jodï. <strong>Los</strong> abiye juluwëkadï se<br />

benefician cotidianamente de los conucos maduros “abandonados” o<br />

interdigitados con la selva por Jodï que pertenecen a otros subgrupos. El<br />

subgrupo jkujchodï del Alto Mosquito (una familia nuclear de cinco hijos<br />

varones) practicó parte del año 1996 una subsistencia basada fundamentalmente<br />

en productos silvestres (frutos de palma mayormente, complementados<br />

con cacería), gracias al vasto conocimiento ambiental que poseen y<br />

a la libertad de movimiento en un territorio relativamente amplio (cf.<br />

Stearman 1991: 245). <strong>La</strong> diversidad de recursos silvestres comestibles<br />

conocidos y explotados por los Jodï se hará evidente en el aparte siguiente. El<br />

subgrupo de majteodï (unas 13 personas) de Mosquito Bajo practica la<br />

agricultura incipiente al tomar ventaja de los claros abiertos (por eventos de<br />

alteraciones naturales) para sembrar cultivos anuales como el maíz (Zea mays<br />

L.); igualmente el subgrupo abiyemadï del Alto Cuchivero (unas 25 personas)<br />

se aventaja de claros naturales en las trochas y caminos para sembrar<br />

cultivos más permanentes como la batata (Ipomea batata L.). Anticipando la<br />

posibilidad de aventajarse de carbohidratos complejos mientras se hacen<br />

recorridos de campamentos por los bosques, se ha sugerido que grupos<br />

trekking como el que nos ocupa crean fuentes alternativas de los mismos. En<br />

este sentido se han registrado dos estrategias que amortiguarían potenciales<br />

períodos de escasez de carbohidratos silvestres: la dependencia de productos<br />

silvestres asociados con el maíz (Balée 1994, 1987) tal como parece suceder<br />

entre los Araweté y los Arahuaca (Balée 1994: 211) y la práctica de una suerte<br />

de protocultivo de tubérculos al dejar porciones de los mismos en el terreno<br />

para que se autopropaguen (Bahuchet et al. 1991: 231; <strong>La</strong>nden citado en<br />

Bailey y Headland 1991: 266) tal como el que han practicado algunos grupos<br />

filipinos (Negritos) y otros del sureste asiático. Ambas estrategias parecen<br />

haber sido practicadas por Jodï en diferentes períodos históricos. <strong>Los</strong><br />

subgrupos Jodï de las misiones observan tendencias más agrícolas, en parte<br />

inducidos indirectamente por la explotación intensa de productos silvestres<br />

aledaños a las misiones, lo que, dada la concentración de población humana,<br />

ha ocasionado una disminución de las poblaciones de plantas y animales<br />

usadas como productos de subsistencia, en un ambiente caracterizado por la<br />

dispersión y variabilidad de acceso a los recursos silvestres. Algunos grupos<br />

familiares de las misiones dedican una hora al día a tareas agrícolas mientras<br />

otros grupos familiares, más independientes, carecen de conucos y para su<br />

subsistencia dependen mayormente de recursos silvestres. <strong>La</strong> variabilidad se<br />

extiende además al énfasis agrícola otorgado sobre uno u otro cultivo, la<br />

selección de la cosecha principal o la mínima o nula práctica de tareas<br />

agrícolas por parte de algunos Jodï. <strong>Los</strong> miembros de la comunidad de MO,<br />

según nuestros registros, por ejemplo, estuvieron 47% de los días en<br />

campamentos provisionales fuera de su asentamiento base, y esta cifra, sin<br />

duda, se hubiese elevado sin nuestra presencia ya que, en más de una<br />

41


ocasión, al llegar a MO y encontrar que nadie estaba allí, decidíamos<br />

buscarlos selva adentro y ellos decidían regresar a su asentamiento base<br />

durante el tiempo de nuestra permanencia para colaborar con nuestros<br />

estudios botánicos y etnobotánicos en las parcelas florísticas establecidas<br />

cerca de su casa principal. Pero, incluso, en las comunidades de misiones (IG,<br />

KA), más aculturadas y por tanto más sedentarias actualmente, se registró<br />

sobre un 10% del total de días/persona de sus miembros que se desplazaban<br />

con mucha frecuencia fuera de su asentamiento principal más permanente.<br />

En general, los conucos Jodï son típicamente policultivados y presentan<br />

extensiones superficiales variables, entre 0,3 a 1 hectárea. El sistema<br />

agrícola practicado es el de tala y quema característico del Neotrópico. <strong>Los</strong><br />

instrumentos de labranza son generalizados, es decir, aquellos que se utilizan<br />

para una gran variedad de tareas: machetes, cuchillos y estacas de muchas<br />

especies de maderas resistentes. Plantas como la Sterculiaceae jwaejka<br />

jyaï (Guazuma ulmifolia <strong>La</strong>m.) actúan como fitoindicadoras de buenas tierras<br />

para el cultivo. Durante los meses de noviembre-diciembre y luego de<br />

seleccionar la porción de tierra para abrir el nuevo conuco, los Jodï talan<br />

durante un par de días los arbustos, arboretos, bejucos y plantas pequeñas.<br />

Unos días más tarde se talan los árboles grandes. Esta actividad puede<br />

aglutinar en trabajo cooperativo a todos o a la mayoría de los hombres<br />

adolescentes y adultos de las comunidades de MA y MO. <strong>La</strong>s asociaciones de<br />

intercambio de mano de obra son muy variables. Usualmente los varones de<br />

una familia nuclear trabajarán juntos. <strong>Los</strong> miembros de una familia<br />

extendida, en cambio, pueden o no asociarse para los trabajos agrícolas. En la<br />

misión de CI las alianzas para cooperar en la tala de conucos nuevos implican<br />

complejos lazos por afinidad que parecen no exhibir patrones de vínculos o<br />

asociación. Antes del inicio de la estación lluviosa, alrededor de finales de<br />

febrero o durante marzo, seca ya la materia orgánica talada, se procede a<br />

quemarla. <strong>La</strong> quema puede iniciarse y es controlada por mujeres y hombres<br />

indistintamente. Algunas plantas muy apreciadas por su alta combustibilidad<br />

y tal vez por el tipo de nutrientes que liberan son jani iye wejtolo jyaï<br />

(Pourouma guianensis subsp. guianensis Aubl.), jani iye jyaï (Trichilia<br />

brachystachya, Kl.), uli iye jyaï (Trichilia mazanensis Macbride), moko mau<br />

jyaï [árbol de la resina que ilumina y pinta] (Trattinnickia burserifolia Aubl.),<br />

jani telela ju (Coussapoa spp.), la hierba compuesta jkalawine jtawï jele y la<br />

liana de las Olacaceas jolokali ibuju. Durante las semanas siguientes se<br />

procede a la siembra. Niños, adolescentes y adultos de ambos sexos<br />

participan con ánimo festivo en esta actividad. No sólo aquéllos que<br />

participaron en la tala y quema, siembran en los conucos nuevos. Sin<br />

embargo, parece reconocerse propiedad sobre los individuos plantados<br />

aunque se practique gran flexibilidad para cosechar de conucos propios y<br />

ajenos. Un fenómeno curioso y complejo pertinente a las practicas de<br />

distribución de recursos que trasciende las complejidades de aquéllas<br />

relativas a la producción de los mismos. <strong>La</strong> distancia de los conucos con<br />

42


especto a los asentamientos permanentes y temporales, exhibe un rango<br />

muy variable. Se observaron viviendas insertas en conucos y también se<br />

caminó alrededor de seis kilómetros hasta el conuco más cercano de un<br />

asentamiento permanente flanqueado por selvas estacionalmente inundables.<br />

A diferencia de las apreciaciones iniciales (Bodin 1969; Bou 1970) y a la<br />

supuesta dependencia de los Jodï del maíz (Balée 1994), este estudio<br />

encontró cinco carbohidratos con análoga importancia (densidad y frecuencia<br />

de cultivo y cosecha) en los conucos Jodï: maíz (Zea mays L.), batata (Ipomea<br />

batata L.), plátano-cambur (Musa paradisiaca L.), ñame/mapuey (Dioscorea<br />

spp.) y yuca (Manihot esculenta Crantz). Cuantitativa y cualitativamente<br />

constituyen los carbohidratos primordiales en la dieta Jotï (Figura N °1). <strong>La</strong><br />

ingesta de estos carbohidratos está determinada por la disponibilidad de los<br />

productos durante las diversas épocas del año. Así por ejemplo, el maíz se<br />

consume en agosto y hasta octubre fundamentalmente y el mayor consumo<br />

de batata parece tener lugar en los meses de verano, de diciembre a marzo.<br />

Figura 1<br />

Carbohidratos cultivados que presentan las mayores frecuencias en conucos Jodï<br />

<strong>La</strong>s dos especies de Dioscorea, ñame (D. alata L.) y mapuey (D. trifida L.)<br />

conforman el grueso de la ingesta de carbohidratos de febrero a mayo. <strong>La</strong><br />

yuca, en cambio, al parecer se consume durante los meses de lluvia de mayo<br />

a julio, aunque en realidad no se observó un período en el que la ingesta de<br />

este cultígeno pareciera maximizarse. El conjunto plátano-banana se<br />

consume durante todo el año, incluso transportando los frutos en las<br />

expediciones como carbohidrato de refuerzo durante los campamentos<br />

temporales.<br />

<strong>Los</strong> asentamientos interfluviales Jodï, su tamaño y permanencia así<br />

como sus estrategias de subsistencia mixtas, describen flexibilidad en<br />

términos de la concentración o mayor dedicación a actividades de recolección,<br />

43


cacería o pesca, densidades poblacionales y patrones de movilidad (para<br />

algunos grupos es su modo de vida, en tanto que otros observan ritmos<br />

estacionales). En este sentido los Jodï presentan un amplio rango de<br />

variabilidad, similar a los descritos para otros grupos amazónicos (Denevan<br />

1971; Hames y Vickers 1983; Posey y Balée 1989): algunos definitivamente<br />

cazadores-recolectores, otros con tendencias más agrícolas, aunque siempre y<br />

en todos los casos practicantes activos de salidas cotidianas de forrajeo, es<br />

decir, activos en la exploración y manejo diario de recursos silvestres (Zent<br />

1999).<br />

(C) Entre los Jodï, la realidad física se explica como el resultado de<br />

acciones atribuidas, en gran parte, a las plantas o a su interacción con las<br />

esferas divina-humana-zoológica. El ethos Jodï percibe una profunda<br />

conexión metafísica entre los dominios divino, humano, vegetal, animal y<br />

fungal. Ideas y materias se parten y comparten como una suerte de energía<br />

recíproca sostenedora de la vida. El compartir o dar bienes o servicios entre<br />

planos humanos mundanos o divinos no está enlazado con la noción de<br />

retribución inmediata o directa: no hay expectativa de recibir de inmediato o<br />

de los mismos receptores del bien, pero se cree en la retribución, sin determinantes<br />

temporales o espaciales, como forma de vida. <strong>La</strong> existencia toda es<br />

una forma de dar y recibir. El ambiente se concibe como un ente dadivoso<br />

poblado en extenso e intenso por seres fabulosamente dotados de poderes<br />

para inferir en la dinámica ordinaria y extraordinaria. Muchas plantas,<br />

animales, rocas, quebradas, elementos bióticos y abióticos son otra cosa de lo<br />

que lucen y pueden actuar volitivamente. <strong>La</strong> tierra es el hogar espiritual y la<br />

fuente de todo por excelencia y la naturaleza toda está animada con fuerzas<br />

morales y místicas. El mundo está compuesto de una suerte de tres planos y<br />

se contemplan, al menos, dos órdenes de existencia tempo-espacial: el<br />

primeval (donde la naturaleza y la cultura aparecen como uno solo y donde se<br />

ubican los orígenes de hombres, plantas, animales, mortalidad, fuego, etc.) y<br />

el contemporáneo (que de muchas maneras revierte al origen en la cotidianeidad<br />

perpetua y en las actividades aparentemente más mundanas cada<br />

día). Otros aspectos ideológicos se tratarán más adelante con mayor detalle,<br />

sin embargo la complejidad ideológica Jodï es objeto de otros trabajos aún en<br />

preparación (entre ellos Zent ms).<br />

Conocimiento botánico entre los Jodï<br />

Gran parte de la dinámica de las actividades de caza, pesca, recolección y<br />

agricultura, así como la cultura material Jodï giran alrededor de la flora local.<br />

El éxito de la ecología de subsistencia Jodï depende substancialmente del<br />

conocimiento que poseen y del uso que hacen de las plantas. En términos<br />

ideológicos, utilitarios y cognoscitivos clasificatorios, la sabiduría botánica<br />

Jodï supera las predicciones teóricas.<br />

44


Ideología: la ontogenia y la génesis<br />

<strong>La</strong> existencia misma del hombre sobre la tierra desde tiempos primevales<br />

se explica como un acaso de vinculaciones esenciales entre plantas y entes<br />

casi divinos-humanos. Una versión mitológica atribuye a determinadas<br />

especies de árboles silvestres la generación de los hombres mortales<br />

incluyendo, en algunos casos, las virtudes de un hongo genérico (sensu Berlin<br />

1992). Otra versión mitológica atribuye la condición de progenitora de la<br />

especie humana a una especie domesticada y alóctona ( jwalule jwajwa,<br />

Musa paradisiaca L.) junto con el yowale rabipelado (Didelphis marsupiales).<br />

No sólo la naturaleza casi divina-humana se pone de manifiesto en la<br />

percepción de la creación humana: la estrecha interrelación Jodï-plantas se<br />

vierte de manera simbólica en este mito de creación, reflejando más allá de<br />

una ontología la dependencia real entre los dominios humanos y los vegetales.<br />

<strong>Los</strong> hombres nacimos del jtïjtïmo jyaï, al interactuar con jkolowa (Attalea<br />

sp.), árboles bastante distintivos en el paisaje vegetal Jodï y de dimensiones<br />

no despreciables. <strong>La</strong>s muestras botánicas denominadas jtïjtïmo jyaï por los<br />

Jodï han sido determinadas siempre en el género Apeiba, familia Tiliaceae,<br />

pero en diferentes especies: A. intermedia Uitt., A. tibourbou Aubl., A.<br />

schomburgkii Szyszyl). <strong>Los</strong> Jodï reconocen el polimorfismo de Apeiba y<br />

distinguen léxicalmente a las diferentes variedades de jtïjtïmo jyaï. En el mito<br />

de creación, el nïn jtïjtïmo jyaï [el verdadero o prototípico jtïjtïmo jyaï,<br />

Apeiba sp.] parece ser el autor de la especie humana. Apeiba, además de<br />

actuar como el receptáculo de una ideología ontológica compleja, es usada por<br />

los Jodï en diversas actividades. Su tronco se usa como leña y su fruto se<br />

considera una suerte de peine de los ancestros. Incluso, para algunos, su<br />

corteza podría emplearse como reconfortante benéfico. En este mito de<br />

creación se evidencia una suerte de pertenencia del hombre al reino vegetal.<br />

<strong>La</strong> palma de jkolowa es muy apreciada por los Jodï, quienes usan casi<br />

todas sus partes: con los cogollos de las hojas se fabrican cestas; con las<br />

hojas se traman las techumbres de las viviendas y pueden elaborarse algunas<br />

cestas, cortavientos, aventadores, coronas y esteras; con los pedicelos de las<br />

hojas y la nervadura central de las mismas se tallan los dardos (llamados<br />

localmente en Amazonas por los indígenas y criollos “flechas”); los frutos son<br />

comestibles y muy apreciados, al punto de que estimulan salidas de<br />

campamento; la inflorescencia seca puede servir como escoba y la bráctea que<br />

protege la inflorescencia es utilizada como receptáculo de alimentos. <strong>La</strong><br />

domesticación se aguza con el mito de creación humana basada en una de las<br />

especies más cultivadas por los Jodï, M. paradisiaca, no en balde acoplada<br />

con estilos de vida trashumantes en virtud de la poca exigencia como cultivo<br />

de cuidados constantes. <strong>La</strong> dicotómica ontología Jodï basada en ambos casos<br />

en la materia prima vegetal, contrasta a nivel ideológico al recrear una vez<br />

más la clásica discusión cultura vs. naturaleza. Ello se materializa hoy, con la<br />

identificación que algunos Jodï manifiestan con una u otra versión mitológica.<br />

45


De acuerdo a esto, algunas líneas Jodï descenderían de la Apeiba en tanto<br />

que otras de la Musa. Este género domesticado e introducido del Sureste de<br />

Asia habría penetrado la ideología Jodï en un período no mayor a 500 años.<br />

Este sería un buen ejemplo para reflejar la agilidad de los procesos culturales,<br />

no necesariamente milenarios para ser muy significativos y representativos de<br />

un grupo étnico. <strong>La</strong> Musa está conformada por múltiples variedades, como la<br />

Apeiba, enlazando de alguna manera la diversidad vegetal con la divergencia<br />

humana generada (Zent 1999).<br />

<strong>La</strong> relevancia ontológica de las plantas es omnipresente en la cosmovisión<br />

Jodï: la tierra actual (así como dos de las previas) descansa en varias<br />

especies de árboles y el cielo es sostenido por otras; las estrellas son flores, la<br />

luna creció en la canopia de un árbol uli jkaile jyaï (Micropholis egensis<br />

[A.D.C] Pierre) y se elevó al cielo trepando una escalera de árboles mujka jyaï<br />

(Tachigali guianense [Benth.] Zarucchi & Herend), y muyeja jyaï (Hymenaea<br />

courbaril L.), la lluvia viene del árbol jkabule jyaï (Faramea spp.) y es<br />

regulada por el mismo; el aire fue almacenado en el subsuelo por algunos<br />

animales en el árbol cho mujka jyaï (Tachigali spp.); la mayoría de los<br />

animales, las palmas, muchas plantas importantes y cultivos eran hombres<br />

en el tiempo primordial, pero cambiaron al salir del árbol jkwë jtau jyaï<br />

(Senna spp.) luego que la ardilla cortara la liana que sujetaba al tronco del<br />

cielo y se metamorfosearon con el fin de mantener al hombre en esta tierra;<br />

antes de que se formara la tierra, el fuego se almacenó en troncos de árboles<br />

e, incluso, la tierra actual fue creada cuando un ser divino cortó el árbol que<br />

soportaba una tierra previa.<br />

<strong>La</strong>s <strong>version</strong>es ontológicas esbozadas aquí, no sólo interconectan efectivamente<br />

las esferas divinas, humanas, vegetales y animales sino que las hacen<br />

perder sus límites definitorios al enfatizar la interdependencia de ellas.<br />

Interdependencia materializada en el mundo de todos los días. <strong>La</strong> vida<br />

individual Jodï, desde su nacimiento, directa o indirectamente está estrechamente<br />

ligada a la flora de su ambiente. <strong>La</strong>s interacciones espirituales con<br />

las plantas comienzan inmediata y directamente al nacer cuando el padre del<br />

neonato corta el cordón umbilical ( juluwë ) con una gramínea chabo wiweño<br />

jena [palo hueco blando blanco de wiweño] (Guadua sp.), recibiendo su<br />

primer baño con ciertas plantas como juluwejka nejkana jele (Piper<br />

reticulatum L.), las que engendran el alma junto a aclamaciones del padre y<br />

transfieren sus propiedades al nuevo ser. En la transición entre el mundo de<br />

las ideas y las conductas, al día siguiente del nacimiento del bebé, el padre<br />

excava un hueco bajo el árbol icheka maniyo jyaï [árbol duro/resistente de<br />

maniyo] (Pterocarpus rhorii Vahl) donde entierra la placenta ( jtijtojwe dodo),<br />

con el fin de transponer de alguna manera atributos de este árbol a la<br />

criatura para asegurar que vivirá y crecerá muy fuerte. El neonato y su padre<br />

deberían tomar un baño e impregnarse con la corteza y hojas de cho mana<br />

ajtikwë jyaï [árbol silvestre de la trocha ajtikwë ] (Guarea guidonia (L.)<br />

Sleumer). Luego del nacimiento del bebé, los padres pueden consumir sólo<br />

46


alimentos de origen vegetal (no había gran consenso en la duración o vigencia<br />

de esta prohibición). A lo largo del crecimiento del infante,o en caso de que se<br />

le presenten dolencias o enfermedades, es común practicarle baños de<br />

carácter mágico-curativos con una o más especies vegetales. Desde la primera<br />

infancia hasta su muerte, el Jodï mantendrá múltiples y constantes contactos<br />

con el universo vegetal de su entorno. Muchas plantas (especialmente las que<br />

según la ideología Jodï tienen ijkwoju, una traducción aproximada sería<br />

corazón) ayudan a los hombres a mantenerse en la tierra e inducir el regreso<br />

de un alma andariega que, cuando el cuerpo enferma, marcha y sale del<br />

cuerpo. Para los Jodï, la inducción a planos de existencias más verdaderos o<br />

reales, como los sueños y las habilidades para cazar, dependen de ciertas<br />

plantas. Un complejo rito de pasaje de niño a adulto sanciona para siempre la<br />

relación humana-botánica. En éste, se exhorta a los hombres a portar<br />

siempre consigo, insertadas en orificios corporales (nariz, oreja), partes de<br />

algunas plantas (tales como jkwaejle jyaï [árbol del mono capuchino] Licania<br />

apetala (E. Mey.) Fritsch, waiño jyaï [árbol blando] Pseudolmedia sp., jani<br />

bate [seje pequeño] Oenocarpus bacaba Mart., jtuliwëdï jele, Rinorea<br />

pubiflora [Benth.] Sprague & Sandw). Este ritual de transición esconde<br />

múltiples significados, los cuales están intrincados como un marcador físico<br />

permanente entre las esferas vivas 5 y se relaciona, al menos, con tres hechos<br />

trascendentales: permitir el paso al mundo después de la muerte, posibilitar<br />

la comunicación con los ancestros y fortalecer la potencialidad de curar. Ello<br />

protege individual y colectivamente al Jodï, lo ayuda a evadir enfermedades y<br />

evitar su extinción o desaparición eterna. Esta práctica exalta virtualmente la<br />

vida y el lazo entre plantas, seres humanos y eternidad. <strong>La</strong> ausencia de la<br />

varita de madera en el orificio nasal condena a la desaparición total del Jodï<br />

que no lo porte e impide entre otras cosas que interactúe efectiva y realmente<br />

con muchos hongos, plantas y animales incluyendo la eficiencia en las<br />

prácticas de cacería. El vínculo se establece entre plantas, hombres y<br />

eternidad (Zent 1999).<br />

Conocimiento etnobotánico Jodï: categorías y prácticas utilitarias<br />

Se registraron al menos 2.045 usos de plantas que fueron discriminados<br />

por los Jodï de las cuatro comunidades en nueve categorías utilitarias<br />

globales. Debido a razones de espacio, aquí solamente se presenta un<br />

resumen estadístico de las frecuencias de especies/etnotaxa en cada<br />

categoría (Tabla Nº 4) y se refiere al lector interesado a Zent et al. 2.000 para<br />

listados completos.<br />

5 El enlace que establece la ideología Jodï entre las esferas de la vida, zoológicas, vegetales,<br />

fungales y humanas entre otras, es bastante complejo y trasciende con mucho los alcances de<br />

este trabajo. Se remite al lector a Zent, E. ms.<br />

47


<strong>La</strong> categoría de mayor diversidad botánica es la de alimento de animales,<br />

lo cual es una buena indicación de la interdependencia de los Jodï con su<br />

ambiente vegetal a través de los animales. Es notable también el alto número<br />

48<br />

Tabla Nº 4<br />

Número de plantas conocidas por los Jodï según categoría utilitaria*<br />

Uso Familias Especies No determinadas Taxa Jodï<br />

alimento de animales 91 550 89 591<br />

leña 54 325 51 351<br />

construcción 59 285 46 294<br />

comestibles 58 222 43 253<br />

tecnología 59 193 50 245<br />

magia y medicina 67 182 76 229<br />

pesca 18 36 4 39<br />

aseo 15 23 7 29<br />

bebidas 9 11 4 14<br />

* <strong>La</strong>s listas completas de las especies se presentan en Zent et al. 2000 pp. 121-196.<br />

de especies comestibles y medicinales ya que supera los números registrados<br />

para otros grupos amazónicos (Zent 1992; Balée 1994) y falsifica la hipótesis<br />

de este trabajo, en tanto que sustenta el argumento de una falsa correlación<br />

(evolutiva) entre conocimiento y ecología de subsistencia. El gran número de<br />

especies utilizadas para la construcción (285) refleja los escasos criterios para<br />

seleccionar los materiales de construcción, lo que, a su vez, redunda en la<br />

poca intención de levantar abrigos que perduren mucho tiempo. Ello sustenta<br />

la tendencia hacia actividades de caza y recolección así como el constante<br />

movimiento característicos de la cultura Jodï. Igualmente, el elevado número<br />

de plantas consideradas aptas para la leña (325) incluyen individuos de los<br />

bosques (de diversos estados de regeneración) más que de los conucos, lo cual<br />

habla nuevamente de su orientación forrajera. Vale añadir al respecto que<br />

todos los registros de colección de leña implican plantas que por alteraciones<br />

naturales (alto dinamismo natural) estaban ya en proceso de desecación<br />

sobre el terreno, es decir, no se observó ni un sólo evento en el que los Jodï<br />

talaran plantas para usarlas como leña; prefiriendo, en cambio, colectar<br />

plantas o leños secos caídos, abundantes por demás en los bosques del<br />

Maigualida. <strong>La</strong> demanda de leña por parte de las poblaciones humanas es<br />

menor que la oferta natural del espacio que ocupan los Jodï.<br />

De la Tabla Nº 4 se desprende la relevancia del forrajeo o recolección<br />

entre este grupo étnico. <strong>La</strong> recolección es una actividad codificada en la<br />

lengua Jodï con los términos cho balebï [salir/andar/caminar/explorar/<br />

explotar/curiosear/cazar/pescar/colectar en el bosque]. Esta actividad está<br />

bien diferenciada como práctica de manejo y explotación en la racionalidad<br />

Jodï. <strong>La</strong>s prácticas de colección de recursos botánicos y zoológicos silvestres


son cotidianos y el consumo de alimentos del bosque tiene una frecuencia<br />

diaria. Plantas y animales colectados son importantes recursos alimenticios,<br />

pero además se usan en una amplia y diversa gama de contextos, tales como<br />

materia prima en la elaboración de artefactos, medicinas, prácticas rituales o<br />

mágico-religiosas, cebo o atrayente para animales de caza, decorativos, leña,<br />

canoas, puentes, etc. (Zent 1999).<br />

<strong>La</strong> colecta de alimentos es una práctica flexible, llevada a cabo por<br />

miembros de ambos sexos. Desde alrededor de los cinco años de edad<br />

aproximadamente, todos los miembros de una unidad de asentamiento toman<br />

parte activa en las salidas de recolección. Estas pueden tener una duración<br />

de unas pocas horas hasta meses, requiriendo, en este caso, la erección de<br />

asentamientos temporales. El forrajeo no es exclusivo y se combina con<br />

salidas de cacería, a conucos, en recorridos a otras comunidades etc. Pocos<br />

artefactos intervienen en las colectas, a lo sumo andamios para acceder a los<br />

recursos y cestas para depositar lo colectado. <strong>La</strong> periodicidad de las<br />

colecciones depende de la disponibilidad de los recursos colectables. Algunos<br />

recursos silvestres se consideran tan importantes (tales como jlude, Dacryodes<br />

spp.; duwiyu, Chrysophyllum sanguinolentum (Pierre) Baehni; jtau ade,<br />

Humiria balsamifera Cuatrec.; wajliche, Ecclinusa guianensis Eyma; ulu,<br />

Attalea maripa Mart.; waiño, Pseudolmedia spp.) que estimulan expediciones<br />

sólo para buscarlos y consumirlos. En cambio, otros alimentos parecieran ser<br />

de oportunidad, es decir, se los consume si mientras se efectúa otra actividad<br />

están disponibles con facilidad (tales como bujta, Clarisia ilicifolia; Spreng.,<br />

luwë, Inga spp., mau, Protium spp.; wejkao, Pourouma spp.; jtoba, Coccoloba<br />

fallax Lindau), y los Jodï los aprovechan si se los encuentra a su paso. <strong>La</strong><br />

calidad de alimentos de oportunidad, no descarta el gran conocimiento<br />

fenoménico que de estos recursos poseen los Jodï (estacionalidad, períodos de<br />

fructificación o floración, etc.) y es precisamente este saber ecológico el que<br />

modula las estrategias de su aprovechamiento traducido en prácticas sociales<br />

de movilidad y aprovisionamiento. De esta manera, períodos de escasez verán<br />

reforzada la validez de los recursos que aquí denominamos de oportunidad.<br />

<strong>La</strong> recolección de productos silvestres más común es la que se centra en<br />

frutos arbóreos. Estos se colectan usualmente luego de trepar a los árboles<br />

fértiles con la ayuda de una suerte de aro, denominado judibï por los Jodï,<br />

que fija y sostiene las extremidades inferiores del escalador al tronco y, al<br />

mismo tiempo, le permite impulsarse en el ascenso o descenso. Este aro se<br />

fabrica con la fibra de algunas especies vegetales (como nïn jkudile jyaï,<br />

Guatteria foliosa Benth.; eloli jyaï, Cordia sericicalyx ADC; bajtu jono jyaï<br />

[árbol de jono de corteza gruesa/ancha] Lecythis corrugata Poiteau; dodo<br />

jyaï [árbol de ropaje/cordaje] Brosimum utile HBK y jkanawa jwajwa,<br />

Phenakospermun guyannense (L.C. Rich.) Endl. & Miq.). <strong>Los</strong> frutos colectados<br />

se depositan en cestas elaboradas por lo general con hojas o cogollos de tres<br />

palmas: jani bate (Oenocarpus bacaba Mart.), ulu (Attalea maripa Mart.) y<br />

jwajwï (Euterpe precatoria Mart.). <strong>La</strong> colecta puede consistir sencillamente<br />

49


en recoger los frutos maduros ya caídos sobre el terreno bajo la copa de los<br />

árboles. Se observó a individuos de todos los grupos etáreos y de ambos sexos<br />

(incluidos en el rango de 5 a 60 años), colectando frutas arbóreas tanto<br />

trepándose a los árboles como recogiendo los frutos del suelo. Se observó a<br />

hombres y mujeres en estas actividades recolectoras que, por lo demás,<br />

evidencia la habilidad y destreza de los Jodï en el desempeño de las mismas.<br />

Otra práctica consiste en cortar o talar ramas o troncos completos de las<br />

plantas que ostenten los frutos a los que se desea acceder. Se observó<br />

solamente a los hombres realizando este tipo de colección que, sin duda,<br />

consiste en una actividad creativa al abrir claros en el bosque que promueven<br />

el crecimiento de plantas colonizadoras tempranas.<br />

<strong>La</strong> mayoría de las partes de las plantas consumidas son los frutos,<br />

aunque en algunos casos como la epífita ibëjka jena (Maytenus spp.), el<br />

bejuco jeba ibuju (Paulinia anisoptera Turcz.), o el árbol didibu jyaï (Erythryna<br />

sp.) es el tallo lo que se consume. En el último caso, la corteza se ingiere<br />

cruda o en una suerte de sopa, junto con el fruto de la palma de ulu (A.<br />

maripa). Muchas de estas comidas se consumen en los campamentos, como el<br />

fruto arbóreo de malawa jyaï (Tibouchina geitneriana (Schltdl.) Cogn.); otras,<br />

como es el caso de muye jyaï (Copaifera officinalis L.) es comida de los<br />

ancestros o de períodos de escasez, al igual que el fruto de la palma de jwajwï<br />

(Euterpe precatoria). <strong>La</strong>s resinas de plantas como uli nejkana jele (Piper<br />

spp.) y jkalimëne jyaï (Couma macrocarpa Barb. Rodr.) también se consumen<br />

ocasionalmente, así como la inflorescencia de jluwilu abo jena (Costus spp.).<br />

Significativas son aquellas lianas que los Jodï utilizan en substitución del<br />

agua cuando, en caminatas o campamentos, no hay fuentes cercanas. Su<br />

savia se considera benéfica (medicinal, reconfortante, energética) para el<br />

organismo, destacando el carácter continuo entre las nociones y la percepción<br />

de lo que constituye ser alimenticio y ser medicinal de muchos grupos étnicos<br />

(cf. Etkin 1986, 1994). <strong>La</strong> Tabla Nº 5 lista las especies alimenticias más<br />

colectadas por los Jodï.<br />

<strong>La</strong> dependencia de los Jodï de la recolección de productos silvestres para<br />

satisfacer algunas de sus necesidades es incuestionable. Sin duda alguna, la<br />

recolección de recursos silvestres practicada por los Jodï está basada en su<br />

amplio conocimiento de la biota local, en términos de la etología y fenología de<br />

animales y plantas respectivamente. En cambio, resulta polémico aseverar si<br />

la aparente dependencia humana de plantas y animales no ha condicionado o<br />

estimulado respuestas de comportamientos dependientes en algunas especies<br />

botánicas o zoológicas que han sido manipuladas por los Jodï desde hace<br />

décadas o quizás siglos. En otro lugar (Zent y Zent 2002) se han descrito y<br />

discutido cinco conductas ecológicas con que los Jodï han generado alteraciones<br />

ambientales que, a su vez, han contribuido creativa y positivamente en<br />

la configuración florística (composición, estructura, diversidad) de los bosques<br />

de la Sierra Maigualida. Tales conductas son las siguientes: (1) cosecha y<br />

dispersión de frutos arbóreos comestibles, (2) explotación y manipulación de<br />

50


Tabla Nº 5<br />

Árboles frutícolas cosechados más comúnmente<br />

Familia Nombre científico Nombre Jodï Estación<br />

Anacardiaceae Anacardium giganteum Hanc. uli eloli jyaï Jul-Sept.<br />

Apocynaceae Couma macrocarpa Barb. Rodr. jkalimëne jyaï May-Ago.<br />

Burseraceae Dacryodes sp. uli jlude jyaï Ago.-Nov.<br />

Burseraceae Dacryodes chimantensis (Steyerm.)<br />

Cuatrec. jani jlude jyaï Jul.-Nov.<br />

Burseraceae Protium tenuifolium (Engler) Engler ojtewaka mau jyaï May.-Jul<br />

Burseraceae Protium opacum Swart uli mau jyaï May.-Jul<br />

Caesalpinaceae Hymenaea courbaril L. muye jyaï Nov.-Ene.<br />

Caryocaraceae Caryocar microcarpum Ducke uli jkawale jyaï Abr.-Ago.<br />

Cecropiaceae Pourouma melinonii Benoist uli wejkao jyaï May.-Jul<br />

Clusiaceae Garcinia sp. jtaiwe jyaï Jul.-Ago.<br />

Fabaceae Dipteryx sp. wain jyaï Feb.-Abr<br />

Humiricaceae Humiria balsamifera Aubl. jtau ade jyaï Dic.-Mar.<br />

Mimosaceae Inga bourgoni (Aublet) D.C. jani luwë jyaï Feb.-Abr.<br />

Mimosaceae Inga edulis Martius uli luwë jyaï Ene.-May<br />

Mimosaceae Inga sp. mayekano luwë jyaï Abr.-Ago.<br />

Mimosaceae Inga sp. ejkö luwë jyaï Feb.-Abr.<br />

Moraceae Brosimum lactescens<br />

(S. Moore) C. C. jtïjtïweka jyaï Abr.-Jun.<br />

Moraceae Helicostylis tomentosa<br />

(P. & E.) Rugby waiño walema jyaï Jun.-Ago.<br />

Moraceae Pseudolmedia laevigata Tréc. jani waiño jyaï Ene.-Mar.<br />

Moraceae Pseudolmedia laevis (R. & P.)<br />

Macbride uli waiño jyaï Ene.-Mar.<br />

Moraceae Sorocea muriculata Miquel bujta jele May.-Jul.<br />

Polygonaceae Coccoloba fallax Lindau jtoba jyaï Ene.-May<br />

Sapotaceae Chrysophyllum argenteum Jacq. oneko jyaï Ene.-Mar.<br />

Sapotaceae Chrysophyllum sanguinolentum<br />

(Pierre) Baehni duwiyu jyaï Ene.-Mar.<br />

Sapotaceae Ecclinusa guianensis Eyma wajliche jyaï Abr.-Jun.<br />

Sapotaceae Matayba sp. ajtikwë jyaï Jul.-Ago.<br />

Sapotaceae Micropholis egensis (A.DC.) Pierre jkaile jyaï Feb.-Abr.<br />

Vochysiaceae Qualea paraensis Ducke jnemale jyaï Feb.-Abr.<br />

palmas, (3) manejo de gusanos de seje, (4) cultivo en claros naturales y (5)<br />

extracción de miel. <strong>La</strong>s modalidades, las escalas, las frecuencias e intensidades<br />

de los impactos humanos a partir de sus conductas alteradoras permitieron<br />

concluir que los Jodï constituyen agentes de alteración a pequeña y<br />

mediana escala y que, a través de la ocupación a largo plazo de esta región,<br />

han llegado a tener un impacto considerable en la composición, diversidad,<br />

estructura y función de los bosques de la Sierra Maigualida. Por otra parte, se<br />

observó que las interrelaciones Jodï asociadas con el manejo, explotación y el<br />

conocimiento fenológico y etológico indican potenciales procesos coevolutivos<br />

plantas-animales. Dos ejemplos significativos de esto último se dan entre la<br />

51


palma jani bate (Oenocarpus bacaba Mart.) y las larvas jani batebodï y uli<br />

batebodï conocidos como gusanos de seje (Rhinostomus barbirostris,<br />

Rhynchophorus palmarum) y algunas especies de abejas y plantas como<br />

jtumilu jyaï (Terminalia amazonia [Gmel] Exell), mujkïkï jyaï (Jacaranda<br />

copaia [Aubl.] D. Don), jani jono jyaï (Eschweilera parvifolia Mart. ex A.P. DC.)<br />

y maniyo jyaï (Pterocarpus rohrii Vahl).<br />

Estas conclusiones son significativas en tanto que desmienten la premisa<br />

de que sólo grupos agrícolas modifican el ambiente biótico al punto de contribuir<br />

al incremento y mantenimiento de la biodiversidad (cf. Logan y Dixon<br />

1994). Por el contrario, grupos pequeños con tendencias forrajeras constituyen<br />

componentes integrales en la dinámica de los ecosistemas amazónicos<br />

en pro del incremento de la biodiversidad en términos de composición y<br />

estructura.<br />

Conocimiento botánico Jodï: clasificación<br />

<strong>Los</strong> sistemas de clasificación etnobotánicos Jodï no presentan grandes<br />

contradicciones con respecto a la teoría etnobotánica sensu Berlin (1992;<br />

Berlin et al. 1974). <strong>La</strong>s categorías consensualmente ocurrentes sin cuestionamiento<br />

en los sistemas de clasificación Jodï son las siguientes: reino (R),<br />

forma de vida (FV), genérico (G), específico (E) y variedad (V) (cf. Zent 1999).<br />

El dominio vegetal está sin duda bien discriminado y diferenciado en la<br />

racionalidad Jodï. Como predice la teoría etnobiológica, la macrocategoría de<br />

mayor inclusión equivalente al reino vegetal o plantas, no está codificada por<br />

lexema alguno en la lengua Jodï: la categoría es cubierta o innominada,<br />

aunque no por ello indefinida. Algunos marcadores lingüísticos sustentan la<br />

clase conceptual incodificada ‘planta’ como bien delimitada en la mentalidad<br />

Jodï. Plantas, hongos, animales y hombres, las esferas de seres que describen<br />

ciclos de vida empíricamente verificados y experimentados por los Jodï, son<br />

objeto de codificaciones colectivas, especialmente para marcar sus esencias y<br />

sus extinciones. <strong>La</strong>s plantas y los hongos como integrantes de la esfera<br />

animada o vital, presentan un marcador de su extinción, muerte o en proceso<br />

de descomposición walinï de jae (en singular), confrontado con el término<br />

empleado por los Jodï para referirse a animales o personas muertas miyëlinï<br />

de jae (en singular). El plural de hombres o animales se construye con el<br />

sufijo -dï, y el de las plantas y los hongos se expresa con diversos términos.<br />

<strong>Los</strong> conceptos de padres (ae) e hijos (ini ), en cambio, se aplican a plantas,<br />

animales y hombres.<br />

<strong>Los</strong> Jodï reconocen explícitamente, al menos, diez categorías etnobotánicas<br />

que ocupan el segundo rango de mayor inclusión, es decir, el de<br />

Formas de Vida o FV (sensu Berlin et al. 1974, Berlin 1992), las cuales se<br />

nominan con los siguientes términos: jyaï [árbol, planta de tallo ligneo<br />

madura], jele [arbolito, arbusto, palo, planta de tallo ligneo o no ligneo o<br />

52


esencialmente pequeña], ibuju [liana, bejuco leñoso o herbáceo], [palma<br />

madura], jya [hierba, planta erecta o rastrera de tallo suave no ligneo, hoja],<br />

jwajwa [planta acaulescente o etapa de algunas plantas como las palmas],<br />

jköjkö [planta acaulescente, o etapa de algunas plantas como las palmas,<br />

incluye rosáceas], dodo [hierba o bejuco rastreros, cespitosos o no], jtejte<br />

[plantas cespitosas rastreras o trepadoras de tallos no ligneos, herbáceas], y<br />

jena [plantas de tallos suaves erectos, usualmente semiligneos, huecos]. Se<br />

considera aquí que, aunque estas categorías cumplen las predicciones<br />

enunciadas en la teoría etnobotánica para determinar las FV, no todas ellas<br />

deberían considerarse FV. <strong>La</strong> teoría etnobiológica predice que la categoría FV<br />

estará caracterizada taxonómicamente por ser el segundo rango de mayor<br />

inclusión, será biológicamente ampliamente politípica, pero incluirá relativamente<br />

pocos morfotipos, se reconocerá perceptualmente mediante un<br />

pequeño número de caracteres biológicos (que pueden sobreponerse a los<br />

sistemas científicos o nativos) y lingüísticamente estará nominada por<br />

lexemas primarios. Taxonómicamente, todas las categorías mencionadas se<br />

consideran ocupando el segundo rango de mayor inclusión (aunque existen<br />

excepciones empíricas en algunas otras etnoclasificaciones) con respecto a los<br />

referentes en cuestión y al sistema mismo. Son biológicamente politípicas, se<br />

las reconoce perceptualmente gracias a la abstracción de pocos atributos y se<br />

nominan mediante nombres primarios. <strong>La</strong> Tabla Nº 6 resume los caracteres<br />

definitorios más relevantes de cada FV.<br />

<strong>La</strong> categoría G del sistema clasificatorio de la flora Jodï constituye una<br />

suerte de columna vertebral del mismo y, en este sentido, coincide con las<br />

predicciones teóricas. Según éstas, la categoría G se considera el núcleo del<br />

sistema clasificatorio y constituye comúnmente la categoría más numerosa y<br />

es la primera que reconocen los niños, lo cual evidencia la naturalidad y<br />

sencillez con la que se discriminan los genéricos según Berlin. <strong>Los</strong> G ocupan<br />

generalmente el tercer rango en el sistema clasificatorio, se nominan con<br />

nombres primarios y la mayoría son monotípicos. El número total de G Jodï<br />

registrados alcanza a 565, cifra que está dentro del rango de los quinientos<br />

como umbral superior de taxa G nominados en los dominios orgánicos (Berlin<br />

1992: 97), pero por grupos no forrajeros. El número de G Jodï entra en<br />

contradicción con la teoría etnobotánica de corte evolucionista (Brown 1985:<br />

45) y la correlación positiva entre el número total de taxa etnobotánicos y<br />

modo de subsistencia. Según ello, los Jodï, dada su tendencia forrajera,<br />

deberían reconocer menos G que los agricultores. Del total de 565 G, un<br />

23,6% son politípicos (108 G son politípicos e incluyen, al menos, un par de<br />

taxa específicos), es decir, incluyen taxa de rangos menores en series de<br />

contrastes, cifra que no entra en contradicción con el 80% aproximado de<br />

monotipos que predice la teoría etnobotánica (Berlin 1992: 23) para grupos<br />

agrícolas. <strong>Los</strong> G se reconocen y nominan por una serie de rasgos diagnósticos<br />

de mayor a menor prioridad (corteza o tallo de los referentes botánicos,<br />

presencia o ausencia de látex, resinas o coloraciones específicas, flores,<br />

frutos, hojas, coloraciones, venaciones y olores específicos). Algunos referentes<br />

53


como géneros de las familias Bromeliaceae, y Cyperaceae, pueden identificarse<br />

a partir de la excavación de rizomas y sus diferentes coloraciones,<br />

texturas y olores. El contexto ecológico donde se desarrolle una planta<br />

específica puede eventualmente dar claves significativas para identificar un<br />

referente botánico. <strong>Los</strong> G Jodï están nominados mayormente con nombres<br />

primarios simples, improductivos y productivos. A diferencia de los nombres<br />

primarios simples improductivos (nijtu jyaï, Cedrela odorata L.; jkayena jele,<br />

54<br />

Tabla Nº 6<br />

Caracteres definitorios de las FV Jodï.<br />

FV Caracteres/dimensiones<br />

jyaï [árbol] Tallo ligneo-madera interna/planta erecta/madura/<br />

usualmente > 3 m de altura/gran diversidad de follaje.<br />

jele [arbolito/arbusto] Tallo ligneo/planta erecta/inmadura o esencialmente<br />

baja < 3m/gran diversidad de follaje.<br />

ibuju [liana/bejuco] Tallo ligneo o herbáceo/madura o inmadura/trepadora/<br />

altura o longitud no son caracteres definitorios/escasas<br />

o nulas hojas.<br />

[palma] Tallo ligneo suave/planta erecta/madura/ usualmente ><br />

3 m/hojas usualmente amplias y flexibles.<br />

jya [hierba/hoja] Tallo suave herbáceo/madura o inmadura/usualmente<br />

erecta/rastrera en ocasiones/usualmente < 1m de<br />

altura/diversidad de hojas.<br />

jwajwa [planta acaulescente] Sin tallo visible/forma suerte de macollas<br />

múltiples/madura o inmadura/altura no carácter<br />

definitorio/pencas/espatas/pecíolos prominentes.<br />

jköjkö [planta acaulescente] Sin tallo visible/forma suerte de macollas<br />

múltiples/erecta/madura /usualmente > 1 m/hojas<br />

prominentes/pencas.<br />

dodo [hierba/bejuco] Tallo flexible herbáceo/rastrera o trepadora/cespitosa<br />

o no/ madura /altura no definitoria/diversidad de<br />

hojas usualmente aovadas.<br />

jtejte [hierba/bejuco] tallo flexible herbáceo/rastrera trepadora o cespitosa/<br />

madura/altura o longitud no definitoria/ hojas<br />

aovadas/cultivada, usualmente jená [hierba erecta]/tallo<br />

hueco o con fibra suave acuosa no lignea o semilignea/<br />

usualmente > 1 m/diversidad de hojas.<br />

jena [hierba/bejuco] tallo hueco o con fibra muy suave acuosa no lignea o<br />

semilignea/usualmente > 1 m/diversidad de hojas.


Pouteria venosa Mart.; iyejtela ibuju, Machaerium kegelii Meiss.; jkanawa<br />

jwajwa, Phenakospermun guianense (L. C. Rich.) Endl. & Miq; jtewa jyaï,<br />

Heliconia psittavorum, L. F.), que no son analizables morfológica o semánticamente,<br />

los nombres productivos se expresan de acuerdo a caracteres<br />

ecológicos, morfológicos o utilitarios ( jchanka jtawï jyaï [árbol de río abajo,<br />

no de montaña] Hirtella elongata Mart. & Zucc; me jtawï [árbol de sabana]<br />

Curatella americana L. jkwayo ju [liana del mono] Prionostemma spp.; icheka<br />

jtawï [árbol duro] Qualea paraensis Ducke; duwëna jyaï [árbol rojo] Pouteria<br />

caimito R & D; jcheko jtawï [árbol de la guacamaya] (Ouratea castaneifolia<br />

(DC) Engl.; moko jyaï [árbol que ilumina, con cuya resina se fabrican<br />

antorchas] Protium heptaphyllum Aubl., abuwibïka jele [palo delgado para<br />

bañarse con fines benéficos] (Senna obtusifolia L., etc.).<br />

Se registraron un total de 509 E. En el sistema de clasificación etnobotánico<br />

Jodï, los límites y alcances de la categoría E siguen los postulados de<br />

la teoría: se expresa en términos de series de contraste de pocos miembros<br />

incluidos en un G tipo, y se diferencian perceptualmente a partir de la abstracción<br />

de pocos atributos. Generalmente ocupan el cuarto rango del sistema<br />

clasificatorio y se nominan mediante lexemas compuestos o secundarios: si<br />

conforman series de más de tres miembros suelen tener gran importancia<br />

cultural y corresponden generalmente a las variedades o subespecies<br />

científicas. Si se considera a los Jodï como una sociedad con tendencia<br />

predominante forrajera, los datos E registrados contradicen la teoría, pues<br />

predice que las sociedades forrajeras carecen del rango específico o presentan<br />

un desarrollo pobre del mismo (Berlin 1992: 33). Cuantitativa y cualitativamente,<br />

las E Jodï son significativas y relevantes en el sistema clasificatorio<br />

(más del 90% son además silvestres) (Tabla Nº 7).<br />

Tabla Nº 7<br />

Distribución de G monotípicos y politípicos según FV<br />

Genérico monoespecífico Genérico politípico Total global<br />

jyaï 156 79 235<br />

ibuju 130 3 133<br />

jele 60 8 68<br />

jya 33 2 35<br />

jköjkö 27 1 28<br />

jena 19 7 26<br />

jwajwa 15 4 19<br />

13 2 15<br />

dodo 3 1 4<br />

jtejte 1 2<br />

Total 457 108 565<br />

55


Comparación de resultados con otros grupos étnicos<br />

Parte de la metodología seguida se modificó de la etnobotánica cuantitativa<br />

(Prance et al. 1987). Ésta consiste en una orientación de investigación<br />

que intenta estudiar empíricamente las relaciones hombres-plantas, permitiendo<br />

manejos estadísticos de los datos, enfatizando la integración<br />

interdisciplinaria y proveyendo datos mucho más precisos y confiables. Posee<br />

además un mayor potencial comparativo de los resultados a través de diferentes<br />

regiones culturales y ecológicas, ya que permite operaciones analíticas<br />

estadísticas más rigurosas y una mayor posibilidad de replicar estudios y<br />

verificar hipótesis. Puede, entonces, verificarse cuantitativa y comparativamente<br />

la hipótesis planteada al inicio.<br />

<strong>La</strong> literatura reporta sólo nueve grupos étnicos con los que se han<br />

conducido estudios de etnobotánica cuantitativa con parámetros comparables<br />

a los de este trabajo. Exceptuando a los Quijos Quichua y Shuar, el<br />

rango de las poblaciones estudiadas va de menos de 200 personas con los<br />

Tembé a casi 3.000 con los Barí. Es decir, poblaciones relativamente<br />

pequeñas en números absolutos. Como es usual, las densidades poblacionales<br />

varían en virtud de la concentración o dispersión de la población en<br />

cuestión, aunque los asentamientos, en general, no superan las 500 ó 600<br />

personas. Se presentan los resultados porcentuales de usos globales y por<br />

categorías en cada uno de los estudios a comparar, el número de entrevistados<br />

y el tipo de entrevista realizada (Tabla Nº 8). En todos los casos,<br />

excepto en el de los Barí, los porcentajes de usos globales no incluyen a la<br />

categoría de alimento de animal (incluyendo alimento de abejas), y excepto en<br />

los casos de los Quijos y los Barí, los restantes estudios excluyen la categoría<br />

leña, eliminando ambas categorías de la cuenta de usos globales puesto que<br />

algunos autores cuestionan la validez de tales categorías y se considera que<br />

todas las plantas servirían para esos fines (cf. Prance et. al. 1987). Aunque en<br />

el caso de los Jodï los usos están codificados en su lengua, Prance et al.<br />

advierten de la posibilidad metodológica de imponer categorías de usos<br />

occidentales a las poblaciones con las que se trabaja. Se considera aquí que<br />

tales categorías de usos son válidas en términos culturales y ecológicos (más<br />

aún si se tienen fines de conservación ecológica como Prance et al. declaran),<br />

pero se las excluye para hacer los parámetros comparativos más aceptables y<br />

adecuados con los estudios publicados. Un guión en la tabla indica que no se<br />

reporta la información en la publicación especificada. El tipo de entrevista<br />

asignada con el número 1, se refiere a que la entrevista se condujo con la<br />

ayuda de especímenes botánicos fuera del entorno del bosque; y el asignado<br />

con el número 2 indica que la entrevista se llevó a cabo en el contexto del<br />

bosque y con el referente botánico vivo. Es probable, en este sentido, que<br />

datos provenientes de los diferentes tipos de entrevistas no sean del todo<br />

comparables como aquéllos que provengan de la misma rutina metodológica<br />

(Zent 1999).<br />

56


Tabla Nº 8<br />

Porcentaje de plantas usadas por algunos grupos de tierras bajas suramericanas<br />

Jodï KA<br />

Jodï MA<br />

Jodï MO<br />

Jodï CI<br />

Barí-II<br />

(Lizarralde 1997)<br />

Barí-I<br />

(Lizarralde 1997)<br />

Waimiri/Atroari<br />

(Milliken 1992)<br />

Panare-II<br />

(Boom 1990)<br />

Quijos Quichua/Shuar<br />

(Bennett 1992)<br />

Panare<br />

(Prance et al. 1987)<br />

Tembé<br />

(Prance et al. 1987)<br />

Ka’apor<br />

(Prance et al. 1987)<br />

Chácobo<br />

(Prance et al. 1987)<br />

nº de especies 94 119 99 70 44 200 225 93 102 133 187 182 191<br />

% uso 79 61 77 49 52 79 91 56 62 96 100 94 49<br />

alimento humano 40 22 34 34 - 27 23 30 32 45 26 25 25<br />

alimento animal - - - - - - - 85 89 89 88 93 75<br />

leña - - - - - - 24 52 50 92 88 89 85<br />

construcción 17 30 20 3 - 32 77 34 31 90 98 89 20<br />

medicinal/ benéfica 35 11 21 7 - 15 7 3 3 10 8 5 7<br />

comercial 1 5 2 4 - 0 - 4 4 0 0 0 0<br />

misceláneos 19 25 28 4 - 31 11 17 16 6 10 8 9<br />

inductoras - - - - - - - - - 11 5 3 3<br />

cordaje/ ropaje - - - - - - - - - 13 6 5 7<br />

curiara - - - - - - - - - 2 0 2 2<br />

alimento de abejas, etc. - - - - - - - - - 97 98 98 97<br />

nº de indígenas entrevistados - - - - - 7 - 13 13 32 20 20 32<br />

tipo de entrevista 1 1 1 1 1 1/2F - 2 2 2 2 2 2<br />

57


El primer parámetro comparativo está dado por el número absoluto de<br />

especies involucradas en cada parcela. El rango se extiende de 44 para los<br />

Panare (autodenominados E’ñepa) a 225 para los Quijos Quichua, con una<br />

media de 129 especies. Estas cifras reflejan la riqueza de la diversidad<br />

florística local y probablemente los valores podrían variar de tratarse de<br />

diferentes taxa botánicos, en diversas áreas ecológicas o con diversos patrones<br />

de usos humanos. En las publicaciones comparadas, se asume que todas las<br />

parcelas están ubicadas en áreas de bosques altos con pocas alteraciones<br />

significativas o bosques maduros. Dado que los valores de usos se dan en<br />

porcentajes, el número de especies no afecta la comparación real.<br />

El porcentaje de usos globales es el segundo parámetro comparativo, el<br />

cual se extiende en el rango de 49% a 100%, con una media del 75%. Si se<br />

toma éste como el único porcentaje comparativo, la hipótesis acerca del conocimiento<br />

botánico Jodï, en términos de usos, estaría cuantitativamente<br />

probada: los porcentajes de usos globales de las cuatro hectáreas Jodï no<br />

dejan ninguna duda de la diversidad de usos y sus altos porcentajes, tanto en<br />

tallos como en taxa y en cuatro ambientes microecológicos diversos. A ello se<br />

añade, sustancialmente, el hecho de que el parámetro fue verificado entre 169<br />

Jodï de ambos sexos y de un rango de edades desde 6 a 60 años. El parámetro<br />

de usos globales está influenciado por el número de indígenas que<br />

participó en las entrevistas en relación con los estudios mencionados, y si las<br />

mismas se condujeron a través de la parcela o con la ayuda de especímenes<br />

botánicos. <strong>La</strong>s publicaciones pocas veces especifican el número y la naturaleza<br />

(grupos de edad/sexo) de los indígenas entrevistados, por lo que este<br />

parámetro comparativo pierde significado. En otros casos, sólo se entrevistaron<br />

individuos de algunas categorías demográficas y no se tomaron en<br />

cuenta informantes de otras categorías demográficas (se observa mayor<br />

participación de hombres jóvenes o adolescentes varones, por ejemplo).<br />

Algunos usos son del dominio de algunas clases etáreas que, al estar excluidas<br />

de las entrevistas etnobotánicas, minimizan la posibilidad de obtener datos<br />

que reflejen la realidad acerca de usos particulares (Zent 1999).<br />

<strong>La</strong> variación ecológica, en términos de la diversidad de la flora local y de<br />

las historias de ocupación particulares de cada grupo étnico, resulta crucial<br />

en la ponderación de usos botánicos. Ello se evidencia aquí al notar los<br />

porcentajes de usos globales de las parcelas de KA y MO. En KA, los Jodï<br />

confrontan una riqueza florística diversa, expresada en 51 familias del<br />

ecotono sabana-bosque, pero de la que conocen usos para sólo 49% de los<br />

individuos de la parcela. Exactamente el mismo porcentaje de uso resultante<br />

en la parcela estudiada por B. Boom entre los Panare en un ambiente natural<br />

similar. Además, sólo 3 puntos por encima del segundo porcentaje de usos<br />

más bajo, también en una parcela (II) entre los Panare con 52%. <strong>Los</strong> Panare,<br />

según la historia oral, han ocupado tradicionalmente el área de Kayamá. De<br />

hecho, dicho vocablo toponímico proviene de esa lengua Caribe. El término<br />

Jodï para Kayamá es jwana jedö o el curso de agua de las cerbatanas,<br />

58


cabeceras arriba. El significado cultural del área para los Jodï parece estar<br />

codificado en su lengua, una región a la que se accedía en busca de la materia<br />

prima para elaborar las cerbatanas. Esta interpretación se sustenta con el<br />

testimonio oral, puesto que, al parecer, el área de Kayamá fue tradicionalmente<br />

usada y visitada en expediciones de intercambio, pero ocupada solo<br />

estacionalmente por los Jodï. Es decir, KA según la tradición oral fue siempre<br />

un punto de encuentro bi-étnico y uno de los múltiples asentamientos de<br />

expedición Jodï. El porcentaje de uso global de 49% para KA y los Panare, es<br />

el más bajo no sólo para los Jodï, en comparación con las tres parcelas<br />

restantes, sino para los 9 grupos étnicos explorados. Tal vez la flora local<br />

explique este bajo porcentaje pues muchas de las plantas son poco usadas<br />

por la gente. Una explicación más comprehensiva debe incluir la historia de<br />

ocupación reciente por parte de los Jodï del sector de Kayamá y su poco<br />

conocimiento de muchas de las especies locales, en contraste, por ejemplo,<br />

con la parcela de MO, el corazón de la zona tradicional Jodï con un 100% de<br />

uso (incluso después de excluir alimento animal y leña). Resulta evidente, en<br />

este ejemplo, la importancia de los estudios comparativos desde perspectivas<br />

culturales y ecológicas intra-grupo étnico. <strong>Los</strong> porcentajes de usos<br />

globales y por categorías no se explicarían adecuadamente de no haberse<br />

trazado la parcela de MO y haberla contrastado efectivamente con la de KA.<br />

En este sentido, aparece empíricamente recomendable llevar a cabo<br />

entrevistas en parcelas botánicas con diversas condiciones ecológicas (cf.<br />

Phillips y Gentry 1993a, 1993b; Phillips et. al. 1994). Si es posible, en<br />

períodos de tiempo de largo plazo para observar dinámicas en las esferas<br />

culturales y ecológicas.<br />

El porcentaje de uso con el tercer valor más bajo lo ostenta la parcela I de<br />

los Barí con sólo el 56%. En este caso, factores microecológicos locales (altas<br />

densidades y dominancias absolutas de taxa particulares con poco uso),<br />

además del número y naturaleza de categoría etárea de los Barí entrevistados<br />

podrían influenciar los porcentajes. <strong>Los</strong> porcentajes de usos globales más altos<br />

están influenciados por usos donde criterios discriminatorios de efectividad se<br />

ven minimizados (por ejemplo, plantas usadas para la construcción de<br />

viviendas) como entre los Jodï MO y MA.<br />

En las lenguas indígenas, la categoría alimento humano está culturalmente<br />

entre las menos ambiguas y la mejor codificada (Prance et al. 1987). El<br />

rango porcentual se extiende de 22% a 45% para este uso, con un promedio<br />

de 30%. En este parámetro, los porcentajes resultantes en las cuatro parcelas<br />

Jodï están por debajo (25%-26%) o mucho más allá (45%) del promedio de las<br />

trece parcelas. <strong>La</strong> diversidad ecológica pareciera actuar como la variable independiente<br />

en este parámetro, más que el conocimiento de los Jodï sobre usos<br />

alimenticios de la flora local.<br />

En cuanto a la categoría alimentos de animales, excluída de los porcentajes<br />

globales, ostenta porcentajes en un rango del 75% al 93% para los seis<br />

valores con los que se dispone de cifras, aunque en ningún caso se arriba al<br />

59


100% como predecían algunos autores (cf. Prance et al. 1987: 297). El valor<br />

de este tipo de dato se apreciaría más si se especificara qué especies zoológicas<br />

consumen determinadas especies botánicas, determinando etnozoológicamente<br />

qué especies son generalistas o especializadas, o ponderar densidades<br />

de especies, rutas de dispersión y/o coevolución tanto de animales<br />

como de plantas locales. Estas son, precisamente, las ideas que subyacen<br />

cuando, en la secuencia de preguntas de nuestras entrevistas, incluimos la<br />

categoría alimento de abejas, colibríes o mariposas. Es decir, considerar las<br />

relaciones directas entre especies de plantas y animales que han sido<br />

observadas por los indígenas.<br />

<strong>La</strong> leña, aunque también excluida del total porcentual global, varía en un<br />

rango del 24% al 92%. El amplio rango porcentual apunta a una discriminación<br />

real de los indígenas hacia las plantas usadas como combustible,<br />

indicando que éstos excluyen especies no aptas para este uso, lo cual invalida<br />

la predicción de Prance et al. (1987). El elevado número de especies que los<br />

Jodï consideran útiles para este fin, la gran mayoría de especies que se<br />

encuentran en bosque primario, confirman que este grupo étnico centra sus<br />

actividades de ecología de subsistencia forrajeras en los bosques primarios.<br />

<strong>La</strong>s plantas usadas en la arquitectura señalan criterios de selección<br />

culturales y disponibilidad. El rango porcentual oscila entre 3% y 98%, con<br />

un promedio de 43%. El porcentaje con el valor más bajo se presenta entre los<br />

Panare, asentados en ambientes de sabana o, a lo sumo, de ecotono sabanabosque,<br />

donde probablemente la presencia y densidad de plantas arquitectónicamente<br />

viables es baja o nula. El valor porcentual más alto se presenta<br />

entre los Jodï de MO quienes exhiben pocos o ningún criterio de selección de<br />

materiales en la erección de sus viviendas. El caso de MO es un elocuente<br />

ejemplo en el que valores altos pueden simplificar y falsificar el significado de<br />

las cifras: números altos no implican necesariamente mayor conocimiento o<br />

manejo de recursos vegetales. <strong>Los</strong> valores porcentuales medios, en cambio,<br />

parecieran expresar criterios selectivos más rigurosos emitidos por grupos<br />

étnicos (por ejemplo, Waimiri, Barí), cuyas residencias se erigen con intención<br />

de que sean más permanentes, por lo que resistencia, durabilidad, dureza y<br />

dimensión de los materiales de construcción privan sobre la facilidad de<br />

acceso a los mismos. <strong>La</strong> calidad con la que se fabrican las viviendas se<br />

manifiesta por el énfasis que ponen en la intensificación de la impermeabilidad<br />

de techumbres y paredes, y por la protección que ofrecen contra los<br />

elementos climáticos y bióticos, además de incidir en su duración potencial.<br />

El siguiente parámetro comparativo, plantas medicinales, es por demás<br />

complejo en, por lo menos, aspectos conceptuales culturales, éticos y legales.<br />

Se ha señalado que, entre muchos grupos indígenas, no existe una clara<br />

delimitación entre plantas medicinales, reconfortantes, animadoras, mágicas<br />

o buenas para el cuerpo y el espíritu (cf. Etkin 1994; Johns et al. 1990, 1994;<br />

Shepard 1998). Generalmente, además, no se registran términos equivalentes<br />

60


a medicina con la connotación occidental. Entre los Jodï, los términos que<br />

definirían una condición de bienestar, belleza, salud y limpieza están codificados<br />

a través de los mismos vocablos jtijan (dï ) man. Igualmente, los<br />

mecanismos para recuperar o mantener un estado de bienestar o la obtención<br />

de éxito en la cacería se designan con el mismo vocablo au woi/au ibï/au<br />

kwan. Estos ejemplos no caracterizan una realidad exclusiva de los Jodï y,<br />

por la complejidad conceptual que abrazan, deberían ser tomados en cuenta<br />

seriamente en cualquier estudio de corte etnomedicinal y etnofarmacológico,<br />

incluyendo la percepción étnica del cuerpo humano (cf. López-Zent 1993). A<br />

nivel mundial, los debates éticos y legales asociados a las etno-prospecciones<br />

medicinales son, por demás, complicados y rebasan los alcances de este<br />

trabajo (cf. Cunningham 1993; Posey y Dutfield 1996). <strong>Los</strong> porcentajes de las<br />

plantas consideradas medicinales oscilan en un rango de 3% a 35%, con un<br />

promedio de 12%. Si se categoriza con más propiedad a las plantas benéficas,<br />

los porcentajes obtenidos en las parcelas de los Jodï deberían añadir,<br />

además, los que resultan de la categoría de plantas inductoras (medicina<br />

mágica de cacería), siendo los valores porcentuales más adecuados 21%,<br />

13%, 8% y 10%, para CI, MO, MA y KA respectivamente, cifras consensuales<br />

que se ubican sobre y bajo el promedio de 12% de usos medicinales en las 13<br />

parcelas comparadas. Un elemento más que sustenta el valor inverso de la<br />

hipótesis de este trabajo ya que las plantas medicinales son uno de los<br />

criterios comparativos del conocimiento etnobotánico entre grupos forrajeros<br />

y agrícolas (Balée 1994; Logan y Dixon 1994). Sin embargo, se cree aquí que<br />

las técnicas cuantitativas no resultan adecuadas para medir un conocimiento<br />

especializado como el de plantas medicinales.<br />

El último parámetro que se ha de comparar involucra la categoría misceláneos<br />

o varios, que incluye usos como elaboración de bateas para fermentar<br />

bebidas, pilones, tintes, cordajes, ropajes, etc. El rango porcentual de esta<br />

multi-categoría oscila entre 4% y 31%, con un promedio de 14%, estando los<br />

valores Jodï en el rango bajo entre el 6% y 10%. Esta categoría es, en realidad,<br />

poco comparativa dada su ambigüedad definitoria o incluye un abanico de<br />

posibilidades utilitarias que se exploraron menos sistemáticamente entre las<br />

13 parcelas. Por ejemplo, grupos como los Quijos Quichua no considerarán<br />

relevantes las plantas fibrosas para elaborar cinturones o ropajes, fundamentales<br />

para los Jodï; usos desconocidos, relictuales o extintos entre las<br />

diversas etnias entrevistadas, como los arcos poco conocidos, pero no<br />

utilizados ni elaborados por los Jodï, aunque sí por los Barí, y en desuso o<br />

extinción por los Quijos, etc. También cabe mencionar en este contexto las<br />

curiaras o canoas consideradas como objetos comerciales entre los Chacobo,<br />

Tembé, Ka’apor, y Panare, en tanto que, para los Jodï, que todavía no participan<br />

en la red de intercambio comercial monetario, tales vehículos de transporte<br />

son elaborados de forma rudimentaria y perecedera, sin fines comerciales en<br />

lo absoluto.<br />

61


Conclusiones<br />

1. En base a datos cuantitativos y cualitativos, la exploración detallada<br />

de la ecología de subsistencia Jodï, su organización social y bases ideológicas,<br />

así como el registro de su conocimiento y su conducta, permite definirlos<br />

especial, pero no exclusivamente, como forrajeros nómadas, al menos 6<br />

meses/año (trekkers). Sin embargo, siendo las clasificaciones el vehículo que<br />

permite organizar el conocimiento de una realidad más que conocerla a<br />

profundidad, aparece como más auténtico reconocer el carácter dinámico de<br />

la ecología de subsistencia Jodï, especialmente en el contexto contemporáneo<br />

de cambio cultural y ecológico. En ella se destaca la gran variabilidad en<br />

términos de tendencias forrajeras a agrícolas, y/o de nómadas a sedentarias<br />

describiendo una gama extensa de posibilidades para caracterizar a los<br />

grupos e individuos Jodï. <strong>Los</strong> ejemplos mencionados reflejan, sin duda, una<br />

gama de caracterización de las prácticas de ecología de subsistencia Jodï que<br />

se vería muy simplificada de asignársele un rótulo conceptual como cazadoresrecolectores,<br />

agricultores, agricultores incipientes, etc. <strong>La</strong> complejidad de la<br />

interacción y aprehensión ambiente-Jodï no estaría bien representada con<br />

una sola caracterización nominal. En este texto se comulga más con una<br />

percepción de los Jodï como cambiantes a lo largo de un continuum con<br />

ascendencia forrajera, aunque conocedores de prácticas agrícolas. Y de ser<br />

necesaria una definición en términos conceptuales, parecieran acercarse a<br />

trekkers.<br />

2. (a) El hecho de haber conducido 169 entrevistas estructuradas en las 4<br />

hectáreas de parcelas con Jodï de diferentes edades (6-60 años)/sexo y haber<br />

sometido los resultados a tratamiento estadístico permitió cuantificar, a nivel<br />

consensual, su conocimiento etnobotánico. (b) El sistema de clasificación<br />

etnobotánico Jodï exhibe categorías bien definidas: reino (no nombrado),<br />

forma de vida (10), genérico (565), específico (509), y variedad (5). Además, el<br />

porcentaje de taxa genéricos politípicos (108), 23,6%, coincide con el 20%<br />

predicho por la teoría que verifican la hipótesis nula ya que los Jodï registran<br />

un número significativamente alto de taxa genéricos y específicos, mayor o<br />

igual que el registrado para grupos agrícolas, y (c) al comparar los resultados<br />

del análisis estadístico de consenso de informantes presentado a través de los<br />

porcentajes de categorías de uso con los publicados entre los únicos 9 grupos<br />

étnicos cuyos datos se colectaron siguiendo una metodología similar, se<br />

verifica la hipótesis nula ya que los Jodï registran un número significativamente<br />

alto de plantas útiles, mayor o igual que el que se registra para otros<br />

grupos étnicos de tierras bajas en Sudamérica, en especial con respecto a las<br />

plantas medicinales y las alimenticias.<br />

3. El número de G reportado aquí para los Jodï proviene sin duda de<br />

bases de datos sistemáticos y debe considerarse al reanalizar la propuesta<br />

evolucionista. Parte de la revisión, además, debe probablemente reconsiderar<br />

los modos de subsistencia como rótulos prioritarios y entenderlos más como<br />

62


procesos dinámicos en los que la tendencia o énfasis de subsistencia<br />

ecológica dependerá de múltiples factores y no sólo de los culturales. Tales<br />

factores, en muchas ocasiones además, escaparán a variables o procesos<br />

fundamentalmente socio-culturales. En este sentido, el caracterizar a los<br />

grupos étnicos como agrícolas o forrajeros simplifica un complejo continuum<br />

de interrelaciones culturales-ambientales (cf. Lee & Daly 1999). <strong>Los</strong> G<br />

reconocidos por los Jodï, sin duda reflejan, además, la diversidad y riqueza<br />

ecológica de la Serranía Maigualida.<br />

4. <strong>Los</strong> porcentajes de usos globales de las parcelas botánicas exploradas<br />

entre los Jodï oscilan entre 49% y 100%, aunque aspectos cualitativos<br />

ecológicos y culturales deben ser tomados en cuenta cuando se trata de<br />

explicar estas cifras. <strong>La</strong> diversidad florística local de cada parcela influida por<br />

factores microecológicos climáticos afecta el porcentaje de uso en términos de<br />

las densidades y frecuencias relativas de las especies e individuos botánicos<br />

que ocurren en las mismas. Esta diversidad botánica y el conocimiento que<br />

los Jodï expresan (verbal y conductualmente) de ella, deben asociarse a las<br />

historias de ocupación local del espacio por parte de los Jodï. En este sentido,<br />

el área de ecotono sabana-bosque de Kayamá aparece como subutilizada por<br />

los Jodï, tal vez no sólo por una baja densidad y frecuencia de plantas<br />

conocidas y usadas por los Jodï, sino porque constituye un ambiente natural<br />

(y cultural) nuevo para los Jodï, quienes apenas hace una década empezaron<br />

a incursionar en estos sectores.<br />

5. En términos ideológicos, utilitarios y cognitivos, desde perspectivas<br />

cualitativas y cuantitativas, y utilizando enfoques de registros verbales y<br />

conductuales, macro y micro-humanos se ha demostrado que (a) la vegetación<br />

circundante constituye un elemento siempre presente en la vida Jodï y<br />

(b) que éstos conocen y manejan de maneras muy complejas su ambiente<br />

florístico. <strong>La</strong> ideología Jodï que involucra a las plantas es ciertamente muy<br />

compleja y pareciera mucho más elaborada que su cultura material. <strong>La</strong>s<br />

plantas permean la cultura Jodï en planos ideológicos y económicos, al<br />

extremo de ser activas en la definición y reproducción biológica de este grupo<br />

étnico. Este trabajo aparece como una suerte de introducción sistemática al<br />

esfuerzo por entender y explicar las interacciones de un grupo humano, en<br />

cierto sentido relictual, dada su unicidad cultural y estilo de vida. Es por ello<br />

que futuros trabajos intentarán explorar a mayor profundidad las interacciones<br />

Jodï-ambiente natural con intenciones de sugerir una suerte de<br />

fórmulas de conservación ecológica-cultural de la Serranía Maigualida.<br />

6. <strong>La</strong> importancia de verificar esta hipótesis puede tener significados, al<br />

menos en tres contextos:<br />

- Teórico: la documentación del conocimiento etnobotánico provee datos<br />

que permiten una mayor comprensión de la naturaleza de los patrones de<br />

subsistencia de un estilo de adaptación ecológica y de vida relictuales<br />

asociados a la universalidad de los sistemas de clasificación biológica.<br />

- Metodológico: la etnobotánica cuantitativa provee datos mucho más<br />

precisos y confiables, mayor potencial comparativo de resultados a través de<br />

63


diferentes regiones culturales y ecológicas, operaciones analíticas estadísticas<br />

más rigurosas y mayor posibilidad de replicar estudios: con ello se pudo<br />

determinar cuantitativamente cuánto usan los Jodï de la diversidad vegetal<br />

de las selvas amazónicas que ocupan.<br />

- Aplicado: el cuantificar plantas y conocimiento convierte a los resultados<br />

en poderosos instrumentos para planes de conservación, ya que se<br />

pueden producir definiciones precisas de patrones de explotación y manejo de<br />

plantas, así como de la dependencia que las comunidades locales tienen de<br />

determinados recursos vegetales y la abundancia y distribución espaciotemporal<br />

de determinadas plantas: cuánto de la diversidad vegetal es<br />

conocido y usado por la gente, las especies y familias botánicas que presentan<br />

los valores de uso más altos, las comunidades de plantas que presentan los<br />

valores de importancia más altos de acuerdo a las diferentes clases de<br />

significados culturales, etc.<br />

7. Finalmente, investigaciones de esta naturaleza tienen un valor potencial<br />

para estimular la creación de leyes de conservación biocultural y contribuir a<br />

crear una conciencia sobre los derechos de la naturaleza y humanos.<br />

Resumen<br />

Este artículo explora la hipótesis sobre la relación directa entre conocimiento<br />

etnobotánico y tendencia ecológica de los grupos humanos. Para ello,<br />

durante veintitrés meses, se colectaron datos entre los Jodï, un grupo poco<br />

contactado de la Sierra Maigualida del Amazonas venezolano. Se ensaya una<br />

definición de los Jodï como trekker (cazador y recolector estacionalmente<br />

nómada), derivando de ello el supuesto de que conocerán menos plantas que<br />

los grupos agrícolas más sedentarios de ambientes análogos. Para verificar la<br />

hipótesis se seleccionaron cuatro comunidades que difieren cultural y<br />

ecológicamente, se implementó una metodología replicable y múltiple, y se<br />

incluyeron análisis cualitativos y cuantitativos. <strong>Los</strong> resultados se compararon<br />

con los que están disponibles en la literatura y que aplican metodologías<br />

análogas. Se muestra que los Jodï: (1) dada su ecología de subsistencia,<br />

organización social y ethos particular (sustentado en datos verbales,<br />

conductuales, cualitativos y cuantitativos) pueden definirse como trekkers; (2)<br />

conocen lo mismo o más de la flora local que los grupos agrícolas de tierras<br />

bajas en términos (a) clasificatorios cognitivos (11 formas de vida; 565<br />

genéricos de los cuales 108 son politípicos; 509 específicos folk; 5 variedades) y<br />

(b) utilitarios según las respuestas de 169 de ellos sobre 2.<strong>01</strong>2 plantas<br />

sometidas a tratamiento estadístico y comparadas con los resultados de<br />

trabajos similares con grupos de tierras bajas suramericanos (Ka’apor, Tembe,<br />

Panare, Bari, etc.) y (3) las plantas permean la cultura Jodï en planos<br />

ideológicos y económicos al extremo de ser activas en la definición y<br />

reproducción biológica de este grupo étnico.<br />

64


Abstract<br />

This paper explores the hypothesis that ethnobotanical knowledge is<br />

directly dependent upon the economic orientation among traditional ethnic<br />

groups. Twenty-three months of fieldwork were carried out among the Jodï, a<br />

little contacted group of the Sierra Maigualida in the Venezuelan Amazon. The<br />

characterization of the Jodï as trekkers (hunter-gatherer and seasonally<br />

nomadic group) is sustained by our empirical observations, which justifies<br />

using them as a test case for testing the hypothesis that they command less<br />

knowledge of the plants of their local environment than their horticultural<br />

counterparts. Four Jodï communities with different social and ecological<br />

conditions were studied using a replicable, multifaceted methodology, involving<br />

quantitative and qualitative data analysis, in order to test the ideological,<br />

utilitarian, and theoretical postulates of this hypothesis. The results were<br />

compared with those presented in the literature for other lowland South<br />

American indigenous groups in which similar methods were applied. It is<br />

shown that the Jodï: (1) can be defined as trekkers according to their<br />

subsistence ecology, social organization and cultural ethos (supported by<br />

verbal, behavioral, qualitative and quantitative data); (2) know and use an<br />

equal or greater amount of their local flora than more agricultural oriented<br />

groups in terms of both (a) cognitive classification (11 life forms; 565 folk<br />

generics, 108 of which are polytypic; 509 folk specifics; 5 varietals) and (b)<br />

utilitarian classification (according to the statistical results of the answers of<br />

169 respondents on 2,<strong>01</strong>2 plants compared with the results of similar studies<br />

carried out among lowland indigenous groups (Ka’apor, Tembe, Panare, Barí,<br />

etc.); and (3) plants permeate Jodï culture on ideological and economic planes to<br />

such an extent that they have been active in the definition and reproduction of<br />

this ethnic group.<br />

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E-mail: elzent@ivic.ve<br />

E-mail: szent@ivic.ve<br />

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