La importancia de la amplificación de altas frecuencias en niños

Introducción
La Importancia de la Amplificación
de altas frecuencias en niños ñ
En los últimos años, ha sido cuestionada la utilidad de
facilitar una amplificación de alta frecuencia a algunos
individuos con pérdida auditiva. Específicamente, en algunos
casos, facilitar una ganancia a altas frecuencias anularía
la mejora en la percepción del habla o incluso resultaría en una
disminución del rendimiento del audífono (Skinner 1980; Murray
y Byrne 1986; Rankovic 1991; Ching, Dillon y
Byrne 1998; Hogan y Turner 1998; Turner y
Cummings 1999). Los resultados de estos estudios tienen
importantes implicaciones para la práctica clínica. Si la
amplificación de frecuencia alta no puede facilitar la percepción
del habla, entonces los intentos por proporcionar una ganancia
a esta franja de frecuencia no serían necesarios ni deseables
en determinadas circunstancias.
Aunque los estudios citados anteriormente fueron
realizados sólo con adultos, estos hallazgos a menudo
han sido generalizados hasta incluir la amplificación a
niños y jóvenes. El objetivo de este artículo es
revisar los estudíos relacionados con el tema, siempre que
sea factible adaptarlos a los niños, y presentar datos recientes
de dos estudios realizados con niños con pérdidas
auditivas.
Estudios Previos
En general, los estudios previos parecen apoyar la opinión
de que la amplificación de frecuencia alta no siempre
podría ser beneficiosa. Es importante señalar que en todos
en todos estos estudios existe una alta variabilidad entre los
individuos analizados. Así, algunas personas parecen ser capaces
de usar la información de frecuencia alta, algunas no se ven beneficiadas
y otras muestran una disminución en el rendimiento del audífono.
Address correspondence to: Patricia G. Stelmachowicz, Ph.D., Boys
Town National Research Hospital, 555 North 30 th Street, Omaha,
Nebraska, USA 68131
Patricia G. Stelmachowicz
167
También hay desacuerdo en cuanto al grado y/o
configuración de pérdida auditiva que no resulta beneficiosa
para la amplificación de frecuencia alta. Hogan y
Turner (1998) concluyeron que el beneficio de proprorcionar
una audibilidad adicional de frecuencia alta era insignificante o
negativo cuando el grado de pérdida auditiva por encima de
4 kHz excedía de 55 dB HL. En el estudio de Ching et al. (1998),
sin embargo, más de la mitad de los individuos estudiados
con umbrales de 4 kHz entre 55 y 80 dB HL se beneficiaron
de la energía audible en la banda de frecuencia alta. Por
esta razón, llegarón a la conclusión de que la retirada total de
la amplificación de frecuencia alta debía ser limitada a
personas cuyos umbrales de frecuencia alta sobrepasasen los 80 dB
HL. Skinner (1980) valoró el reconocimiento de monosílabos
por parte de seis adultos con unas curvas de pérdida auditiva
muy marcadas. Los estímulos fueron filtrados usando cinco tipos
diferentes de respuestas con aumento de ganancia progresiva en
la franja de 1-8 kHz. Los resultados indicaron que una respuesta de
frecuencia con una ganancia intermedia de frecuencia alta era
lo mejor para comprender el habla durante una conversación
normal. Sin embargo, fueron las dos repuestas de mayor
ganancia de frecuencia alta las mejores para comprender
el habla de baja intensidad. Estas diferencias entre los estudios
y la amplia variabilidad entre los sujetos dentro de cada estudio
sugiere que el grado y/o configuración de la pérdida auditiva
no pueden ser utilizados exclusivamente para diferenciar individuos
que pueden beneficiarse de una amplificación de frecuencia alta
de aquellos que no lo harían.
Además, la metodología empleada en algunos estudios
podría limitar la interpretación de los resultados. En un estudio
de Murray y Byrne (1986), el discurso continuo
fue filtrado para disminuir el ritmo y adultos con audición normal
y con curvas de pérdida de audición muy marcada fueron evaluados
para calcular la inteligibilidad y el nivel de comfort.
sujetos con audición normal prefirieron la banda más ancha,
pero tres de cada cinco con pérdida auditiva prefirieron
preferieron la banda ancha de 2.5- o 3.5-kHz frente a

168 a A Sound Foundation Through Early Amplification
la banda más ancha. Sin embargo, estos resultados podrían no
ser directamente aplicables a los niños debido a que “valorar” la
inteligibilidad no necesariamente se correlaciona con el
objetivo de medir el reconocimiento del habla.
El test de estímulos empleado en el estudio también
podría afectar a la interpretación de los resultados. Por
ejemplo, en los estudios de Hogan y Turner (1998) y Turner
y Cummings (1999), el conjunto de sílabas sin sentido
utilizadas contenían un relativo bajo número de
items que poseyeran energía acústica de frecuencia alta.
El filtrado de bajas frecuencias no debería afectar al
rendimiento de items que pueden ser percibidos desde
bandas de frecuencias bajas y medias (es decir, /b,d,g,l,m,n,r,dʒ/).
Cuando un gran número de items de test con diferentes
características acústicas son utilizados como estimulos,
las diferencias en el rendimiento de un subgrupo de los items
acústicamente similares podrían no reflejarse en los resultados globales.
Desgraciadamente, no es posible determinar si esto
podría haber ocurrido en estos estudios pues no hay
información del nivel de error. En estudio similar de
Sullivan, Allsman, Nielsen y Mobley (1992), sin embargo,
el nivel de error reveló que un incremento en el ancho
de banda de la señal provocaba una mejora del 30–
45% para los fonemas /s, ʃ, ʒ, z/.
Otra característica a considerar es la complejidad
lingüística de los items. En los estudios de Ching et al. (1998)
y Ching, Dillon, Katsch y Byrne (2001), las frases
fueron empleadas como si fueran material de test. Cuando se
dispone de la informanción contextual, la degradación debida
al ruido, el filtrado o cualquier otra modificación no
debería ser un detrimento cuando se emplean
materiales sin sentido. Ya que los niños y los bebes
que se encuentran en proceso de desarrollo del lenguaje
no poseen el conocimiento universal o la competencia
linguística de los adultos que han sufrido pérdidas
auditivas, no son capaces de “rellenar los espacios" cuando
la señal es degrada. Por tanto, podría ser inapropiado
generalizar los resultados de estos estudios a niños
con pérdida auditiva adquirida en el período prelingual.
Efectos de la Pérdida Auditiva en el Desarrollo
del Lenguaje y del Habla
Mientras que los efectos de la pérdida auditiva de severa a
profunda han sido estudiados en profundidad, relativamente poco
se sabe sobre los efectos de le pérdida auditiva de media a
moderada en el desarrollo del lenguaje y del habla en
los bebes. Davis, Elfenbein, Schum y Bentler (1986)
investigaron las habilidades de lenjuaje de 40 niños con pérdidas
auditivas de medias a moderadas. Los resultados mostraron
retrasos significativos en el desarrollo del vocabulario, las capacidades
verbales y las habilidades de razonamiento. En niños con pérdidas
auditivas neurosensoriales de medias a moderadas se ha
comprobado también un mayor número de errores en la morfología
de verbos y sustantivos (Elfenbein, Hardin-Jones y Davis
1994; Norbury, Bishop y Briscoe 2001). En concreto,
estos niños tenían dificultades para percibir la
/s/ o /z/ final que denota pluralidad, posesividad y tiempo
verbal (por ejemplo, gato vs. gatos, Bob vs. de Bob -Bob's-, keep vs.
keeps). Es interesante que Teele, Klein, Chase, Menyuk
y Rosner (1990) así como Petinou, Schwartz,
Gravel y Raphael (2001) encontraran retrasos similares en
el desarrollo morfológico de niños con un historial
médico recurrente de otitis media. Se ha sugerido que los
retrasos observados en el desarrollo morfológico
podrían estar relacionados con una reducción en la audibilidad
del sonido fricativo y/o la transición vocálica debido a la
presencia de la pérdida auditiva.
Cuando la pérdida auditiva se adquiere con posterioridad, es
decir, el individuo ya es adulto, puede haber suficiente
redundancia en las pista en las entradas del habla para superar esta pérdida de
audibilidad. Cuando la pérdida auditiva es congénita o se ha
adquirido tempranamente en la vida, sin embargo, la reducción en la
audibilidad podría retrasar el desarrollo del lenguaje y/o la
adquisición de la normas del lenguaje. Los niños aprenden las
normas del lenguaje a traves de la exposición reiterada en
distintos contextos. Por ejemplo, tras repetir el uso de
frases como: “Dame algunas judías” o “Coge algunas
manzanas para tu profesor/a", los niños aprenden a asociar
la palabra algunos/as con el sonido fricativo /s/ en la
palabra siguiente. Esta asociación de emparejamiento eventualmente
permite el entendimiento de una regla del lenguaje (por ejemplo,
algunos/as quiere decir que hay más de uno). Si el sonido
fricativo es inaudible o bien audible de modo inconsistente, la
comprensión del concepto del lenguaje podría verse dificultada.
Los Efectos de la Ba nda ancha para Niños con
Pérdida Auditiva Neurosensorial
En un estudio reciente, Kortekaas y Stelmachowicz
(2000) investigaron los efectos del filtrado paso a paso en la
percepción de la /s/ en adultos y en niños de 5 a 10 años con
audición normal. Los resultados revelaron que, con ruido, los
niños necesitaban una señal de banda ancha más amplia que los
adultos para percibir la /s/ correctamente. Estas diferencias de
desarrollo para los niños con escucha normal suscita
la cuestión de sí la restricción de los estímulos de la banda
ancha para niños con pérdidas auditivas podría tener un
impacto negativo en el desarrollo del lenguaje
y del habla.

Figura 1. Umbrales audiométricos medios parar los 4 grupos de
individuos analizados en el estudio de Stelmachowicz et al. (2001). Las
barras de error aparecen sólo en los casos de dificultad auditiva y
representan ±1 de la desviación estándar. (Reproducido con
permiso)
Los paradigmas empleados por Hogan y Turner (1998)
y Turner y Cummings (1999) son probablemente la
forma más sencilla de asegurar los efectos del estímulo
de la banda ancha sobre la percepción. Así, ésta aproximación
general fué utilizada para valorar los efectos de la audibilidad
de la frecuencia alta en la percepción de la /s/ en adultos
y niños con audición normal y con pérdidas
auditivas (Stelmachowicz, Pittman, Hoover y Lewis
2001). Se organizaron cuatro grupos de 20 individuos para
valorar los efectos tanto de la pérdida auditiva como de la
edad. La figura 1 muestra los audiogramas medios para estos
cuatro grupos. Los adultos oscilaban entre los 19 y los 43
años y los niños entre los 5 y los 8 años. Todos los
niños poseían pérdida auditiva prelingual mientras
los adultos la habían adquirido después de este período.
Aunque el objetivo de este estudio era la percepción
de la /s/, los fonemas /f/ y /θ/ fueron incluídos ya que
los estudios pilotos revelaron que el filtrado paso a paso
de la /s/, normalmente, provocaba su percepción como uno
de esos dos fonemas. Cada fonema fué asociado con la
vocal /i/ para producir ambos estímulos: consonante-vocal y
vocal-consonante. Los tests de estímulos fueron realizados por
tres personas: un hombre, una mujer y un niño de
6 años. Las características espectrales de la /s/ variaban
entre los distintos oradores con un pico de energía de 8–9 kHz
para la mujer, 4–5 kHzpara el hombre, y 6 kHz para el
The Importance of High-Frequency Amplification a 169
niño. Los estímulos fueron filtrados paso a paso a 2, 3, 4, 5, 6,
8, y 9 kHz y presentados aleatoriamente a través de
cascos con una amplia respuesta en frecuencias altas.
El objetivo de la prueba consistía en seleccionar la respuesta
apropiada contenida en la pantalla del ordenador.
La figura 2 muestra la media de la percepción en función
de la frecuencia del filtro para el hombre, la mujer y el niño.
Figura 2. Media de la percepción en función del filtrado paso a paso
de la frecuencia para los tres oradores en el estudio de Stelmachowicz
et al. (2001). El parámetro en cada panel es el grupo estudiado.
(Reproducido con permiso)

170 a A Sound Foundation Through Early Amplification
El parámetro en cada panel es el grupo.
Para el hombre, los adultos sin pérdida
auditiva alcanzaban la máxima percepción con
un ancho de banda de 4 kHz. En contraste,
los valores medios para los otros 3 grupos
no alcanzaron el valor máximo hasta que
el ancho de banda fué ampliado hasta los
5 kHz. Además, la máxima percepción para
los dos grupos de niños fué inferior que la de
los adultos que les hacían de compañeros, lo
cual coincide con los estudios previos que habían
comparado la percepción de los adultos y los
niños en una variedad de tareas (Neuman y
Hochberg 1983; Wightman, Allen, Dolan,
Kistler y Jamieson 1989; Veloso, Hall
y Grose 1990; Nozza, Rossman y
Bond, 1991). Cuando escucharon a la mujer,
la percepción media para los individuos sin
pérdida auditiva no mostraba ninguna tendencia
hasta una anchura de banda de 5 kHz. La percepción
con un ancho de banda de 6 kHz se incrementó hasta
aproximadamente el 70% pero continuó mejorando
cuando se suministró energía de mayor frecuencia.
Para los dos grupos de individuos con pérdida
auditiva, la percepción no mejoró mucho sobre
el nivel más inferior hasta los 9 kHz. Como
media, la percepción máxima de los niños con
dificultades auditivas fue sólo del 77%.
Los cambios en la percepción al emplear estímulos
de banda ancha fueron más graduales en
el niño. Los dos grupos de individuos con pérdida
auditiva tenían valores medios de aproximadamente
un 20% menos que sus homólogos
oyentes para anchos de banda de
3 a 8 kHz. Conviene destacar que, la
percepción media para los adultos con pérdida
auditiva se incrementó hasta casi el 100% en
un ancho de banda de 9 kHz,ocurriendo
algo similar en el grupo de los niños con
pérdidas auditivas cuando la oradora
fue una mujer (75%).
Como expusimos con anterioridad, Hogan y Turner (1998)
concluyeron que en individuos con pérdidas superiores
a 55 dB HL a 4 kHz podría no ser beneficiosa una mejora
de la audición a altas frecuencias. Para determinar
si los datos del actual estudio mostraban un
patrón similar se realizaron dos análisis diferentes.
Los resultados del primer análisis se muestran en la
figura 3. Las columnas a la izquierda y a la derecha muestran
los datos de adultos y niños con pérdidas auditivas,
respectivamente. En la figura 2, los resultados han sido reagrupados
Figura 3. Los datos de los individuos con pérdidas auditivas de la figura 2 han sido
reagrupados para mostrar el grado de pérdida auditiva (< o ≥ 55 dB HL a 4
kHz) (Stelmachowicz et al. 2001). Las columnas de la izquierda y la derecha muestran los
datos de adultos y niños, respectivamente. (Reproducido con permiso)
para mostrar individuos con pérdidas auditivas < 55 dB HL (símbolos
en blanco) o ≥55 dB HL (símbolos en negro) a 4 kHz. No se
encontraron diferencias significativas en la media de la percepción
de estos dos grupos. Para investigarlo en profundidad,
no obstante, las proporciones intensidad/percepción de
120 individuos (3 oradores y 20 oyentes) de los dos
grupos que presentaban pérdidas auditivas fueron
examinados. Ninguna de las proporciones de intensidad/percepción
de los adultos con pérdidas auditivas revelaron evidencias
de no-monotonicidad. Sin embargo, en la banda más ancha

uno de los 20 niños con pérdida auditiva mostraba
una disminución estadísticamente significativa en la
percepción de la oradora y otro niño mostraba
una disminución en la percepción tanto de la mujer
como del niño. En el estudio de Ching et al. (1998),
aproximadamente el 20% de los sujetos con pérdidas
auditivas similares a aquellos del estudio de Stelmachowicz
et al. (2001) (umbrales entre 55 y 70 dB HL a 4
kHz) mostraban degradación al percibir una frase.
Aunque es más dificil estimar el grado de degradación
de la percepción en los sujetos con pérdidas auditivas
> 55 dB HL del estudio de Hogan y Turner (1998),
parece que podría ser de al menos el 60–70%. Las
diferencias observadas entre estos estudios y los
de Stelmachowicz et al. (2001) pueden ser debidas al
hecho de que los sujetos de los estudios de Hogan y Turner
y Ching et al. presentaban peores umbrales de alta
frecuencia.
Los resultados del estudio de Stelmachowicz et al. (2001)
sugieren que tanto la edad como la pérdida auditiva afectan
a la percepción de la /s/ bajo condiciones de filtrado y que
los sujetos jovenes con pérdidas auditivas son los más
perjudicados. Además, las diferencias de percepción
observadas para los tres oradores podrían tener
importantes implicaciones en el desarrollo del habla y
del lenguaje en niños y bebes con pérdidas auditivas.
De modo específico, la percepción media de la
oradora y el niño mejora de forma continua hasta
que la banda ancha alcanza los 9 kHz. Aunque los audífonos,
generalmente, no permiten grandes cantidades de ganancia por
encima de los 5 kHz, es probable que el pico de energía de una mujer,
al pronunciar /s/, en este caso concreto, podría no ser siempre audible
a los usuarios de audífonos. Ya que los niños y los bebes tienden a
pasar la mayoría de sus primeros años entre cuidadoras femeninas
y otros niños, sus experiencias auditivas iniciales con la
/s/ podrían ser inconsistentes. Podrían no tener dificultades para
oir la /s/ cuando hablen hombres, pero podrían sólo
ocasionalmente oir la /s/ a mujeres y niños. Estas
inconsistencias podrían perjudicar o retrasar la
asimilación de las reglas lingüísticas (esto es, pluralidad,
posesividad, tiempo verbal) relacionadas con un sonido tan
importante.
Efectos de la Amplificación sobre la Audibilidad
Fricativa
Los resultados de los estudios anteriores permiten a los
investigadores preguntarse por el grado de precisión con que los
niños serían capaces de percibir el fonema /s/ después de su
procesamiento en el audífono (Stelmachowicz, Pittman,
The Importance of High-Frequency Amplification a 171
Figura 4. Ejemplo de un item del Test para la Percepción del
Morfema (Stelmachowicz et al. en una revisión). El niño podría oir
tanto: “Muestrame el niño” como “Muestrame los niños”.
Figura 5. Porcentaje de acierto para todas las palabras (triángulos blancos),
en función de la edad, de 36 niños sin pérdidas auditivas. Las barras
de error muestran una desviación estándar respecto a la media de ±1
para todos los resultados. Los círculos negros y los asteriscos muestran la
media de los resultados para los items plural y singular del test, respectivamente.
Los paneles izquierdo y derecho son para orador y oradora, respectivamente.
Hoover y Lewis en una revisión). En este estudio se interesaron
particularmente en cómo estos niños podrían
percibir el morfema final /s/ o /z/ (esto es, gato vs. gatos,
bicho vs. bichos). Aunque la adicción de –s y –z para
denotar pluralidad es evidente en las muestras para
niños oyentes de 3 años, la misma metodología no
podría ser empleada con niños que poseen pérdida
auditiva pues sería dificil separar la percepción de
los errores producidos. Así, se ideó un test visual
de percepción del morfema. La figura 4 ilustra
un ejemplo de este test que consistía en 20 sustantivos
de fácil identificación tanto en plural como en
singular. Los items del test fueron enunciados por
un orador y una oradora (por ejemplo, “Muestrame los
niños”). Los estímulos fueron presentados a campo libre.

172 a A Sound Foundation Through Early Amplification
Figura 6. Porcentaje de acierto en función de la edad del grupo para los 40 niños con pérdidas
auditivas. Los círculos negros y los asteriscos muestran la media de los resultados para los items
plural y singular, respectivamente.
50 dB HL y el objetivo del niño era señalar el/los
item/s correcto/s. Para asegurar que los niños sin pérdida auditiva
podían percibir este objetivo, 36 niños de 3 a 5 años
fueron evaluados. La figura 5 muestra la percepción
para ambos oradores en función de la edad del grupo.
Los triángulos en blanco representan la desviación
estándar (SD) para los datos indiduales ∇1. Los círculos negros
y los asteriscos muestran la media de los resultados para los
items de plural y singular del test, respectivamente. Aunque
se aprecia una alta variabilidad interindividual, la
percepción de la mayoría de los niños de 5 años
era cercana al 100%, independientemente del género
del orador.
De acuerdo con esto, los niños más pequeños con pérdidas
auditivas inscritos en este estudio tenían 5 años. Para
este grupo, únicamente 7 items de test irregulares (esto es, foot vs.
feet) fueron añadidos para determinar si estos niños poseían
el concepto de pluralidad incluso si no podían percibir el
sonido /s/ o /z/. Cuarenta niños (de 5 a13 años) con diferentes
grados y configuraciones de pérdida auditiva fueron
evaluados. Todos los niños utilizaban audífonos bilaterales y
los llevaban puestos en el momento de la prueba como harían
en condiciones normales. Las medidas del micrófono del tubo de
prueba fueron utilizadas para cuantificar la audibilidad del sonido
fricativo en cada niño. Todos los demás procesos fueron similares a los
realizados a los niños sin pérdidas auditivas. Los resultados de estos
40 niños con pérdidas auditivas se muestran en la figura 6,
según la norma empleada en la figura 5. Aquí, los 40 individuos
han sido agrupados en tres categorías según la edad:
de 5.0 a 7.3, de 7.4 a 9.4 y de 9.5 a 13.5 años. Aunque
la media de los resultados era del 80% para ambos
oradores, las barras de error sugieren una variabilidad
considerable si los comparamos con los de los
niños sin pérdida auditiva más mayores
(5 años). La revisión de los datos
individuales revelan que algunos de los niños
más pequeños mostraban un 100% de
percepción mientras algunos niños de
11–12 años tenían muy poca percepción.
En contraste con los datos de los niños
sin pérdida auditiva, los niños con
pérdida auditiva presentaban más
dificultades con los items del test de
pluralidad que con los items de singularidad.
Para determinar que factores podrían ser
los responsables de la variabilidad en los
datos de los niños con pérdidas auditivas
se realizó un análisis de factores influyentes.
Se incluyeron: la edad al hacer el test, la edad en
que tuvo lugar la amplificación, la percepción
de los items irregulares, el nivel de audición,
y la audibilidad fricativa ayudada (nivel de sensación).
Los resultados revelaron que el 79% de la variación podía ser
explicada por el nivel de sensación y el nivel de audición a
frecuencias altas. Además, el rango de frecuencia con
mayor resultado fue el de 2 a 4 kHz para el orador
y de 2 a 8 kHz para la oradora. Estos resultados coinciden
con los espectros acústicos de la oradora y el orador
al pronunciar /s/ y /z/.
Es importante recordar que hay distintas formas
de percepción. Es posible que los niños de este estudio
que presentaban pérdidas auditivas pudiesen haber empleado
entradas acústicas secundarias como las transiciones de
forma para percibir la /s/ o /z/. Para analizar esto en profundidad,
los errores de plural para ambos oradores fueron analizados en
términos de fuerza de transición desde la vocal o consonante
precedente a la /s/ o /z/ final. Esta transición es, generalmente,
más baja en frecuencia que el sonido fricativo y
podía proveer una señal más audible que la fricativa
para muchos de aquellos que presentan pérdidas auditivas.
Empleando espectrogramas de los estímulos del test, estas
transiciones fueron clasificadas por tres de los investigadores como
fuertes, medias y sin transición. La figura 7 muestra el
ratio de error (en porcentaje) para cada item plural del test para el
orador (panel izquierdo) y la oradora (panel derecho). Para el
orador, la mayoría de los errores se producían en los items del
test considerados sin transición. En contraste, no hay
un patrón claro para la oradora. Estos resultados
sugieren que las transiciones producidas por el
orador fueron más informativas para los niños que
las de la oradora. Es posible que esta discordancia
pueda estar relacionada con las características acústicas
de la /s/ y /z/ masculinas y femeninas. Para el
orador, donde el sonido fricativo era claramente

Figura 7. Ratio de error (en porcentaje) para el plural de palabras en función del item del test. El parametro de cada panel es la fuerza de
ltransición hacia la fricativa. Los paneles izquierdo y derecho muestran los datos del orador y la oradora, respectivamente.
audible, la adición de una transición parecía aumentar
la percepción. En el caso de la oradora, la ausencia
de sonido fricativo audible no podría ser subsanada
con la presencia de la transición. Es posible que la
disminución de la audibilidad para las fricativas de la oradora
provoque una exposición inconsistente a estos sonidos del habla.
Esto es, para un orador tanto la transición como el
sonido fricativo podrían ser audibles la mayoría del tiempo. Para una
oradora, sin embargo, la transición es más probable que
sea audible pero la percepción del sonido fricativo podría ser
más variable. Estas inconsistencias podrían dificultar
que los niños aprendan a asociar la presencia de
la transición con el sonido fricativo. Además,
Zeng y Turner (1990) encontraron que adultos con pérdida
auditiva neurosensorial mostraban una menor capacidad para
usar las entradas de transición para identificar así las fricativas sordas
que las personas sin pérdidas auditivas incluso cuando la transición
era claramente audible. Atribuyeron este descubrimiento a
la menor capacidad de discriminar las entradas dinámicas
del espectro implicadas en la transición. Este factor,
así como la incapacidad para formar una asociación clara
entre los dos tipos de entradas, podría explicar los
resultados observados en niños con pérdidas auditivas.
Estos resultados deberían ser interpretados con cautela, ya
que este estudio concreto no estaba diseñado especificamente
para analizar el uso de la información de la transición.
The Importance of High-Frequency Amplification a 173
¿Cuanta importancia puede tener la
Amplificación de Frecuencia Alta en los
Niños y Jovenes?
La respuesta a esta pregunta es muy compleja y
todavía hay otras muchas cuestiones sin resolver que
que precisan de estudios adicionales. Como se discutió en la
introducción, es improbable que los datos disponibles sobre
adultos puedan ser empleados para predecir el rendimiento en
jóvenes. Desgradaciadamente, sólo unos pocos estudios han sido
realizados con niños con pérdidas auditivas y no hay noticias de
estudios con jóvenes. Además, los estudios de niños
mencionados en este artículo se han centrado únicamente
en la percepción de las fricativas, por lo que podría argumentarse
que estos resultados podrían no ser aplicables a la percepción del habla
en general. Si alguien cree, no obstante, que los sonidos del habla
en frecuencias altas son importantes para el desarrollo del habla
y del lenguaje, estos estudios sobre percepción fricativa podrían
ser significativos. Hay que reseñar también que los pequeños
con pérdidas auditivas tienen una mayor dificultad para
percibir las fricativas cuando habla una mujer u otros
niños. Este descubrimiento podría tener importantes
implicaciones en los primeros años de desarrollo.
Hay que recordar que en parte de los estudios llevados a
cabo con adultos, estos mostraban degradación en la percepción
cuando se aumentaba el ancho de banda. Esto podría deberse

174 a A Sound Foundation Through Early Amplification
a la inferior frecuencia o resolución temporal que,
a menudo, presentan los oyentes con pérdida auditiva
neurosensorial. Recientemente Moore, Huss, Vickers, Glasberg y
Alcantara (2000), demostraron que las “regiones muertas” podrían
existir dentro de la cóclea y que estas podrían ser
predichas tanto por curvas de tono psicofísicas como
por un paradigma de máscara simplificado. Proponen
que estas regiones son las que sufren una pérdida completa
de la función celular interna. Estos descubrimientos tienen
importantes implicaciones para los ajustes de los audífonos
ya que los individuos con regiones muertas de alta frecuencia
no se verían beneficiados por la amplificiación en
la zona muerta. En un estudio posterior, demostraron
que podrían conseguirse beneficios al amplificar frecuencias
que estuvieran entre un 50–100% por encima de la
media de la región muerta (Vickers, Moore y Baer
2001). Subrayaron que los oyentes con pérdidas auditivas
severas pero sin evidencias de regiones muertas, normalmente
parecían beneficiarse de la amplificación de alta frecuencia.
Para los niños más mayores y los adultos, el paradigma
enmascarado podría convertirse en una herramienta clínica
muy útil para determinar cuándo hay que facilitar una
amplificación de alta frecuencia. Es posible que la máscara
provoque potenciales de medida que podrían ser empleados para
asegurar la misma ganancia, pero aún no se han realizado los estudios.
Desde una perspectiva clínica, es importante reseñar
que hay una diferencia fundamental entre una disminución
en el rendimiento con un incremento en la banda ancha
y una incapacidad para detectar mejoras en el
rendimiento. Si se puede demostrar que un niño concreto
tiene un peor rendimiento con una calibración de
alta frecuencia, entonces tendría sentido restringuir
la anchura de banda. En la mayoría de los casos relacionados
con bebes, sin embargo, será dificil hacer esta
determinación. La mayoría de los estudios realizados
empleando estímulos de banda ancha han sido llevados
a cabo en silencio con un limitado set de condiciones
experimentales. Para algunos niños, es posible que la
facilitación de una amplificación de frecuencia alta podría ser
poco o nada beneficiosa en silencio pero útil en medios
ruidosos o reverberantes. Hasta que no se realicen
estudios posteriores, probablemente no sea apropiado
restringir los estimulos de banda ancha a menos que se
demuestre que la degradación de percepción tiene lugar
o que existen zonas muertas en las frecuencias altas.
Agradecimientos
La preparación de este manuscrito y los estudios de
investigación aquí descritos fueron financiados
por una beca de NIDCD. También quería agradecer a mis
colaboradores, Brenda Hoover, Dawna Lewis,
and Andrea Pittman.
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