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EPE en el TIEMPO
Las dramatizaciones
de la Semana Santa Juan Villegas Martín
En otros tiempos, la Semana Santa
era, junto con la celebración del Corpus
Christi, el eje central del ciclo festivo
de los pueblos y ciudades de España.
Una sociedad dominada por la iglesia
y con una concepción de la vida
fuertemente impregnada por la religión
había elevado a esta celebración a la
categoría de momento culminante del
año en todos los sentidos.
Pero aquella Semana Santa era
sin duda muy diferente de la que conocemos
hoy. No debemos olvidar que la
apariencia actual de esta fiesta está
muy directamente influenciada por el
carácter esteticista de las procesiones
sevillanas, que, desde hace ya más de
un siglo, vienen marcando modelos
que se siguen en nuestra zona. La conjunción
de los tiempos modernos y de
estas influencias foráneas ha ido forzando
a las viejas tradiciones pasionistas
a la desaparición.
Para saber bien cómo eran
aquellas antiguas celebraciones haría
falta iniciar una investigación profunda,
a la que animo desde estas líneas,
en la que deben conjugarse las fuentes
documentales y las orales (aún hoy ancianos
de nuestro pueblo recuerdan
estas tradiciones). Hay que inscribir
esta vieja Semana Santa en la idea,
muy propia del espíritu de la Contrarreforma,
de que las celebraciones de la
Pasión debían servir para instruir al
pueblo llano (en aquella época normalmente
analfabeto) en los misterios de
la fe. Y por esto, las procesiones y
otras ceremonias buscaban un efectismo
dramático y teatral del que hoy en
día prácticamente sólo quedan lejanos
reflejos. En algunas de mis charlas con
personas mayores sobre los recuerdos
de su infancia he oído el relato emocionado
de cómo este pueblo llano lloraba
a lágrima viva en algo que hoy nos
puede parecer tan corriente como un
sermón. Las cosas hay que verlas siempre
en su contexto histórico, y en una
época en que la expresión del sentimiento
contaba con pocos medios para
su desarrollo colectivo (pensemos en el
efecto que hoy nos produce el cine, la
música u otras actividades similares
para las que tenemos facilidades entonces
impensables), en una época así,
decíamos, el sermón religioso era verdaderamente
un momento clave.
Por eso el aspecto teatral era
básico en la antigua Semana Santa,
porque era capaz de emocionar y de
aleccionar a un tiempo. Había representaciones,
algunas de ellas en el interior
del templo, otras seguramente en
el exterior y vinculadas a las procesio-
Animan esta sección:
Juan Villegas
María Losada (1º Bach. B)
Raquel Serrano (1º Bach. B)
Carmen Morgado (1º Bach. C)
nes propiamente dichas. El único resto
superviviente hoy en Lepe de estas ceremonias
es la Sentencia (que como se
sabe estuvo a punto de desaparecer antes
de su reciente recuperación). Seguramente
es el resto a su vez de una ceremonia
más amplia similar a los sermones
llamados “del paso” o del encuentro
que se hacían en otros pueblos
(Moguer, San Juan del Puerto, Huelva,
etc.).
Hubo en Lepe, además, una
interesantísima ceremonia, cuya existencia
apuntan las fuentes orales, y que
merece nuestra consideración. Se trata
del acto del Descendimiento de Cristo,
representación en el que se escenificaba
la bajada del cuerpo de Jesús de la
cruz, utilizando una imagen articulada
que existía en la parroquia de Santo
Domingo. El acto se representaba, al
parecer, el Jueves o el Viernes Santo,
precedido de un sermón o relato de los
hechos de la Pasión en el que el sacerdote
escenificaba las tres caídas. Tras
esto, se procedía a desclavar y descender
de la cruz la imagen articulada para
presentarla a la Virgen de los Dolores,
ante cuya imagen se colocaba sobre un
sudario blanco. La imagen era depositada
finalmente en la urna. Se daba así
cumplimiento al rito del entierro de
Cristo. Toda la representación producía
gran impresión en los fieles.
Este tipo de ceremonia estaba
muy difundida por toda España en épo-
Imagen procedente del Archivo
Fotográfico IES LA Arboleda.
Asociación Atalaya.