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EMANA SANTA
Vivencias de un costalero
No sé cómo empezar. Fue mi
primer año. No sabía dónde me metía,
pero por supuesto no me iba sin probarlo.
Después de un mes de ensayos
con costal y faja, unos muchachos me
enseñaron con esmero lo principal
para ser costalero. Llega el Domingo
de Ramos y a las doce de la mañana
se hace la primera levantá. Se oye a la
gente murmurar cómo el capataz nos
anima a hacerlo bien. El capataz pega
con el martillo tres veces y todos juntos
unimos las fuerzas y llevamos a la
reina hasta los cielos. Los suspiros y
las lágrimas son pocos. Qué bonito,
qué bonito es sentir esa alegría, que a
su vez es tristeza para ella, que sufre
por su hijo como una madre que quiere
a su niño. Ya va siendo la hora, la
hora de la salida donde Nuestra Madre
se lucirá en todo el pueblo. No
sabéis lo que nos espera, pero somos
capaces de esto y mucho más, porque
Bella Rocío Álvarez, 4º B
sale a la calle la reina de los cielos.
Ya se asoman sus varales, varales bañados
en plata, con adornos de flores,
la gente aplaude, los nervios están a
flor de piel, y de pronto se escucha la
marcha real. Es una sensación inexplicable.
Ya se asoma el cuarto varal
acompañado de los preciosos candelabros
de cola y finos cristales que
embellecen el palio cada vez más. Ya
está fuera el palio. Las gente sigue
aplaudiendo. En la segunda chicotá se
alternan suaves mecidas al compás de
la marcha. Después de cinco horas de
recorrido los cuerpos están cansados.
El caminar es lento, pero con la delicadeza
que la Reina se merece, sufriendo
por ella, porque pensamos
que hasta el año que viene no podremos
verla así de nuevo.
Ya va siendo la hora. Se despide
del puente con suaves mecidas de
Natalia Camacho Orta. 3º B
palio, como genial broche de Domingo
de Ramos. Una Virgen, una Virgen
que comparte su amargura camino
ya de su templo, acompañada de
Jesús triunfante. Es la última chicotá.
Me siento muy orgulloso de llevar a
la reina de los cielos, la Paz. Cansados,
muy cansados, hacemos otro pequeño
esfuerzo, ayudándonos los
unos a los otros y compartiendo la
alegría que esta nos da. Ya nos falta
poco y hasta el año que viene no la
volveremos a coger. Son muchas las
lágrimas, lágrimas que despiertan la
fe que uno lleva dentro, rasgando el
corazón en cada paso como si de un
puñal se tratase. Fue una experiencia
inolvidable, y lo seguirá siendo.
Un costalero
Va llegando la hora
De empezar a preparar
La faja, la zapatilla
¡y que no se te olvide el costal!
Ya en la iglesia
Los nervios van a estallar
Porque la Virgen de la Esperanza
Despacito comienza a andar.
Ella en la iglesia,
Comienza a extrañar
A una joven lepera
Que en el extranjero está.
Preguntándole a todos sus hijos,
Comienza ella a llorar
¿Habéis visto a Mª José
que agarrada a mi manto no va?
Ella, de tierra extranjera,
Pronto vendrá
Para el año que viene
Poderte acompañar.
Natalia Camacho Orta. 3º B