Partain Evangelio de Lucas - David Cox
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A veces los enfermos tocaban a Jesús (Luc. 8:44-47); Mar. 3:10, “Porque había sanado a<br />
muchos; <strong>de</strong> manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él; Mar. 6:56, “Y don<strong>de</strong>quiera<br />
que entraba, en al<strong>de</strong>as, ciuda<strong>de</strong>s o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le<br />
rogaban que les <strong>de</strong>jase tocar siquiera el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> su manto; y todos los que le tocaban quedaban<br />
sanos”. Sin embargo, el po<strong>de</strong>r no estaba en el toque <strong>de</strong> Jesús, mucho menos en su ropa, sino en El<br />
Mismo; es <strong>de</strong>cir, la gente sanaba porque Jesús quería sanarles. El po<strong>de</strong>r estaba en la voluntad <strong>de</strong><br />
Cristo (el “Yo quiero”).<br />
Mar. 1:41, “Y Jesús, teniendo misericordia <strong>de</strong> él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé<br />
limpio”. Es otra muestra <strong>de</strong> la gran misericordia <strong>de</strong> Cristo. La misericordia no es simplemente un<br />
"sentimiento"; la misericordia actúa, obra, ayuda. Como dice Barclay, "Para un judío la frase más<br />
extraordinaria <strong>de</strong> todo el Nuevo Testamento probablemente sea: 'Jesús extendió su mano y tocó' al<br />
leproso". Recuér<strong>de</strong>se que <strong>Lucas</strong> 5:12 dice que este hombre estaba "lleno <strong>de</strong> lepra". Era bien obvio a<br />
todos que este hombre sí era leproso.<br />
Entonces, ¿por qué no respetó Jesús la prohibición <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Moisés en cuanto al contacto<br />
con leprosos? (Véase Lev. 5:3; 13:45,46). Porque en lugar <strong>de</strong> ser contaminado Jesús por la<br />
inmundicia <strong>de</strong>l leproso, el leproso quedó limpiado por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Jesús. Nadie fue contaminado por<br />
el acercamiento <strong>de</strong>l leproso a Jesús.<br />
-- diciendo: quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue <strong>de</strong> él. -- THELO: Quiero. Algunos<br />
hermanos enseñan que Cristo nunca usó sus propios atributos divinos. Dicen que El era como Pedro<br />
y los <strong>de</strong>más apóstoles que solamente tenían po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>legado, o sea, el po<strong>de</strong>r que recibieron <strong>de</strong>l<br />
Padre o <strong>de</strong>l Espíritu Santo. Según esta doctrina, en cuanto al po<strong>de</strong>r para sanar, etc., Cristo hubiera<br />
estado en el mismo nivel que los apóstoles. Sin embargo, aquí Jesús dice THELO, “Yo quiero”. Los<br />
apóstoles aclaraban que cuando hacían milagros lo hacían en el nombre <strong>de</strong> Jesucristo (por ej., Hech.<br />
3:6, “en el nombre <strong>de</strong> Jesucristo <strong>de</strong> Nazaret, levántate y anda”). Pero Jesús dijo, “Yo quiero”; es<br />
<strong>de</strong>cir, por su propia voluntad -- su propio po<strong>de</strong>r -- El limpió a este leproso. La Deidad (y, por<br />
consiguiente, su gloria) se ve en sus milagros (Jn. 1:14; 2:11). Jesús tenía el po<strong>de</strong>r para hacerlo y<br />
era su voluntad hacerlo. Aquí se unen el po<strong>de</strong>r y el querer (GH).<br />
Cuando este hombre se acercaba a Jesús estaba lleno <strong>de</strong> lepra. En ese momento en que él dijo,<br />
“si quieres, pue<strong>de</strong>s limpiarme” estaba lleno <strong>de</strong> lepra. En otro momento no había lepra alguna. Estaba<br />
tan limpio como los que nunca habían sufrido este mal.<br />
La expresión al instante se usa <strong>de</strong> la sanidad efectuada por Cristo. Luc. 4:39, “E inclinándose<br />
hacia ella (la suegra <strong>de</strong> Pedro), reprendió a la fiebre; y la fiebre la <strong>de</strong>jó, y levantándose ella al<br />
instante, les servía”. Luc. 5:25, el paralítico “al instante, levantándose en presencia <strong>de</strong> ellos, y<br />
tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios”.<br />
Al instante su lepra <strong>de</strong>sapareció. ¿Qué señal más maravillosa! Sería imposible para nosotros<br />
imaginar la transformación física en ese pobre (y luego muy ben<strong>de</strong>cido) hombre. Todo el daño hecho<br />
por la lepra fue corregido instantáneamente. Léase otra vez la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> Barclay <strong>de</strong>l daño hecho<br />
por la lepra. Pero otro daño horrible se corrigió. Ahora podía restablecerse con su familia, con sus<br />
semejantes y sobre todo como participante en el culto a Dios. ¿Qué contraste tan gran<strong>de</strong> entre los<br />
milagros verda<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> Jesús y los supuestos "milagros" hechos por los hombres! No podía haber<br />
ninguna duda en cuanto a su limpieza porque estaba "lleno <strong>de</strong> lepra". No dice Mateo que la lepra<br />
estaba mejorada, sino que "su lepra <strong>de</strong>sapareció”.<br />
5:14 Y él le mandó que no lo dijese a nadie; -- Mat. 9:27, “Pasando Jesús <strong>de</strong> allí, le siguieron<br />
dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia <strong>de</strong> nosotros, Hijo <strong>de</strong> <strong>David</strong>! 28 Y llegado a la<br />
casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí,<br />
Señor. 29 Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. 30 Y los ojos<br />
<strong>de</strong> ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa. 31<br />
Pero salidos ellos, divulgaron la fama <strong>de</strong> él por toda aquella tierra”. ¿Por qué dice esto Jesús?<br />
Obviamente todos los parientes y amigos que los conocían y sabían que estaban ciegos sabrían que<br />
ahora podían ver y que Jesús les había abierto los ojos. A<strong>de</strong>más, hombres ciegos que <strong>de</strong> repente<br />
tenían esta experiencia tan tremenda <strong>de</strong> recobrar la vista no iban a quedar callados. Entonces, ¿por<br />
qué les da este mandamiento? Tal vez el v. 27 sea el punto clave: gritaban los ciegos diciendo, “¡Ten