Partain Evangelio de Lucas - David Cox
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19:36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino. (2 Reyes 9:13) 37 Cuando llegaban<br />
ya cerca <strong>de</strong> la bajada <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong> los Olivos, toda la multitud <strong>de</strong> los discípulos, gozándose,<br />
comenzó a alabar a Dios a gran<strong>de</strong>s voces por todas las maravillas que habían visto, -- Estas<br />
eran señales que confirmaban que El era el Mesías (Luc. 4:18; 7:21).<br />
19:38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre <strong>de</strong>l Señor; paz en el cielo, y gloria<br />
en las alturas! – Jn. 6:14, 15; Deut. 18:15. Creían que ahora seguramente Jesús ocuparía su trono<br />
como el esperado y anhelado Mesías. Estos no hablaban <strong>de</strong> la paz que Jesús trae al mundo<br />
pecador. ¿Dón<strong>de</strong> estuvieron éstos cuando muchos gritaron, “¡Crucifíquele!”? ¿Es posible que<br />
algunos <strong>de</strong> estas personas que<br />
19:39 Entonces algunos <strong>de</strong> los fariseos <strong>de</strong> entre la multitud le dijeron: Maestro, repren<strong>de</strong><br />
a tus discípulos. – Eran muy orgullosos y celosos. Querían que el pueblo solamente alabaran a<br />
ellos. No les gustó nada la fama e influencia <strong>de</strong> Cristo sobre el pueblo. Pilato sabía que por la envidia<br />
le había entregado (Mat. 27:18).<br />
19:40 El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. –<br />
Jesús sabía que no haría lo que la multitud esperaba. Entonces, ¿por qué entró en la ciudad <strong>de</strong> esta<br />
manera? Para cumplir la profecía acerca <strong>de</strong> cómo el Mesías iba a entrar la ciudad (Sal. 118:26; Zac.<br />
9:9). Jesús confesó públicamente que El era el Hijo <strong>de</strong> <strong>David</strong>, el Mesías, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> los<br />
judíos, Luc. 22:66-71. Esta verdad llegó a su colmo en la inscripción en la cruz (Luc. 23:38).<br />
En cuanto a la entrada tan pública <strong>de</strong> Jesús, recuér<strong>de</strong>se que según Jn. 11:57 había “precio”<br />
sobre la cabeza <strong>de</strong> Jesús. En tal caso cualquier otro hubiera entrado la ciudad a escondidas, pero<br />
Jesús entró <strong>de</strong> la manera más pública para manifestarse como el Mesías.<br />
19:41 Y cuando llegó cerca <strong>de</strong> la ciudad, al verla, lloró sobre ella, (la palabra usada por<br />
<strong>Lucas</strong> indica profunda tristeza, 7:38. Compárense Mat. 23:37; Jn. 11:35. Hay contraste aquí entre la<br />
jubilación <strong>de</strong> la multitud y las lágrimas <strong>de</strong> Jesús (B-S). Lloró sobre Jerusalén porque, siendo Dios,<br />
podía ver claramente la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén <strong>de</strong>scrita aquí y en 21:20-24 como si fuera historia<br />
en lugar <strong>de</strong> profecía.<br />
19:42 diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu<br />
paz! Mas ahora está encubierto <strong>de</strong> tus ojos. – Hech. 3:17, “Mas ahora, hermanos, sé que por<br />
ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes”. 1 Cor. 2:8. Sin embargo, no<br />
conocían porque no querían. Mat. 23:37.<br />
19:43 Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te ro<strong>de</strong>arán con vallado (Jesús<br />
predice el sitio formal), y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44 y te <strong>de</strong>rribarán a<br />
tierra, y a tus hijos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ti, y no <strong>de</strong>jarán en ti piedra sobre piedra, -- 17:20-37; 21:5-36; Mat.<br />
24; Mar. 13.<br />
Estas palabras <strong>de</strong> Jesús suenan como las <strong>de</strong> los profetas (Isa. 29:3; 37:33; Ezeq. 4:1-3) que<br />
hablaron acerca <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén por los babilonios.<br />
-- por cuanto no conociste el tiempo <strong>de</strong> tu visitación. – Dios <strong>de</strong>scendió <strong>de</strong>l cielo para<br />
“visitarles” y no lo conocían.<br />
19:45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y<br />
compraban en él, 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa <strong>de</strong> oración; mas vosotros la<br />
habéis hecho cueva <strong>de</strong> ladrones. – Jesús hizo esto dos veces. Jn. 2:14:22 registra la primera vez y<br />
los sinópticos registran esta segunda vez. Mat 21:12; Mar. 11:15. No entró en el lugar santo. El<br />
templo (santuario) no era sitio don<strong>de</strong> la gente se congregara para adorar como lo hace la iglesia<br />
ahora. Solamente entraban en el lugar santo los sacerdotes; Jesús no entró porque no era sacerdote<br />
según el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Aarón, (era <strong>de</strong> la tribu <strong>de</strong> Judá). Tampoco entró Jesús en el lugar santísimo<br />
(solamente el sumo sacerdote entraba, y éste solamente una vez por año). En el templo había varios<br />
atrios, pero la palabra templo (HIERON) incluía los atrios y cámaras, etc., todo lo que estaba<br />
encerrado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la muralla <strong>de</strong>l templo. En el atrio <strong>de</strong> los israelitas solamente entraban varones<br />
israelitas. Había también atrio <strong>de</strong> las mujeres, y el atrio <strong>de</strong> los gentiles. El atrio <strong>de</strong> los gentiles era el<br />
sitio ocupado por los ven<strong>de</strong>dores. En este atrio entraba cualquiera. Por lo tanto, los gentiles estaban<br />
completamente <strong>de</strong>spreciados por el negocio escandaloso <strong>de</strong> los judíos avaros. Mar. 11:16, Jesús “no<br />
consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno”; esto indica que esta parte <strong>de</strong>l