Partain Evangelio de Lucas - David Cox
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cuentas a este mayordomo todos seremos llamados a dar cuenta a Dios en el Día Final. Muchos<br />
textos hablan <strong>de</strong> esto. Véanse Mat. 24:45-51; 25:19; 2 Cor. 5:10.<br />
¿Quiénes son los nos recibirán en las moradas eternas? Obviamente en este contexto son los<br />
“amigos”. Algunos comentaristas dicen que son los ayudados y beneficiados. Otros dicen que son los<br />
ángeles. Otros dicen que es Dios y Cristo. Según Mat. 25:35-40 Cristo se i<strong>de</strong>ntifica con sus<br />
discípulos pobres, enfermos, encarcelados, diciendo que los que ayudan a éstos le ayudan a El.<br />
Como dice McGarvey, solamente en sentido secundario y subordinado se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que éstos nos<br />
recibirán. También se pue<strong>de</strong> agregar el pensamiento <strong>de</strong> que muchos <strong>de</strong> los que son ayudados por<br />
los cristianos ni siquiera son salvos, porque como el buen samaritano (Luc. 10:33) cada discípulo<br />
<strong>de</strong>be ayudar al necesitado, sea hermano o no. Des<strong>de</strong> luego, estos no nos recibirán en las moradas<br />
eternas. ¿Quiénes recibieron al ladrón en la cruz?<br />
No hay que preocuparnos mucho sobre “quienes” nos recibirán, porque estos “amigos”<br />
correspon<strong>de</strong>n a los “amigos” que ganó el mayordomo injusto. El pensamiento principal es que si<br />
“ganamos amigos” por medio <strong>de</strong> las riquezas injustas tendremos tesoro en el cielo (Mat. 6:19-21;<br />
25:40; Luc. 6:35,36,38; 12:33,34; 14:33; 1 Tim. 6:17,18).<br />
El buen samaritano había aprendido esta lección (Luc. 10:25-37), y hay buenos ejemplos <strong>de</strong><br />
discípulos <strong>de</strong> Jesús que siguieron la enseñanza <strong>de</strong> Luc. 16:9 al pie <strong>de</strong> la letra: Luc. 18:28; Hech.<br />
2:44, 45; 4:32. Los macedonios nos han <strong>de</strong>jado un buen ejemplo (2 Cor. 8:3-5). También la casa <strong>de</strong><br />
Estéfanas (1 Cor. 16:15, 16). Estos ganaron amigos por medio <strong>de</strong> las riquezas, para que cuando<br />
éstas faltaran, les recibirían en las moradas eternas. Los “amigos” son, pues, el tesoro que nos<br />
espera y en un sentido nos recibirá, nos dará la bienvenida “en las moradas eternas”.<br />
Algunos comentaristas se preocupan <strong>de</strong> que alguien piense que el cristiano podría “comprar” su<br />
entrada en las moradas eternas. Enfatizan mucho que no po<strong>de</strong>mos merecer la vida eterna, y por<br />
más que uno ofren<strong>de</strong>, contribuya, regale, comparta, etc. esto no tiene nada que ver con su salvación<br />
porque somos salvos por gracia, como si el cristiano más estúpido no entendiera que somos salvos<br />
por gracia (la cruz <strong>de</strong> Cristo). ¿Cómo pue<strong>de</strong> alguien profesar ser cristiano sin creer en la cruz <strong>de</strong><br />
Cristo? El hermano más ingenuo entien<strong>de</strong> que Dios provee la salvación porque todos saben Jn. 3:16.<br />
Sin embargo, parece que los evangélicos más estudiados y eruditos en las Escrituras no son<br />
capaces <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r que aunque Dios nos salva <strong>de</strong> bal<strong>de</strong>, nadie será salvo si no acepta la<br />
salvación. Y ¿cómo la aceptamos? La aceptamos por obe<strong>de</strong>cer al evangelio <strong>de</strong> Cristo (Mat. 28:19;<br />
Mar. 16:16; Luc. 13:3, 5; Mat. 10:32,33; Hech. 2:38) y por vivir <strong>de</strong> acuerdo con los mandamientos <strong>de</strong><br />
Cristo y los apóstoles – y esto incluye el ganarnos amigos por medio <strong>de</strong> las riquezas injustas.<br />
Es cierto que no po<strong>de</strong>mos “comprar” la salvación. Sin embargo, si alguien lee esta parábola (y<br />
muchos otros textos relacionados) y simplemente no pue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r que el uso apropiado <strong>de</strong> los<br />
bienes materiales tiene mucho que ver con nuestra salvación, entonces tal persona no es capaz <strong>de</strong><br />
enten<strong>de</strong>r nada y sin duda Dios tendrá misericordia <strong>de</strong> él. Sin embargo, si alguien “no pue<strong>de</strong>”<br />
enten<strong>de</strong>rlo <strong>de</strong>bido a su fanatizado prejuicio contra la obediencia al evangelio y las buenas obras que<br />
nos justifican (Sant. 2:24), es otra cosa. Con la obediencia y buenas obras nadie merece nada (Luc.<br />
17:10), pero sin ellas nadie acepta la salvación, la fe está muerta, y el resultado es la perdición (Sant.<br />
2:26).<br />
¿Qué tan sagaces y pru<strong>de</strong>ntes somos nosotros en el uso y administración <strong>de</strong> nuestros bienes?<br />
16:10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; -- Dios no se fija en la<br />
cantidad, sino en el corazón (2 Cor. 9:7).<br />
-- y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 16:11 Pues si en las<br />
riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verda<strong>de</strong>ro? – Si no somos fieles<br />
mayordomos <strong>de</strong>l dinero que Dios nos “presta”, nadie nos dará las riquezas verda<strong>de</strong>ras, porque en<br />
ese caso no tendríamos tesoro en el cielo (no habría “amigos” para recibirnos en las moradas<br />
eternas).<br />
Estos dos versículos van juntos; obsérvese que el v. 11 comienza con “pues” (“entonces”, FL;<br />
“por tanto”, LBLA). Comúnmente el v. 10 se cita para probar que lo que Dios busca no es la<br />
cantidad <strong>de</strong> la ofrenda, sino la condición <strong>de</strong>l corazón. Aunque esto no es el punto <strong>de</strong>l texto, es muy<br />
cierto como vemos en Mar. 12, “43 Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo