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Partain Evangelio de Lucas - David Cox

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Para <strong>de</strong>spreciar la Deidad <strong>de</strong> Jesucristo algunos enfatizan los textos que dicen que El recibió<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Padre y <strong>de</strong>l Espíritu Santo. Des<strong>de</strong> luego, habiendo aceptado el papel <strong>de</strong> Siervo Cristo se<br />

humilló (Fil. 2:8-11). Sin embargo, vemos en este texto que El mismo dio autoridad a los apóstoles.<br />

Vemos lo mismo en Mat. 9:6, “el Hijo <strong>de</strong>l Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”.<br />

En estos casos El usó o mostró atributo divino. El tenía este po<strong>de</strong>r inherente y por eso podía dar<br />

po<strong>de</strong>r y autoridad a los apóstoles. Servían como sus cre<strong>de</strong>nciales como los embajadores <strong>de</strong> Cristo<br />

don<strong>de</strong>quiera que predicaban.<br />

Sin embargo, aunque sabemos que Jesús y sus apóstoles hicieron milagros para confirmar el<br />

mensaje, no <strong>de</strong>bemos minimizar su compasión y preocupación por la gente con respecto a sus<br />

dolencias físicas (GRB).<br />

El echar fuera los espíritus inmundos era tal vez la señal sobresaliente hecha por Jesús y sus<br />

apóstoles. Causaba mucha admiración entre el pueblo. Con este milagro Jesús y sus apóstoles<br />

mostraron claramente la superioridad <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios sobre Satanás.<br />

9:2 Y los envió a predicar el reino <strong>de</strong> Dios, -- El reino <strong>de</strong> Dios es el reinado <strong>de</strong> Dios en el<br />

corazón <strong>de</strong> los que le obe<strong>de</strong>cen. Los que están “en el reino” son los que son <strong>de</strong>scritos por Jesús en<br />

las bienaventuranzas <strong>de</strong> Mat. 5:3-12 y en todo el Sermón <strong>de</strong>l Monte (Mat. 5-7). Por eso, en cuanto a<br />

lo que se pue<strong>de</strong> ver, el reino es la iglesia, porque está compuesta <strong>de</strong> personas que obe<strong>de</strong>cen al<br />

evangelio <strong>de</strong> Cristo (quien es Dios) y permiten que su enseñanza gobierne sus vidas. Los que están<br />

“en el reino” han sido crucificados con Cristo y Cristo vive en ellos (Gál. 2:20).<br />

V. 6, dice que “saliendo … anunciando el evangelio”. Por eso, el primer mandamiento fue<br />

“arrepentirse” (Mat. 4:17); es <strong>de</strong>cir, tener cambio <strong>de</strong> corazón, cambio <strong>de</strong> carácter. Este cambio se<br />

pue<strong>de</strong> ver en tales textos como Gál. 5:15-21; Efes. 4:17-32; Col. 3:5-15, etc. No habían <strong>de</strong> predicar<br />

un mensaje <strong>de</strong> palabras florecientes para que la gente “se sintiera bien acerca <strong>de</strong> sí mismos” (como<br />

es el objetivo <strong>de</strong> mucha predicación mo<strong>de</strong>rna, aun entre algunos en la iglesia <strong>de</strong> Cristo), sino un<br />

mensaje que exige un cambio radical <strong>de</strong> vida, comenzando con el cambio <strong>de</strong>l intelecto, la voluntad y<br />

las emociones. Los que rehúsan cambiar no están “en el reino <strong>de</strong> Dios” aunque sean miembros <strong>de</strong><br />

alguna iglesia <strong>de</strong> Cristo. ¿Cuántos miembros <strong>de</strong> la iglesia siguen con su genio malo (corajes, odio,<br />

envidia, etc.) aunque siempre estén presentes para participar <strong>de</strong> la cena cada domingo? Nos urge<br />

predicar más sobre lo que significa estar verda<strong>de</strong>ramente “en el reino” (bajo el reinado <strong>de</strong> Cristo).<br />

Mat. 10:7, “Y yendo, predicad, diciendo: El reino <strong>de</strong> los cielos se ha acercado”, lo mismo que<br />

predicaban Juan y Jesús (Mat. 3:2; 4:17). Se estableció el reino <strong>de</strong> Cristo el primer Pentecostés<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su resurrección (véase 3:2, notas). En efecto, habían <strong>de</strong> predicar el reino espiritual <strong>de</strong><br />

Dios que es su iglesia.<br />

No les envió para predicar el llamado “evangelio social”, el “evangelio” cuyo propósito es corregir<br />

los males e inequida<strong>de</strong>s sociales y políticas. Las iglesias que promueven el “evangelio social”<br />

proveen toda clase <strong>de</strong> actividad social para miembros y visitantes (y especialmente para los<br />

jóvenes), escuelas <strong>de</strong> toda clase (incluyendo escuelas para predicadores), clínicas, asilos para niños<br />

y ancianos, etc.<br />

Mar. 6:12, “Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen”. No predicaron el<br />

“evangelio” <strong>de</strong> “sentirse bien acerca <strong>de</strong> sí mismo” aunque sigan viviendo en pecado. Más bien,<br />

predicaron que todos <strong>de</strong>berían sentirse culpables <strong>de</strong>l pecado y arrepentirse. Al leer estos textos que<br />

dicen que Juan, Jesús, los doce y los setenta predicaron el arrepentimiento porque el reino se<br />

acercaba, me pregunto “¿Y qué tendría el arrepentirse con al venida <strong>de</strong> un reino como el <strong>de</strong> <strong>David</strong>?”<br />

¿Para qué arrepentirse si el reino que llegaba sería para <strong>de</strong>capitar a los romanos? ¿Por qué<br />

arrepentirnos si el reino sería como en los días <strong>de</strong> Salomón? ( “ Y Judá e Israel vivían seguros, cada<br />

uno <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su parra y <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su higuera, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Dan hasta Beerseba, todos los días <strong>de</strong><br />

Salomón”, 1 Reyes 4:25).<br />

Mar. 6:7 dice que Jesús los envió “<strong>de</strong> dos en dos”. También viajaron juntos Pablo y Bernabé,<br />

Pablo y Silas, Bernabé y Marcos. Hay mucha ventaja en este arreglo con el propósito <strong>de</strong> darse<br />

ayuda, fortaleza y consuelo recíprocos. Ecles. 4:9, “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor<br />

paga <strong>de</strong> su trabajo. 10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay <strong>de</strong>l solo! que<br />

cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. 11 También si dos durmieren juntos, se

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