Partain Evangelio de Lucas - David Cox
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salvación es por la “gracia sola”). Pablo habla <strong>de</strong> “los méritos <strong>de</strong> Timoteo” (Fil. 2:22). Apoc. 19:8 dice,<br />
“Y a ella se le ha concedido que se vista <strong>de</strong> lino fino, limpio y resplan<strong>de</strong>ciente; porque el lino fino es<br />
las acciones justas <strong>de</strong> los santos”. Según el calvinismo la única ropa <strong>de</strong> justicia que el creyente<br />
pue<strong>de</strong> llevar es la ropa <strong>de</strong> la justicia personal <strong>de</strong> Cristo. (Por eso, también Apoc. 19:8 les da<br />
problema).<br />
6:34 Y si prestáis a aquellos <strong>de</strong> quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque<br />
también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. -- No hay amor en esto,<br />
pues los que prestan <strong>de</strong> esta manera están pensando en la <strong>de</strong>volución <strong>de</strong>l dinero con interés. El<br />
“dar” o “prestar” cuya motivación es “recibir” no tiene mérito alguno.<br />
Otro texto relacionado con este se encuentra en el Luc. 14:12-14, “Dijo también al que le había<br />
convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus<br />
parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado.<br />
13 Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; 14 y serás<br />
bienaventurado; porque ellos no te pue<strong>de</strong>n recompensar, pero te será recompensado en la<br />
resurrección <strong>de</strong> los justos”.<br />
6:35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando <strong>de</strong> ello<br />
nada; y será vuestro galardón gran<strong>de</strong>, y seréis hijos <strong>de</strong>l Altísimo porque él es benigno para<br />
con los ingratos y malos. – Como los ingratos, como los nueve leprosos (Luc. 17:17).<br />
Es obvio que la expresión "para que seáis" expresa condición o requisito; es <strong>de</strong>cir, para ser hijos<br />
<strong>de</strong> Dios tenemos que hacer algo. Tenemos que hacer lo que Jesús enseña en el ver. 44: ben<strong>de</strong>cir al<br />
enemigo, hacerle bien y orar por él. Si no hacemos esto, no po<strong>de</strong>mos ser hijos <strong>de</strong> Dios. En estos<br />
versos vemos, pues, otro aspecto importante <strong>de</strong>l "Plan <strong>de</strong> Salvación". Si omitimos esta enseñanza,<br />
este requisito, no predicamos todo el consejo <strong>de</strong> Dios. Lamentablemente este requisito no recibe la<br />
atención que merece.<br />
¿Somos hijos <strong>de</strong> Dios? Es fácil suponer que habiendo sido bautizados en Cristo, llegamos a ser<br />
hijos <strong>de</strong> Dios, y que ocupamos una relación más o menos segura con Dios (con tal que asistamos<br />
fielmente a los servicios, y evitemos los vicios), pero la palabra "hijos" se usa para "aquellos que<br />
manifiestan ciertas cualida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> carácter", y el carácter se indica por la palabra que acompaña la<br />
palabra "hijos". Por ejemplo, Mar. 3:17, "hijos <strong>de</strong>l trueno" (hombres como trueno, tempestuosos); Luc.<br />
10:6 "hijos <strong>de</strong> paz" (hombres pacíficos, receptivos); Hech. 4:36, "hijo <strong>de</strong> consolación" o <strong>de</strong> exhortación,<br />
con talento para animar); etc. "Hijos <strong>de</strong> Dios" significa, pues, personas que tienen el<br />
carácter <strong>de</strong> Dios, que son imitadores <strong>de</strong> Dios. ¿Qué hace Dios? El bendice tanto a los malos como a<br />
los buenos. ¿Queremos ser hijos <strong>de</strong> Dios? Que hagamos lo mismo.<br />
Dios es nuestro perfecto Mo<strong>de</strong>lo. Efes. 5:1, “Sed, pues, imitadores <strong>de</strong> Dios como hijos amados”.<br />
¿Qué hace Dios? ¿Cómo actúa hacia sus enemigos? Hace que el sol salga sobre todos; envía la<br />
lluvia a todos. Véanse Sal. 145:15,16; Hech. 14:17; 17:25,28. ¿Se niega Dios a proveer para<br />
aquellos que le aborrecen? Claro que no. Por lo tanto, si queremos ser "hijos <strong>de</strong> Dios" (imitadores <strong>de</strong><br />
Dios), <strong>de</strong>bemos hablar bien y hacer bien a los que nos maltratan, y orar por ellos. Con esta gran<br />
bondad Dios <strong>de</strong>rrite los corazones fríos <strong>de</strong> hombres perversos para llevarlos al arrepentimiento<br />
(Rom. 2:4). ¡Qué hagamos lo mismo!<br />
Cantamos “Cerca, oh Dios, <strong>de</strong> Ti”. Nos acercamos a Dios cuando le imitamos. Nos elevamos a<br />
un nivel más alto <strong>de</strong> vida, un nivel arriba <strong>de</strong>l mundo. De esto Jesús habla cuando nos llama “la sal <strong>de</strong><br />
la tierra” y “la luz <strong>de</strong>l mundo” (Mat. 5:13-16). Pero si no somos diferentes, si amamos solamente a los<br />
que nos aman y saludamos solamente a los que nos saludan, ¿cómo somos diferentes?<br />
Si imitamos a Dios, participamos <strong>de</strong> la naturaleza divina (2 Pet. 1:4). De esa manera, El nos está<br />
transformando a la imagen <strong>de</strong> Cristo (Rom. 8:29; 2 Cor. 3:18).<br />
Jesús con<strong>de</strong>na el espíritu <strong>de</strong> exclusivismo, el espíritu que causa partidos aun entre hermanos.<br />
Este espíritu se <strong>de</strong>nuncia en las cartas <strong>de</strong> Pablo (1 Cor. 3:1-3; Gál. 5:20, etc.). El que solamente<br />
saluda a los suyos es carnal y egoísta. Saluda para ser saludado. Alaba para ser alabado. Cristo<br />
<strong>de</strong>nuncia este espíritu y nos enseña a buscar y saludar a los que necesitan nuestra compasión y<br />
ayuda, en lugar <strong>de</strong> buscar a los que nos agradan y complacen.