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Ruidos y susurros de las vanguardias - Medialab Prado

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Hans Heinz Stuckenschmidt, Musik und Maschine, 1926.<br />

Por aquel entonces ya tenía un contacto bastante estrecho con casi todos los maestros <strong>de</strong> la<br />

Bauhaus. Moholy-Nagy y su mujer Lucia me los presentaban. Lyonel Feninger me invitó a su<br />

estudio. Allí había un armonio, se sentó a él y me interpretó fugas que había compuesto él mismo.<br />

Pero yo me quedé sorprendido ya que no tenían nada que ver con la música mo<strong>de</strong>rna. Él <strong>las</strong> había<br />

trabajado cuidadosamente y con maestría siguiendo ejemplos barrocos, sobre todo <strong>de</strong> Bach y<br />

Hän<strong>de</strong>l.<br />

Ya he hablado <strong>de</strong> <strong>las</strong> conversaciones con Kandinsky y su mujer Nina; por supuesto trataban <strong>de</strong><br />

Schönberg, pero Kandinsky, al que yo admiraba mucho, también estaba satisfecho porque yo<br />

conociera perfectamente sus “Sonidos”, “Sobre lo espiritual <strong>de</strong>l arte” y “El jinete azul”. Para mi<br />

sorpresa, Paul Klee era un buen violinista. Su mujer, una pianista preparada para conciertos,<br />

adoptó hacia mí una actitud maternal y los dos interpretaban para mí unas sonatas <strong>de</strong> Mozart,<br />

musicalmente inteligentes y técnicamente impecables (ver Abb.3). Esta era la música favorita <strong>de</strong><br />

Klee. Pero también estaba muy impresionado por el “Pierrot Lunaire” <strong>de</strong> Schönberg. Después <strong>de</strong><br />

una representación (probablemente en Munich) escribió en su diario: “Déjame espacio, puñetero,<br />

creo que ha llegado tu hora”.<br />

Al contrario que Feininger y Klee, Moholy-Nagy se interesaba sólo por la música más mo<strong>de</strong>rna.<br />

Ante todo le fascinaban <strong>las</strong> posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> reproducir el arte <strong>de</strong> forma mecánica, sobre <strong>las</strong> que ya<br />

había estado meditando antes que Walter Benjamin.<br />

Moholy-Nagy vio en el disco el futuro musical. Pero protestó en contra <strong>de</strong> usarlos como medio <strong>de</strong> reproducción <strong>de</strong> representaciones. Experimentamos<br />

juntos, los tocamos al revés, lo que tuvo unos resultados sorpren<strong>de</strong>ntes, sobre todo en los discos <strong>de</strong> piano. Les realizamos agujeros excéntricos, <strong>de</strong><br />

manera que no giraban <strong>de</strong> forma regular, produciendo así grotescos tonos en glissando. Llegamos incluso a rayar <strong>las</strong> muescas con agujas muy finas y<br />

produjimos así figuras rítmicas y ruidos, que cambiaban radicalmente el sentido <strong>de</strong> la música (ver Abb.4). Moholy-Nagy <strong>de</strong>cía que podríamos rayar con<br />

agujas un disco virgen y crear así auténtica música para discos.<br />

Los experimentos más importantes con medios escénicos los hizo por aquel entonces Oskar Schlemmer. Yo ya había oído hablar <strong>de</strong> su Ballet Triádico<br />

con gran<strong>de</strong>s disfraces formados por figuras cónicas y trabé rápidamente amistad con él y su mujer Tut (ver Abb.5). Schlemmer era muy musical, había<br />

asistido a una <strong>de</strong> <strong>las</strong> primeras representaciones <strong>de</strong>l “Pierrot Lunaire” <strong>de</strong> Schönberg en Stuttgart y buscaba una música parecida para sus bailes. Durante<br />

un tiempo quiso que yo la escribiera, <strong>de</strong>spués pensó en Ernst Toch y, finalmente, en Paul Hin<strong>de</strong>mith, por el que se <strong>de</strong>cidió. Por <strong>de</strong>sgracia, en la semana<br />

<strong>de</strong> fiestas <strong>de</strong> la Bauhaus se representó su Ballet Triádico con música convencional. Hin<strong>de</strong>mith escribió más tar<strong>de</strong> piezas para órgano mecánico que,<br />

<strong>de</strong>sgraciadamente, se han perdido.<br />

El mes <strong>de</strong> julio pasó rápidamente, se acercaba la inauguración <strong>de</strong> la gran exposición <strong>de</strong> la Bauhaus. A mediados <strong>de</strong> mes tuvo lugar la semana <strong>de</strong> la<br />

Bauhaus, con representaciones escénicas, conciertos y char<strong>las</strong>. La mayoría se realizaron en el Teatro Nacional <strong>de</strong> Weimar (Weimarer Nationaltheater).<br />

Muchos artistas, pintores, escritores y músicos famosos <strong>de</strong> muchos países europeos habían aceptado la invitación. Yo me encontré por la calle a<br />

Hermann Scherchen, director y viejo amigo, que estaba ensayando para la representación <strong>de</strong> “La historia <strong>de</strong>l soldado” <strong>de</strong> Igor Stravinsky. En el escenario<br />

estaban sentados siete músicos <strong>de</strong> la orchesta <strong>de</strong> la Ópera <strong>de</strong> Weimar. Nunca olvidaré la representación <strong>de</strong> aquella pieza, todavía <strong>de</strong>sconocida. Cari<br />

Ebert hacía <strong>de</strong> narrador. En un palco se encontraba el ya muy enfermo Ferruccio Busoni, que había venido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Berlín; en el otro; Stravinsky, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

París. Ellos no se conocían, pero habían llevado en Suiza, a través <strong>de</strong> amigos, una polémica conversación sobre música clásica, Stravinsky en contra,<br />

Busoni a favor. En Weimar, Busoni se había conmovido hasta llorar con la Historia <strong>de</strong>l Soldado y Stranvinsky estaba impresionado por <strong>las</strong> piezas <strong>de</strong><br />

Busoni con su interés por la pieza polifónica, que Egon Petri estrenó. Wladimir Vogel <strong>de</strong>scribió el encuentro <strong>de</strong> los dos gran<strong>de</strong>s hombres, don<strong>de</strong><br />

Stravinsky dijo: “¡Ahora nos enten<strong>de</strong>mos!”.<br />

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