Ruidos y susurros de las vanguardias - Medialab Prado
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Encarna Sáenz, Aniuqám <strong>de</strong>l 3000, 2004.<br />
Fortunato Depero<br />
Fortunato Depero, Fortunato Depero, nelle opere e nella vita. Trento, 1940, Pag. 265.<br />
Una <strong>de</strong> <strong>las</strong> escenografías para Aniccham <strong>de</strong>l 3000<br />
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F. Depero. I Costumi <strong>de</strong>lle locomotive, 1924.Tinta sobre papel,<br />
26,5 x 25,5 cm. Museo Depero Rovereto y Escena Aniccham <strong>de</strong>l 3000<br />
Página <strong>de</strong>l libro Depero Futurista, 1927, que recoge la<br />
controversia <strong>de</strong> plagio <strong>de</strong>l ballet <strong>de</strong> Depero con otro soviético <strong>de</strong> 1927.<br />
En el tiovivo con los futuristas<br />
Se me confía la puesta en escena <strong>de</strong> “El Baile <strong>de</strong> <strong>las</strong> máquinas” (i<strong>de</strong>a original <strong>de</strong> Depero y música <strong>de</strong> F. Casavola). Mientras construía los trajes y pintaba<br />
el <strong>de</strong>corado, dos bailarines, siguiendo <strong>las</strong> indicaciones <strong>de</strong>l músico, practicaban la extraña danza. El músico parecía satisfecho, el empresario y los<br />
intérpretes también lo estaban. Llego con la cesta <strong>de</strong> los trajes al escenario. Los trajes: síntesis tubular <strong>de</strong> locomotoras humanizadas, hechos <strong>de</strong> cartón<br />
articulable gracias a junturas <strong>de</strong> tela. Están <strong>de</strong>corados con números en blanco y negro. A<strong>de</strong>más, <strong>las</strong> cabezas <strong>de</strong>berán introducirse en máscaras con<br />
forma <strong>de</strong> chimenea. Estos trajes se articulan a la altura <strong>de</strong> los codos, <strong>de</strong>l cuello, <strong>de</strong> <strong>las</strong> rodil<strong>las</strong> y <strong>de</strong> los hombros. El resto es rígido y brillante. Es posible<br />
ejecutar fácilmente movimientos con ellos. Tras abrir la cesta y exponer semejantes escafandras teatrales, los ojos <strong>de</strong> los bailarines me lanzan miradas<br />
sorprendidas y <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosas cual focos irados: rescisión fulminante <strong>de</strong>l contrato y fuga precipitada. En busca <strong>de</strong> otros bailarines a<strong>de</strong>cuados. Los días<br />
pasan, y <strong>las</strong> preocupaciones aumentan. Llega una nueva pareja: nuevas pruebas en el escenario y nueva fuga indignada tras la prueba <strong>de</strong> vestuario. Los<br />
cabellos rubios <strong>de</strong>l empresario Rodolfo se yerguen e invocan ayuda. La tenacidad y la paciencia vencen finalmente; un bailarín belga y una bailarina<br />
americana se enfrentan heroicamente al suplicio artístico y al interesante experimento, danzando mecánicamente <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tubos y corazas sobre el<br />
escenario <strong>de</strong> hasta 28 ciuda<strong>de</strong>s italianas.<br />
La noche <strong>de</strong>l estreno en el Trianon <strong>de</strong> Milán, suce<strong>de</strong> el primer inci<strong>de</strong>nte: el querido poeta napolitano que prece<strong>de</strong> a mi número con una disertación libre,<br />
se dirige a los espectadores en términos pintorescos y provocadores, superando incluso los límites <strong>de</strong> tiempo establecidos y provocando así una violenta<br />
reacción <strong>de</strong>l público y la consiguiente amenaza <strong>de</strong> asfixiar a los bailarines, encerrados en <strong>las</strong> escafandras mecánicas esperando su turno.<br />
A Marinetti, ausente en esos momentos, se le avisa urgentemente. Al preguntarle, contesta que todo va muy bien. Empieza entonces una encendida<br />
disputa en el público, entre aquellos que quieren que el espectáculo continúe, y escuchar al poeta, y aquellos que quieren molestar, contestar e<br />
interrumpir. La escena cambia <strong>de</strong> repente. Todo nuestro equipo se alinea serenamente, tranquilo, en torno a Marinetti en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l escenario,<br />
convirtiéndose en público espectador. Atentos, y divirtiéndonos, admiramos la sucesión cómica <strong>de</strong>l espectáculo que ofrecen los simpatizantes y los<br />
opositores. Este cuadro (bastante común en los espectáculos futuristas) tiene también su espacio y su interés. Una vez terminada la representación <strong>de</strong>l<br />
Trianon cogemos el tren hacia Bolonia.