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Ruidos y susurros de las vanguardias - Medialab Prado

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La Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Toledo, Venta <strong>de</strong> Aires, 1924.<br />

De izquierda a <strong>de</strong>recha: José Bello, José Moreno Villa, Ernestina Gonzalez, Luis Buñuel,<br />

Salvador Dali y José María Hinojosa.<br />

Venta <strong>de</strong> Aires en la actualidad, fundada en 1891.<br />

Tortilla a caballo (con carnes <strong>de</strong> cerdo) y vino <strong>de</strong> Yepes,<br />

Venta <strong>de</strong> Aires, 2004.<br />

La Desor<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Toledo, Venta <strong>de</strong> Aires, 2004<br />

De izquierda a <strong>de</strong>recha: José Juan Martínez, Marina Eva Scarpatti, Miguel Molina,<br />

Leopoldo Amigo y Gema Hoyas<br />

La fonda en la que nos hospedábamos, lejos <strong>de</strong> los hoteles convencionales, era casi siempre la “Posada <strong>de</strong> la Sangre”, don<strong>de</strong> Cervantes situó la ilustre<br />

fregona. La posada apenas había cambiado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquellos tiempos: burros en el corral, carreteros, sábana sucias y estudiantes. Por supuesto, nada <strong>de</strong><br />

agua corriente, lo cual no tenía más que una importancia relativa, ya que los miembros <strong>de</strong> la “Or<strong>de</strong>n” tenían prohibido lavarse durante su permanencia en<br />

la ciudad santa.<br />

Comíamos casi siempre en tascas, como la “Venta <strong>de</strong> Aires”, en <strong>las</strong> afueras, don<strong>de</strong> siempre pedíamos tortilla a caballo (con carnes <strong>de</strong> cerdo) y una perdiz<br />

y vino blanco <strong>de</strong> Yepes. Al regreso, a pie, hacíamos un alto obligado en la tumba <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal Tavera, esculpida por Berruguete. Unos minutos <strong>de</strong><br />

recogimiento <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la estatua yacente <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal muerto, en alabastro, <strong>de</strong> mejil<strong>las</strong> pálidas y hundidas, captado por el escultor una o dos horas<br />

antes <strong>de</strong> que empezara la putrefacción. Se ve esta cara en Tristana. Catherine Deneuve se inclina sobre esta imagen fija <strong>de</strong> la muerte. Después,<br />

subíamos a la ciudad para per<strong>de</strong>rnos en el laberinto <strong>de</strong> sus calles acechando la aventura.<br />

Luis Buñuel, Mi último suspiro.<br />

- 125 -<br />

Tristana, Luis Buñuel, 1970.

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