La secta de los estranguladores : radionovela

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08.05.2013 Views

Episodio número 49 Narrador: Ligia termina la narración de sus aventuras en Corea, así como de sus románticas relaciones con Mario ezcurdia en italia, y termina afirmando empíricamente que, en su concepto, el compañero de su novio, Gaspar Jovellanos –quien fue encontrado muerto en su biblioteca– seguramente murió asesinado. Control: cortina corta. Martín: ¡Caracoles marinos! ¿Asesinado con una cuerda, dice usted? Ligia: esa es mi convicción más profunda. Alí Ben: si no estoy mal, los médicos diagnosticaron que el señor Jovellanos murió de una repentina dolencia cardíaca… Ligia: eso dicen ellos siempre, cuando en realidad no conocen la causa de la muerte de alguien… Martín: es cierto, ¡caracoles marinos! ¿No recuerda usted profesor, el diagnóstico del médico en el misterio de la casa siniestra? fue el mismo del presente caso. Ligia: Y tenga usted por seguro, profesor Alí Ben que, en el caso de Mario, hubiesen diagnosticado lo mismo, a no ser… Alí Ben: ¿A no ser por qué? Ligia: Por mi presencia aquí y la suya; por las terribles amenazas de esos asesinos tongs y por todas las circunstancias misteriosas que nosotros conocíamos… * 56

* Alberto Upegui Benítez Martín: se olvida usted de la presencia mía aquí, señorita: es la clave de todo… Yo averigüé inmediatamente que se trataba de un asesinato. Yo soy el único extraordinario. Alí Ben: De manera, señorita Ligia, ¿que sus razones están constituidas por la aparente buena salud demostrada por el señor Jovellanos, para suponer que murió asesinado? Ligia: sí profesor; le repito que, en las más diferentes latitudes conservó su fuerza y su dinamismo. No era, ciertamente, la constitución del hombre enfermizo… Alí Ben: Ajá…no está mal su razonamiento, señorita, pero usted bien sabe que hay afecciones cardíacas que no se demuestran con síntomas claros hasta el momento fatal… Ligia: sí, pero… Alí Ben: Acaso esos cambios de humor de su amigo, esas súbitas preocupaciones fuesen causadas por una dolencia del corazón, diferente al amor, que ustedes lógicamente le atribuyeron… Ligia: era amor, profesor Alí Ben, de eso estoy segura… Alí Ben: No lo niego porque no tengo elementos de juicio al respecto…Pero debemos tener en cuenta, además, otro factor… Ligia: ¿Cuál es? Alí Ben: La varonía del señor Jovellanos. Por la imagen mental que me he hecho de ese joven desaparecido, era de una reciedumbre viril muy digna de mención… Ligia: Así es, profesor… Alí Ben: Pues bien, un hombre de esos no está quejándose a todo el mundo, ni aún a sus íntimos amigos…Cuando una dolencia le mina la salud, se la guarda para sí solo… Ligia: No deja de tener razón, pero debe recordar, igualmente, que Gaspar era un íntimo amigo de Mario, era casi su hermano… Martín: Lo sabemos; su compañero de aventuras, con quien había compartido tantas peripecias como yo con mi maestro Alí Ben… Ligia: sí. Por tanto, no creo que ocultase a su amigo y hermano una cosa tan grave como sus dolencias cardíacas… * 57

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Alberto Upegui Benítez<br />

Martín: se olvida usted <strong>de</strong> la presencia mía aquí, señorita: es la clave <strong>de</strong> todo…<br />

Yo averigüé inmediatamente que se trataba <strong>de</strong> un asesinato. Yo soy el único<br />

extraordinario.<br />

Alí Ben: De manera, señorita Ligia, ¿que sus razones están constituidas por<br />

la aparente buena salud <strong>de</strong>mostrada por el señor Jovellanos, para suponer que<br />

murió asesinado?<br />

Ligia: sí profesor; le repito que, en las más diferentes latitu<strong>de</strong>s conservó su fuerza<br />

y su dinamismo. No era, ciertamente, la constitución <strong>de</strong>l hombre enfermizo…<br />

Alí Ben: Ajá…no está mal su razonamiento, señorita, pero usted bien sabe<br />

que hay afecciones cardíacas que no se <strong>de</strong>muestran con síntomas claros hasta<br />

el momento fatal…<br />

Ligia: sí, pero…<br />

Alí Ben: Acaso esos cambios <strong>de</strong> humor <strong>de</strong> su amigo, esas súbitas preocupaciones<br />

fuesen causadas por una dolencia <strong>de</strong>l corazón, diferente al amor, que uste<strong>de</strong>s<br />

lógicamente le atribuyeron…<br />

Ligia: era amor, profesor Alí Ben, <strong>de</strong> eso estoy segura…<br />

Alí Ben: No lo niego porque no tengo elementos <strong>de</strong> juicio al respecto…Pero<br />

<strong>de</strong>bemos tener en cuenta, a<strong>de</strong>más, otro factor…<br />

Ligia: ¿Cuál es?<br />

Alí Ben: <strong>La</strong> varonía <strong>de</strong>l señor Jovellanos. Por la imagen mental que me he hecho<br />

<strong>de</strong> ese joven <strong>de</strong>saparecido, era <strong>de</strong> una reciedumbre viril muy digna <strong>de</strong> mención…<br />

Ligia: Así es, profesor…<br />

Alí Ben: Pues bien, un hombre <strong>de</strong> esos no está quejándose a todo el mundo, ni<br />

aún a sus íntimos amigos…Cuando una dolencia le mina la salud, se la guarda<br />

para sí solo…<br />

Ligia: No <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> tener razón, pero <strong>de</strong>be recordar, igualmente, que Gaspar era<br />

un íntimo amigo <strong>de</strong> Mario, era casi su hermano…<br />

Martín: Lo sabemos; su compañero <strong>de</strong> aventuras, con quien había compartido<br />

tantas peripecias como yo con mi maestro Alí Ben…<br />

Ligia: sí. Por tanto, no creo que ocultase a su amigo y hermano una cosa tan<br />

grave como sus dolencias cardíacas…<br />

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