La secta de los estranguladores : radionovela
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Alberto Upegui Benítez<br />
Ligia: Ahora mismo lo soy, y <strong>de</strong>sesperadamente. <strong>La</strong> muerte <strong>de</strong> mi único amor…<br />
(solloza).<br />
Alí Ben: Cálmese usted, hija mía…<strong>de</strong>cía que antes <strong>de</strong> conocer al joven…<br />
Ligia: Des<strong>de</strong> pequeña fui <strong>de</strong>sgraciada. tuve que soportar la más negra pobreza…<br />
Acaso eso mismo acicateó mi esfuerzo: me impulsó a estudiar, a trabajar, a<br />
escribir…a imponerme en el campo <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>portes, en fin…<br />
Alí Ben: ¿Respecto al amor, señorita Ligia?<br />
Ligia: Nada, profesor: relaciones amistosas, como la que le he mencionado<br />
con enrique, pero nada serio, nada que hubiera interesado profundamente mi<br />
corazón, como mi locura por Mario…<br />
Alí Ben: sentimiento po<strong>de</strong>roso es el amor, en verdad, señorita Ligia…<br />
Martín: Y me lo dicen a mí. A mí que soy uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> pocos donjuanes que<br />
quedamos solteros en este pícaro mundo…<br />
Ligia: ¿No hablaba usted hace poco <strong>de</strong> su Julieta, señor Cantalapiedra?<br />
Martín: sí, señorita, pero ese es un amor pasado: nos divorciamos a <strong>los</strong><br />
trescientos sesenta y cinco días…<br />
Ligia: <strong>La</strong>mentable…¿por qué?<br />
Martín: Me apena confesarlo…en fin, se lo confiaré a usted…¡Porque yo<br />
ronco espantosamente!<br />
Ligia: Oh, señor Cantalapiedra, a pesar <strong>de</strong> mi aflicción, me hace usted sonreír.<br />
¡tiene usted unas salidas…!<br />
Martín: Gracia gitana que tiene uno, señorita Ligia…<br />
Alí Ben: Y bien, señorita Ligia, ¿quiere continuar con el relato?<br />
Ligia: es bien poco lo que falta: <strong>los</strong> días pasaron fugaces, llenos <strong>de</strong> sorpresas<br />
y <strong>de</strong> curiosida<strong>de</strong>s agradables…Mario era un experto en <strong>de</strong>struir la monotonía:<br />
su habilidad para las sorpresas agradables era exquisita…<br />
Alí Ben: era un hombre genial, señorita Ligia: todo lo que hacía llevaba el<br />
sello <strong>de</strong> su inteligencia y refinamiento…<br />
Ligia: Así es. No pasaba un día sin que planease una excursión agradable, sin<br />
que improvisara una diversión nueva…<br />
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