La secta de los estranguladores : radionovela
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Alberto Upegui Benítez<br />
Jefe policía: Pero qué mente criminal tan aguda, profesor…¡Qué profundidad<br />
<strong>de</strong> miseria moral, mezclada con inteligencia había en esa mujer…!<br />
Alí Ben: sí, señor inspector…Por eso dije antes que la muerte <strong>de</strong> ezcurdia<br />
era inevitable…Yo la veía venir, impotente. si hubiera dicho al joven que su<br />
propia amada era la que buscaba su muerte, se hubiera reído <strong>de</strong> mí o me hubiera<br />
arrojado <strong>de</strong> su casa con cajas <strong>de</strong>stempladas…¡estaba, tanto él como yo, impotente<br />
frente a su <strong>de</strong>stino!<br />
Control: cortina musical corta.<br />
Martín: ¡Caracoles marinos! sepa usted, profesor, que nunca había salido tan<br />
<strong>de</strong>primido <strong>de</strong> ninguna investigación <strong>de</strong>tectivesca, como en esta vez…<br />
Alí Ben: ¡Ha sido terrible! Des<strong>de</strong> el primer momento, cuando entreví la<br />
horrenda intriga, he estado sobrecogido <strong>de</strong> horror…(pausa). A<strong>de</strong>más, hay qué<br />
consi<strong>de</strong>rar que hay otra víctima, una víctima que, acaso, será la que acumule<br />
mayor sufrimiento.<br />
Martín: ¿Otra víctima? ¿Quién?<br />
Alí Ben: el <strong>de</strong>sventurado héroe, el capitán colombiano, que ha perdido su<br />
amor y que por la prensa, indudablemente, se informará <strong>de</strong>l negro corazón<br />
emponzoñado que tenía su amada…<br />
Martín: en fin, que lo tome con resignación. Y ahora a otras aventuras, querido<br />
profesor…Qué siga la vida, ¡Caracoles marinos!<br />
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